Grandeza y miseria de una guerrilla
Informe de una matanza. Grandeza y miseria de una guerrilla es un libro que debe leerse para saber un poco más quiénes somos, qué queda de nosotros después de una guerra que cada vez se ve más lejana e irreal, aunque las cicatrices que dejó sigan sangrando.
Es un libro armado a partir de reportajes y crónicas publicadas en la revista electrónica Centroamérica 21, y su elaboración estuvo a cargo de Geovani Galeas y Berne Ayalá. Se anuncia como el primer volumen de la Colección Partes de Guerra. No queda claro si habrá una segunda parte de este mismo trabajo o si es una serie en la que se tratarán asuntos análogos. El tema del libro parece estar cerrado, por lo que se esperaría lo segundo, y en el propio texto se dice en varias ocasiones que hay episodios ligados a los que se narran, ocurridos en otros lugares, en los que habrá que profundizar.
El libro trata de la matanza sistemática y constante de militantes y colaboradores que ocurrió en el Frente Paracentral de las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo Martí", bajo la acusación de ser infiltrados del enemigo, es decir el ejército, la inteligencia del estado, la CIA, etcétera.
Los asesinatos en el Frente Paracentral siempre fueron un secreto a gritos, pero por algún motivo muy pocos hablaron de él a lo largo de los años. Hubo alusiones aquí y allá por parte de comandantes guerrilleros, como Juan Ramón Medrano (Balta), del ERP, y Francisco Jovel (Roberto Roca), del PRTC, y hace cerca de un año la revista digital El faro publicó testimonios de gente de la zona y de la época, y fue quizá la primera vez que se habló abierta y extensamente del "carnicero de la Paracentral".
Lo de Galeas y Ayalá va mucho más lejos. Durante varias semanas realizaron viajes a diferentes lugares de San Vicente y entrevistaron a viejos militantes y parientes de las víctimas, y el resultado es espeluznante: habla de cientos --quizá hasta un millar-- de militantes y colaboradores de las FPL que fueron asesinados, en medio o después de torturas salvajes, en medio de una "campaña de contrainteligencia" para contrarrestar una supuesta infiltración enemiga. Las escenas que narran los testigos --combatientes probados, algunos de ellos fundadores del Frente Paracentral y de organizaciones afines a las FPL-- recuerdan escenas que Coppola no filmó en Apocalypse Now, y a veces no muy diferentes a las que en esos mismos momentos debían estar ocurriendo en las cárceles clandestinas de la Policía Nacional, la Guardia Nacional y la Policía de Hacienda.
Según los testimonios, si alguien, por algún motivo, se salía un poco de las estrictas reglas fijadas por Sibrián --más duras aun que las duras normas bajo las que se movían las FPL--, si decía la palabra equivocada, si le fallaba el fusil en pleno combate, si no mostraba "la suficiente compenetración" con la lucha, si vacilaba, podía terminar apaleado hasta morir, colgado de un árbol; "no se gasta balas en traidores".
Según lo que cuentan los autores, sin embargo, había un "sistema" para interrogar a los acusados de infiltración: se les fracturaba las piernas, luego los brazos, luego otras partes del cuerpo. La lógica era la misma de la Inquisición: no se puede estar seguro de que alguien dice la verdad por voluntad propia, aunque la diga; hay que salir de dudas a través de la tortura. Luego se les ejecutaba (en la Inquisición y en el Paracentral), a unos porque confesaban y a otros porque mentían.
Suena grotesco, y lo es. Suena imposible pero, según la lógica de la época, y según los materiales en los que se basa el libro, es bastante probable que fuera de un modo bastante parecido al que se describe, en una reiteración que resulta angustiante.
Y así decenas de personas, en decenas de campamentos. Y más: hubo acusados de infiltración que pudieron salir del Paracentral y fueron ejecutados en otros frentes y en Nicaragua. (También hay denuncias de que organizaciones guatemaltecas, en concreto el Ejército Guerrillero de los Pobres, realizaron matanzas similares, y que varios de sus militantes fueron asesinados en Nicaragua, con la aquiescencia de las autoridades sandinistas de los ochenta, varias de las cuales están de nuevo en el poder. En este caso, a veces se ejecutó a personas que sólo preguntaban por el paradero de sus parientes asesinados, sin saber que se los había asesinado.)
