26 de abril de 2005

Tres tristes libros

Todas las noches digo "Voy a poner un par de cosas en el blog", pienso en las cosas que quiero escribir, pasa la noche, llega la madrugada y, aunque esté frente a la computadora, no escribo ni una línea por aquí. Así ha pasado un mes y medio, y ha sido un buen mes y medio.
Para empezar, me encargaron un libro acerca de historia reciente de El Salvador, de un periodo que me apasiona y que viví un poco de lejos, un poco de cerca, cuando apenas estaba dejando de ser adolescente. Lo mejor es que tengo muchos fantasmas de esa época, y los estoy exorcisando: ahora, a los casi 46 años, veo como adulto lo que entonces veía casi como niño, y me doy cuenta de que soy mayor que la gente que trabajaba haciendo la historia (esahistoria). Escribí como sesenta y cinco páginas de borrador en menos de un mes y ahora estoy verificando datos y todo eso. Un primer borrador debe estar listo para agosto, y el libro completo para octubre. Ya hablaremos más tarde del asunto.
Luego, está el libro de mi padre, Acumulación originaria y desarrollo del capitalismo en El Salvador, ya en producción, y deberá salir antes de un mes. Le dediqué bastante rato (con la siempre valiosa ayuda de Krisma) a revisarlo, ponerlo bonito, y confirmé algo que siempre supe, y que no recuerdo si escribí por aquí: mi mayor influencia literaria es mi padre, un economista. El mismo tipo de fraseo, el mismo estilo de subordinadas, etcétera. A estas alturas tengo un tanto más de pericia que él en el manejo del lenguaje (era economista), pero en el proceso Borges, Carpentier y toda esa gente de la que uno habla siempre han quedado en segundo lugar.
Lo más difícil fue hacer un prefacio. Prefería dejar el libro así como estaba, pero el editor insistió en que era necesario, y que lo hiciera yo. ¿Cómo hablar del papá de uno sin que se le salga el orgullo o trate de ponerse por encima de las circunstancias? Pues bien, no sé; hablé un poco de su vida y metí un par de párrafos acerca del libro. Ya tendré tiempo de arrepentirme o de alegrarme cuando aparezca.
Y, en medio de todo eso, a la musa se le ocurrió caerme encima y me he puesto a escribir una novela, con sentimiento de culpa y todo: hay dos más en elaboración desde hace meses. Pero ésta está saliendo tan fluidamente que da lástima detenerse.
Ya tengo el borrador de siete capítulos y algunas correcciones. Si todo va bien, en menos de un mes estará lista una primera versión y a finales del año un texto aceptable.
Ahora lo que quiero es regularizar un poco los horarios de sueño. A veces me duermo a las seis de la mañana y me despierto a las diez, hoy me acosté a las ocho de la noche y me desperté a la una y media de la mañana, a veces simplemente no duermo, y después me aviento doce horas de un tirón.
Vacaciones, eso es. Tengo varios años sin vacaciones.
Y mañana sí me pongo a escribir por acá varias cosas que se me han quedado pendientes. O pasado mañana.