Mi yo interno y el sindicato
Eso de conocerse íntimamente a uno mismo debería tener sus límites, me parece, y en todo caso establecer hasta dónde quiere uno que lo conozcan los demás. No sólo por una cuestión de natural paranoia ("¡Me persiguen los paranoicos", etc.), sino de pudor. Vaya: uno no necesariamente anda poniendo en su blog fotos de uno mismo encuerado o mostrando la cicatriz en la panza de su última operación. (En realidad mi cicatriz en la panza es de la primera de cinco operaciones por las cuales me tocó pasar.) Pero, bueno, una resonancia electromagnética es una resonancia electromagnética, y el que salga diferente --muy diferente-- a las que pongo por aquí que arroje la primera pelvis.
Lo que sí me parece impúdico es que otros anden hablando de las cosas internas de uno sin mala voluntad, pero también sin informarse. Por ejemplo en sindicato de la Secretaría de Cultura. En una nota que se reproduce en este link, un informante anónimo al que toman demasiado en serio para ser anónimo comete tres errores con respecto a mí, si es que se trata de errores:
1. Que en la Secretaría de Cultura ya me habían dado mi carta de despido. Es falso.
2. Que la secretaria de Cultura, Breni Cuenca, se retractó cuando el sindicato le mostró la lista. No creo que pudiera retractarse de una decisión que no hubiera tomado. Hay un aspecto secundario interesante: no pertenezco al sindicato y no sé si conozca a alguien que sí pertenezca. No tengo que ver con el sindicato, pues, y no porque tenga algo en contra de ellos, sino porque no ha habido ocasión de averiguar quiénes son y qué proponen.
3. Que me iban a despedir a pesar de que yo padecía de un cáncer terminal. Hasta la semana pasada no tenía ningún cáncer terminal. Si sí, voy a demandar a los médicos y, en su defecto, a jalarles los pies cuando me muera. Estuve tres meses hospitalizado, y llevo mes y medio más en una leeeeenta convalecencia, a causa de otra enfermedad que, en efecto, casi fue la última, pero no lo fue. (Acabo de salir de una ligera gripe, por ejemplo.) Se trató de otra cosa y mis amigos, familiares y quienes me lo han preguntado saben de qué se trató. Si los del sindicato hubieran llamado para enterarse, con gusto les hubiera informado. Y también hay una falta de... uh... no digamos de responsabilidad, sino de cortesía, por parte del entrevistador. Cuando dieron a conocer la lista, una reportera de La prensa gráficaz me llamó para preguntarme qué era cierto de lo que decían. Le contesté que nada y listo. En El diario de hoy se publicó una nota en la que se citaba a los voceros del sindicato diciendo que entre los despedidos se encontraba una embarazada y un enfermo terminal. No me imaginé que yo fuera el segundo, y menos la primera; las fotos que reproduzco al principio muestran que no es posible.
En fin, aquí sigo. Ya les dije: cuando me muera, prometo que se van a enterar.
Lo que sí me parece impúdico es que otros anden hablando de las cosas internas de uno sin mala voluntad, pero también sin informarse. Por ejemplo en sindicato de la Secretaría de Cultura. En una nota que se reproduce en este link, un informante anónimo al que toman demasiado en serio para ser anónimo comete tres errores con respecto a mí, si es que se trata de errores:
1. Que en la Secretaría de Cultura ya me habían dado mi carta de despido. Es falso.
2. Que la secretaria de Cultura, Breni Cuenca, se retractó cuando el sindicato le mostró la lista. No creo que pudiera retractarse de una decisión que no hubiera tomado. Hay un aspecto secundario interesante: no pertenezco al sindicato y no sé si conozca a alguien que sí pertenezca. No tengo que ver con el sindicato, pues, y no porque tenga algo en contra de ellos, sino porque no ha habido ocasión de averiguar quiénes son y qué proponen.
3. Que me iban a despedir a pesar de que yo padecía de un cáncer terminal. Hasta la semana pasada no tenía ningún cáncer terminal. Si sí, voy a demandar a los médicos y, en su defecto, a jalarles los pies cuando me muera. Estuve tres meses hospitalizado, y llevo mes y medio más en una leeeeenta convalecencia, a causa de otra enfermedad que, en efecto, casi fue la última, pero no lo fue. (Acabo de salir de una ligera gripe, por ejemplo.) Se trató de otra cosa y mis amigos, familiares y quienes me lo han preguntado saben de qué se trató. Si los del sindicato hubieran llamado para enterarse, con gusto les hubiera informado. Y también hay una falta de... uh... no digamos de responsabilidad, sino de cortesía, por parte del entrevistador. Cuando dieron a conocer la lista, una reportera de La prensa gráficaz me llamó para preguntarme qué era cierto de lo que decían. Le contesté que nada y listo. En El diario de hoy se publicó una nota en la que se citaba a los voceros del sindicato diciendo que entre los despedidos se encontraba una embarazada y un enfermo terminal. No me imaginé que yo fuera el segundo, y menos la primera; las fotos que reproduzco al principio muestran que no es posible.
En fin, aquí sigo. Ya les dije: cuando me muera, prometo que se van a enterar.