La conclusión del libro es obvia: una "pequeña industria" de muerte como ésa no pudo ocurrir sin el conocimiento de los máximos dirigentes de las FPL, en particular su primer comandante, Salvador Sánchez Cerén, actual candidato a la vicepresidencia del país por el FMLN. Según se anota en el libro, era él --junto con la Comisión Política-- quien daba el visto bueno a las ejecuciones, y Sibrián era apenas un tornillo de una maquinaria que se había vuelto paranoica. Los testimonios señalan que, poco antes de su ejecución, Sibrián estaba convencido de que había hecho lo correcto, y que sólo cumplió órdenes de la Comisión Política. No le pareció que debiera ser ejecutado, pero recibió el fusilamiento con la disciplina extrema con la que había ordenado lo que ordenó.
En plan de buscar carencias --algo fácil desde detrás de una computadora, como es mi caso--, quizá Galeas y Ayalá se pasan mucho del libro tratando de convencer de que lo que dicen es cierto, y pierden un poco la oportunidad de profundizar en el tema o de especular un poco más a partir de los datos existentes, que son muchos. Pero es bastante lógico: es la primera vez que se hace algo así, con esa crudeza y, sobre todo, por encima de la idealización que muchos han hecho de la guerrilla después de los Acuerdos de Paz, en especial los que no fueron militantes y no conocieron la zonas más sombrías de la lucha.
Uno de los aciertos del libro es poner nombre y apellidos a los responsables más altos de las matanzas de Mayo Sibrián, concretamente el de su primer comandante. Esto es: las matanzas en el Frente Paracentral de las FPL --y el propio Sánchez Cerén ha llegado a reconocerlo-- fueron parte de una política institucional, no la boutade de un comandante psicópata, como en Apocalypse Now. Pero se quedaron cortos en el cuestionamiento: además de tomar nota de lo que ocurría y hacer algunas denuncias internas y proteger a algunos combatientes, ¿qué hicieron las demás organizaciones del FMLN para evitar la masacre? Y, ante todo, ¿por qué? En cualquier lugar eso las convierte en cómplices de crímenes de lesa humanidad, porque de eso se trata: en el Frente Paracentral de cometieron crímenes de lesa humanidad, como se cometieron a través de los escuadrones de la muerte institucionales. Que los crímenes del Paracentral fueran menos que los de los escuadrones no les quita su carácter; los derechos humanos son absolutos, no dependen de parámetros externos.
Desde que apareció, el libro y sus autores han recibido ataques por parte de gente afín a la izquierda institucional. Lo curioso es que no los acusan de mentir, sino de haberlo publicado en plena campaña electoral. Y, sí, en algún momento hay que publicar las cosas, y ellos escogieron éste; en otro momento se estaría atacando al vicepresidente de la república, o al ex candidato vencido (el árbol caído del que todos hacen leña. etc.), pero siempre podría hallarse un motivo para que no apareciera. Y sin embargo siempre es un buen momento para que un libro así vea la luz, se lea, se comente, se medite, se sufra.
Es un libro armado a partir de reportajes y crónicas publicadas en la revista electrónica Centroamérica 21, y su elaboración estuvo a cargo de Geovani Galeas y Berne Ayalá. Se anuncia como el primer volumen de la Colección Partes de Guerra. No queda claro si habrá una segunda parte de este mismo trabajo o si es una serie en la que se tratarán asuntos análogos. El tema del libro parece estar cerrado, por lo que se esperaría lo segundo, y en el propio texto se dice en varias ocasiones que hay episodios ligados a los que se narran, ocurridos en otros lugares, en los que habrá que profundizar.
