20 de septiembre de 2008

Tecno, retro, gatitos y Valeria updated

Pues sí, uno se apantalla con la tecnología y cree que necesita estar actualizado in extremis (o sea hasta que la muerte nos separe), pero pues no. Y sobre todo cuando las portátiles que han salido últimamente son tan... tan... bueno, mucho, mucho. Ni más ni menos la que aparece aquí a la derecha es una de las Vaios que hacen que se me ponga jarioso, como diría un mexicano de pura cepa: tres gigas de RAM, Windows Vista downgradeable a XP (de verdad me cae gordo el Vista), sobria, poderosísima y... uh... negra.
Pero no necesito una portátil con tanto poder, sino una de escritorio que sea lo suficientemente seria para hacer música, video, renderear lo más rápido que se pueda, internetear bien y bastante y, de ser posible, todo al mismo tiempo. La que tengo ahora todavía funciona bien, pero no me da más de cinco o siete minutos de video sin ponerse a toser en plan Kafka. Ya es una máquina de cuatro años, y actualizarla me sale más caro que comprar una nueva. Entre otras cosas usa memoria DDR, mucho más cara que la DDR2, y el procesador en un Pentium 4 a 2.25GHz, tiene 640 megas de memoria y, eso sí, una tarjeta de video Nvidia que le da muy buena velocidad, etc.
Pero las portátiles son para otra cosa. Veo la que tengo, una Vaio que alguna vez insinué que es verde, y desfallezco por ella. Ahora, ya obsoleta y todo (Pentium M a 1.87 GHz, 1 giga de ram, 80 megas de disco --más una partición de 20 gigas para no sé qué, y a la que no se tiene acceso), sigue sirviendo muy bien para lo que la uso: escribir artículos, posts, pasar en limpio mis libros --que son pocos, pero son-- y conectarme a internet cuando Krisma está en la de escritorio, porque la suya ya está llegando a mejor vida.

Una maquinota de escribir, pues. Maquinita, porque es pequeña y no pesa más de cinco libras, y ya dije que tecnológicamente está más cerca de las viejas Remington que de las cosas de fibra de carbono que están saliendo.
Ahora el secreto de por qué compré una Vaio verde. (¡Sí! ¡Es verde!) Yo quería una azul o roja, y me dijeron en la tienda que ya se habían terminado y, bueno, les quedaba una verde. Cuando la vi me dije: "Esta máquina nació para ser retro." El color es muy cincuentas, como el papá y el protagonista de la película Robots, y lo mismo su forma redondeada. El teclado también da esa sensación y... bueno... el mousepad no, ni la webcam incorporada ni el slot PCMCIA que nunca he usado, pero no todo en la vida tiene que ser Smith Corona u Olympia.
De hecho se ve menos moderna que la primera máquina de escribir electrónica que compré, en 1985, una Brother pequeñita y liviana, con una matriz de nueve puntos. Me costó 64 mil pesos de la época, algo así como 200 y pico de dólares, y la compré con el premio que ganó en EDUCA la Historia del traidor de Nunca Jamás. La compré en Tepito, de contrabando, y me aseguraron que había cintas suficientes para toda la vida. De hecho, junto con la máquina, compré como diez, con la seguridad de que regresaría por más. Y cuando regresé resultó que habían descontinuado el modelo. Se podían conseguir en Estados Unidos, pero en aquellas épocas ni soñaba con la www, ni siquiera con Fossil, y había de dos sopas: tenerla de adorno --lo cual hice durante una temporada; guardé dos cintas por si se llegaban a ofrecer, y mientras me volví otra vez usuario de la Lettera 30 de Olivetti-- o escribir en papel térmico, como el que aun usan los faxes. Y así no.
Encontré una tercera opción, en vista de que nadie me la iba a comprar: llevarla al Real Monte de Piedad. Le puse una de las cintas y le hice una demostración al tipo que tasaba lo que lleva uno a empeñar, le mostré todas las maravillas que hacía --justificación completa, a la derecha, a la izquierda o al centro; una línea de texto para revisión; bien hi-tech--, y me dio ochenta mil pesos. Según sus listas, la maquinita costaba como cien mil, así que hasta salí ganando. Eso fue como un año después de haberla comprado.
Y, repito, volví a las Lettera 30. Eran desechables. Escribía guiones por toneladas, además de novelas y esas cosas, y me duraban un año y medio en buenas condiciones. Después algo se aflojaba, algo se le caía --generalmente las letras A, E, M o S-- y la mandaba a arreglar, a limpiar y se la regalaba a alguien que no tuviera mano tan pesada. A mí me hubiera durado unos meses más antes de terminar hecha una desgracia; hay gente que todavía debe tenerlas. Fueron tres o cuatro, antes de pasar a mi primera 8088 a 4.77 MHz --10 MHz en modo turbo-- y el WordPerfect 4.2, luego el 5.0 y luego el 5.1, que usé hasta por allí de 1995. Resistí al Windows todo lo que pude, precisamente hasta que apareció el 95, el primero que funcionó como debía ser. Para ciertas cosas usaba el WordPerfect 7 --allí lo tengo, original y todo--, para algunas el Word ya no me acuerdo qué número, también con licencia original, ejem.
Y, en fin, me gusta el aire de máquina viejita con la que nació mi Vaio. Vaya: la tapa externa y la del teclado hasta son de metal. Y, a diferencia de las Lettera y hasta de la Brother, el teclado es suavecísimo y resistente. Compré un par de teclados externos --uno en miniatura, uno normal que ahora está en la de escritorio--, pero el juego no es ése. El juego es el de la máquina portátil, mucho menos pesada. La he llevado por varios países, entre Francia y Bolivia (tampoco es que me la haya pasado de agente viajero ni que conozca demasiados países, pero había que poner la frase), y no me ha dejado tirado. Siempre hay un WiFi o un cable de red cerca, y la pila no durará mucho --entre dos y media y cuatro horas--, pero se vive. Tampoco es que la use demasiado para escribir más que artículos, y éstos me los echo antes de que se acabe la pila en algún aeropuerto o en el lobby de algún hotel, muy de tarde en tarde. La uso también, con sólo la pila, cuando grabamos el programa Tribulaciones y asteriscos; no sé por qué, en el cuarto donde grabamos no hay un pinche tomacorrientes... Allí tengo algunas notas y las canciones que pondremos ese día.

