Quién puede casarse con quién
El PDC y la iglesia católica han enloquecido en los días que le quedan a la Asamblea Legislativa y pugnan para que se apruebe una reforma constitucional que impida de plano los matrimonios entre personas del mismo sexo. (Es decir: que las dos personas tengan cada una su sexo, pero que sea igual al de su pareja. Qué complicado es a veces el idioma.) El tema puede parecer de extrema importancia si se lo ve desde el punto de vista de los involucrados --los que se quieren casar y los que no quieren que se casen-- o banal --si se ve desde los temas "urgentes", como las reformas referidas al funcionamiento de la Corte de Cuentas y qué sé yo--, pero el enfoque que se le está dando me parece errado.
Como buen anarquista, creo que los curas no deberían tener vela en ese entierro, y de hecho en ningún entierro, incluido el suyo mismo. Una sociedad de hombres solos, y supuestamente célibes, debería opinar sobre otras cosas, y no sobre la vida marital de la gente: ¿qué saben ellos de eso? Y los que saben, lo saben de manera que va contra sus propias reglas y/o contra las normas legales; desde los que tienen "ahijadas" o "sobrinas" en los pueblos donde son párrocos hasta los acusados formalmente de paidofilia y/o pederastia o escogen los hábitos para huir de la sexualidad o para ejercerla... uh... a contracorriente, o vaya a saber por qué se hacen curas los curas. Igual habrá los que crean en eso, pero me da la impresión de que de sexo, relaciones de pareja, matrimonio y otros intríngulis sólo conocen de oídas, y lo que oyen en el confesionario no es necesariamente lo más importante, aunque sí lo más espectacular. Si se erigen en protectores del celibato, la virginidad, el no uso de condones, el comportamiento sexual de los demás, las preferencias de cada quién, el porqué de todo eso, que no pongan a Jesucristo como escudo, que para mí el hombre algo tenía con Magdalena. Que citen no sólo sus fuentes documentales, sino también su experiencia al respecto, sus cartas credenciales y, si es posible, algunas fotos; yo a un tipo que no ha tenido novia, amante o esposa no le creo, literalmente, ni el Ave María cuando se pone a pontificar sin bases acerca de lo que yo sí conozco.
En segundo lugar, y lo más grave, es que el Estado --lo pondré en mayúsculas por jugar un rato-- salvadoreño tome con especial consideración los dislates eclesiásticos, y en especial los de un partido político que simplemente no debería estar allí, sin contar los del dirigente de ese partido, que bien podría --él sí-- dedicarse a cosas más serias. Y lo mismo: si Rodolfo Parker no sabe lo que es vivir con una pareja homosexual, que se calle; si lo sabe, así sea de oídas, y no le gusta, igual: no se puede ser juez y parte en asuntos tan serios.
En tercer lugar, y allí viene la torpeza, la miopía y la estupidez de la clase política, es que se está tomando a los homosexuales como gente que está al margen de la sociedad por su orientación sexual. Y los homosexuales, según la ley, son tan ciudadanos como los arquitectos, los dirigentes de partidos políticos, los mareros mayores de edad, los conductores de camiones de volteo, las mujeres de entre 27 y 28 años, los oncólogos y los chilenos y javaneses nacionalizados salvadoreños, por sólo citar a algunos. El hecho de vivir con quien sea, y que esa unión sea reconocida por la sociedad --es decir: por el conjunto de todos nosotros, que se supone somos quienes ordenamos qué se hace con la ley--, es o debería ser un derecho ciudadano. Y va más lejos: es, o debería ser, un derecho humano a secas.
Entre otros, se parte del supuesto de que la reproducción de la especie es una parte importante de un matrimonio, y por eso es una aberración que dos hombres o dos mujeres se casen entre sí. En tal caso, hay millones de europeos que deberían ser denunciados y estigmatizados por la iglesia católica, porque por allá a muchísimas parejas simplemente no se les pega la gana tener hijos, y allí tienen su crecimiento poblacional negativo, o casi, para demostrarlo. Luego, se basan en palabras descontextualizadas de Jesucristo, y el hombre vivió hace como dos mil años, en un contexto y una religión harto diferentes. Ya que se actualicen, ¿no? Por eso cada vez se les va más gente para el lado de las iglesias protestantes, de todo tamaño y sabor.
Hay una idea que tengo desde hace años, y es que los homosexuales pueden "casarse" --por la ley civil, claro; no hay otra-- muy fácilmente, pero varios amigos abogados, después del desconcierto inicial, me dicen que no es tan fácil, aunque no me terminan de explicar bien por qué.