El libro trata de la matanza sistemática y constante de militantes y colaboradores que ocurrió en el Frente Paracentral de las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo Martí", bajo la acusación de ser infiltrados del enemigo, es decir el ejército, la inteligencia del estado, la CIA, etcétera.
Los asesinatos en el Frente Paracentral siempre fueron un secreto a gritos, pero por algún motivo muy pocos hablaron de él a lo largo de los años. Hubo alusiones aquí y allá por parte de comandantes guerrilleros, como Juan Ramón Medrano (Balta), del ERP, y Francisco Jovel (Roberto Roca), del PRTC, y hace cerca de un año la revista digital El faro publicó testimonios de gente de la zona y de la época, y fue quizá la primera vez que se habló abierta y extensamente del "carnicero de la Paracentral".
Lo de Galeas y Ayalá va mucho más lejos. Durante varias semanas realizaron viajes a diferentes lugares de San Vicente y entrevistaron a viejos militantes y parientes de las víctimas, y el resultado es espeluznante: habla de cientos --quizá hasta un millar-- de militantes y colaboradores de las FPL que fueron asesinados, en medio o después de torturas salvajes, en medio de una "campaña de contrainteligencia" para contrarrestar una supuesta infiltración enemiga. Las escenas que narran los testigos --combatientes probados, algunos de ellos fundadores del Frente Paracentral y de organizaciones afines a las FPL-- recuerdan escenas que Coppola no filmó en Apocalypse Now, y a veces no muy diferentes a las que en esos mismos momentos debían estar ocurriendo en las cárceles clandestinas de la Policía Nacional, la Guardia Nacional y la Policía de Hacienda.
Según los testimonios, si alguien, por algún motivo, se salía un poco de las estrictas reglas fijadas por Sibrián --más duras aun que las duras normas bajo las que se movían las FPL--, si decía la palabra equivocada, si le fallaba el fusil en pleno combate, si no mostraba "la suficiente compenetración" con la lucha, si vacilaba, podía terminar apaleado hasta morir, colgado de un árbol; "no se gasta balas en traidores".
Según lo que cuentan los autores, sin embargo, había un "sistema" para interrogar a los acusados de infiltración: se les fracturaba las piernas, luego los brazos, luego otras partes del cuerpo. La lógica era la misma de la Inquisición: no se puede estar seguro de que alguien dice la verdad por voluntad propia, aunque la diga; hay que salir de dudas a través de la tortura. Luego se les ejecutaba (en la Inquisición y en el Paracentral), a unos porque confesaban y a otros porque mentían.
Suena grotesco, y lo es. Suena imposible pero, según la lógica de la época, y según los materiales en los que se basa el libro, es bastante probable que fuera de un modo bastante parecido al que se describe, en una reiteración que resulta angustiante.
Y así decenas de personas, en decenas de campamentos. Y más: hubo acusados de infiltración que pudieron salir del Paracentral y fueron ejecutados en otros frentes y en Nicaragua. (También hay denuncias de que organizaciones guatemaltecas, en concreto el Ejército Guerrillero de los Pobres, realizaron matanzas similares, y que varios de sus militantes fueron asesinados en Nicaragua, con la aquiescencia de las autoridades sandinistas de los ochenta, varias de las cuales están de nuevo en el poder. En este caso, a veces se ejecutó a personas que sólo preguntaban por el paradero de sus parientes asesinados, sin saber que se los había asesinado.)
La conclusión del libro es obvia: una "pequeña industria" de muerte como ésa no pudo ocurrir sin el conocimiento de los máximos dirigentes de las FPL, en particular su primer comandante, Salvador Sánchez Cerén, actual candidato a la vicepresidencia del país por el FMLN. Según se anota en el libro, era él --junto con la Comisión Política-- quien daba el visto bueno a las ejecuciones, y Sibrián era apenas un tornillo de una maquinaria que se había vuelto paranoica. Los testimonios señalan que, poco antes de su ejecución, Sibrián estaba convencido de que había hecho lo correcto, y que sólo cumplió órdenes de la Comisión Política. No le pareció que debiera ser ejecutado, pero recibió el fusilamiento con la disciplina extrema con la que había ordenado lo que ordenó.