En plan más retro aún, sigo usando cuadernos y mi Parker 45 para hacer novelas y cuentos. Para el que estoy trabajando ahora conseguí en Costa Rica, durante la feria del libro pasada, un cuaderno inglés decorado con una partitura de Bach, con cierre magnético y un papel riquísimo. El cuadernito en el que estaba escribiendo una serie de cuentos, que a la vez será una novela --ya lo verán en su momento--, lo perdí en Bolivia, aún no sé cómo ni, evidentemente, dónde. Es el primer cuaderno que pierdo que no puedo recuperar.
Allí venía un pedazo del segundo cuento y hubo que reconstruirlo --ya lo estoy terminando-- y el inicio del tercero, que aún no logro rearmar. Ya me preocuparé de él en su momento. Y los propios lentes son bien retro también, de cobre y redonditos, pero no pensé en eso cuando los compré; nomás me enamoré de ellos. Supongo que el mundo se ve diferente a través de unos lentes así que a través de unos más... uh... modernos, si el término significa algo; por algo, como dice Thierry, lo más tecnológico que hay en mis novelas son pistolas bien aceitadas. O yo también nací retro, que no le veo nada malo. Me cae bien el papá del personaje de Robots, y hasta me gustaría ser capaz de lavar los platos como él. Vaya, de lavar platos aunque sea, una de mis ocupaciones menos favoritas, igual que tender las camas y planchar. (Lo demás es negociable.)
Más retro aún: el cuaderno está en el piso porque generalmente escribo echado panza abajo. Es comodísimo. Así veo tele y leo la mayor parte de las veces, y desde que tengo memoria.

Y, bueno, la vida no es hi-tech, aunque no haya nada más hi-tech que ver como salen cosas vivas de otras cosas vivas, merced a los tratos de estas últimas cosas vivas con otras cosas vivas.
Mientras estaba en La Paz, la gata Sombra tuvo tres gatitos. En realidad debió tenerlos antes, pero los había escondido en la casa de la vecina, y Krisma los descubrió cuando los estaba trasladando a una estufa inservible que tenemos en la parte trasera de la casa, junto a una parabólica de Telecom por la que no vinieron jamás cuando cortamos el servicio. Dos hembras --la de la izquierda-- y un macho, curiosamente del tipo llamado "escama de tortuga", un diseño rarísimo y, hasta donde entiendo, bastante apreciado por los que saben de gatos. Mi hija Eunice tiene una gata así, la Amy, que ya anda en los 16 años de su edad. (Amy. Eunice cumplirá 21 años el 1 de octubre.)
Hace como tres semanas los llevamos a una tienda de mascotas y los regalamos. No íbamos a cobrar por ellos. Y Sombra ya está cargada otra vez... Le encanta el hi-tech, como si dijéramos. Eso sí, Natasha no deja que el gato-papá se acerque a la casa, aunque a Sombra la protege bastante, con todo y que de vez en cuando le mete carrera nomás por no olvidar la vieja tradición de que los perros persiguen a los gatos. Casi siempre la alcanza y allí terminan las hostilidades. Uno busca a Sombra y generalmente está echada a un metro de Natasha, ambas dormidas... Sombra sólo con un ojo, no vaya a ser la de malas.

Y, sí, Vale se pone a jugar a tomar fotos con la camarita del Hombre Araña. Ya hace días que dejó de funcionar --la camarita, porque Vale está bastante activa--, y yo a lo mismo.