El matrimonio es, al final de cuentas un contrato entre dos personas, que afecta a sus eventuales descendientes. Quitemos por ahora a estos últimos de por medio y supongamos que dos hombres o dos mujeres deciden ir con un notario y firmar un contrato entre dos partes, tan simple como la compra de una casa o la conformación de una sociedad. Las cláusulas del contrato serán artículos que vienen en el código civil: fulano y fulano --o fulana y fulana-- se comprometen a... Será aburrido hacer un contrato con tantas páginas, pero no es descabellado si se lo toman en serio. Es más: hasta podría hacerse un machote --perdón por la palabra-- y repartirlo gratis por internet, o los mismos notarios podrían tenerlos listos en su escritorio y cobrar una barbaridad por proporcionarlos.
Es fácil: el código civil contiene una serie de artículos que regulan un objeto llamado "matrimonio". Al firmar un acta de matrimonio, tácitamente se aceptan tales artículos sin necesidad de hacerlos explícitos en el acta. Si yo y mi pareja no queremos casarnos, el código civil también incluye estipulaciones acerca de las parejas de facto, y en especial de su descendencia, y allí es donde la ley no prevé la existencia de parejas homosexuales y no protege explícitamente a nadie.
En el contrato que propongo, las partes hacen explícitas las normas establecidas en el código civil, y eso incluye la repartición de bienes, de lo que ocurrirá si la "sociedad" se disuelve, si uno de ellos --o ellas-- muere, etcétera. En términos prácticos será un contrato matrimonial, pero tiene un problema serio: no existe el reconocimiento de las partes como ciudadanos --o ciudadanas, pues-- con derecho de hacer de su vida un cucurucho, siempre y cuando no violenten los derechos y obligaciones de nadie más, o los suyos mismos.
¿Es posible un matrimonio entre homosexuales en El Salvador? Según yo, sí, y si yo fuera homosexual, quizá lo intentaría, y seguro que se armaba un buen desmadre cuando la prensa se enterara. Pero el asunto es más profundo: es reconocer el carácter humano pleno de una minoría. Y allí que me perdonen Parker y el señor arzobispo: la negación de ese carácter humano es lo que está en juego, y el juego no se diferencia mucho de las leyes "especiales" contra judíos, chinos, negros o salvadoreños que pudieran existir --y han existido, y algunas existen-- en más de un país y en más de una época.
En mi colmena, eso se parece bastante al fascismo. Y que las costumbres --buenas o malas--, la moral, las tradiciones y la mamá de todas ellas hagan y digan lo que quieran, pero allí es donde el FMLN puede demostrar de qué está hecho y para qué sirve en la asamblea legislativa y en el universo.
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Nota bene 1: Se notará que no cité a los curas cuando hablé de quiénes eran ciudadanos. salvadoreños Y es que estoy de acuerdo con Benito Juárez: los curas responden a un gobierno extranjero, a un Estado --otra vez la mayúscula-- con otros valores --en este caso religiosos, y aquí vivimos en una sociedad laica-- y a una potencia evidentemente imperialista y expansionista. Me produce el mismo rechazo oír al arzobispo opinar sobre asuntos locales que el que me produce oír al embajador gringo cuando se pone a meterse en lo que no le importa. De nada.
Nota bene 2: Estoy oyendo a Cat Stevens después de algunos años: Tea for the Tillerman, Buddha and the Chocolate Box y Teaser and the Firecat. Me gusta igual que cuando tenía 13 o 14 años, lo que es la vida, pero en medio hay un montón de lustros de recuerdos y experiencias acumulados. Como me sé las canciones de memoria, ya no pasan por el oído: llegan directo a la glándula de las emociones y, sí, me emocionan. Nada que ver con lo anterior, excepto porque Cat Stevens habla de la esperanza de un mundo mejor. Y, en serio, sin partidos políticos --y con sociedad civil-- y sin iglesias --y con sociedad civil-- el mundo sería un poco mejor.