En plan de buscar carencias --algo fácil desde detrás de una computadora, como es mi caso--, quizá Galeas y Ayalá se pasan mucho del libro tratando de convencer de que lo que dicen es cierto, y pierden un poco la oportunidad de profundizar en el tema o de especular un poco más a partir de los datos existentes, que son muchos. Pero es bastante lógico: es la primera vez que se hace algo así, con esa crudeza y, sobre todo, por encima de la idealización que muchos han hecho de la guerrilla después de los Acuerdos de Paz, en especial los que no fueron militantes y no conocieron la zonas más sombrías de la lucha.
Uno de los aciertos del libro es poner nombre y apellidos a los responsables más altos de las matanzas de Mayo Sibrián, concretamente el de su primer comandante. Esto es: las matanzas en el Frente Paracentral de las FPL --y el propio Sánchez Cerén ha llegado a reconocerlo-- fueron parte de una política institucional, no la boutade de un comandante psicópata, como en Apocalypse Now. Pero se quedaron cortos en el cuestionamiento: además de tomar nota de lo que ocurría y hacer algunas denuncias internas y proteger a algunos combatientes, ¿qué hicieron las demás organizaciones del FMLN para evitar la masacre? Y, ante todo, ¿por qué? En cualquier lugar eso las convierte en cómplices de crímenes de lesa humanidad, porque de eso se trata: en el Frente Paracentral de cometieron crímenes de lesa humanidad, como se cometieron a través de los escuadrones de la muerte institucionales. Que los crímenes del Paracentral fueran menos que los de los escuadrones no les quita su carácter; los derechos humanos son absolutos, no dependen de parámetros externos.
Desde que apareció, el libro y sus autores han recibido ataques por parte de gente afín a la izquierda institucional. Lo curioso es que no los acusan de mentir, sino de haberlo publicado en plena campaña electoral. Y, sí, en algún momento hay que publicar las cosas, y ellos escogieron éste; en otro momento se estaría atacando al vicepresidente de la república, o al ex candidato vencido (el árbol caído del que todos hacen leña. etc.), pero siempre podría hallarse un motivo para que no apareciera. Y sin embargo siempre es un buen momento para que un libro así vea la luz, se lea, se comente, se medite, se sufra.
9 comentarios:
Que paso mi toca!!!
Fijate que el otro dia andaba vitriniando por Metrocentro, y pues me meti a ver los libros a la Ceiba, y ahi estaba este libro del que hablas.
Pero lo que me llamo la atencion es que el libro estaba encima del mostrador(supongo que es el lugar de los privilegiados, pues es lo primero que ves), junto a otros tres mas. El del Geovany, de cronicas de guerra (me gusto el empastado) el de un tal Von Santos, quien andubo en el batallon genocida del trompa de cuche, y que suele a veces escribir en el CA21, y finalmente el de un ex ministro de seguridad, quien supuestamente escribe de Historia. Un chafarote hablando de historia??? bueno, seria interesante ver a que le llaman historia los milicos.
Pues estos cuatro libros, hubicados estrategicamente al mismo nivel, y en el mismo lugar, me llamo la atencion, y es que los cuatro, son detractores del FMLN,y se consideran anticomunistas (aunque el FMLN tiene de comunista lo que yo de escritor) .
Sera casualildad ? pues no creo. Mas bien es clarisimo que los cuatro libros tienen objetivos en comun.
Pero hablando del libro este del choquito y del "Bernie" Bernardo, Bernabe o como se llame, es muy probable que todo lo que ahi se cuenta, sea cierto, pero tomando en cuenta los autores, el periodo en que se escribio, y las intenciones claras, anti Sanchez Ceren, hacen que el libro pierda interes, objetividad y la posibilidad de ser tomadas como una investigacion cientifica.
Comprendo y respeto tu punto de vista, pero este libro, al igual que el del marvin, sallio soplado. Con leer lo del CA21, me sobra y basta para no comprarlo.
