Algunos diciembres
Algunas de las fotos que mi hermana encontró entre las cosas de mi madre.
Diciembre de 1959, o sea que tendría cuatro meses de edad. La foto está dedicada a la abuela Carmen, pero obviamente mi madre no se la llegó a dar; se llevaban bastante mal por esas fechas (y por otras posteriores). O en una de ésas mi padre la recuperó cuando murió la abuela, aunque lo dudo; la tía Corina se quedó con sus cosas y no ha querido soltar fotos ni para escanearlas. Ni para que las vea, vaya.
Diciembre de 1960, el día 12, si uno es perspicaz y se guía por las pistas. Detestaba que me disfrazaran los 12 de diciembre, y parece que fue desde muuuy pequeño. También detestaba que me tomaran fotos, y hasta el momento no es de mis cosas favoritas.
(Ponerle bigotes a un niño de un año, por piedad...)
Diciembre de 1961. Hay otra en la que estoy parado frente al Santaclós. Mi expresión es exactamente la misma, pero tengo otro juguete en las manos. Seguro que sólo lo tuve para la foto.
Diciembre de 1983. He tratado desesperadamente de acordarme del nombre del cuate que aparece hasta la izquierda, pero nada. Sé que era secretario de redacción del periódico El día. De los demás, casi todos somos de la sección internacional de ese periódico, y yo --sí, el segundo de izquierda a derecha-- era el jefe desde agosto anterior, poco más o menos. Arriba, siguen Ángel Fosado, Alejandro Juárez (quien después trabajaría en comunicaciones para la Comisión de Derechos Humanos del DF, y después para la Comisión Nacional), Antonio Helguera (ahora un cartonista excepcional; en ese entonces ya era muy bueno, estaba recién estrenado en el periódico y tenía como 18 años), Víctor Juárez y Cuauhtémoc Morgado. Abajo, Claudia Serratos, que escribía algunos comentarios políticos, y Rubén Montedónico. Faltan un montón, porque éramos como 15: Edith Ferreira (la subjefa), Sandra Luz Hernández, María Eugenia Torres, que se hacían cargo de Centro y Sudamérica; Terpsícore Zacarías Capistrán, Gerardo Ochoa, Elizabeth Rangel (escribía 130 palabras por minuto en una máquina Olympia de las grandotas; impresionante), Carlos y Joel, que cortaban los cables... Después entrarían otros, como Arturo Salinas, Jorge Jufresa y qué sé yo.
Y, no, no me vestía así usualmente. Ese día tenía una cena en casa de la directora del diario, Socorro Díaz Palacios, junto con los demás jefes de sección, y ella misma me había mandado a regalar el jersey que traigo puesto. Cuando salí de su casa, a eso de las dos de la mañana, estaba a tres grados bajo cero y no llevaba otra cosa con qué taparme. Y tardé como una hora en conseguir taxi. Quizá fueron diez minutos, pero igual pareció que era una hora muy larga. (Los aros de los lentes todavía los tengo por allí.)
Principios de diciembre de 1986. Por esas fechas conocí a Thierry Davo. (Tengo la foto registrada como de 1987. Para entonces ya había nacido Eunice y vivíamos en otra parte, y no dormía en un colchón ni pegaba así las cosas en las paredes). El cuadro amarillo es una tinta de Miguel Antonio Bonilla, de las épocas en que empezaba a vender sus obras, cuando vivía en la Sierra Norte de Puebla. Ese cuadro --y otro-- está en casa de mi hija, si no me equivoco.
Ah: durante años (digamos de 1985 a 1998) usé sudaderas en otoño e invierno, y a veces en primavera y verano. Comodísimas para trabajar por las madrugadas. Casi todas eran grises, de diferentes tonos, y una azul claro que no duró mucho. Y tenía DOS de Mickey Mouse, que me duraron... híjole... hasta que ya fue imposible ocultar los desgarrones en los codos y las canas de Mickey. La que tengo en la foto la habré tirado por allí de 1994 o 1995.
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Otras cosas que compré en Costa Rica y se me olvidó poner ayer:
- Tres libros de Borges: El Aleph, La memoria de Shakespeare y el primer tomo de su poesía en la Biblioteca Borges, donde vienen Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente y Cuaderno San Martín. Los de su poesía no son los que más me gustan, pero son los que pertenecen a esa cosa rara llamada "ultraísmo". En lo personal me quedo con el "creacionismo" de Huidobro, pero la adjetivación de Borges siempre será portentosa.
- Uno que se llama Grandes amores de la mitología griega. Cada cosa que hacían los dioses...
- Dos botes de tinta Quink para las plumas fuente, uno azul y uno negro.
- Un tubo de pasta de dientes, porque se me olvidó llevar.
1 comentario:
hey ais de entrada no sabía si eras el 20 o el 4o de iz a der...jalu
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