Vine a Comala Vine a Comala Vine a Comala Vine a Comala
Otra más de mis manías, cuando me pongo a probar tipos de letra, es escribir muchas veces la frase inicial de Pedro Páramo, y de eso hace... no sé... los casi veinte años que tengo de usar computadora, en aquel entonces con el heroico Ventura Publisher 1.0. (Entiendo que el Ventura aún existe, y me imagino que debe ser bueno. Era casi un sistema operativo propio; reconocía sin problemas memoria expandida y extendida y me permitía hacer trabajos de tipografía en una simple XT con 640k de RAM, ya no se diga cuando tuve mi poderosa AT con 4mb. Eso sí, necesitaba como 520k libres de memoria base o no lo hacía jalar ni Dios Padre, y allí me tienen quitando cosas del config.sys y del autoexec.bat para ajustar.)
Hay frases más interesantes para los tipógrafos, pero ésa fue la que me gustó, y alguna vez se me ocurrió hacer un catálogo de fuentes con eso de "Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo", tanto en Ventura como en WordPerfect 5.1. (¡Sí! ¡Hacía folletería con el WP5.1, y formas para llenar, y cosas bien bonitas, con todo y que era lo menos wysiwyg del mundo!) Lo dejé en el escritorio y, al despertar, noté una mirada extraña en mi pareja de entonces. Y así durante horas. Y horas. Y le preguntaba qué pasaba y no pasaba nada, en serio. Hasta que por fin no soportó y me dijo: "¿Qué es esto?", con las hojas de papel en la mano, y yo: "¡Cuidado, las vas a arrugar!" Y peor todavía, porque el hecho de que protegiera las páginas le parecía aún más sospechoso.
Cuando logramos ponernos de acuerdo en que dejara las hojas en su lugar, le expliqué que sólo había hecho un catálogo de fuentes, y que me había pasado horas en eso (se requería de un software especial, montar programas residentes y no siempre se podía guardar el archivo tal cual, o sea que no sólo era de soplar y hacer botellas), que la frase era sólo una frase y que igual podía usar otra para la próxima vez. Pero no era la frase: era que una de mis películas favoritas es El resplandor, y por ese entonces la había visto un montón de veces --varias con ella--, y le entró la paranoia de que me había puesto a escribir obsesivamente la misma frase en lugar de hacer cuentos o cosas más normales, y que lo que podía seguir era la escena del hacha por toda la casa. Por suerte el departamento era pequeño, así que de todos modos no hubiera habido muchos lugares para perseguirla, y la alacena era apenas un cuartito con algunas estanterías medio flojas. Las puertas, eso sí, eran fuertes, de las que ya no se hacen.
Creo que nunca dejó de verme con desconfianza, en especial porque también me daba por escribir "Esto no es una pipa" cada vez que tenía plumas nuevas o probaba algún papel nuevo o simplemente no tenía nada que escribir. Quisiera creer que no fue eso la causa principal de un divorcio, pero en esos asuntos nunca se sabe; cosas más graves se han visto por apachurrar la pasta de dientes por el centro, por dejar alzada la tapa de water o por irle al Barcelona, por el cual no tengo ninguna preferencia o aversión, valga aclararlo desde ya.
Hay frases más interesantes para los tipógrafos, pero ésa fue la que me gustó, y alguna vez se me ocurrió hacer un catálogo de fuentes con eso de "Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo", tanto en Ventura como en WordPerfect 5.1. (¡Sí! ¡Hacía folletería con el WP5.1, y formas para llenar, y cosas bien bonitas, con todo y que era lo menos wysiwyg del mundo!) Lo dejé en el escritorio y, al despertar, noté una mirada extraña en mi pareja de entonces. Y así durante horas. Y horas. Y le preguntaba qué pasaba y no pasaba nada, en serio. Hasta que por fin no soportó y me dijo: "¿Qué es esto?", con las hojas de papel en la mano, y yo: "¡Cuidado, las vas a arrugar!" Y peor todavía, porque el hecho de que protegiera las páginas le parecía aún más sospechoso.
Cuando logramos ponernos de acuerdo en que dejara las hojas en su lugar, le expliqué que sólo había hecho un catálogo de fuentes, y que me había pasado horas en eso (se requería de un software especial, montar programas residentes y no siempre se podía guardar el archivo tal cual, o sea que no sólo era de soplar y hacer botellas), que la frase era sólo una frase y que igual podía usar otra para la próxima vez. Pero no era la frase: era que una de mis películas favoritas es El resplandor, y por ese entonces la había visto un montón de veces --varias con ella--, y le entró la paranoia de que me había puesto a escribir obsesivamente la misma frase en lugar de hacer cuentos o cosas más normales, y que lo que podía seguir era la escena del hacha por toda la casa. Por suerte el departamento era pequeño, así que de todos modos no hubiera habido muchos lugares para perseguirla, y la alacena era apenas un cuartito con algunas estanterías medio flojas. Las puertas, eso sí, eran fuertes, de las que ya no se hacen.
Creo que nunca dejó de verme con desconfianza, en especial porque también me daba por escribir "Esto no es una pipa" cada vez que tenía plumas nuevas o probaba algún papel nuevo o simplemente no tenía nada que escribir. Quisiera creer que no fue eso la causa principal de un divorcio, pero en esos asuntos nunca se sabe; cosas más graves se han visto por apachurrar la pasta de dientes por el centro, por dejar alzada la tapa de water o por irle al Barcelona, por el cual no tengo ninguna preferencia o aversión, valga aclararlo desde ya.
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