31 de agosto de 2006

La basura, la privatización y algunas hierbas

Buscando no sé qué, encontré un artículo de Lafitte Fernández fechado el 29 de septiembre de 2003, en el cual se prefigura el problema que ahora existe en San Salvador y anexas con la basura y el relleno sanitario, los precios y todo eso. Lo interesante es que Lafitte, con todo y que no es una persona de izquierda, habla de cómo se privatizó, para mal, el servicio de recolección de basura, en condiciones harto desfavorables para las alcaldías --y obviamente para el pueblo--, y que el responsable de esa privatización fue el FMLN, que ha manejado la bandera de la no privatización de servicios e instituciones.
Usted piense lo que quiera y comparta o no el análisis de Lafitte (que para mi gusto es un excelente periodista; trabajé con él un par de años y más o menos sé de lo que hablo); el artículo, que puede encontrar aquí, es una interesante advertencia clara de lo que está pasando.
(No, todavía no me he vendido a la derecha ni a nadie. De verdad digo lo que pienso. Y la señora Violeta Menjívar --que no es mi pariente-- bien podría comenzar a tomarse en serio su trabajo, digo yo; su ineficacia es desarmante. No, no voté por ella, ni por nadie; simplemente no voté en las pasadas elecciones, porque tenía cosas más interesantes que hacer, y además me toca en Panchimalco, no en San Salvador. No, no sé el nombre de mi alcalde; sé que el FMLN perdió y que ganó ARENA, en un lugar donde la izquierda ganó con un 60% en las elecciones anteriores. Y, sí, Lafitte me cae bien, y también cree en lo que dice, y eso lo respeto.)

28 de agosto de 2006

El escarabajo de oro


"-¿Ha oído usted hablar de algún tesoro importante que haya sido desenterrado a lo largo de la costa?
"—Nunca."
Edgar Allan Poe

-----
Sí, lo fotografié en la sala de mi casa. Cada escabarajo que entra por la ventana...

25 de agosto de 2006

Más de Plutón

La esposa del descubridor (el descubridor terrícola, al menos) de Plutón declaró: "“Clyde [Tombaugh] dijo: 'Bueno, está ahí.' Ustedes pueden hacer lo que quieran con él”.
Si intentó ser irónica o no (a los 93 años de edad es imposible que no), la señora le pegó al clavo: hubo alguien que encontró algo nuevo para nosotros y, como siempre, hubo un montón de gente que se dedicó a ver cómo rayos le hacía para descalificarlo. Y eso de "pueden hacer lo que quieran con él" obviamente incluye el hecho de que, señores, hagan lo que hagan el planeta (enano, ejem) sigue alli y ni siquiera pueden tocarlo o poner una hamburguesería en una de sus esquinas o, desde 1930, cuando a Tombaugh se le ocurrió encontrarlo y documentarlo, evitar que alguien más lo viera, no ustedes.
La declaración viene en la nota de El diario de hoy, y se añade: "“Es un planeta menos para memorizar”, afirmó el adolescente estadounidense Quinn Huebner." Habrá que esperar que pase el tiempo para ver en quién o qué se convierte Huebner, quien aquí aparece (primero de dereccha a izquierda en la foto de abajo) con mención honorífica y unos lentes de los que hacen que los compañeros más grandes le den a uno coscorrones en la escuela. (Para muchos eso es un estímulo para ponerse inteligentes; otros quizá se metan en congresos de astrónomos o terminen de asesinos seriales; nunca se sabe. En mi caso estudié karate y terminé de escritor. Claro que mis lentes eran más bonitos, unos Rodenstock dorados.)
En la nota de La prensa gráfica aparecen las fotos de los directivos de los astrónomos con una tarjeta amarilla. Demasiadas reminiscencias del fútbol después de un mundial bastante regularcito. Y la señora de la derecha, de entrada, me cae mal; tiene la misma expresión de la jefa de personal que acaba de hacer una barbaridad con alguien que no lo merecía.
Aquí está la biografía de Clyde Tombaugh en la Wikipedia. Por cierto, el Observatorio Lowell, de Flagstaff, es una maravilla; me tocó estar por allá en 1999. Será por falta de mundo de mi parte, pero no he visto tantas estrellas y planetas en el cielo como allí, y algo que me pareció maravilloso: en toda la ciudad el alumbrado público es poco intenso, el suficiente para poder vivir de noche sin tropezarse, para que puedan verse las estrellas y para que desde el observatorio pueda seguir estudiándose el cielo, con todo y que ahora es un centro de investigación y más que todo una atracción turística.
El observatorio fue fundado por Percival Lowell, el pre-descubridor de Plutón, al que nombró como "Planeta X", y a su muerte Tombaugh siguió con sus investigaciones. Fue Lowell, por cierto, quien lanzó teorías raras sobre Marte, como lo de los canales, y creo que fue quien dijo que Venus tenía un lado oscuro, como la Luna. Igual no era cierto, pero igual se arriesgó a algo nuevo e interesante. Eso siempre se respeta.

