La poesía --joven-- de este milenio
Alba de otro milenio es quizá la antología más estigmatizada de la literatura salvadoreña y, sin embargo, tiene una importancia capital a nueve años de su aparición.
Publicada en 2000 por la Dirección de Publicaciones e Impresos, recoge poemas de los que se veían como los escritores jóvenes con mayores posibilidades de tomar la batuta en el siglo XXI de la poesía salvadoreña, o ésa era la apuesta de Ricardo Lindo, el antólogo.
Las críticas más amargas cayeron sobre el libro --en buena medida por quienes no fueron incluidos-- porque "no le atinó" a la mayor parte de las "apuestas: una buena proporción de los poetas incluidos desapareció del mapa de la literatura, otra proporción bastante amplia se estancó en sus propuestas, e incluso involucionó, o se quedó en la repetición de las mismas fórmulas --y hasta de los mismos poemas--, y sólo muy pocos continuaron escribiendo y mejorando la calidad de sus textos. Hubo algunos poetas jóvenes --la antología toma gente de entre 20 y 33 años-- que después hicieron cosas interesantes e incluso importantes, que ya andaban por allí y no están en el libro, como Jorge Galán y Susana Reyes, y tampoco era obligación de Ricardo Lindo incluirlos o suponer que había allí buenos prospectos.
El libro, evidentemente, no es un oráculo, ni puede serlo, y menos para un oficio que requiere de tanta disciplina, de tanta paciencia y de tantos... uh... pantalones como la literatura. Si se mira cualquier época, en cualquier país, se encontrará que de un grupo de escritores que inicia sólo algunos, muy pocos, llegan a alguna parte, digamos al primer libro, muchos menos pasan de allí, y menos aún logran sobrevivir ya no a su tiempo, sino unos cuantos años. Tómese cualquier antología pasada de poetas "reconocidos" en su momento y resultará que los nombres y los textos de buena parte de ellos son desconocidos; sólo queda su presencia, ni más ni menos, en dichas antologías.
Y ésa es la importancia de las antologías en general y de Alba de otro milenio en particular: dan un panorama de una época, de la visión que en esa época se podía tener de la poesía --nacional y joven en este caso--, y tiene el valor de ubicar a la gente en su debido lugar; no en el momento de su aparición, sino con una buena cantidad de años de por medio. Para los que están dando sus primeros pasos, el asunto es todavía más pantanoso: el índice de deserciones es aún mayor, las apuestas aún no están bien establecidas, y se tiene todo en contra. De los treinta antologados por Ricardo Lindo, si acaso quince hicieron de la poesía un oficio, y de éstos muy pocos tienen algo interesante que mostrar "apenas" nueve años después.
No está en cuestión el criterio de Ricardo, que lo tiene, y muy afilado. De hecho no veo nada que esté en cuestión: Alba de otro milenio tiene el gran valor de ser una fotografía de grupo, de un grupo que en su momento parecía coherente y en marcha, listo para enfrentar los años que vinieran. Como toda fotografía de grupo, están los que se quedaron y los que se fueron, los que aparecen de vez en cuando, los que nadie sabe qué se hicieron. Pero --lo más importante-- da una visión de lo que había en ese momento, de cómo pintaba la "futura" poesía nacional y da una medida de calidad, de la visión hacia la poesía, de cómo se interpretaba el oficio y de cómo se ejercía.
Es, en fin, un parámetro con el cual se puede medir la producción poética actual: ¿ha evolucionado la poesía?, ¿ha mejorado su calidad?, ¿quiénes son ahora los que están haciendo cosas, quiénes agarraron la estafeta, quiénes parece que seguirán corriendo o la dejarán tirada? Una antología de poesía joven, hoy, sería harto diferente, aunque incluya las edades --y algunos de los nombres-- de los poetas que aparecen en la de Ricardo Lindo. Y en el momento de aparecer quizá ya sería obsoleta, o tres o nueve años después. Sería otra fotografía de grupo que a alguien podría servirle de parámetro alguna vez, y así sucesivamente.
No voy a dar juicios de valor con respecto a los poetas incluidos en Alba de otro milenio. Me parece, sin embargo, que se ve allí un preludio al auge que entre muchos jóvenes está teniendo la poesía, y sobre todo una poesía de alta calidad y con propuestas inéditas. Creo que es una lectura valiosa para quien ande metido en este asunto de la literatura, y los detractores que se dediquen a cosas más valiosas que hablar mal de los demás sin ofrecer nada a cambio. (Pero ¿qué sería el mundo sin los mediocres? No son la sal de la vida, porque no saben a nada; sólo son, también, parámetros --circunstanciales-- que a veces es divertido consultar, pobrecitos ellos.)
