31 de mayo de 2006

Algunos actores y sus cosas

Llegamos a México el 5 de enero de 1976, a la ciudad de Puebla, y nos quedamos cuatro o cinco días en casa de Luis Arévalo, quien había sido fiscal de la Universidad de El Salvador cuando mi padre era rector; ambos fueron exiliados el 22 de julio de 1972, a Nicaragua y luego a Costa Rica, y Luis agarró camino a México.
En Puebla pesqué una neumonía doble bastante severa, que se declaró cuando llegamos a Satélite, a las puertas del Distrito Federal, a casa de Arturo Olvera, el gran amigo de mi padre. Lo peor de la neumonía duró cuatro o cinco días, con temperaturas que llegaron a los 42 grados, aliviadas con hielo y una cantidad indecente de pastillas.
La primera noche de fiebres se me ocurrió, en el delirio, que quería salir a la calle a caminar, y el clima estaba a seis o siete bajo cero, una temperatura bastante severa para alguien que acaba de llegar del trópico. Mi madre y Martita me jalaron de los brazos, tratando de regresarme al cuarto, y las arrastré por las escaleras sin siquiera darme cuenta de que estaban allí, y lo mismo a Arturo y a mi padre. Éste al fin logró llamar mi atención y se puso a razonar conmigo, justo cuando abrí la puerta y la cara se me quemó del frío, con todo y que estaba sudando bien y bonito. Más o menos recuerdo que me dijo que me fuera a poner un suéter antes de salir y, en el camino al cuarto, me convenció de que el mejor modo de quitarme el frío era ponerme hielo y frotarme los pies y el pecho con alcohol, y estuve de acuerdo. En su momento me pareció lógico.
Rebajé algo así como 25 libras en esos cuatro o cinco días, y me pasé tres semanas comiendo como beduino en vacaciones y tratando de caminar o de agarrar cualquier cosa sin que me temblara todo. Una debilidad horrible. Perdí una parte del sentido del olfato --además de la compostura--; el médico dijo que era una secuela de las fiebres. Y el médico que me atendió, además, no era un especialista en cosas respiratorias, sino un psiquiatra guatemalteco, amigo de un amigo de mi padre. Me curó, es cierto, pero no dejo de ponerme nervioso cuando lo recuerdo.
Como sea, la primera semana de febrero nos pasamos a un departamento que mi madre consiguió a precio razonable en la colonia Roma, en el número 113 de la calle de Córdova, casi esquina con Álvaro Obregón. Mientras terminaba de recuperarme de la neumonía, y antes de entrar a estudiar en el Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel sur (donde iba la hija del psiquiatra que me había curado), me sentaba en la amplia ventana de mi cuarto a ver pasar el tiempo... y no solamente: en el edificio de enfrente vi a una muchacha de mi edad (dieciséis años) que me puso a temblar más que la neumonía, y que sería mi primera esposa. En ese edificio, en ese departamento, había una cantidad ingente de muchachas jóvenes que se parecían muchísimo; eran como seis o siete hermanas que vivían allí, sin contar a tres o cuatro hermanos y algunos sobrinos. Un montón de gente, pues. Pero no es el tema de este post.
Pasó la neumonía, entré al CCH y empecé a vivir lo que vive cualquier estudiante en la ciudad de México, y lo que se vivía en un edificio de departamentos. Dos o tres tardes a la semana se oía a una soprano hacer escalas en el quinto piso, y al que tocaba el piano dándole instrucciones. Siempre las mismas escalas, siempre a la misma hora. No era molesto; más bien tendía a adormecerme. Nunca supe quién era la cantante, aunque seguramente la vi más de una vez en los dos años y medio que vivimos allí. Sospecho que era una señora muy delgada con un mechón blanco en el cabello.
Del quinto piso (nosotros vivíamos en el tercero) bajaban dos mujeres que parecían copias de sí mismas, a las que sólo se distinguía porque una tenía el pelo rubio y la otra castaño. Medían cerca de 1.80 de estatura y, cuando hablaban, lo hacían con voz muy fuerte, un acento muy marcado y pronunciaban la "ch" como "sh". Después averiguaría que eran las hermanas Alicia Encinas y Carmelina Encinas, actrices, que hablaban así porque eran de Chihuahua y que aparecían en películas y programas de televisión. Me tocó verlas en la tele, en efecto, y me daba tanto gusto que un par de veces las saludé y les sonreí en la calle. Jamás me contestaron ni parecieron verme, y decidí corresponder su modo de ignorarme.
En el cuarto piso había otras hermanas, tres, que se parecían mucho, aunque una era evidentemente mayor que las otras, y una mamá que vivía con ellas era evidentemente su mamá, porque tenía el mismo estilo y hasta la misma forma de cabello. Una de ellas (creo que la segunda, que andaría en los veintialgo de años) tenía un hijo muy seriecito que siempre andaba bien vestido. Eran de apellido España, y hasta sospecharía que la mediana era Rosalinda España, también actriz. En su departamento se armaban unas fiestas escandalosas, tanto que un día una de las hermanas (no recuerdo si eran dos o tres) llegó una mañana a casa, a tocar lo más fuerte que pudo, todavía bajo los efectos del alcohol, y preguntó "por el doctor". Salió mi padre y ella le dijo que su hermana se estaba muriendo, que fuera a verla, que le pagaba la consulta. Mi padre le dijo que con gusto subía, pero que era doctor en economía y no le garantizaba nada. La otra no oyó razones y lo jaló al cuarto piso, y yo me fui detrás porque vi la cara de indefensión de mi padre. Se metió a la recámara de la casi muerta, me quedé en la puerta, y salió en unos segundos.
--Su hermana no se está muriendo. Está cruda. Cómprele un par de cervezas y que coma hasta que se sienta bien, y después que duerma.
La mujer se moría de gratitud, pero después ya no volvió a saludarnos, ni tampoco la casi muerta, ni la menor; más bien veían para otro lado y hacían como que no entrábamos en su ángulo de visión. Las Encinas en efecto no nos veían; punto a su favor. La mamá de las España sí; era una señora bastante amable.
Y el premio mayor: en el quinto piso también vivía, y lo vi varias veces desde lejos, siempre con su esposa, el cómico cubano Óscar Ortiz de Pinedo, que aparecía en un montón de películas, y recordaba en especial las de Tin Tan. Era un tipo alto, muy serio, con trajes un tanto pasados de moda, que le quedaban elegantes. No sé por qué, pero nunca había estado a menos de diez metros de él, con todo y que vivíamos en el mismo edificio.
Como había que conocer gente, conocí a gente de mi edad, que me ayudó a entender ese lenguaje incomprensible de los defeños y un poco de cómo funcionaba la vida en una ciudad de ese tamaño. Entre ellos estaba Juan, que vivía en otro edificio frente al nuestro, al lado del que tenía el departamento con el montón de muchachas igualitas.
Una tarde o un sábado o no sé cuándo estába con Juan, sentado justo en la puerta del edificio, platicando tonterías de adolescente; nada insano, nada de escándalos, sólo platicando. Y en eso aparece un taxi, se para frente al edificio y de él bajan don Óscar Ortiz de Pinedo y su esposa. Me emocioné, claro, porque lo tendría cerca, y quizá hasta me contestara el saludo. Y cómo no me iba a contestar, con ese humor que siempre le había visto en las películas.
Juan y yo nos hicimos a un lado para que pasaran, yo les sonreí y les dije "Buenas tardes" o "Buenos días" o lo adecuado para la hora. Que no contestaran no me molestó, porque había un montón de gente de cine en el edificio y ya estaba acostumbrado. Lo que me desconcertó fue que, cuando hubieron pasado, sentí un golpe en la espalda. No entendí y, antes de que me volviera, sentí otro. No muy fuerte; apenas como si me estuvieran empujando. Era don Óscar, parado detrás de mí, dándome con su maleta, con una cara de enojo sagrado que no se me olvida treinta años después.
--¿Qué pasa? --le pregunté, y no lo estaba retando; nomás le preguntaba si pasaba algo malo o si estaba obstruyendo el paso o algo.
--Ustedes los jóvenes son todos iguales --me dijo--. Son vagos, marihuaneros, se la pasan agrediendo a la gente --y así durante un rato.
--Perdón, pero no lo he molestado.
--Yo los he visto aquí enfrente emborrachándose y fumando marihuana --había en efecto un grupo de borrachos frente a la casa, pero yo no tenía nada que ver con ellos; soy abstemio absoluto desde el día de mi concepción, y la droga más fuerte que me he metido son las pastillas contra la migraña--, y después gritan y se pelean y molestan a los viejos y a las muchachas.
Alzó la maleta y estuvo a punto de descargarme otro golpe.
--Mejor no lo haga --le dije, y allí sí ya estaba enojado.
--¿Ven? Eso es lo que les digo --y siguió con la letanía; su esposa, con gesto reprobador, nos miraba un par de metros más allá, pero no habló, y más bien pareció que apoyaba a su esposo porque era su esposo, no porque estuviera de acuerdo con la rabieta.
--Yo le rompo la madre a este cabrón --dijo Juan, y se levantó.
Me lavante también y lo detuve.
--Disculpe si lo ofendimos --le dije a don Óscar, y jalé a Juan hacia otro lado, aunque no dejó de insultar al viejo, ni el viejo a nosotros.
Don Óscar murió un par de años después, pero ya no vivía yo allí, sino en Coyoacán, en el número 6 de la calle de Eleuterio Méndez. Su esposa moriría en los ochenta, en un atentado terrorista en un aeropuerto, creo que en Italia, y creo que el atentado era de un grupo palestino.
A Eleuterio Méndez se pasó, un tiempo después, la sede del Sindicato de Actores Independientes (SAI), una escisión de la poderosa Asociación Nacional de Actores (ANDA).
Como mi esposa y yo teníamos diecinueve o veinte años, en mis días de descanso a veces nos poníamos a jugar volibol en el pasaje junto con otros vecinos. Poníamos una red entre dos postes (¡sí!, ¡teníamos una red!) y listo, a darle. Cuando llegaban los actores en sus carros, dejábamos de jugar, ellos pasaban al fondo del pasaje y todos felices, porque nos preocupábamos de no dañar los carros, incluido del de Claudio Brook, una carcacha que hacía ruido por todas partes. Don Claudio siempre nos saludaba, muy amable y serio, estacionaba su carro y, si no había espacio en otro lugar que donde estábamos jugando, nos pedía disculpas y listo, dejábamos de jugar. Los otros actores en general eran así también.
Hasta una tarde en que el callejón estaba casi vacío y el carro de don Claudio estaba estacionado lejos, cerca de la puerta del SAI, donde no le llegaban los pelotazos. (Ahora, por cierto, el local es de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores Mexicanos.) Y llega un carro, se estaciona debajo de la red y de él sale ni más ni menos que Enrique Lizalde. Emocionante: lo primero que vimos en casa (la veía mi madre, y yo de metiche con mis siete años) cuando compramos una televisión fue la telenovela Corazón salvaje, en la que él la hacía de Juan del Diablo y Julissa de monja enamorada. "Televisión" y "Enrique Lizalde" eran para mí algo muy cercano.
Y, claro, nos acercamos a él y le pedimos que moviera un poco el carro hacia el fondo, para que pudiéramos seguir jugando. Y él nos dijo, con ese vozarrón suyo, que él estacionaba el carro donde se le pegaba la gana, que no lo iba a mover y que ay de nosotros si le dábamos un pelotazo. Igual tratamos de razonar: mire, el callejón está vacío, si lo pone allá le queda la puerta más cerca, háganos el favor. Y empezó a tratarnos de vagos y a decirnos cosas bien feítas.
Uno de los chavos le dijo que se calmara, que éramos vecinos, y a Lizalde le entró por el lado violento y dijo que no nos tenía miedo, que él sabía karate y que podía contra todos juntos.
--Con todo y karate te rompo tu madre --le dijo uno de los chavos.
Lo detuvimos y Lizalde se fue al SAI tratando de mantener la dignidad. El chavo agarró la pelota (¡sí!, ¡era de volibol!, lo único que no teníamos era cancha) y la aventó un par de veces contra el carro. Y se acabó la diversión y nos sentamos en la banqueta a rumiar la frustración.
En ésas estábamos cuando aparecieron no sólo Lizalde, sino tres o cuatro actores más, de los que aparecían en telenovelas haciéndola de galanes, y venían por bronca. Lizalde revisó el carro, vio los pelotazos (no se abolló nada; nomás se ensució un poco de polvo) y se lanzó junto con los otros a tratar de golpearnos. Y nos levantamos hombres y mujeres (me ex pelea bastante bien) y los rodeamos y les preguntamos si estaban seguros de lo que querían. Antes de que contestaran apareció don Claudio Brook y nos dijo que nos detuviéramos. Y nos detuvimos, y ellos también.
--¿Qué estás haciendo, Enrique? --le dijo--. ¿Qué te cuesta adelantar el coche para que los muchachos jueguen?
Y Lizalde se puso a decirle de cómo lo habíamos agredido, que le iba a salir carísimo reparar el carro porque lo habíamos rayado y abollado y qué sé yo.
--No se metan en problemas, muchachos --nos dijo--. Váyanse a sus casa. Yo voy a hablar con él.
Y nos fuimos, y los otros actores --más o menos de la edad de Lizalde, o sea ya cuarentones-- nos vieron con aire de triunfo, y Lizalde todavía alcanzó a darnos un par de gritos. Y se acabó el volibol por ese día.
Después, cuando llegaba al SAI, Lizalde pasaba de largo con su carro lo más al fondo que podía, y claro que no nos miraba, pero tampoco se repitió la escena. Don Claudio, como siempre, siguió saludándonos, y cuando lo veo en alguna película me acuerdo de su carro viejo y destartalado, al que él se parecía tanto.
Si no la han visto, no se pierdan El castillo de la pureza, en la que hace el papel principal. Tiene cosas sensacionales.