Como buen anarquista, creo que los curas no deberían tener vela en ese entierro, y de hecho en ningún entierro, incluido el suyo mismo. Una sociedad de hombres solos, y supuestamente célibes, debería opinar sobre otras cosas, y no sobre la vida marital de la gente: ¿qué saben ellos de eso? Y los que saben, lo saben de manera que va contra sus propias reglas y/o contra las normas legales; desde los que tienen "ahijadas" o "sobrinas" en los pueblos donde son párrocos hasta los acusados formalmente de paidofilia y/o pederastia o escogen los hábitos para huir de la sexualidad o para ejercerla... uh... a contracorriente, o vaya a saber por qué se hacen curas los curas. Igual habrá los que crean en eso, pero me da la impresión de que de sexo, relaciones de pareja, matrimonio y otros intríngulis sólo conocen de oídas, y lo que oyen en el confesionario no es necesariamente lo más importante, aunque sí lo más espectacular. Si se erigen en protectores del celibato, la virginidad, el no uso de condones, el comportamiento sexual de los demás, las preferencias de cada quién, el porqué de todo eso, que no pongan a Jesucristo como escudo, que para mí el hombre algo tenía con Magdalena. Que citen no sólo sus fuentes documentales, sino también su experiencia al respecto, sus cartas credenciales y, si es posible, algunas fotos; yo a un tipo que no ha tenido novia, amante o esposa no le creo, literalmente, ni el Ave María cuando se pone a pontificar sin bases acerca de lo que yo sí conozco.
En segundo lugar, y lo más grave, es que el Estado --lo pondré en mayúsculas por jugar un rato-- salvadoreño tome con especial consideración los dislates eclesiásticos, y en especial los de un partido político que simplemente no debería estar allí, sin contar los del dirigente de ese partido, que bien podría --él sí-- dedicarse a cosas más serias. Y lo mismo: si Rodolfo Parker no sabe lo que es vivir con una pareja homosexual, que se calle; si lo sabe, así sea de oídas, y no le gusta, igual: no se puede ser juez y parte en asuntos tan serios.
En tercer lugar, y allí viene la torpeza, la miopía y la estupidez de la clase política, es que se está tomando a los homosexuales como gente que está al margen de la sociedad por su orientación sexual. Y los homosexuales, según la ley, son tan ciudadanos como los arquitectos, los dirigentes de partidos políticos, los mareros mayores de edad, los conductores de camiones de volteo, las mujeres de entre 27 y 28 años, los oncólogos y los chilenos y javaneses nacionalizados salvadoreños, por sólo citar a algunos. El hecho de vivir con quien sea, y que esa unión sea reconocida por la sociedad --es decir: por el conjunto de todos nosotros, que se supone somos quienes ordenamos qué se hace con la ley--, es o debería ser un derecho ciudadano. Y va más lejos: es, o debería ser, un derecho humano a secas.
Entre otros, se parte del supuesto de que la reproducción de la especie es una parte importante de un matrimonio, y por eso es una aberración que dos hombres o dos mujeres se casen entre sí. En tal caso, hay millones de europeos que deberían ser denunciados y estigmatizados por la iglesia católica, porque por allá a muchísimas parejas simplemente no se les pega la gana tener hijos, y allí tienen su crecimiento poblacional negativo, o casi, para demostrarlo. Luego, se basan en palabras descontextualizadas de Jesucristo, y el hombre vivió hace como dos mil años, en un contexto y una religión harto diferentes. Ya que se actualicen, ¿no? Por eso cada vez se les va más gente para el lado de las iglesias protestantes, de todo tamaño y sabor.
Hay una idea que tengo desde hace años, y es que los homosexuales pueden "casarse" --por la ley civil, claro; no hay otra-- muy fácilmente, pero varios amigos abogados, después del desconcierto inicial, me dicen que no es tan fácil, aunque no me terminan de explicar bien por qué.
El matrimonio es, al final de cuentas un contrato entre dos personas, que afecta a sus eventuales descendientes. Quitemos por ahora a estos últimos de por medio y supongamos que dos hombres o dos mujeres deciden ir con un notario y firmar un contrato entre dos partes, tan simple como la compra de una casa o la conformación de una sociedad. Las cláusulas del contrato serán artículos que vienen en el código civil: fulano y fulano --o fulana y fulana-- se comprometen a... Será aburrido hacer un contrato con tantas páginas, pero no es descabellado si se lo toman en serio. Es más: hasta podría hacerse un machote --perdón por la palabra-- y repartirlo gratis por internet, o los mismos notarios podrían tenerlos listos en su escritorio y cobrar una barbaridad por proporcionarlos.
Es fácil: el código civil contiene una serie de artículos que regulan un objeto llamado "matrimonio". Al firmar un acta de matrimonio, tácitamente se aceptan tales artículos sin necesidad de hacerlos explícitos en el acta. Si yo y mi pareja no queremos casarnos, el código civil también incluye estipulaciones acerca de las parejas de facto, y en especial de su descendencia, y allí es donde la ley no prevé la existencia de parejas homosexuales y no protege explícitamente a nadie.
En el contrato que propongo, las partes hacen explícitas las normas establecidas en el código civil, y eso incluye la repartición de bienes, de lo que ocurrirá si la "sociedad" se disuelve, si uno de ellos --o ellas-- muere, etcétera. En términos prácticos será un contrato matrimonial, pero tiene un problema serio: no existe el reconocimiento de las partes como ciudadanos --o ciudadanas, pues-- con derecho de hacer de su vida un cucurucho, siempre y cuando no violenten los derechos y obligaciones de nadie más, o los suyos mismos.
