2 de marzo de 2009

Lo que quiero y no es y viceversa

Es la primera vez que me topo con algo así. Me gusta lo que estoy escribiendo, pero me molesta que la situación esté desarrollándose como se está desarrollando; no "pega" con el resto del libro del modo en que me gustaría. Me abre demasiado la estructura y quedan cosas demasiado al azar, quizá un par de cabos sueltos, quizá el personaje central se me ha puesto demasiado arbitrario y se ha salido más de lo debido de su cauce "normal", si algo así existe en un personaje.
Al mismo tiempo sé que así debe ser como se desarrolle la historia, la trama, y que el personaje tiene que salirse de lo de siempre de manera brusca, aunque después regrese a su tono gris de siempre, etcétera. Habrá que hacer algunos ajustes --ya previstos-- para el segundo borrador y, vaya, cuando termine el libro terminará de equilibrarse con una corrección a fondo, salga lo que salga.
En otras circunstancias encontraría una solución sencilla:
1. Tachar la primera página del capítulo y empezar de nuevo. Lo hice, y tuve que caer en lo mismo que trataba de evitar, quizá de manera un poco más elaborada, quizá más alejado de lo que buscaba.
2. Olvidar lo que lleve escrito y empezar de nuevo en otro punto, en otro tema, en otra situación. Allí es donde está una parte del problema: lo que sigue del cuarto texto --y lo que sigue es el quinto texto del libro-- es precisamente donde debería comenzar el cuarto si hiciera las cosas a mi estilo tradicional.
3. Salirme de tema con algo que aparentemente no tenga que ver con lo demás y después volver al tema en una dirección diferente. Lo he estado pensando desde noviembre pasado, y me da la impresión de que arruinaría lo demás: estoy contando una historia que dura muy poco tiempo --una tarde, talvez una parte de la noche--, el rango de acciones es --debe ser-- muy limitado, y cada texto es independiente de los demás, pero los complementa y al final debe quedar una novela. Es decir: hay que sacrificar ciertas sorpresas y buscar una cierta sencillez de estructuras en aras de la efectividad. Ya hay varias cosas que puede ser difícil de justificar como para abrir aún más el rango de hechos "inesperados" que den agilidad al relato, y en realidad a los relatos.
El libro está en un punto medio entre las novelas policiales --rápidas, efectivas, mucha acción-- y mis textos "más literarios". Otro balance que no sé muy bien cómo conservar, porque es terreno nuevo. Vaya: las reglas se van poniendo más estrictas y es la primera vez que hago algo por el estilo. Y así desde octubre. Apenas he avanzado unas quince cuartillas desde entonces.
Claro que ha habido pretextos: análisis médicos, Krisma se fue a Nicaragua y me tocó hacerme cargo de Valeria de tiempo semicompleto --una señora me ayudó durante la otra mitad del tiempo--, extravié la pluma con la que estaba escribiendo, en tinta azul; dediqué algunos días a trabajar en la otra novela, el trabajo de siempre, las horas y horas de pensar cómo carajos voy a resolver el cuarto texto, porque afectará seriamente el quinto, y sobre todo la idea que tenía para el sexto...
Si me preguntan me parece que es el momento de dejar que el texto se mueva con mayor libertad de la que estoy acostumbrado a darle a cualquiera de mis textos. Como diría Thierry, dejar que la intuición trabaje y poner la premeditación en el congelador durante un rato. Tampoco sé muy bien cómo hacer eso, así que me toca aprender, y en ésas ando.
En otras palabras, me gusta mi oficio, aunque todo lo anterior suene a que me estoy quejando.
(Están pasando, en el SciFi Channel, el capítulo de Quantum Leap dedicado a los motines de Watts en 1965. Otro pretexto provisional para no ponerme a escribir, pero vale la pena; es un buen capítulo.)

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