30 de mayo de 2006

Otras de Maciel y los Legionarios

Nuestra amiga Indira nos avisa de dos notas en El mundo de España. Una de ellas, que se puede encontrar aquí, trata acerca de una familia (Ruiz Mateos) que donó seis millones de euros a los Legionarios de Cristo por "la extraordinaria, ingente y extensa labor evangelizadora, humanitaria y apostólica que vienen realizando en todo el mundo desde hace mas de 65 años". Se dice que la Legión de Cristo tiene 650 sacerdotes y 2,500 seminaristas en todo el mundo. El terreno de caza para un posible pederasta --de lo que fue acusado su fundador, Marcial Maciel-- no es demasiado amplio, pero se puede seleccionar.
Ah: una de las características de los pederastas y pedófilos en general, según se ha observado, es que arman sociedades y redes y sistemas de información e intercambio. O sea que...
Bueno, especular sobre eso sería ir demasiado lejos, y uno tiene límites. Pero aquí viene una nota donde habla de "los millonarios de Cristo" como "el ejército de Juan Pablo II". Se habla de que los Legionarios tienen 400,000 fieles y simpatizantes. Señala El mundo
¿Objetivo? Derrotar a los enemigos de la cultura cristiana que, según Maciel, son "la televisión, los medios de comunicación, la cobardía, los complejos y la permisividad". Un movimiento basado, según el teólogo Antonio Duato, en "la pegajosa beatería, en el reclutamiento de adolescentes, en el culto al superior y la obediencia ciega".
En los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI apenas se hicieron notar: estaban naciendo y preparándose para ofrecer a Juan Pablo II toda su fuerza y su poder. A los pocos años de llegar al solio pontificio, Karol Wojtyla diseñó una estrategia eclesial de reconquista y recristianización de la secularizada sociedad occidental. Era la "Nueva Evangelización", nueva en "sus métodos" y en sus abanderados.
En la vanguardia de esta operación eclesial ya no están los jesuitas, los franciscanos o los dominicos. El Papa Juan Pablo II puso su proyecto en manos de «los nuevos movimientos», todos ellos laicales y sumidos en el celo apostólico de su reciente creación. El diseño es sencillo: Opus Dei, Legionarios de Cristo y Comunión y Liberación se van a dedicar a las elites; los neocatecumenales y focolares a las clases medias y los carismáticos, a las clases más populares. Veinte años después, la estrategia no parece haber logrado su objetivo de recristianizar el mundo, pero ha consolidado a todos estos movimientos ultraconservadores.
Gracias, Indira.

29 de mayo de 2006

Olvida uno

Hoy me hicieron llegar un ejemplar de Olvida uno, el tercer libro de Claudia Hernández, en una edición hermosa y parca, de las que ya se hacen poco. Es un libro pequeño, el papel y el cartón de la tapa son para disfrutarse, una buena tipografía y la caja de texto es cómoda y original. Es el número uno de la colección de narrativa de la nueva editorial Índole, y de verdad que dan ganas de publicar allí nada más por lo bonito del libro.
No estoy hablando del contenido porque a Claudia no le gusta que uno hable de sus cosas, así que no puedo decir (y no lo haré) que es uno de los libros de cuentos más importantes que se han publicado en El Salvador después de Cuentos de barro y Cuentos de cipotes, de Salarrué; Una cuerda de nylon y oro (entre otros), de Álvaro Menen Desleal; ¿Qué signo es usted, niña Berta?, de Horacio Castellanos Moya; Cuentos sucios, de Jacinta Escudos y, desde luego, Mediodía de frontera y Otras ciudades, de la propia Claudia.
Me gustaría decir, pero tampoco puedo, que lo más importante de este libro, literariamente, es la búsqueda de nuevas formas para el género, y que hay hallazgos técnicos y temáticos que serán de gran importancia no sólo en El Salvador, sino donde quiera que el libro se aparezca. En alguna parte de este blog Thierry Davo comparaba los cuentos de este libro (que conoce en formato electrónico) con los de Cortázar, no tanto porque se parezcan, ni mucho menos, sino porque establece nuevos parámetros y le da fuertes alientos a un género que ha sido despreciado en favor de la novela (contra la que no tenemos nada, desde luego, ejem).
Y tampoco voy a decir que es un orgullo conocer a Claudia y, a veces, seguir más o menos de cerca sus procesos creativos. En este caso empecé a conocer los materiales desde que ella estaba en Nueva York, hará unos tres años y medio o cuatro. Me mandó el que aparece como primer texto, "La mía era una puerta fácil de abrir", una maravillita propiamente. Y tampoco lo diré.
Lo que sí puedo decir es que el libro estará a la venta en los próximos días, y que voy a hacerme de algunas copias para repartirlas a gente que de seguro estará feliz de leer un libro de ésos que hacen que dé gusto que exista la literatura.
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26 de mayo de 2006

Uh... Ganamos...

El miércoles pasado fuimos varios de La Casa al Museo Nacional "David J. Guzmán" con la emoción de ver lo que habíamos hecho en pantalla grande, el corto Cada quién necesita a su asesino, de siete minutos de duración. Y se vio bonito, lo comentamos y después nos fuimos con Krisma, Valeria y Rebeca Torres a comer una hamburguesa en el Biggest de San Jacinto.
Hoy viernes no fuimos. Estábamos seguros, por diversos motivos, de que no teníamos chance de ganar. Y de repente me habló Osmín Magaña, que se había perdido caso todo el festival y al menos quería ver la clausura, para avisarme que tenía en la mano el diploma y el cheque a nombre de Rebeca, porque nuestro video había ganado. A él le tocó recibir el premio, y me da gusto; si alguien se ha metido de cabeza en esto ha sido él.
Todavía no me la creo. No porque el video esté mal, porque no está mal, sino porque... bueno... generalmente son cosas mucho menos "alternativas" y muchísimo menos baratas las que se llevan esos premios. Y me da orgullo porque fue un trabajo hecho con mucho cariño y con la ayuda de gente que nos dio su amistad.
Van los detalles morbosos, una especie de behind the scenes indiscretísimo.
El costo de producción del video fue de diez a doce dólares, si contamos las cocas de dieta, los cigarros y los churritos que consumimos en los cuatro sábados que nos llevó hacerlo. Sube un poco si pensamos en la cantidad de electricidad y la devaluación de la computadora en que editamos, y si prorrateamos el costo de la conexión a internet, que no tuvo nada que ver pero igual son cosas que entran en el costo. Y la gasolina de los que tienen carro y el pasaje de los que se mueven en autobús (hasta $0.80 en el caso de los que vienen de Soyapango, digamos)..
Una de las características del video es que está en blanco y negro. No era la idea original, sino difuminar los colores y virar un poco a sepia. La cosa es que hasta ahora hemos trabajado sin luces, por el simple hecho de que no las tenemos, y de repente había cosas que quedaban de buen color, otras bien opacas y en algunas escenas hubo que usar nightshot. Sólo había un modo de que eso no se viera como cobija de abuelita o como sueño húmedo de Andy Warhol: convertirlo al blanco y negro y ecualizar lo más que se pudiera. Para que las transiciones no fueran tan bruscas y evidentes, le pusimos cierta música y de cierto modo.
Una de las características es que no es hablado; los diálogos vienen en subtítulos. Varios sonidos salieron del propio video, pero hubo que modificarlos y quitarles el sonido ambiental. El resto salió de un par de discos de efectos especiales (modificamos los sonidos para que se ajustaran) o los grabamos con el minidisc y luego los pasamos a la compu. Podría decir que se trató de un rollo conceptual, pero la verdad es que aún no sabíamos cómo manejar el sonido directo y cómo ecualizarlo (ya después trabajamos en eso), y lo mejor fue eliminar lo que se pudiera y aprovechar lo que también.
En una escena, por ejemplo, el personaje amartilla una pistola, y la pistola es de plástico. El sonido, por lo tanto, es también de plástico. Después de jugar un rato con el ecualizador, se le dio una calidad metálica que eriza los pelitos del cuello. Hay otra escena donde se cierra el cajón del escritorio y parece sonido directo; pero no lo es. En una escena anterior sí, lo que suena es el cajón, pero en la segunda alguien habló mientras filmábamos y se fregó el sonido, así que fue de agarrar tres efectos diferentes, ponerlos en secuencia y sincronizarlos. Quedaron mejor que el sonido directo... después de varias horas de trabajo. Lo mismo cuando el personaje trata de encenderle el cigarro a la villana: sincronizar el efecto de encendedor con las chispitas fue casi desesperante.
Y así sucesivamente.
No estoy diciendo que el video sea una chambonería, sino que, con lo que buenamente habíamos logrado, aprovechamos hasta los errores para que saliera lo mejor posible. Creo que las limitaciones nos ayudaron a cuidarlo más.
Por allí tenemos filmada una parte del proceso. Por ejemplo, el personaje central es un fumador empedernido, y el actor no fuma ni de chiste. Hubo que decirle cada vez cómo agarrar el cigarro, cómo aspirar, cómo apagarlo, cómo dejarlo en el cenicero, cómo usar el encendedor... Tampoco había amartillado un arma en su vida, y lo mismo. Y hay unos bloopers sensacionales...
En fin, van los créditos del asunto.
Actores: Salvador Canjura, Silvia Salazar, Carolina Villeda y Jorge Galán. Guión de Carlos Guardado. Dirección de Rebeca Torres. Música y edición del que está escribiendo. Producción de Osmín Magaña, Nelson Ochoa, Ricardo Hernández y Sandra Aguilar, con quien ese día grabamos otro video. El título es de Krisma, que tiene una facilidad para poner títulos que uno envidia con toda la verdez del mundo.
A ver si la del cheque nos dona una lana para comprar luces y un micrófono ambiental de baja impedancia, o de alta, ya ni sé. Y a seguirle, que de eso se trata.
(Me encanta La Casa. Pasa de todo.)