Publicada en 2000 por la Dirección de Publicaciones e Impresos, recoge poemas de los que se veían como los escritores jóvenes con mayores posibilidades de tomar la batuta en el siglo XXI de la poesía salvadoreña, o ésa era la apuesta de Ricardo Lindo, el antólogo.
Las críticas más amargas cayeron sobre el libro --en buena medida por quienes no fueron incluidos-- porque "no le atinó" a la mayor parte de las "apuestas: una buena proporción de los poetas incluidos desapareció del mapa de la literatura, otra proporción bastante amplia se estancó en sus propuestas, e incluso involucionó, o se quedó en la repetición de las mismas fórmulas --y hasta de los mismos poemas--, y sólo muy pocos continuaron escribiendo y mejorando la calidad de sus textos. Hubo algunos poetas jóvenes --la antología toma gente de entre 20 y 33 años-- que después hicieron cosas interesantes e incluso importantes, que ya andaban por allí y no están en el libro, como Jorge Galán y Susana Reyes, y tampoco era obligación de Ricardo Lindo incluirlos o suponer que había allí buenos prospectos.
El libro, evidentemente, no es un oráculo, ni puede serlo, y menos para un oficio que requiere de tanta disciplina, de tanta paciencia y de tantos... uh... pantalones como la literatura. Si se mira cualquier época, en cualquier país, se encontrará que de un grupo de escritores que inicia sólo algunos, muy pocos, llegan a alguna parte, digamos al primer libro, muchos menos pasan de allí, y menos aún logran sobrevivir ya no a su tiempo, sino unos cuantos años. Tómese cualquier antología pasada de poetas "reconocidos" en su momento y resultará que los nombres y los textos de buena parte de ellos son desconocidos; sólo queda su presencia, ni más ni menos, en dichas antologías.
Y ésa es la importancia de las antologías en general y de Alba de otro milenio en particular: dan un panorama de una época, de la visión que en esa época se podía tener de la poesía --nacional y joven en este caso--, y tiene el valor de ubicar a la gente en su debido lugar; no en el momento de su aparición, sino con una buena cantidad de años de por medio. Para los que están dando sus primeros pasos, el asunto es todavía más pantanoso: el índice de deserciones es aún mayor, las apuestas aún no están bien establecidas, y se tiene todo en contra. De los treinta antologados por Ricardo Lindo, si acaso quince hicieron de la poesía un oficio, y de éstos muy pocos tienen algo interesante que mostrar "apenas" nueve años después.
No está en cuestión el criterio de Ricardo, que lo tiene, y muy afilado. De hecho no veo nada que esté en cuestión: Alba de otro milenio tiene el gran valor de ser una fotografía de grupo, de un grupo que en su momento parecía coherente y en marcha, listo para enfrentar los años que vinieran. Como toda fotografía de grupo, están los que se quedaron y los que se fueron, los que aparecen de vez en cuando, los que nadie sabe qué se hicieron. Pero --lo más importante-- da una visión de lo que había en ese momento, de cómo pintaba la "futura" poesía nacional y da una medida de calidad, de la visión hacia la poesía, de cómo se interpretaba el oficio y de cómo se ejercía.
Es, en fin, un parámetro con el cual se puede medir la producción poética actual: ¿ha evolucionado la poesía?, ¿ha mejorado su calidad?, ¿quiénes son ahora los que están haciendo cosas, quiénes agarraron la estafeta, quiénes parece que seguirán corriendo o la dejarán tirada? Una antología de poesía joven, hoy, sería harto diferente, aunque incluya las edades --y algunos de los nombres-- de los poetas que aparecen en la de Ricardo Lindo. Y en el momento de aparecer quizá ya sería obsoleta, o tres o nueve años después. Sería otra fotografía de grupo que a alguien podría servirle de parámetro alguna vez, y así sucesivamente.
No voy a dar juicios de valor con respecto a los poetas incluidos en Alba de otro milenio. Me parece, sin embargo, que se ve allí un preludio al auge que entre muchos jóvenes está teniendo la poesía, y sobre todo una poesía de alta calidad y con propuestas inéditas. Creo que es una lectura valiosa para quien ande metido en este asunto de la literatura, y los detractores que se dediquen a cosas más valiosas que hablar mal de los demás sin ofrecer nada a cambio. (Pero ¿qué sería el mundo sin los mediocres? No son la sal de la vida, porque no saben a nada; sólo son, también, parámetros --circunstanciales-- que a veces es divertido consultar, pobrecitos ellos.)
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