Blog de Krisma

Pues Krisma se aventó a hacer un blog, Krisma y su infierno de imágenes, que inauguró con uno de los últimos poemas que ha escrito. No es porque esté yo presente, ni porque ella sea mi mujer, pero promete estar bueno.

24 de agosto de 2006

Y ahora Plutón

Pues resulta, como dice aquí, que Plutón ya no es oficialmente un planeta con derecho propio, sino un "planeta enano". Y vieran que el pobre se ha pasado durante varios miles de millones de años haciendo lo que puede para seguir alrededor del sol junto, excéntrico y chuequito y chiquito y todo, seguramente pensando: "Voy a ensayar muchísimo para que en el año 2006 el 5 por ciento de los astrónomos del tercer planeta vote y no me declare planeta enano, sino planeta con derecho propio como Júpiter o, por lo menos, la Tierra."
Ah, qué soberbia la de "esos" astrónomos. Si no está cuadradito como los demás, listo, lo desaparecen, eso sí, después de un montón de serias discusiones y polémicas apasionantes y todo. Y no es que Plutón sea esto o lo otro, porque en realidad es lo que es, ni que importe mucho para el orden cósmico dónde lo pongan, sino que andan en la onda de administradores o jefes de personal de los objetos celestes: apuesto lo que sea a que la amplia mayoría no ha salido ya no del sistema solar, sino siquiera de la atmósfera terrestre, y andan juzgando --y jugando con-- cosas que están más allá del alcance de su mano y de su corazón. Un poco como los críticos: yo no puedo hacer lo que hace un escritor o músico o actor, pero voy a trazar los cauces del arte, a clasificarlo, a ponerlo en su lugar; ellos sólo hacen arte. Que no me frieguen.
Alguien dirá que es con fines... uh... educativos, quizá, para enseñar conceptos más precisos en las escuelas. O para --de nuevo-- poner las cosas en su verdadero lugar. Pero las cosas están en su lugar y, mientras nadie haya ido, Plutón será pura especulación, no conocimiento, y una tablita de clasificaciones no lo va a cambiar.
Por de pronto, mi solidaridad con el nuevo planeta enano. Yo también soy un planeta enano, o un asteroide, o algo así, y cuando nos vemos, nos reconocemos y nos saludamos y nos decimos "Vas bien, muchacho, vas bien".