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¡Ah! Ya publicado lo anterior, hay más que decir.
* Todo está filmado en dos HandyCam de 8mm. Nuestro sueño imposible es poder trabajar alguna vez con una SteadyCam.
* Tenemos un tripié que dejó una amiga de Arizona, Karen Schairer, y uno para tomar casi al ras del piso que le regalaron a Rebeca.
* Una máquina de escribir vieja que aparece allí la llevó Sandra Aguilar. La máquina es un adorno de su hermano (mucho menor), que armó una bonita rabieta todos los días de las semanas que tardó en llevársela de nuevo.
* Los cigarros que aparecen allí me los fumé yo. Los guardaba durante la semana, con ceniza y todo.
* Lo que le pasa la protagonista al personaje central, que parece un reporte, en realidad es el guión del propio video, je. Lo mismo hicimos en otro llamado La hija de Hausmann: el reporte del forense es el guión que estaban actuando en ese momento.
* La casa en la que entran los infieles es La Casa del Escritor. Igual el balcón donde se están abrazando. La casa donde está esperando el personaje central a su novia es la casa de al lado de donde vivíamos entonces, y la persecución con la cámara se produce justo en la esquina de esta casa.
* El punto de vigilancia del detective es un poste que está entre la iglesia de Fátima y la clínica San Francisco de Asís, justo en la entrada de la residencia de unos sacerdotes franciscanos.
En estos días deben colocar la página de La Casa del Escritor en el portal de Concultura, y allí aparecerá el video, en una versión de baja resolución. (El original para DVD tiene un giga en formato AVI; no creo que nadie lo quiera hospedar, y menos que quiera bajarlo a su compu; en 700 megas cabe una de Spielberg.)

25 de mayo de 2006

Blues en K

Hay otra pieza de música en mp3.com. Blues en K, que escribí en los días en que Krisma estaba en buenos Aires. Se puede encontrar aquí. Quedó rarísima.
No había intentado hacer jazz modal, y salió algo interesante. Me gusta la manera en que la armonía de la pieza (la estructura de un simple blues de 12 compases, por supuesto que funkeado) cambia según se van moviendo los instrumentos solistas (en este caso una trompeta à la Coltrane, aunque Coltrane tocara sax, y una guitarra bien distorsionada), a veces a menor, a veces a mayor o a séptima, a veces a otras tonalidades, sin que cambie el acompañamiento, que está secuenciado. Sé que eso lo hacía Miles Davis todos los días antes de desayunar, pero es primera vez que lo intento; siempre fui bastante diatónico en mis cosas y, en plan de blues, más bien pentáfono. Metí unos coros sintetizados que me gustaron, con algunos --muy pocos-- giros de cantos gregorianos.
Ahora estoy dándole tiempo a otra pieza que acabo de hacer, igual un funk --más rápido y potente-- con la misma guitarra y la misma trompeta, y algunos metales en el acompañamiento. Creo que quedó un poco mejor, pero aún está demasiado fresca para oírla objetivamente; la terminé ayer por la madrugada.

24 de mayo de 2006

"Maciel ya no será santo"

En La Jornada de México hay, aquí, un interesante artículo acerca de la "sentencia" (más bien declaración) del Vaticano contra Marcial Maciel por pederastia.
Y, después de varios días de leer acerca del caso, me doy cuenta de que en el mundo de la iglesia católica, el de los... uh... no sé cómo se les llame... ¿funcionarios...?, hay objetivos que, con todo y que tienen que ver con la santidad, se alejan mucho de ella. En otras palabras, así como cualquier actor de segunda quiere ganarse un Óscar, cualquier político de tercera quiere ser presidente de la república y una joven sin talento quiere ser aunque sea una Marilyn Monroe de cuarta, hay un montón de sacerdotes que quieren ser santos a como dé lugar: ya Maciel estaba preparando su beatificación y futura canonización a través de los Legionarios de Cristo, sin contar con la canonización de su tío y la beatificación de su mamá. El propio Karol Wojtyla (Juan Pablo II) le dio un giro a la teología con la "revelación" de la tercera profecía de Fátima y su adaptación para que se refiriera a él, a lo cerca que estuvimos del Armageddon con el atentado contra él en 1981 y al fin de todos los tiempos a su muerte, ni más ni menos que en el año 2005.
Como diría Julio César en las historietas de Astérix, "Sic transit gloria mundi". Vale la pena ver aquí, en la Wikipedia, para qué se usa esa frase. Y de paso la de "Memento mori". (Pinche latín. Da para todo.)
Yo con el Nobel de la Paz me conformo, porque el de literatura ya me lo ganó otro salvadoreño, que cuando vivía en mi casa, después de una buena cantidad de cervezas, se ponía a recitar de memoria el discurso que pronunciaría ante la Academia, acostado en un sillón y con los ojos cerrados. Juro que no cambiaba palabra, y lo habrá recitado en diez ocasiones, unas tres o cuatro veces por ocasión, además de las repeticiones de las frases que más lo impresionaban. Es un poco menor que yo, y obviamente lo escribió varios años atrás, quizá a los treinta y tantos. A veces, en medio de esas sesiones, mientras yo veía televisión o trataba de escribir algo, me preguntaba: "¿Y si cambio esta frase por...?, y recitaba una un poco más rimbombante y un poco más contestataria. (Ah: porque es un discurso bien contestatario.) Y se respondía: "No, así está bien." Todo muy en serio.
Tiene un par de libros de poesía bastante buenos, la verdad, y otros que no son lo bastante malos como para que ésos no destaquen. Ojalá que no nos toque el mismo año porque nos vamos a opacar mutuamente, y él odia que lo opaquen. Lo que no sé es qué habré hecho para ganarme el Nobel de la Paz, pero ya se me ocurrirá algo; quizá hasta funde una ONG.

22 de mayo de 2006

Misoginia, curas y otras asociaciones

Un motivo bastante probable para que se impidiera el matrimonio a los sacerdotes católicos fue la preservación de los bienes de la iglesia; si tenían esposa y descendencia, asegurar el futuro de la familia era un prioridad previsible y necesaria, y eso minaría el poder económico de la institución y podría dispersar su cohesión.
Lo interesante es que es apenas en el año de 1123, tras el primer concilio laterano (aquí está una reseña de la Wikipedia y aquí otra de la Enciclopedia Católica, casi textual con respecto a la anterior) que se prohíbe a los sacerdotes católicos casarse y tener concubinas (a los obispos les estaba vedado desde antes), y es cuando se establece el artículo de castidad, que se reiteraría en los concilios siguientes. Tanto es así que se prohíbe a los sacerdotes mantener a mujeres en su casa, con salvedades más o menos estrictas; permanecer en conventos femeninos y, en fin, tener contacto personal con mujeres. Los matrimonios existentes se anulan y se castiga a quienes los contraigan.
En otras palabras, durante más de mil años los sacerdotes católicos fueron hombres que dedicaban su vida al ministerio, pero llevaban una vida familiar como cualquier herrero, comerciante o profesor. De un día para otro, de jure, la iglesia católica derivó en una sociedad cerrada de hombres solos, y así ha sido durante casi mil años. Quizá para muchos el celibato y la castidad, por los motivos que sea, resulten cómodos y convenientes; pero, si los humanos son humanos --y los sacerdotes lo son--, no siempre podrá esperarse que todo lo que salga de allí o se encierre allí sea sano.
Por ejemplo, la recomposición de la historia. Más de mil años después de la vida y muerte de Cristo, se le atribuye a éste, como dogma de fe, la castidad y el celibato, cuando a lo mejor era un hombre como todos los hombres judíos de su tiempo, y María Magdalena fuera mucho más que una seguidora como tantos y tantas. (María Magdalena o quien fuera.) Punto a favor de Dan Brown, Saramago, Irving Wallace y Kazantzakis.
O, por ejemplo, la atracción hacia el sacerdocio (minoritaria o no) de personas que algún problema de relación tenían con las mujeres, de atracción a los hombres o que precisaban de una cierta protección institucional para desarrollar sus costumbres amorosas, sexuales o sentimentales. Sin contar con que, además de la protección, el sacerdote suele ser el centro de muchas comunidades, un terreno fértil para la caridad, pero también para la cacería.
Un hecho sintomático es la terrible misoginia que campea en la teología tradicional católica. El extremo (que ya se ha citado en este blog) es el Malleus Maleficarum, el manual para la persecución de brujas en la Alemania del siglo XV. A lo largo de sus páginas hay decenas de citas de algunos de los grandes teólogos en las cuales se respira un desprecio y un odio hacia las mujeres que, a la luz de cualquier pensamiento actual, resulta aterrador, sobre todo cuando uno se entera de que el Malleus fue sancionado ni más ni menos que por el papa Inocencio VIII, y por lo tanto todo lo que se dijera en él adquiría carácter dogmático. (En la entrada de la Wikipedia se registra que el papa nombró cardenal a su propio nieto cuando éste tenía 13 años de edad. Y desde hacía siglos estaba prohibido que tuviera nietos...)
Entre otras cosas perversas, en el Malleus se registra que el demonio entra en el mundo a través de las mujeres, que éstas tientan a los hombres para perderlos, que tienen el infierno entre las piernas (¡es casi textual!, ¡no me estoy inventando nada!) y que sólo de los hombres puede espararse lealtad y, sobre todo, amor sincero. Luego se pone a recomendar métodos de tortura, como arrancar trozos con ganchos, introducir cosas por donde se pueda y otras linduras. Se dice que a su amparo fueron ejecutadas entre 600,000 y 9,000,000 de personas. La última cifra suena excesiva, pero hay algo cierto: casi todas esas personas que pasaron por las garras de la Inquisición eran mujeres.
Hay gente que sonríe con picardía cuando se habla de los curas de pueblo que tienen varias sobrinas y una docena de ahijados que curiosamente se parecen a él; si se lo ve bien, es normal que un hombre con todos los atributos busque pareja, compañía o lo que sea, pero en esos casos --que no son pocos-- el sacerdocio es una patente de corso y a la vez un modo de evitar las responsabilidades que cualquier otro mortal tiene hacia sus esposas, amantes e hijos. Igual están los que dejan el ministerio, se casan y no se andan con cosas; descubren que ese lado del sacerdocio no es para ellos, y toman una decisión.
Un fenómeno frecuente, según me cuentan amigos que han pasado por el seminario e incluso se han ordenado, es el de la homosexualidad, que para los católicos no existe si no se ejerce, y allí está la castidad como escudo para evitar que los sacerdotes sigan sus necesidades y pequen. En lo personal, conocí a un sacerdote en activo que vivía en la misma casa que otro sacerdote en activo, y eran evidentemente una pareja. Fuera de casa se trataban con cierta distancia; en casa, el otro sacerdote se comportaba como una señora, hablaba con mi amigo como si fuera su señora y a veces hacía berrinches y protestaba porque no le ponía atención o no había recogido no sé qué en el baño. No, no lo estoy inventando. No, no voy a decir nombres; ambos son académicos reconocidos, son gente productiva y se llevan bien. Y son gente de edad mucho más que adolescente, por lo que ya sabrán lo que hacen y lo que no. ¿Por qué me dejaron ver ese lado de su relación? Quizá porque soy ateo y porque sabían que no iba a echarlos de cabeza, y algo más importante: no tenían muchas oportunidades de mostrarse como pareja, porque su círculo era más bien cerrado; siempre, en algún momento, se necesita no sólo de testigos, sino del conocimiento y la aceptación de alguien, y no sería yo quien los reprobara. (Debo decir que con la señora no me llevaba bien. A veces sobreactuaba.)
Hay una obra interesante, el Libro del amigo y del Amado, de Ramón Lull (aquí se encuentran algunos fragmentos), que se muestra como una obra de amor a Dios y de un modo de "enamorarlo". Cuando lo leí por primera vez, hará unos diez o doce años, me pareció que era un libro de amor a secas, dedicado a una persona en particular, con el amor que un alguien de carne y hueso le puede tener a otro alguien de igual calidad, no a un Dios. Lo más cercano que encuentro es el Cantar de los cantares, de una belleza profana y poco acorde con lo que pueda decir el dogma. Salomón le escribió a la mujer a la que amaba, y me da la impresión de que Lull lo hizo pensando en el hombre al que amaba; a un Dios se le habla de otro modo.
Y está el problema que siempre se ha sabido, pero contra el que rara vez se toma medida alguna, porque allí está el resto de esa sociedad de hombres solos para proteger a los suyos: el de la pederastia. En los últimos años tuvo alguna difusión, pero rápidamente se acalló todo lo que se pudo, mediante tratos en efectivo, algunas condenas morales mínimas y la minimización de los hechos por parte del Vaticano. El hecho de que éste haya denunciado tan abiertamente a Marcial Maciel, el fundador de la Legión de Cristo, es un hecho inédito, y ojalá que no sea aislado.
En un comentario a uno de los posts anteriores, alguien pregunta de qué sirve saber todo esto. No tengo una respuesta para eso. La mía, la personal, la que me doy a mí mismo, es que no me da confianza una sociedad de hombres solos que ha durado tanto tiempo, que tiene tanto poder y que históricamente ha servido como órgano represor del pensamiento, entre otras muchas cosas. Hay demasiadas muertes arbitrarias de por medio --por las que nadie ha pedido siquiera disculpas--, durante demasiados siglos, y demasiado juego político profano para que quiera acercarme; anoche, para no ir más lejos, vi un programa acerca de las ligas del Vaticano con la logia masónica Propaganda Dos, la relación con fraudes monetarios y el asesinato de varias personas, y otro acerca del secuestro de Aldo Moro. Qué sé yo. Podría citar varias decenas de cosas, e igual habrá alguien que diga que no, que son hechos aislados y que todo está cambiando. No me lo parece.
Hay algo cierto: cuando un sacerdote se pone a hablar acerca de cómo debe funcionar una familia, cómo se debe educar a los hijos, cómo se debe llevar una pareja, me pongo a oír otra cosa o paso la página del periódico. ¿Qué va a saber él de eso? Y, si lo sabe, ¿con qué autoridad moral me lo va a decir?
Y por suerte se acabó la gripe; creo que después de ésta me gané un boleto a alguno de los lugares con los que lo amenazan a uno cuando va a misa, especialmente si es creyente. (Por eso no voy a misa ni soy creyente.)
¿Qué pienso de la iglesia popular, de la teología de la liberación y todo eso? Nada en especial. Mi vocación es la literatura, y pienso poco en otros temas. (Ahora, por ejemplo, debo resolver si un cuento que escribí hace unos días será un cuento o lo convierto en una novela. Es decir: si lo hago engordar o lo pongo a crecer, respectivamente. También estoy revisando materiales de gente de La Casa del Escritor, textos ya terminados, y estoy preparando el plan para el año próximo. Es necesario darle un giro al proyecto. Y tengo varios libros pendientes para leer. Y tengo que arreglar un par más para su publicación o reedición. Y hay un artículo que debo escribir esta semana para la revista Cultura, y preparar el informe semestral, y el jueves y viernes tenemos unos recitales y vamos a armar una comida para varios poetas. Y mañana es mi descanso, e iremos con Valeria a dar una vuelta en lo que Krisma sale del trabajo, y nos comeremos una rica pasta con camarones en un lugar que ya sabemos. Eso sin contar con la música que estoy armando, un funk al más viejo y tradicional estilo, que ya pondré por aquí. Y tengo un par de temas para este blog, que no deja de ser literatura. Nunca ha sido otra cosa.)

