19 de abril de 2007

Algunos sonetos de Quevedo

A uno que mudaba cada día por guardar su mujer

Cuando tu madre te parió cornudo,
fue tu planeta un cuerno de la luna;
de maderas de cuernos fue tu cuna,
y el castillejo un cuerpo muy agudo.

Gastaste en dijes cuernos a menudo;
la leche que mamaste era cabruna;
diote un cuerpo por armas la Fortuna
y un toro en el remate de tu escudo.

Hecho un corral de cuernos te contemplo;
cuernos pisas con pies de cornería;
a la mañana un cuerno te saluda.

Los cornudos en ti tienen un templo.
Pues, cornudo de ti, ¿adónde iría
siguiéndote una estrella tan cornuda?


Otro

Que tiene ojo de culo es evidente,
y manojo de llaves, tu sol rojo,
y que tiene por niña en aquel ojo
atezado mojón duro y caliente.

Tendrá legañas necesariamente
la pestaña erizada como abrojo,
y guiñará, con lo amarillo y flojo,
todas las veces que a pujar se siente.

¿Tendrá mejor metal de voz su pedo
que el de la mal vestida mallorquina?
Ni lo quiero probar ni lo concedo.

Su mierda es mierda, y su orina, orina;
sólo que ésta es verdad, y esa otra, enredo,
y estanme encareciendo la letrina.


A un hombre llamado Diego, que casaron con una mala mujer llamada Juana

A las bodas que hicieron Diego y Juana
dio de su cuerno flores Amaltea,
tocaron la corneta del aldea
y una cuerna almorzaron valenciana.

En cuerno meó el novio, aunque sin gana,
cuando la novia en otro cuerno mea,
y en la cornija de la chimenea
les cantó la corneja de mañana.

El cura, que es Cornejo, escribió el nombre
con tintero de cuerno, y él le ha dado
un cornado, que es todo lo que pudo.

Y es el bueno de Diego tan buen hombre,
que, con tantos agüeros, no ha notado
cómo le casan para ser cornudo.


Extensión y fama del oficio de puta

No te quejes, ¡oh, Nise!, de tu estado
aunque te llamen puta a boca llena,
que puta ha sido mucha gente buena
y millones de putas han reinado.

Dido fue puta de audaz soldado
y Cleopatra a ser puta se condena
y el nombre de Lucrecia, que resuena,
no es tan honesto como se ha pensado;

esa de Rusia emperatriz famosa
que fue de los virotes centinela,
entre más de dos mil murió orgullosa;

y, pues todas lo dan tan sin cautela,
haz tú lo mismo, Nise vergonzosa;
que aquesto de honra y virgo es bagatela.


Soneto

¿Qué captas, noturnal, en tus canciones,
Góngora bobo, con crepusculallas,
si cuando anhelas más garcibolallas
las reptilizas más y subterpones?

Microcosmote Dios de inquiridiones,
y quieres te investiguen por medallas
como priscos, estigmas o antiguallas,
por desitinerar vates tirones.

Tu forasteridad es tan eximia,
que te ha de detractar el que te rumia,
pues ructas viscerable cacoquimia,

farmacofolorando como numia,
si estomacabundancia das tan nimia,
metamorfoseando el arcadumia.

Tomados de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Más sonetos manuscritos de Quevedo pueden encontrarse aquí.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Y pues que contra Góngora, Quevedo
sus saetas bien dispuestas las tenía;
con gracia suma, chanza, algarabía,
lo mismo un verso dábale que un pedo.

Anónimo dijo...

O SEYA QUE A ESE, EL DEL PUEMA DEL TAL QUEVEDO QUE LE MIENTAN, LE QUEMARON LA CANIYA?

LA CHICA INGENUA

reyzope dijo...

puchica rafa: hasta los indios de la India te leyen.

Yo tengo un chero, chef y propietario de un restaurant indio, que conocia en las francias que le mientan, habla espanol el hijuesesenta, le poni de apodo ''Puro Apagado'', porque es de color tabaco y tiene el pelo gris.

Pero su jipota es bien chula porque es mitad franchuta y se tongoneya al caminar.

Chivo que te leyan los Hindus- hinducumentados!

Y hablando de Quevedo, no es el mismo maje de los chistes? Que perdonen mi indiorancia...

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

ReyZope: Hacía días que no oía acerca de los chistes de Quevedo... Mis abuelas me contaron varios, que no recuerdo, excepto cuando se subió a un árbol a hacer de lo suyo y. No voy a matar el chiste contando el final.
Chido por los hindús. Si los ves, dales las gracias.