Ojala que algun dia, una universidad o un escritor sin fines politico-ideologico, tan descadaros y obvios, retome el tema del paracentral, y se haga un estidio cientifico, para que todos los salvadoreños podamos saber que fue lo que en verdad ahi sucedio.
Salu pues.
Rafael.
Rafael (o algo así): Si algo puedo respetar es el trabajo de la gente. Sé algo: el de Geovani y Ayala les llevó una buena investigación y un buen rato de pasarse frente a la máquina. A ti no te lleva nada descalificarlos por los libros que dices que estaban al lado. Ellos se mataron trabajando, y hacen una propuesta, con sus nombres y apellidos. Tú no. Sigues siendo anónimo y no veo qué tengas que decir realmente en contra del libro, que de verdad es necesario leer.
¿La época en que se publica? Es lo menos importante. Lo importante es que lo que se dice allí es cierto. Sólo la verdad es revolucionaria, y sólo ella, si acaso, nos hará libres, si te gustan las frases de efecto.
Publiqué tu comentario como cortesía. Me parece difamatorio y bastante bajo. Y conste que no soy nadie para defender a Galeas o Ayala; es su trabajo el que los acredita o no. A ti no te acredita nada.
Hey Rafa, te me molestastes.
Nombre, no es esa mi intencion man.
Bueno, yo pense que si escribias sobre este libro, era por que querias escuchar comentarios (el blog eso es no? ), y hasta a lo mejor crear una discusion sana, por eso simplemente te di mi opinion, y honestamente me parecio extraña tu actitud, ya que nunca te he insultado, ni tampoco he utilizado lenguaje fuera de lugar,bueno, lo de trompa de cuche, pues ahi quisas se me paso la mano, y es que me es dificil evitar, pues me dolio tanto lo del Mozote, y es mi unica manera de protesta, pero si eso te molesto, ahorita mismo lo cambio a Don Monterrosa.
No creo estar difamando a nadie Rafa, es mas, hasta pudiera ser cierto algunas o todas las cosas que ahi se dicen, pero es que el problema, o mejor dicho mis dudas sobre el libro no es eso,tampoco por la clasificacion que los de La Ceiba han hecho para publicitarlo, junto a los otros libros de la misma categoria (puede ser casualidad,imagen, mercadeo o que se yo..), sino todo lo que le rodea, todas esas cosas que para mi forma de ver (o percibirlas pues), encuentro raras o sospechosas.
No hay duda que un escritor hecha riata para hacer un libro, eso no lo pongo en duda, es claro que el trabajo que ha de implicar el ser escritor, o el tratar de hacer un libro (hago esta diferencia por que todo escritor puede hacer un libro, pero no creo que todo el que hace un libro puede ser llamado escritor), pero nuevamente, no es ese el punto.
Mira tocayo, la verdad, como bien dice Dagoberto Gutierrez, es de lo mas escurridizo que hay, y es nuestra obligacion estar en esa constante caceria de la verdad, es asi que siempre nos creamos criterio en base a percepciones de lo que oimos, vemos o leemos. Puedo estar equivocado? claro que yes. No seria ni la primera ni la ultima, pero hasta que no tenga otros insumos para pensar lo contrario, pues asi seguire de necio.
Soy Anonimo? pues en la web casi todos somos anonimos, por las mismas condiciones de como funciona esto de la blogiada, es mas, te pudiera hasta poner un nombre y numero de dui verdadero, y como sabes si realmente es el mio. Algun dia nos vamos a encontrar por algun lado, y hay te voy a saludar, y me voy a identificar con vos, para que veas que no te escribo desde Venezuela, Cuba, ni de partido alguno (es mas ni militante de nada soy) ni tampoco tengo un interes de afectarte en sentido personal, familiar o profesional.
Y va pues, solo por que vos lo sugeris, voy a leer el libro. Eso si, no te prometo comprarlo. Ya voy a ver quien me lo presta, no vaya a ser que me arrepienta de haberlo comprado.