El Writely

Un procesador de textos que uno no compra, mucho más interesante que la mayoría de los gratuitos y ni siquiera hay que tenerlo instalado en la máquina.
Con un poco de exageración, suena al mundo de Asimov en el cual todo, absolutamente todo lo que no sea cama, comida, esposa e hijos, está en la pantalla de una terminal conectada a un servidor del tamaño del mundo, Multivac, que llega a crear un Apocalipsis con el objetivo paradójico de salvar a la humanidad.
Y no es que un procesador de textos lo sea todo --al menos no siempre, y no para todo el mundo--, sino que el Writelyes una oficina virtual en la cual se puede trabajar a gusto siempre y cuando uno esté conectado a internet. O ése es el objetivo; aún está en su versión beta, y ya se sabe de las versiones beta. (En el "betómetro", el Writely anda ahora en el 62 por ciento de efectividad, según se lee en el propio sitio.)
Las intenciones son que uno pueda escribir desde una carta hasta un texto largo, o que haya grupos completos de personas colaborando en la escritura de un documento. Tiene buenas capacidades básicas de formato de texto, los documentos pueden guardarse en varios formatos de archivo (Word, RTF, PDF, OpenOffice y HTML), puede imprimirse como en cualquier procesador de textos y acepta justificaciones, numeración, viñetas, sangrados... También dice que se puede publicar el contenido en un blog, y es lo que voy a intentar en unos minutos, con todo y que el nuevo Blogger está ahora también en etapa beta y no promete mucho.
Suena a que, en términos generales, y dure lo que dure, el Writely puede funcionar bien, y más que bien, para gente que, además del internet por cable, no tiene una masa importante de textos con los cuales trabajar o no necesita de un formato demasiado complejo. Como puede importar textos, se me ocurre que se puede trabajar también en la asesoría de tesis, en la revisión de traducciones o de guiones, cosas así (no se me da lo escribir en colaboración, aunque sería un buen modo de intentarlo). En general no le confiaría formatos demasiado complejos a programas que no fueran Word o WordPerfect, y con Word de manera bastante condicional. (Lástima que el WP se use cada vez menos, y que no sea como el WP 5.1; y lástima que me haya acostumbrado demasiado al Word. Cuestión de demanda.) Si se trata de textos llanos, y siempre bajo varias condicionantes estrictas (tener internet por cable, por ejemplo) no suena mal.
Y es un buen modo de quitarse durante unos momentos de encima la dictadura de Microsoft, una dictadura que se ha vuelto necesaria merced a las condiciones del mercado, pero que podría ser de otro modo. Al que me diga de Linux, de acuerdo: sus intenciones son magníficas, pero sus programas aún no alcanzan la depuración de los de Windows, con todo y que hay miles de personas actualizándolo todos los días. Aun así, OpenOffice es un concepto maravilloso y muy avanzado. (Mac, con el perdón, me parece una idea excelente, pero torpe a la hora de entrar en detalles. No es una plataforma a la que le guste entrar en detalles. Mientras más fácil y estándar, mejor, y así estará bien para muchos; a mí me gusta complicarme.)
Ya escribiré mis memorias secretas en el Writely, o algo, mientras los bugs no sean demasiados.

-----
Pues no, el Blogger no aceptó el envío del Writely. Copy/paste, pues.