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Acerca del caso Maciel, aquí hay una nota acerca de los abusados por el fundador de la legión de Cristo.

20 de mayo de 2006

A fuego manso

La Legión de Cristo ha reaccionado con rapidez y obediencia cristiana a las acusaciones contra su fundador, Marcial Maciel Degollado, en un comunicado publicado aquí. Básicamente dice que el sacerdote, siguiendo las enseñanzas de Jesús, no va a contestar nada, como no lo ha hecho ante las múltiples acusaciones que ha recibido a lo largo de años, ante las cuales ha reiterado su inocencia aunque, según el Vaticano y testimonios de sus abusados, son ciertas.
Las denuncias tardaron entre cuarenta y sesenta años en ser escuchadas (ya habrá alguna cosa en la Biblia que pueda usarse para justificarlo; siempre hay algo), y ahora se dice que, a causa de la avanzada edad de Maciel, el Vaticano no hará un proceso en su contra (como se creía en el post anterior), pero lo invitó a que se retirara del ministerio y se dedicara a una vida de oración y penitencia. La respuesta de la Legión de Cristo es de lo más digna:
Con el espíritu de obediencia a la Iglesia que siempre le ha caracterizado ha aceptado este comunicado, con fe, con total serenidad y con tranquilidad de conciencia, sabiendo que se trata de una nueva cruz que Dios, el Padre de Misericordia, ha permitido que sufra y de la que obtendrá muchas gracias para la Legión de Cristo y para el Movimiento Regnum Christi.

Una nueva cruz...
Lástima que la Legión deba obediencia al papa y prefiera la humildad cristiana a la justicia pagana, o podría hacer una denuncia contra algunos de los culpables de que Maciel deba cargar esa cruz, como algunos de sus acusadores, digamos los que aparecen aquí y en otras partes que por ahora no voy a buscar, pero que el lector puede encontrar en Google. Ahora son señores y alguno ya murió, pero en ese entonces eran incitadores y sucios treceañeros en busca de respuestas, y las que obtuvieron los llenaron de más dudas y de un dolor que quizá aún no superen. (Una prueba terrenal que les dará puntos a la hora de morir, supongo; no sé si lo de las bulas aún funcione, pero seguro que unos años de purgatorio se habrán ahorrado.)
Ya sabemos que levantar falsos testimonios y mentir (el octavo) lleva a la gente al infierno, así que es previsible lo que le va a pasar a los que han ofendido a Maciel. Claro que, al igual que éste, les dan una buena salida: arrepentirse de corazón en el último momento y salvar así su alma.
El comunicado de la Legión no indica ya no arrepentimiento, sino siquiera reconocimiento alguno, de su fundador; pero la puerta del arrepentimiento siempre está abierta, y que se frieguen los treceañeros a los que les cambió la vida abusando de su poder moral. Lástima que, vista como la ve la institucionalidad católica, la pederastia no sea un asunto de los humanos, sino de Dios, o el tipo ya estaría en la cárcel junto con docenas de curas más, ya denunciados, algunos condenados y otros que han viajado a Roma a acogerse al asilo vaticano.
En el sitio dedicado a la Legión de Cristo hay una serie de cartas, discursos, etcétera, de Maciel (los encuentra aquí), y hay uno en especial donde habla de cómo encontró su vocación cuando era un adolescente como los que sedujo en nombre del amor a y de Dios:
«¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?», inquiría Jesucristo a sus oyentes. Me daba cuenta de que yo podía escoger entre dos caminos. Uno, el camino fácil del "tirar adelante" por la vida, sin mayor preocupación: buscarme una buena fuente de recursos para mi sustento y, eventualmente, para asegurar el futuro de una familia; tratar de ganar buen dinerito; soslayar del mejor modo posible las penurias de la vida; y gozar al máximo los pocos años que tenía delante de mí. El otro camino se presentaba, con mucho, más arduo y escabroso. Se trataba de construir la vida, minuto a minuto, mirando hacia la eternidad. Tomar cada instante de mi tiempo como una oportunidad que Dios me concedía para hacer algo por Él y por el bien de mis hermanos. "Invertir", por así decir, cada segundo, en algo constructivo, en algo que sirviera para los demás, y me asegurara, además, la vida eterna. La opción era clara.

Ojalá que exista esa vida eterna de la que habla. Y ojalá Dante haya sido piadoso en sus descripciones.
O, como diría la abuela Mina, "que Dios lo ponga a fuego manso".

19 de mayo de 2006

El Vaticano degrada a cura por pederasta...

...y es ni más ni menos que el fundador de la Legión de Cristo, Marcial Maciel, como se lee aquí, en un artículo de La Jornada de México.
Bien siniestro --y quisiera decir que sintomático-- el asunto. Según la nota, Maciel fue acusado de pederastia desde que era seminarista, hace más de sesenta años, y diversas investigaciones no llegaron a ningún lado o no se hicieron. La nota dice que el actual papa (Benedicto XVI, creo; siempre se me va el número) trató de enjuiciarlo cuando era director de la Congregación para la Doctrina de la Fe (la Inquisición, pues), pero Maciel fue protegido por Juan Pablo II. Y ahora que es papa lanzó todo el poder y la ira de la Inquisición contra él: lo degradó a laico. ¿Dónde quedaron los tiempos en que a la gente se la quemaba por menos de eso (por ser pobre, digamos), cuantimás por algo tan grave? No veo que ser "civil" resulte un castigo lo suficientemente fuerte para alguien que ha depredado niños durante sesenta años, ni siquiera si se incluye un par de reglazos en las manos.
Lo que cabe preguntarse es si las revelaciones y la degradación son un asunto de moral y justicia o de índole política: Juan Pablo II dejó todo listo para que su propia beatificación y canonización fueran a toda velocidad, y al parecer el papa actual iba a seguir sus designios. Pero una mancha de ese tamaño en el expediente puede frenarlo, si se usa de la manera adecuada. Es lo que habrá que ver; Juan Pablo II como santo no me da mucho el perfil.
Hay algo bien bonito ("folklórico", diríamos) en el caso de Maciel: la Legión de Cristo estaba impulsando la canonización del beato Ricardo Guízar y Valencia, que es ni más ni menos que su tío, y --¡agárrense!-- la beatificación de Mamá Maurita, que es ni más ni menos que su mamá. La mamá de Maciel, no la de su tío. Si Freud está en lo cierto, la señora sería lo menos beatificable que habría en la cristiandad, a juzgar por los resultados de su maternidad, así haya tenido 19 hijos (sí, esos tuvo) y sólo uno --el más santo-- le haya salido chueco.
En la biografía materna hay una entrada que vale la pena reproducir:
16 de junio [1977]. Consagra su vida a Dios por las promesas de pobreza, castidad y obediencia, en el Movimiento Regnum Christi.
Hacer votos de castidad a los 82 años para muchos sería un sacrificio terrible, pero para otros sería redundante, me da la impresión, sobre todo con una vida de santidad como la suya y estando en vísperas de la muerte.
Lo de las autobeatificaciones y canonizaciones recuerda un poco, con más "poder moral", al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, quien según la guía Guiness (lo recuerdo y lo busqué aquí, pero no lo hallé) se dedicó a sí mismo cerca de dos mil estatuas (beatificar a la mamá no se diferencia mucho excepto por los materiales usados) y, cuando murió su hija, trató de beatificarla, con solicitudes al Vaticano y todo, que fueron ampliamente ignoradas. Enojado, puso a la muchacha en las monedas de uso (tuvo que quitarse a sí mismo de algunas, supongo) y le daba el título de santa.
Juan Pablo II y su gente hicieron todo lo posible para que la Tercera Profecía de Fátima se acomodara al atentado que sufrió en 1981, de modo que la muerte del papa podía significar, ni más ni menos, el fin de todos los tiempos, así que qué bueno que sobrevivió.
Ah: el mundo se iba a acabar en 2005, según la profecía (o según como se lea), o sea justo el año de la muerte de Juan Pablo II.
Vanidad, tu nombre es... uh... ¿Qué tienen que ver las mujeres en todo esto? Lo que se ve es a hombres megalómanos embelesados por sí mismos, laicos y religiosos, pedófilos o no.
Por cierto, se acerca el día marcado por el número de la bestia: el 6 de junio de 2006 (6-6-6). Me pregunto si el apocalipsis funcionará igual para chinos, musulmanes y judíos, que tienen un calendario diferente.
(Creo que en esta gripe me está agarrando lo anticlerical. Espero que no dure mucho.)

