
* ¿Puede haber un odio "puro", es decir no contaminado por el raciocinio?
* El odio siempre tiene motivos o pretextos racionales.
* El odio como emoción no es elemental: hay envidia --la razón corrupta--, amor roto, soberbia quebrantada, dolor, mucho dolor. No hay la gana de que el dolor termine --se sabe que no terminará--, sino la necesidad necia de transferirlo, de esparcirlo, de que todo sea odio y dolor, y así el odio y el dolor propios serán más tolerables.
* La vergüenza de odiar, sin embargo. Aunque se presente en forma de ira, de poder extremo, de violencia, el odio es una debilidad: es impotencia.
* El "odio incondicional" es literario, no humano; basta con quitar la primera capa de la cebolla para ponerse a llorar, para que alguien se ponga a llorar.
* El que odia necesita del odio ajeno, pero también necesita de la sumisión del otro; si no, lo sufre, pero no lo ejerce. Si no hay sumisión y dolor del otro lado, el odio es casi como estar suicidándose, pero con la intención de matar al otro.
* ¿Se decide a quién odiar o el odiado se escoge como objeto del odio? (Otro problema literario; las cosas no funcionan así.) El que odia por sistema siempre tiene las antenas desplegadas, y siempre encontrará a alguien odiable, y lo culpará por su odio.
* "Ódiame como te estoy odiando, por favor. Sólo ódiame."
* Cualquier odio es transitorio: siempre termina convirtiéndose en otra cosa. Sólo persiste como una decisión, como algo decidido racionalmente.

* ¿El amor es incondicional? Sólo si se dan condiciones que no se tomen como tales, desde físicas y químicas hasta morales: se puede amar sin condiciones a quien cumple con ciertas condiciones. Si no las cumple, comienza el conflicto para encontrarlas donde no están o para que estén donde nunca estarán.
* Odio y aversión. La aversión sí puede ser "pura", instintiva, animal, física, simple. Sólo se convierte en odio si se le buscan las razones, y aun así no se llegaría a un estado transitorio, como es el odio, sino a una falsa etiquetación.
* "Ódiame porque te odio." "Ódiame para que te odie."
* Nunca "ódiame como te odio": desaparece la sensación --y la necesidad-- de poder.
* El odio, en suma, es cobarde.
* ¿Odio de clase? Un asunto retórico: había que ponerle un nombre. No en toda lucha --incluso la de clases-- debe haber odio, sino necesidad. El odio puede ocultar la necesidad; puede ser el mecanismo para que la necesidad se manifieste, pero nada más.
* El odio, en suma, puede ser necesario.
* Otra perspectiva: yo no odio, pero dirijo el odio ajeno hacia mi objetivo. Política, pues. (Y sigue siendo un sentimiento cobarde.)
* "Ódiame para que te pueda amar." "Ámame para que te pueda odiar."
* Si me odias, tengo poder sobre ti. Cada vez que respire, seré tu dueño. Si muero, no habrá modo de que tu odio muera. No lo olvides.
Me parece interesante el último íten
ResponderEliminarmenos mal, maestro, que lo pasaste a tipografía digital que no se me da lo de los jeroglíficos... de todos modos me gustan, están chulas las paginitas.
ResponderEliminarY el odio, cultivándolo de a galán y de a según jajaja