¿Es posible un matrimonio entre homosexuales en El Salvador? Según yo, sí, y si yo fuera homosexual, quizá lo intentaría, y seguro que se armaba un buen desmadre cuando la prensa se enterara. Pero el asunto es más profundo: es reconocer el carácter humano pleno de una minoría. Y allí que me perdonen Parker y el señor arzobispo: la negación de ese carácter humano es lo que está en juego, y el juego no se diferencia mucho de las leyes "especiales" contra judíos, chinos, negros o salvadoreños que pudieran existir --y han existido, y algunas existen-- en más de un país y en más de una época.
En mi colmena, eso se parece bastante al fascismo. Y que las costumbres --buenas o malas--, la moral, las tradiciones y la mamá de todas ellas hagan y digan lo que quieran, pero allí es donde el FMLN puede demostrar de qué está hecho y para qué sirve en la asamblea legislativa y en el universo.
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Nota bene 1: Se notará que no cité a los curas cuando hablé de quiénes eran ciudadanos. salvadoreños Y es que estoy de acuerdo con Benito Juárez: los curas responden a un gobierno extranjero, a un Estado --otra vez la mayúscula-- con otros valores --en este caso religiosos, y aquí vivimos en una sociedad laica-- y a una potencia evidentemente imperialista y expansionista. Me produce el mismo rechazo oír al arzobispo opinar sobre asuntos locales que el que me produce oír al embajador gringo cuando se pone a meterse en lo que no le importa. De nada.
Nota bene 2: Estoy oyendo a Cat Stevens después de algunos años: Tea for the Tillerman, Buddha and the Chocolate Box y Teaser and the Firecat. Me gusta igual que cuando tenía 13 o 14 años, lo que es la vida, pero en medio hay un montón de lustros de recuerdos y experiencias acumulados. Como me sé las canciones de memoria, ya no pasan por el oído: llegan directo a la glándula de las emociones y, sí, me emocionan. Nada que ver con lo anterior, excepto porque Cat Stevens habla de la esperanza de un mundo mejor. Y, en serio, sin partidos políticos --y con sociedad civil-- y sin iglesias --y con sociedad civil-- el mundo sería un poco mejor.
8 comentarios:
Valientes y justas palabras, señor.
En mi opinión, el matrimonio legal entre homosexuales o lesbianas es un derecho humano fundamental sin más. Por tanto, violentarlo es, como usted bien señala, una clara forma de fascismo.
pa mi que todos son ........ la neta es que en America Latina nada mas estamos 30 años atrazados en cuanto a derechos civiles, que en el salvador vean las manifestaciones de barcelona en los 70tas o los derechos pisoteados de los homosexuales alemanes en los 60 o lo muy de moda la aceptacion de el movimiento gey en san francisco,
la neta es que despues de que lo acepten a los unicos que les importa es a ellos.
toda aberracion se quita a cucharadas.
saludos
simplemente es una cortina de humo para no tocar otros temas importantes, urgentes de "Estado"
Andamos en los mismos temas. El caso es cuestión de avanzar y con esa reforma nos quieren atrazar. ¡Vaya cambio! La libertad es cuestión de principio.
El asunto acá es que el matrimonio desde 1994 es una institución regulada por la legislación de familia, y en dicho código se establece que matrimonio es la unión legal entre un hombre y una mujer, y pues para cambiar esa definición hay que apelar a legisladores verdaderamente pensantes...
Un abrazo
Primero hay que recordar que todos somos iguales ante la ley, y que el Estado debe velar por los derechos de todos los ciudadanos no importando su si es o no es homosexual. Esa reforma es anticonstitucional, quiere quitar los derechos a una minoria y eso es totalmente equivocado!
El país no puede seguir legislando basado en valores religiosos o morales que dicho de paso son aracaicos y fuera de contexto.
IGUALDAD DE DERECHOS PARA TODOS.
No tengo ningun problema con el matrimonio entre homosexuales. Mi problema es el matrimonio. Si los homosexuales se quieren hechar la soga al cuello que lo hagan, y que los legisladores legislen para permitirles hecharse la soga al cuello. Despues que no se quejen, y mas vale que ahorren algunos dolaritos no solo para el matrimonio sino tambien para lo estadistica y seguramente sigue... el divorcio.
cat stevens hoy solo canta musica religiosa islamica, ahi esta la sociedad sin iglesias que abogaba este tipo
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