18 de mayo de 2006

Festival de video

Después de pensarlo mucho y de considerar todo tipo de cuestiones, los del taller de guiones de La Casa del Escritor decidieron (decidimos, qué) entrar en el certamen de video que se realizará a partir del próximo viernes. Cada quién necesita a su asesino, de Carlos Guardado, entrará en la competencia, y se exhibirá el miércoles de la próxima semana.
En el taller de La Casa, como está dedicado a los guiones, conocemos el video que se presentará el próximo jueves como "el de Carlos", porque su guionista es Carlos Guardado, y en el programa se le da el crédito al director, que es Rebeca Torres, que tiene un ojo bastante bueno y también es una guionista notable. El actor principal es el narrador Salvador Canjura. Hace un papel tan bueno que a partir de entonces sólo permite que le den de tomar agua de Evian a 6.5 grados centígrados cuando descansa en su camerino, que en la puerta tiene una estrellita con su nombre y al cual no puede entrar nadie con los zapatos puestos. (Salvador actúa en varios más, incluso en uno del que hizo el guión, La hija de Hausmann. En este último Carlos Guardado hace un papelazo, y está lleno de poetas en el elenco: Carlos Clará, Susana Reyes, William Alfaro y Nelson Ochoa. Y Nelson tiene dos videos también.) Actúan también Silvia Salazar, Carolina Villeda (la mejor amiga de Krisma) y el poeta Jorge Galán en el papel de malo. Jorge es de una timidez apabullante, y sé que con su participación le debo los favores que quiera de aquí al big-crunch. Era la única persona que podía haber hecho el papel, y si ven el video se enterarán del porqué.
Lo de los videos que han salido del taller de guiones tiene su chiste. Después de hacer los primeros guiones, se decidió que se producirían, con varias condiciones:
1. Se harían estrictamente con los recursos que tuviéramos, ni un alfiler más. En este caso, dos cámaras de video de 8mm (Handycams, pues), la ropa que tuviéramos, la luz que hubiera y la escenografía con las cosas de nuestras casas... y en nuestras casas o en La Casa del Escritor. La idea era, además de darle rapidez a la producción, que los guiones fueran el eje del asunto, y también aprovechar las limitaciones como parte de los recursos positivos. Es divertidísimo.
2. La actuación la harían los propios guionistas o amigos a los que se lograra convencer. Nada de actores de teatro, que es lo usual en el país. Además de que los guionistas supieran lo que se siente estar en medio de una historia que uno mismo escribió, hay algo crucial: los actores de teatro están entrenados para que los vean en auditorios, no en una cámara, y una actuación que sería buenísima en un teatro es terriblemente exagerada en un close-up. Lo que hemos logrado es mucha naturalidad, y la falta de entrenamiento actoral se compensa poniéndole énfasis a la parte visual y --de nuevo-- al guión. Allí es donde entra el ojo de Rebeca.
3. La edición se haría en las computadoras que tuviéramos a mano, en este caso la mía. (Carlos Guardado acaba de comprarse una que de seguro entrará en el asunto. O eso espero, porque me queda poco tiempo para la edición.)
Ahora estamos terminando la primera etapa, que es la de hacer nuestros propios videos con los recursos que tengamos. O sea: aprender a hacer guiones, videos y edición. Ahora entraremos en la segunda etapa, de la que hablaremos después.
Por de pronto, van los nombres de los miembros del taller: Rebeca Torres, Osmín Magaña, Nelson Ochoa, Salvador Canjura, Ricardo Hernández y Carlos Guardado.
El programa del festival de video es el siguiente:

Viernes 19 de mayo. 6:30 p.m. Auditorium del Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán.

Sin sostén. Muestra Videoteca del Sur. Animación. México. 6 min. René Castillo – Antonio Urrutia. 2003.- El cuento de lo que quiero y no quiero (competencia). Animación. El Salvador. Ricardo Barahona. 4 minutos. Museo de la Palabra y la Imagen. 2005.- Un día de soledad (competencia). Ficción. El Salvador. 20 min. Heinz Kobernik. Brutal Pop Films y Trípode Audiovisual. 2006. Consejo vecinal. Muestra Videoteca del Sur. Ficción. Argentina. 12 min. Emiliano López. 2000.- Monte Rouge. Ficción. Cuba. 15 min. Eduardo del Llano. Sex Machina Producciones. La Habana, Cuba 2004.

Sábado 20 de mayo. Hora: 6:00 p.m - 9:00 p.m. Auditorium del Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán.

Resucitaré en mi pueblo (competencia). Documental. El Salvador. 18 min. Judith Ochoa. Audiovisuales UCA. 2005.- Co(razón) Collage (competencia). Documental. El Salvador. 14 minutos. Norman Douglas Badía. Diciembre 2004. Taller de los Vagos.- La sangre en el cuerpo (competencia). Ficción. El Salvador- E. U. A. 80 min. Edwin Arévalo. Cinematográfica Films. 2005.- Ella. Muestra Videoteca del Sur. Ficción. Venezuela. 12 min. Alejandra Szeplaki.
2004.- Tonatiú, colores en la oscuridad (competencia). Documental. El Salvador. 40 min.
Carlos Funes Velasco. Primer Plano Producciones. 2004. Atrapar un ruiseñor. Ficción. Costa Rica. 20 min. Gustavo Fallas. 2005. Una mirada al nuevo nosotros. El Impacto de las migraciones (competencia). Documental. Santiago Gutiérrez y Carlos Figueroa. 15 min. Meridiano 89. 2005. Vida de una compañía de baile flamenco. Documental. España. 15 min. Ana Sedeño y Adel Khader. 2005.- Arte y Fronteras (competencia). Documental. El Salvador- E. U. A. Tomás Guevara. 32 min. Ángulos Films. 2005.- Cómo comer carne (competencia). Ficción. Cuba-El Salvador. 5 min. Paolo Hasbún Comandari. 2003. EICTV de San Antonio de los Baños, Cuba.- Sólo. Muestra de directores latinos residentes en Estados Unidos / Videoteca del Sur. Ficción. Estados Unidos. 19 min. Wilson Burbano.- La Honra (competencia). Ficción. El Salvador. 14 min. Sergio Sibrián. Contra Luz. Producciones y Cinemateca de la Universidad de El Salvador. 2005.- Julia Quebrado. Animación. Costa Rica. 3 min. Marcos Arias. Posdata producción audiovisual 2005. Tomás extrañado. Animación. Costa Rica. 3 min. Marcos Arias. Posdata producción audiovisual 2005.- American Children (competencia). Video clip. El Salvador. David Gallardo. 4 min. RL Audiovisual. 2004.- Berlanga Mute (competencia). Ficción. El Salvador- Cuba. 3 min. Luis Enrique Molina. Como operado del cerebro Producciones EICTV. 2004.- La Maldita Circunstancia. Muestra de la EICTV. Ficción. Cuba. 13 min. Eduardo Eimil. (Cuba). EICTV 2002.- Sophia (competencia). Animación. El Salvador. Danilo Girón. 3 min. 2003.- Cerrojos (competencia). Ficción. El Salvador. Claudia Verónica Barrientos. 20 min. Fundación Julia Díaz Massini Producciones y Claudia Barrientos.- 2006. Gente que llora S. A. Muestra EICTV. Ficción. Cuba. 20 min. Harem Khralche Ruiz-Zorrilla (España). EICTV. 2003.

Lunes 22 de mayo. Hora: 6:00 p.m - 9:00 p.m. Auditorium del Museo Nacional de
Antropología Dr. David J. Guzmán.

Doble llave y cadena. Documental. Costa Rica. 42 min. Hernán Jiménez. Doble llave producciones. 2005.- Dopado (competencia). Video clip. El Salvador. 5 min. Francisco Morales. Trípode. Audiovisual. 2004.- La Decisión 2006 / Vocalizando (competencia). Animación. El Salvador. 50 seg. Diego. Brito. White Producciones. 2006.- Margarita (competencia). Video clip. El Salvador. 3 min. David Pinto. Relativo Films. 2005.- Detengan la guerra (competencia). Video clip. El Salvador. 5 min. Trípode Audiovisual. 2005.- Es Tan Fácil (competencia). Video clip. El Salvador. 3 min. Davi Pinto. Relativo Films 2004.- Sufrir me tocó pero sigo siendo el rey. Muestra de directores latinos residentes en Estados Unidos / Videoteca del Sur. Ficción. Estados Unidos. 14 min. Diana Logreira.

Martes 23 de mayo. 6:00 p.m - 9:00 p.m. Auditorium del Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán.

De la sombra a la luz, el VIH y la mujer (competencia). Documental. El Salvador. 11 min. David Mártir. Audiovisuales UCA. 2005.- Tu ausencia me mata (competencia). Ficción. El Salvador. 16 min. Roberto Dávila. DVR y 100% Fat free producciones. 2004.- Quítate el zapato. Video clip. El Salvador. 3 min. Josué González. 2003.- Paraísos Perdidos. Documental. El Salvador. 30 min. Jorge Dalton. Cofradía de San Simón El Salvador y Whith a little help from my friends Producciones El Salvador. 2005.- USUL (competencia). Animación. El Salvador. 8 min. Sergio Arístides Rosa/ Hans Rosemberg.- Muestras de trabajos de X Alfonso (Cuba). Videoclips. X Alfons. ADN Films. Cuba: Ya déjame. Civilización. Esta es mi ciudad. Salvando el alm.- Fiestas agostinas de ayer y hoy (competencia). Documental. El Salvador. 8 min. Rocío Rivas de Yun. Audiovisuales UCA. 2005.- In any house. Muestra de directores latinos residentes en Estados Unidos / Videoteca del Sur. Ficción. Estados Unidos. 13 min. Luis Ulloa. 2003.- NA-NA. Ficción. Cuba. 17 min. Patricia Ramos. 2005.

Miércoles 24 de mayo. Hora: 6:00 p.m - 9:00 p.m. Auditorium del Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán.

El otro, el que yo soy. Ficción. El Salvador. 12 min. Alexia Miranda. Indigo Producciones. 2006.- Desarrollo sostenible. Experiencia del Japón en El Salvador (competencia).
Documental. El Salvador. Salvador Castellanos. 48 min. Salvador Castellanos producciones. 2006.- Habilidades para la vida. Documental. El Salvador. 5 min.. Sergio Sibrián y Noé Valladares. ACISAM. 2004.