Hace unas noches nos pusimos en ésas y vi que, aunque Vale tiene mi hardware, el software es totalmente de Krisma. Cada vez se parece más a ella en sus gestos, en su modo de hablar, en su modo de mirar. A la vez, con pequeñas diferencias, como la forma de los ojos, es muy, muy parecida a Eunice cuando tenía esa edad (cuatro años y ya casi el medio).

Hace un par de días compramos una máquina de cortar pelo, para mi cada vez más escaso cabello y sobre todo para la barba. Vale quiso que le recortáramos también el cabello y, sí, con un poco de terror, se lo despuntamos un poco y le dejamos la cara descubierta. (Esta foto es anterior a eso.) No le gustó que no usáramos la máquina, sino las tijeras, pero se conformó. Ahora hay que llevarla con una peluquera de verdad; la última vez que se lo re cortaron fue hace como un año, y en el ínterin ella se metió un par de cortes con la tijera de recortar dibujitos.
Y, sí, esa expresión es de Krisma. Me caen bien ambas.

11 comentarios:

madreselvas dijo...

¡Como ha crecido la Vale!
En este post haces evidente el geek que todos llevamos dentro.
Tamara me trajo una macbook de NY y ni leo por estar jugando con ella, es mi primer laptop.
Besos

Christy dijo...

hola!!! no sé si se acuerda de mí...soy christy la que fue a visistar la casa de salarrué en febrero de este año...´hace unos días me topé con su blogg...esto qeu dice de lo retro...yo pensaba que no era...pero ultimamente me he dado cuenta que aunque noscí a mediados de los ´80 y mi niñez/adolscenciana trancurrió en la década de los 90 soy fan de lo retro...debo concordar que leer en el suelo es bastante cómodo..también soy fan de los cuadernos..... aunque las laptop soy muy útiles....
espero leer esos cuentos...apesar de estar lejos y de ser difícil conseguir algo de literatura salvadoreña....
un abrazo
y suerte....
PS: quisiera divulgar mi blog:
www.tertuliaycafe.blogspot.com
hay literatura, opinion entre otras cosas..
gracias

Anónimo dijo...

Comprate un Macbook, despues de un pedazo de papel es lo mejor que podes tener para lo que haces. Yo te lo recomiendo y te vas a acordar de miii!

Anónimo dijo...

Pero que grande esta esa niña, hace poco vi imagenes de ella gateando y persiguiendo al perrito que tienen o tenian, por cierto que fotogenica es.

Saludos. ;)

Anónimo dijo...

Mi agenda "solo me sirve" para hacer anotaciones que luego materializo en mi computadora.

Sería feliz con una grabadora digital de bolsillo pero no me alcanza el bolsillo jeje...

Para lo que hago prefiero una laptop a una de escritorio y cuando la compré la configuré para que me sirviera unos 7 años. NO puedo quejarme, no me ha dejado perder.

Saludos.

Anónimo dijo...

Parece ser que quien también viajó en la comitiva fue Rafael Menjivar Ochoa, director de la Casa del Escritor de Concultura, pero este se desvío hacia Bolivia en donde se entrevistó con un expresidente boliviano que ha desacreditado con saña los proyectos de Alba. O sea, que estas misiones financiadas con nuestros impuestos son de carácter político.

TROMPUDO

Unknown dijo...

Qué linda la Vale!!!

Por cierto esto de leer en el reader no había visto los cambios de colores ni tu cambio de foto, me gustan ambas dos.

Saludos a la Denis y a toda la mara

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Bip. Error, Trompudo. Para ir a Bolivia pedí un permiso personal (o sea: no fui en misión oficial, sino pidiendo días que me corresponden como empleado de Concultura), la Feria del Libro pagó el pasaje, los viáticos, el hotel y la comida.
Y mi comitiva era de una sola persona, o sea yo.
¿No se aburren de imaginarse pendejadas?

Anónimo dijo...

jajajajajajajajajaja, hoy si te encabronaste verdad?, no es necesario la publicación del comentt.
EL TROMPITA

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Nunca es necesaria la publicación de tus comentarios, pero puede ser instructiva.
Así que el chiste no es decir la verdad, sino enojar... Buen dato.
En serio: ¿no se cansan de inventarse pendejadas? Lo que vi en tu blog, después de meses de no verlo (y pasarán otros más antes de que regrese) es que (otra vez) están echándome encima gente por el placer de hacerlo. ¿Les sirvo para mejorar sus visitas y aumentar sus comentarios? Vaya: que algo salga de su falta de decencia; be my guest.
No, no me enojan: me dan hueva. Ya alguna vez me acusaron de haber hackeado su blog, y tú sabes perfectamente que fue una "puesta en escena" para hacerse las víctimas y conseguir más audiencia. Ya maduren, ¿no?
Y no sabía que existía ese blog que se supone que hago yo. Es malo, ¿no? Incluso peor que El Trompudo; ni siquiera se inventa cosas ni difama a nadie.

Anónimo dijo...

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caVaio en la montaña.

:-)