Hey!!!, y gracias por la cortesia de publicarlo, aunque te juro que me sorprendio como tomastes mi comentario. No es para tanto hombre..
Rafael (o el anonimo como vos decis)
La pregunta en este caso es porqué hasta ahora se hablan de estas matanzas? No por la época, que concuerdo con Ud. que ninguna habría sido tomada como adecuada, sino por los años transcurridos. Supongo que debió haber una especie de pacto y todos decidieron mantener la imagen heróica de la guerrilla una vez acabada la guerra.
Yo nunca había oido sobre esto, sólo rumores, y creo que, independientemente del momento electoral, tenía que salir tarde o temprano. Lástima que no se hayan dado cuenta los sobrevivientes que el silencio los convirtió en cómplices.
Yo empecé hace unos 10 años a molestar paciencias para que se hablara del caso, que empezó mucho antes de lo que señalan Geovani y Berne, pero es lo que pudieron comprobar. Y yo también me siento cómplice; trabajé con las FPL hasta 1983, cuando Sibrián ya había empezado sus gracias, pero no con el grado de poder que llegó a tener.
Creo que son cosas dolorosas, muy difíciles de hablar y de afrontar y, por otro lado, uno nunca deja de pensar "a la izquierda": hablar de eso ahora (cualquier ahora) es darle armas al "enemigo". No sé tú, pero a mí muy amistoso no me parece eso de andar matando gente como lo hicieron Sibrián y otros. Porque no fue el único; fue el más espectacular. Y tampoco ocurrió sólo en El Salvador. Vaya: hasta a mí me amenazaron de muerte por pequeñoburgués, en México... Y aun así sigo creyendo lo que creía en aquel entonces, y me parece que lo verdaderamente revolucionario será sacar de una vez esos trapos sucios y armar una izquierda limpia, sin tantos fantasmas en el ropero.
La creencia de el nuevo cambio se a desvirtuado, con tanta mala actuacion de los que por tener ventaja de lo compartimentado nunca se hablaba de los problemas que afectaban no solo a una organizacion determinada, si no a todo el movimiento Revo... Pase varias expericencias en las que no estaba de acuerdo en el proceder de compañeros que se abrigaban en su puesto de mando, pero la simetria de lo secreto nos obligaba a callar. Lo de mayo sibrian ( lo pongo en minusculas para "irrespetarlo") y otros resulta un hecho aberrante que me hizo de una buena vez deslindarme de la creencia de los dirigentes de izquierda son los mas sensibles,con profundo amor al pueblo, ect.
No cambio mi ideologia y mi ser, de creer en la justicia en todos sus sentidos sigo siendo el que piensa que lo que la humanidad necesita es vivir honorosamente cubriendo todas sus necesedades mas elementales, que para ello no se necesita ser un "revolucionario"de alta sepa
No creo o mejor dicho estoy convencido que izquierda llamese como se llame en nuestros dias no es mas que la supervivencia de muchos, ya quisiera tener yo un curul en la asamblea y hablar bonito, y creanme que la mayoria vivian en el extranjero pero para variar ya se les olvidaron todos los que dieron lo mas presiado, su vida no importando su linea politico -ideologica,.Resulta obvio que podria perjudicar el proceso electoral a unos y darle chance a otros , pero no se olviden que lo de las matansas de compas ya era un rumor a gritos igual que todas las masacres de la retrograda derecha y ? tambien se publican en coyuntura electoral.
No se si sea sano el hablar de esto pues duele en el alma me retuerzo de de tristeza y me duele
el no poder hacer nada como siempre
pues hay intereses personales siempre de por medio que no dejarian ir mas adentro y saber de una vez por todas y con todas sus atenuantes la VERDAD.
pues el geovanni por encargo de un periodico de la derecha hizo una "ivestigacion" para lavarle la imagen a roberto dabuisson y hoy sale con otra "investigacion" para ensuciar la de sanchez ceren con miras electoreras
Creo mucho y estoy 100% seguro que fie cierto.
Creo el 100% seguro de estos asesinatos.
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