Y aquí estamos:

Cada quien necesita a su asesino (competencia). Ficción. El Salvador. 7 min. Rebeca Torres. 2006.

Freelance. Muestra de directores latinos residentes en Estados Unidos / Videoteca del Sur. Ficción. Colombia. 22 min. Adolfo Gallego. 2003.- Acostumbra llover. Experimental. Guatemala. 3:50 min. Alejo Crisóstomo. Casa Comal y La Lupe.- Que bonito fuera (competencia). Video Clip. El Salvador. 4 min. Edson Amaya.- Sala Vacía (competencia). Documental. El Salvador. 14 min. Guillo Martillhoz (Colectivo Calle Arte). Lady Anfeta producciones, Bramar N Droguin Producciones Martillhoz Films. Calle Arte. 2006.- ¿Me amas? (competencia). Ficción. El Salvador. 40 min. Pepe Montoya. Omega. 2006.

Jueves 25 de mayo. 6:00 p.m - 9:00 p.m. Auditorium del Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán.

Lerack (competencia). Animación. El Salvador. 16 min. Alex Soto. 2006.- Virtualito (competencia). Animación. El Salvador. 2 min. Ricardo Clement y Pepe Montoya. Omega. 2005.- Corazón (competencia). Video clip. El Salvador. 3 min. David Pinto. Relativo Films. 2005.- 25 años de Impunidad (competencia). Documental. El Salvador. 22 min. Olga Chacón. Audiovisuales UCA. 2005.- La Escritora (competencia). Ficción. El Salvador. 2 min. Danilo Girón. 2003. Vocalizando (competencia). Animación. El Salvador. 53 seg. Juan Carlos García. Roonol Estudio. 2006.- Alicia en el país de las oportunidades (competencia). Ficción. El Salvador. 26 min. Raúl Sanabria Bonilla. Ojo Kerke. Fundación Julia Díaz, ID Música. 2006.- A dos cuadras y media. Ficción. México. 10 min. Tito González. Miguel Angel Ornelas. 2004.- La manzana azul. (competencia). Documental. El Salvador. 43 min. Tomás Guevara. Angulos Filme. 2006.- José Manuel, la mula y el televisor. EICTV. Documental. Cuba. 13 min. Elsa Cornevin (Francia). EICTV. 2003.

Viernes 26 de mayo. Hora: 6:00 p.m - 9:00 p.m. Noche de clausura. Auditorium del Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán

26/04/86 Una primavera en la memoria. EICTV. Documental. Cuba. 21 min. Ariane Mondo (Brasil). EICTV. 2004.- CRUCERO/CROSSROADS. Muestra de directores latinos residentes en Estados Unidos / Videoteca del Sur. Documental. Canadá. 28 min. Ramiro Puerta.

Exhibiciones Auditorium ICAS – UCA. martes 23 de mayo de 2006. 4:00 – 6:00 p.m.

LA OFRENDA. Ficción. Estados Unidos. 16 min. Alejandro Fernández. 2003.- Medio Tiempo. Ficción. E. U. A. - El Salvador. 45 min. Francisco Menéndez. 2001.- Me Arte en la pared. Documental. El Salvador-Cuba. 25 min. Jorge Dalton. Whith a little help from my friends producciones El Salvador. 2005.- ROKUNGA, EL ÚLTIMO HOMBRE PÁJARO. Animación. Chile. 7 min. Edwin Gómez Viñales. 2004.- Artesanía contemporánea Taiwanesa. Documental. Taiwan. 20 min. Jin Kwong-Wai yu. 2005.

Exhibiciones Auditorium ICAS – UCA. Jueves 25 de mayo de 2006. 4:00 – 6:00 p.m.

Historia chiquita que cruza el océano. Documental. Uruguay-España. 45 min. Sesi Bergeret. 2004.- Una entre miles de historias sobre la migración. Cuando yo soñaba un mundo al revés. Documental. El Salvador-Cuba. 25 min. Jorge Dalton. Whith a little help from my friends producciones El Salvador. 2005.- Un día sin un mexicano. Ficción E. U. A. - México. 30 min. Sergio Arau. Arau - Arizmendi. 1997. Línea de teléfono. Ficción. Argentina. 17 min. Marcelo Brizante. 1996.

16 de mayo de 2006

A propósito de revistas...

...hay una muy buena, anual, titulada Nuevo mundo, que se puede encontrar aquí. Los anuncios de su aparición me los manda la doctora Elizabeth Burgos, antropóloga, una de las mentes más lúcidas (y a veces más doloridas) de América Latina. Ella es la autora de Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, que sin duda fue importante para que Menchú obtuviera el Nobel de la Paz en 1992. La doctora Burgos, luchadora social de vieja data, sufrió después injustos (me parece) ataques de Menchú y de los "menchuistas", pero su lucidez ha permanecido intacta. Como muestra, en Nuevo mundo aparecen interesantes artículos suyos, como éste y éste. (Ella colaboró, entre otras cosas, con la guerrilla del Che, y también con la de Douglas Bravo en su natal Venezuela, y desde luego con la de Guatemala; fue amiga durante muchos años del comandante Rolando Morán, del EGP.) Veo aquí un comentario del escritor guatemalteco Mario Roberto Morales sobre el primeros de los ensayos mencionados; fue Mario precisamente quien me presentó a la doctora Burgos, una vez que estaba trabajando (yo) acerca del testimonio como género literario. (No estoy de acuerdo en que lo sea, y eso involucra a gente que ha tratado mal a la doctora Burgos. Algún día explicaré por qué.)

Las revistas, El ojo y los blogs

El ojo de Adrián, la revista virtual que apareció hace un año como alternativa a lo existente (o casi inexistente) en el país, anunció su último número. Me tocó colaborar con su lanzamiento, entre otras cosas poniendo dos números en Blogspot, el primero con mediana fortuna (ni idea de cómo se hacía una revista en forma de blog), el segundo con un poco más de suerte y al tercero Mayra Barraza lo agarró de mejor manera y yo me retiré.
Mi problema fue que desde los editoriales "El Editor" empezó a lanzar ataques que me parecieron de mal gusto contra quien se pusiera enfrente, y está bien, pero en ningún lado constaban los nombres del responsable o responsables de la publicación, y parecía que los colaboradores estábamos de acuerdo con los ataques. No sé los demás; yo no. Cuando dije que me retiraba y que muchas gracias, recibí ataques de "El Editor" y un cierto hostigamiento por correo privado.
Lo que me desconcertó en especial fueron las burlas al poeta David Escobar Galindo (hubo a más personas, como se puede ver aquí), en especial porque la otra mitad de "El Editor", el también poeta René Rodas, trabaja hasta la fecha en la Universidad José Matías Delgado, cuyo rector es Escobar Galindo. Pegándole al jefe, pero escondiéndose para que no se entere, no sea que tome represalias. (No las ha tomado.) El anonimato, entonces, no era un modo de protegerse de posibles ataques del "sistema", sino un acto de poca... uh... civilidad. (Iba a poner "de poca madre", pero me pareció muy brusco.) Aquí, al final de la página, vienen las justificaciones para no dar los nombres de "El Editor" y cosas bien feas para decirle a los colaboradores: que "ustedes lo que pasa es que son bien tontos y no entienden lo que de veras tratábamos de decir, que no es lo que les estamos diciendo que es, pero son tan tontos que no se van a dar cuenta".
Como sea, El ojo de Adrián apareció como alternativa a la revista Cultura, que por esos días se publicaría de nuevo tras varios años de marasmo, y hasta se habló de una posible desaparición. Unos días antes, Rodas y Carlos Cañas Dinarte, junto con Mayra Barraza, habían pedido que se "entregara" la revista al sector cultural, del que de algún modo se declaraban representantes. (Véase aquí.) Tuve una polémica en un foro con Cañas, en la que básicamente le decía que él no me representaba a mí (no sé a los demás), y que no tenía mi aval (no sé de los demás) para usarme para algo de lo que yo no tenía idea, o sea pedir la revista Cultura para un cierto sector cultural. Hasta donde sabía, en esa reunión (a la que no fui por asuntos de trabajo) iban a pedir que no desapareciera Cultura, no que había que dársela a Carlos o a Rodas. Lo que pasó fue bonito: Mayra me expulsó del foro "Arte con voz", donde se daba la polémica. Con El ojo quedó claro en lo que hubiera parado una revista de mucha tradición y peso, que ahora empieza a gozar de cabal salud.
Como sea o haya sido, no creo que Cultura (con todo y que está haciendo lo suyo) alcance para satisfacer las necesidades de revistas que algunos pudieran tener en El Salvador y para mantener comunicada a la gente del sector artístico salvadoreño, o simplemente para que los lectores lean. Las que hay son irregulares, y con frecuencia malas, no se sabe dónde encontrarlas, o son excluyentes o traen muy poco, o no llegan a ningún lado. Los periódicos no están llenando el vacío, y no sé si sea el caso.
El panorama parecerá desolador, y no lo es. En mi caso, me he armado mi propia revista cultural, y me la paso bien. Esa revista son varios blogs que visito con cierta constancia. Hay de todo, desde apuntes sueltos hasta crucigramas, pasando por críticas de películas, notas de viaje, poesía... La mayoría están escritos por salvadoreños. Hasta visito algunos que sé que no me van a gustar, como no todo lo de una revista debe gustarle a uno, y que contradicen las cosas en las que creo más profundamente; obligan a pensar y a cuestionarse lo que se da por hecho. (Igual soy necio y no cambio de opinión ni de ideas, pero tengo que pensar por qué.)
Por lo demás, le doy una ojeada a la mexicana Letras libres y otras que consigo impresas de vez en cuando, como la española Archipiélago, que es una verdadera joya. (La conocí cuando me pidieron una traducción que hice de una polémica entre Chesterton y Shaw realizada en 1928.) También Cultura, y hasta a El ojo de Adrián le daba una ojeada no muy minuciosa; era un tanto tediosa, quizá porque "El Editor" no era un editor, el problema por el que Cultura casi desapareció; hay que saber de edición para armar una revista que junte temas y gente, o se desarma entre las manos. (Eso no excluye lo que estoy diciendo de los blogs; nada más habla de lo que hace falta para hacer una "revista-revista".)
Los blogs son un modo interesante, y sin duda alternativo y gratuito, de crear una revista "a la medida", ya sea desde la lectura o desde la escritura. Sería bueno que la gente salvadoreña, como era la intención de El ojo, pudiera juntarse y armar buenas revistas virtuales en las que hubiera un movimiento, una discusión y un cuestionamiento constante. Pero pues no. Así que la anarquía sigue siendo la solución, y está más de acuerdo con el sentido original de internet.

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Otrosí: Ya escrito y publicado lo anterior, empecé mi tour por algunos blogs y reencontré dos textos de Denise Phé Funchal, una narradora excelente, que deberían encontrarse en alguna revista, pero no se encuentran: o no hay revistas o no se publican cosas tan chiquitas o no le publican a Denise o saldría demasiado cara la impresión para que el concepto se conservara. Aquí están Costumbre y Costumbre II.
Y hay más.

13 de mayo de 2006

1979. Diciembre


Por allí del 15 o 16 de noviembre de 1979 mi padre vino a El Salvador, aprovechando la apertura que había prometido la Junta Revolucionaria de Gobierno. La idea era pasar la navidad con la familia y regresar a México el 26, para estar con nosotros el año nuevo.
Bajó del avión y lo estaba esperando gente de la universidad, muy formal el asunto con el señor ex rector, y algunos cientos de estudiantes afuera y en las pistas. Después de un par de discursos, algunos jóvenes empezaron a hacer torres humanas y a pintar el aeropuerto (todavía el de Ilopango) con leyendas del Bloque Popular Revolucionario. Un montón de guardias los veía desde no muy lejos, y no creo que de buen humor. Pero como había apertura, pues había apertura, y ya verían cómo repintarlo, supongo.
(Mi padre me decía: "Lo que me daba miedo era que me cobraran la pintura. El sueldo no me alcanzaba para tanto." Más o menos la misma lógica que cuando le pregunté, siendo niño, por qué el capitán se hundía con el barco: "Porque se lo cobran. Imaginate lo que cuesta un barco...")
De regreso a San Salvador la manifestación se fue haciendo más y más grande, más bulliciosa y con más pintas del BPR. Lo llevaron a la universidad, más discursos, una comida y... todos empezaron a irse, y nadie se acordaba de que, ejem, le habían ofrecido protección, porque una cosa era que hubiera apertura y otra cosa que se la creyera. Estaba con la abuela Mina, a seis cuadras de la UES, pero igual no le gustaba la idea de caminar por los lugares por los que habían matado a un montón de gente, el rector Alfaro Castillo incluido. (Unos meses después asesinarían a Félix Ulloa, también rector.) Por fin aparecieron los que lo iban a cuidar y le prestaron un carro de la rectoría para que lo llevara a donde necesitara. (No sé si fuera usar fondos públicos para cuestiones personales, y veintisiete años después no creo que nadie quiera demandar a un señor que ya se murió. Sólo cuento lo que pasó.)
Se dedicó sobre todo a visitar a la familia, a varios amigos y dar algunas pláticas aquí y allá. En la foto aparece en la casa del tío Jaime Olivo, primo suyo (en realidad, y más bien, su hermano menor), creo que ya con unos tragos dentro. El propio tío Jaime me regaló la foto.
El asunto es que la casa donde vivía la abuela Mina se convirtió en el centro de un montón de inseguridad. Había carros de policía por todos lados, desde patrullas y vehículos civiles hasta algunos de gente... eh... un poco más a la izquierda que ellos, sin contar a los de a pie, de ambos bandos, y algunos que se peleaban los edificios para vigilar desde allí, supongo que con algo más que walkie-talkies. Y mi padre regresaba a casa a las dos o tres de la mañana, y la abuela histérica: un estornudo y aquello se convertía en una balacera épica. Así que el 22 de diciembre por la noche estaba esperándolo y le dijo: "Te vas mañana. Aquí está el pasaje. No aguanto ni un día más. Vas a pasar la navidad con tu familia." Y mi padre dijo sí, lo llevaron al aeropuerto y en el momento no le cobraron la pintura.
El 26 de diciembre, el día en que se suponía que iba a regresar, me llegó al periódico un cable que le llevé a mi padre; él hizo como que no le importaba, pero estoy seguro de que lo asustó: una bomba detonó en el carro en que lo habían llevado de un lado a otro, el de la rectoría, más o menos a la hora en que tenía que ir al aeropuerto. Después de todo lo de a pintura había sido importante.
Hay algo que me impresiona de esa foto: mi padre tenía entonces 44 años, casi 45, menos de los 46 que tengo ahora, o sea que podría ser mi hermano menor si no fuera mi padre, pinche dialéctica. Me recuerda un relato, creo que de Camus, en el que un hombre ya mayor va a la tumba de su padre, que murió en la Primera Guerra, y se da cuenta de que allí abajo hay los huesos de un chavo de diecinueve años, tres veces menor que él.
Todavía no soy tan viejo como para entrar en contradicciones, pero sé algo: fue rector a los 35 años, y tengo once más que eso. Hay cosas que ahora entiendo como los hechos de alguien terriblemente inteligente, pero aún inmaduro en más de un aspecto, y me desconcierta: sólo puedo verlo como una persona grande, "adulta", y me cuesta no verme, cuando recuerdo eso, como un chavo de 12 años.
Mi hija tiene ahora 18 años, y va a cumplir 19. A esa edad ya tenía un hijo para quien era todo un adulto... y él tiene ya 28 años. Y mi hijo tiene la edad que yo tenía cuando nació Eunice. Y entre los dos tienen mi edad actual.
No sé si pueda dormir bien; los números me confunden.
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12 de mayo de 2006

Thierry y Alain


En agosto de 2002 vinieron Thierry Davo (al centro) y Alain Mala (izquierda) a El Salvador. Thierry vino a dar un taller de lectura de Pedro Páramo para La Casa del Escritor (hay gente que lo recuerda y le brillan los ojos; fue excelente); ya había estado aquí los dos años anteriores, porque se pasaba los veranos en Costa Rica. Alain vino a que negociáramos la publicación de una serie de libros míos en su editorial, Cénomane, aprovechando que Thierry andaría cerca. Las negociaciones fueron tan arduas y tan encontradas que, con Thierry en el papel de intérprete, duraron unos quince minutos y se sellaron con un apretón de manos, como todo buen trato. En resumen, acepté lo que ofreció y el aceptó lo que le pedí.
Y es que con Alain es difícil ponerse mal; es un tipo espléndido. Cuando apenas apareció mi primera novela, la primera también que traducía Thierry, se aventó a publicarla en el plan de "hay que apostarles a estos jóvenes", aun sabiendo que a quién rayos se le iba a ocurrir comprarla y que lo más probable fuera que se quedara con buena parte de la edición en las bodegas. (Todavía hay ejemplares desde 1989...) Su rollo era otro. A través de Thierry se mantuvo informado durante años y un día decidió que era hora de publicar más cosas mías, y escogió para eso uno de mis libros menos comerciales y más experimentales, y luego otro, y otro, y en ésas estamos. Claro que es un fan abyecto de lo que se da en llamar "música contemporánea", y eso explicaría que le gusten las cosas raras. Para la música tiene un gusto excelente, y por esas fechas nos pasamos oyendo de las cosas más excéntricas que encontré en mi discoteca, que son varias.
La noche en que nos tomaron la foto estábamos revisando la traducción de Instrucciones para vivir sin piel, línea por línea y casi letra por letra, porque así es Thierry de minucioso, y Alain bastante peor. Habíamos cenado cualquier cosa (veo por allí unas salchichas fritas) junto con Krisma y mis hijos Eduardo y Margarita. Al terminar comenzamos con la traducción y... uh... a ninguno se le ocurrió recoger la mesa para tener más espacio, o sea que nos estuvimos hasta bien entrada la madrugada con el manuscrito en el pedacito de mesa que se ve libre. Me di cuenta al día siguiente, cuando pasé las fotos a la computadora. Como justificación se puede decir que cada cierto tiempo alguno de nosotros picoteaba un pedazo de salchicha o se servía un poco de refresco.
Unos días después de la foto Alain hizo un spaghetti a la bolognesa que durante un par de años fue la medida de cómo se debía cocinar en casa. Apenas pude quitarme el estigma un día en que inventé mi propio plato, unos camarones con uvas y papas en salsa blanca, y dijeron: "Bueno, casi como el spaghetti de Alain." Juro que son mejores mis camarones que su spaghetti, pero Alain ya había entrado a la categoría de mito, y así no hay quién pueda competir.
La otra foto me la acaba de mandar Thierry; la tomó después de la representación de Instrucciones para vivir sin piel que está dirigiendo Claude Esnault (el señor de barba). A la izquierda aparece Marie-Aimée, esposa de Alain. No conozco a ninguno de los dos, pero les agradezco todo lo que han hecho y hacen.

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Una receta de emergencia para una salsa agridulce:
A propósito del tema de la comida, hace unas semanas tenía que hacer un pollo rápido y rico, y no tenía salsas ni modo de hacerlas. Ni paciencia. Lo único que había era catsup (o ketchup), que compro en cantidades industriales, así que le eché al pollo una cantidad respetable de salsa y luego un chile chipotle pequeño, y cociné hasta que empezó a pegarse. Quedó excelente. Como podía ser casualidad, hace cuatro días (o cinco) repetí la receta y quedó incluso mejor. El secreto no está tanto en la salsa, sino en cómo se condimenta el pollo, friéndolo a fuego lento y dejando después que los condimentos se integren a la salsa. Los chefs se retorcerían de dolor, pero no está mal para una urgencia.
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11 de mayo de 2006

La tumba


Detrás del monumento que tiene en la cúspide a Rómulo y Remo amamantados por la loba, primera tumba a la derecha, desde la entrada del Cementerio de los Ilustres, está la que debería ser la tumba familiar, comprada por la abuela Mina a finales de los sesenta, según recuerdo. Tiene seis plazas, más un pequeño nicho que está al frente, del lado izquierdo.
Allí están enterrados tres hermanos de los diecinueve que tuvo la abuela (ella, nacida en 1915, era la menor): la tía Concha (de oficio sastre, además de sobadora reconocida en Mejicanos), el tío Lico (Federico), y la tía Tere, todos de apellido Molina.
Un día, cuando la tía Tere tenía 91 años, ya ciega, se estaba muriendo. Llegaron a verla los hermanos sobrevivientes (también el tío Polo, o Leopoldo, además de la abuela) para despedirse de ella. Era cosa de horas. La tía Concha, que tenía 79 años (fue quien crió a la abuela), regresó a su casa, dijo que tomaría una siesta... y se murió mientras dormía. La tía Tere fue a su entierro; se recuperó y vivió dos años más.
El tío Lico (el que seguía en edad a la tía Tere; era como cuatro o cinco años menor, y murió a los 89) tenía no sé qué en el estómago, y a lo largo de los años se lo fueron recortando. La paradoja es que él y su esposa eran dueños de la tienda más grande de Santiago Nonualco, y de las fincas donde se producían muchas de las cosas que se vendían allí: leche, quesos, cereales, pan. Todos los mediodías le servían toneladas de comida, y él apenas podía picotear aquí y allá algunos bocados de cada cosa. Y tenía un humor de perros bravos, con razón, supongo. Lo malo es que era su esposa, Tina, quien lo soportaba, hasta que se murió de cáncer, por allá por 1973 o 1974.
Al tío Polo le decían indistintamente Polo o Leo. Mi hermana juraba, hasta hace pocos años, que eran dos, y que eran gemelos. Era un tipo sensacional. Su oficio era el de coyote: estaba en una esquina del centro, llegaban a ofrecerle o a pedirle una casa para venta o para compra, ponía en contacto a los compradores y vendedores y se llevaba una comisión. También vendía carros o lo que fuera. Un día hizo la venta de su vida, a principios de los cincuenta, y se escapó a Cuba con una mujer mucho más joven. (Él era un par de años mayor que la abuela, o sea que habrá nacido en 1912 o 1913.) El dinero le duró un año, y se lo gastó como se gastaba el dinero en Cuba en esos tiempos si uno quería pasarla de lujo. Se acabó el dinero, la muchacha lo dejó y se regresó a El Salvador, a su esquina de siempre y a lo mismo, con un humor siempre envidiable. No sé cuáles serían sus relaciones familiares, porque siempre me llevé poco con los Molina, pero hay una hija suya que apenas estará llegando a los cuarenta años, y otras de la edad de mi madre (71) o mayores. Pelirroja, por cierto. Creo que no era de su esposa, o no de su primera esposa, porque se casó un par de veces. También se dedicó a cuidar a sus nietos mientras sus hijas estaban en Estados Unidos juntando dinero para llevárselos. Lo hicieron, y se lo llevaron a él también.
Hablo del tío Polo (o Leo) aunque no esté enterrado en la tumba porque la abuela hablaba con él y con sus hijas cada dos o tres meses; llamaba ella o llamaban ellos. Un día de tantos dejaron de llamar, y a ella le dijeron que se habían cambiado de casa y, no, no sabían dónde se habían cambiado. Creo que no quisieron decirle que el tío Polo se había muerto. En el entierro del tío Lico, el tío Polo le dijo a la abuela: "Ya estamos como la miss universo; sólo falta ver quién se lleva el premio."
Allí está enterrada también Nena, la hija mayor de la tía Tere. Era apenas cuatro o cinco años que la abuela, y murió a los ochenta, la que ha muerto más joven después de la tía Concha. Su esposo murió un par de años antes que ella, y era bastante mayor Y allí está también su esposo, el compadre Enrique (de apellido Rodríguez), un hombre bueno que se gastó toda su fortuna (un par de autobuses, un par de camiones de carga, creo que una tienda de abarrotes) en los años cuarenta para buscar a Nena. La encontró precisamente en Cuba, a donde se había escapado, unos años antes que el tío Leo (o Polo). Debió ser un lugar sensacional para huir, porque dos miembros de la familia son demasiados para tratarse de una coincidencia.
La característica del compadre Enrique (así le decían todos; la abuela era madrina de Napoleón, uno de sus hijos) era su humor optimista. Todo estaba bien, todo estaba a punto de solucionarse, la vida siempre era buena. No había modo de enojarlo o de ponerlo a llorar. La única vez que lloró fue cuando murió su hijo Roberto, en 1972. Había quedado totalmente paralizado siete años antes, cuando se estrelló en una moto contra el tren bala, en Villa Delgado (ahora Ciudad Delgado). Venía de dar una serenata (de eso vivía), el que iba manejando creyó que podía pasar antes que el tren bala y, cuando se dio cuenta de que no, se arrojó y se quebró un brazo o algo. La moto era de Roberto pero no quiso conducir porque había tomado y no quería causar algún accidente.
Roberto se dio de frente contra el tren. Junto con él se quebró una mandolina que le había regalado mi padre, que era precisamente lo que tocaba. Mi padre la había comprado con la intención de aprender él, pero nunca pudo pasar de la guitarra, y sólo de algunas notas y ritmos, así que se la dio a Roberto. Un día Roberto decidió que se iba a morir, se pasó una semana despidiéndose de todos y, listo, se murió. Pidió que lo enterraran con un traje de mi padre, y así fue; él ya estaba exiliado en Costa Rica. Roberto dejó un hijo, también llamado Roberto, igualito a él, que había tenido con una señora que un día llegó a dejarlo a su casa y sólo apareció años después, cuando Roberto hijo la buscó y la encontró ni más ni menos que en Ciudad Delgado. Ya muerto su padre, llevaba con ella una relación irregular, pero al parecer buena. Un día fue a verla y no regresó. Apareció en la morgue con un tiro en la base de la columna; unos guardias nacionales le habían dado la orden de detenerse y, como tenía problemas de sordera, no hizo caso. Lo mataron por sordo y por joven. Ninguno de los Robertos está en esa tumba, pero había que recordarlos.
La última a la que se ha enterrado allí es la abuela Mina, una mujer admirable, que murió hace poco más de dos años, a los 89 de su edad. Hay muchísimo que hablar de ella, pero hay una anécdota que la define.
Después de dos años de estar siempre a punto de morirse, por un motivo o por otro, cayó en coma. Tres, cuatro, cinco días, quizá más. Mi madre y el tío Mauricio arreglaron todo para su entierro, las cosas legales, etcétera, y mi madre debió regresar a Costa Rica por alguna emergencia. Cuando estaba allá, con el boleto listo para volver, la abuela revivió. Débil, pero revivió.
Se dio cuenta de que tenía aún asuntos que resolver, lo hizo (algunos no les gustaron a varios miembros de la familia) y un domingo, dos semana después de revivir, me fue a ver a La Casa del Escritor para regalarme un gato, Otelo. (Por cierto se fue de casa un par de días después de que llegó Valeria y, gulp, el día en que trató de hacerse el macho con Gizmo. La gata casi lo mata. Se fue a vivir a la casa de enfrente.) La gente de La Casa la trató de maravilla y ella, adicta al afecto, con todo y lo que le costaba recibirlo y darlo, lo disfrutó literalmente hasta el cansancio.
En el jardín había una flor de izote que le gustó, y le dije que se la llevara; el vigilante me ayudó a bajarla. La acompañamos en masa al taxi en el que la habían llevado y esa noche cenó izote hervido. Al día siguiente no desayunó, pero en el almuerzo pidió izote con huevo. Durmió el resto del día y el martes entró en coma de nuevo, como si nunca hubiera salido de él. Murió el sábado por la tarde.

Con toda esa gente de tanta edad, la primera persona enterrada allí fue mi hermana María Elena, la del nicho pequeñito que mencioné al principio. No sé nada de ella, excepto que se trató de un parto de 48 horas y que murió en algún momento entre su nacimiento y los dos días siguientes, según la versión que quiera aceptar. (Mi parto duró como media hora. El de mi hermana Ana, veinticuatro horas. El de Mauricio fue como de tres horas.) Mi padre y mi madre jamás hablaron del tema, y a estas alturas no quiero poner triste a mi madre preguntándoselo. Lo único que sé es que su placa tiene una sola fecha: 22 de mayo de 1958, año y medio antes de que yo naciera.
Son interesantes los simbolismos y el modo en que uno hace vivir a la gente de nuevo. Como ya dije, mi pseudónimo en las FPL era "Rafael", porque me parecía absurdo usar otro cuando todo el mundo me conocía. El de mi padre era Roberto, y era por Roberto Rodríguez y la mandolina y el traje con el que lo enterraron y una amistad bien rara, porque no tenían muchas cosas de qué hablar. A veces mi padre lo visitaba solamente para oírlo tocar un rato la mandolina, de un modo que él jamás alcanzaría, y era feliz con eso. El de mi madre era María Elena. Lo supe un día en que Mélida Anaya Montes llegó a casa y encomió frente a todos los presentes, familia incluida, "el trabajo de la compañera Ana María", un lapsus bastante feo, porque no debíamos conocerlo.
Tengo cientos de fotos en la compu, y varias decenas que a lo mejor quiera escanear. Ya pondré alguna otra.
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10 de mayo de 2006

1998


Esta foto fue tomada la noche del 18 de diciembre de 1998, el día en que salí de México hacia Costa Rica. En el orden de siempre, mi hermana Ana, mi hermano Mauricio, mi padre, yo y mi madre. Para ese entonces no lo sabíamos, pero mi padre ya tenía el cáncer del que moriría, el 7 de agosto de 2000.
Si se dan cuenta, allí yo no tenía canas, sólo algunas. La mitad de las que tengo me salieron en un mes, mientras cuidaba a mi padre, poco antes de su muerte. El resto me salió el día de su muerte. Creí que esas cosas sólo pasan en la literatura, pero no.
Y hubo otra mitad (sí, tres mitades; hay cosas que así son) que me salió el día de la muerte de la abuela Mina. Impresionante.
Sigo buscando fotos.
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9 de mayo de 2006

Todos tenemos un pasado...


...incluso Valeria. Aquí está en su primera foto, totalmente desnuda y rodeada de agua, tomada a las trece semanas de gestación. Y la médica le pegó a la fecha: había dicho que nacería el 9 de junio y nació el 11. O sea que ya falta un mes para que tenga dos años...
Está aprendiendo la palabra "pelo", por cierto. Ya sabe decir "raya" (para referirse a lo que dibuja) y "barba" (para referirse a la barba). "Agua" es todo lo que se toma y "pan" todo lo que se come, excepto las galletas, que son galletas. Todos los perros se llaman "Natasha". Y así hasta alcanzar más de una docena de palabras relativamente articuladas.
Hoy se durmió a las diez de la noche, cuatro horas más tarde de lo habitual. Nos divertimos un montón haciendo de todo: comer yoghurt, ponerse ropa de Krisma como gorros, cantar la canción de "El oso y la casa azul", fingir que llorábamos y ponernos a reír (empezó porque en efecto se golpeó un pie, pero cuando ya empezaba a ponerse consentida no aguanté la risa, etc.). De todo, pues, aprovechando la soltería.
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Musiquita

Mucho he hablado de que hago música, pero hablar es fácil, así que abrí una página en mp3.com. Allí hay varias cosas de las últimas que he estado haciendo, en especial música para videos y cosas así. Están armadas en varios programas: Fruity Loops 5 (o FL Studio 5; la versión 6 no me gustó), y últimamente una maravilla, el Reason 3.0. Este último tiene herramientas de equalización y procesamiento excelentes. De las canciones que están en la página, la "Balada vieja" está hecha en Reason. El encanto es que suene a gente reunida en un lugar cualquiera, que enciende la grabadora y se pone a tocar, y las herramientas que tiene el Reason para hacerlo son sensacionales. También el FL Studio tiene herramientas muy buenas, pero me parece complicadísimo, y lo que hago es procesarlo después en otro programa, el Adobe Audition.
También uso --y ya pondré por allí algunas piezas-- una maravilla que se llama Melody Assistant. Lo compré hace como siete años por quince dólares, lo más barato que hay para los resultados magníficos que da, y tiene varias actualizaciones anuales (gratuitas) que lo han hecho un programa poderosísimo. Mientras que para hacer algo en el Reason y el FL sólo se necesita apachurrar botoncitos o usar un teclado virtual (o real, pero no sé tocar teclados), en el Melody hay que hacer todo a mano, y eso es lo que me gusta. Uno escribe la partitura, y el proceso de escritura es a la vez el de ejecución y el de arreglo. Tiene un montón de cosas (ligato, stacatto, sostenuto, whatever) que se pueden aplicar a lo que se escribe y se oye, y unas bases de datos de sonidos bastante decentes.
Tiene también buenas herramientas para procesar el sonido, pero el Audition está hecho especialmente para eso, y hasta lo del Reason lo armo allí, por pistas. (Con el Reason, apenas regulo el volumen de las pistas o quito y pongo algunos agudos; con lo otro hay que ponerle más de ingeniería.)
La página de música, en fin, está aquí. Los archivos están en *.mp3 a 192kbps, que no es lo mejor, pero dan una buena idea de lo que se trata. Ya avisaré de las actualizaciones.

Instrucciones en escena


Ya Alain Mala --el editor de algunos libros míos en Francia-- me había avisado desde hacía algún tiempo que había gente trabajando en una puesta en escena de Instrucciones para vivir sin piel. Thierry Davo me avisó hace algunos días que sería para estos días, y le pedí que, si iba (vive en Reims), llevara una cámara de video y filmara lo que hubieran hecho. Y cómo no iba a ir, si es su otro autor, o el que ha puesto el libro en el único idioma en que se ha publicado hasta ahora. O sea: lo que se representó fueron sus palabras.
Por ahora me envió una copia del cartel. Me imagino que tardaré un tiempo en ver el video en buena definición (me enviará por internet, espero, algunos fragmentos en baja resolución), pero me intriga que habrá quedado.
Instrucciones es un libro basado sobre todo en lenguaje, con poca historia, aunque los personajes son fuertes. Y los personajes son o imágenes o ideas, y en todo caso posibilidades, hipótesis. Algo habrá en eso que permita traducirlo a teatro, si fue eso, que es ante todo acción. Cuatro actores y un director ofrecen algo interesante, al menos. Será interesante ver cómo se concretan en acción cosas que son básicamente ideas.
Estoy contento. Voy a poner un fragmento de Instrucciones en el otro blog.
Listo. Aquí está.
Y aquí está la versión de Thierry.
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