21 de agosto de 2006

La URS, Somoza, Louis Armstrong y El Extraño

Varias cosas pasaron y no pasaron el viernes anterior, y para ponerlas en orden hay que decidir entre el bien común y el bien individual. Escojo desde luego el bien individual, porque quiero seguirle la contraria a la corrección política, porque nadie se va a morir ni va a perder dinero y, sobre todo, porque este blog es mío.
Decidimos filmar el viernes por la noche el video en el que estamos trabajando, El extraño, con guión de Salvador Canjura, dirigido por Rebeca Torres y con todo el equipo del taller de La Casa en lo que se ofrezca, como siempre. Como tenía que hacer en La Casa, le pedí a Osmín Magaña que pasara por mí y, bueno, pasó, y allí arruiné la sorpresa: en su carro había cuatro pizzas, con lo que resultó claro que estaban preparándome una fiesta por mi cumpleaños, que había sido el día anterior. Ya en casa había un pastel, helado y, además de los del taller, estaba Carlos Clará, Osvaldo y su hijo y al rato aparecería Susana Reyes. Hacía años que pasaba mis cumpleaños sólo con Krisma, con mi hijo Eduardo cuando estaba aquí y con Valeria después de que nació. (Antes no. Seguro. Krisma quedó embarazada un septiembre.)
Rebeca me regaló un extraño encendedor de butano, con luces de colores y llama de soplete. Impresionante de verdad. Me encantó. Y Osmín terminó con una espera de treinta años: me dio el disco Louis and the Good Book, de Louis Armstrong, una de las maravillas del universo y del jazz. Es el buen Satchmo cantando gospel con el coro de Sy Oliver, en una grabación de 1958. Lo busqué por todos lados y no lo encontré jamás, y en los últimos años me rendí. Y por supuesto que allí va la historia de cómo supe de él y cómo lo perdí.
Mi padre tenía un amigo francés en Costa Rica, Bernard Poumier o Pomier, por allá de 1974, y Bernard tenía un acento marcadísimo y una colección de discos envidiable. El jazz no era lo principal, pero sí había unos títulos impresionantes. En esa época las cosas eran de otro modo, y me fijé más en los discos de Paco Ibáñez (me grabó uno en concierto en el Olympia), los de Quilapayún, los de Inti Illimani, de Víctor Jara, Violeta Parra y así. Había de Brassens, Patachou y qué sé yo.
Una noche lo visitamos y puso Louis and the Good Book, y me enamoré del disco. Estaba en una colección de Phillips francesa, en discos de 33 rpm, de los pequeños, del tamaño de los de 76 rpm, en una colección publicada en los años cincuenta. Compré un cassette Sony de los buenos y le pedí que me lo grabara. Y me lo grabó de un lado; del otro iba uno bien interesante, de The Dixie Stompers. (No era la banda original de los años veinte, del mítico Fletcher Henderson, que aparece aquí, sino una armada en Francia por un baterista de Duke Ellington, de quien no recuerdo el nombre. Quisiera creer que fue Dooley Wilson, el Sam de Casablanca, que era baterista y no pianista, pero ni siquiera sé si estuvo en la banda de Duke.) En este disco venía la mejor versión que he oído de "Tiger Rag", que alguna vez usó Esso para sus comerciales. Y ése no lo perdí: cuando Bernard se fue a Francia le dejó el disco a Robertico Castellanos Braña (asesinado en 1980 por un escuadrón de la muerte junto con su esposa, como se señala aquí en el numeral 2), y Robertico me lo dio a mí en una fiesta en la que Ernesto Richter casi muere de un infarto después de bailar rocanrol toda la noche con Florencia, hermana de Roberto. (Ernesto moriría de un infarto el año pasado; aquí se habla de él, pero no entiendo el alemán. Florencia moriría de cáncer, según me dijeron, al igual que Rosa Braña, su madre, una mujer sensacional, esposa del dirigente comunista Raúl Castellanos, muerto a finales de los sesenta en la Unión Soviética cuando lo operaban de amebas, a quién se le ocurre. También murió don Rodolfo Braña, plomero, padre de Rosita, un tipo grandote, genial y absolutamente sordo que peleó en la Guerra Civil Española y en la Segunda Guerra Mundial, donde se pasó un buen tiempo en un campo de concentración nazi. También peleó en la guerra de 1948 en Costa Rica, por supuesto en contra de Figueres, porque era comunista.)
El asunto es que oía y oía el cassette y me maravillaban los coros y los arreglos y Louis Armstrong, y creo que mis amigos no entendían muy bien por qué después de Jimi Hendrix y Led Zeppelin oía "eso", y encima a Paco Ibáñez; tampoco era de andar explicando. Igual yo tampoco entendía, porque estudiaba guitarra clásica y de eso sólo tenía el disco del Concierto de Aranjuez por Narciso Yepes. Tampoco entendían las mamás de las niñas del barrio San Cayetano por qué salía a las siete de la noche de casa con la guitarra al hombro y regresaba a eso de las 10 u 11, después de clases y de ver a mi novia. De inmediato me pusieron la etiqueta de drogadicto y borracho. Músico, pues. Por si fuera poco, descubrieron que mi novia Tat era negra (yo lo noté de inmediato), y no permitieron que sus hijas se me acercaran a menos de cinco metros --añadirían el cargo de corruptor de menores, con todo y que la corruptora era mi novia, porque era varios años mayor que yo-- y a Tat no le volvieron a vender en la tienda de la esquina, sin contar con las cosas feas que le decían las señoras cuando iba pasando.
Como sea, en diciembre de 1975 salimos de Costa Rica hacia El Salvador, por tierra, en camino hacia México. Mi padre sólo nos llevaría hasta Peñas Blancas, en la frontera con Nicaragua, porque acababa de pasar algo que seguramente sería peligroso para él.
Un par de años antes, quizá más o quizá menos, los salvadoreños exiliados en Costa Rica decidieron armar una asociación para... no sé... creo que para publicar una carta por la liberación del catedrático Federico Baires, que estuvo preso en el estadio de Chile después del golpe de estado contra Allende. Quizá fue mucho después, para denunciar la matanza de estudiantes del 30 de julio de 1975 en San Salvador. Motivos no faltarían. El asunto es que en algún momento se pusieron, en la sala de casa, a discutir el nombre, y ya se sabe que en esos casos es casi imposible ponerse de acuerdo, y al final escogen el último que alguien dice sólo porque ya son las tres de la mañana y hay que despertarse temprano para trabajar. En ésas estaban, y yo cenando después de mis clases de guitarra o de karate (sí, también estudiaba karate, pero sólo los martes y jueves), cuando se me ocurrió:
--¿Por qué no le ponen Unión de Residentes Salvadoreños?
Miguel Sáenz Varela, que estaba presente, hizo cuentas y vio que las siglas serían URS. Como buen comunista, no iba a desperdiciar una oportunidad así, con todo y que faltaba una S para que fueran unas siglas perfectas. Todos se pusieron a reír, aprobaron que se llamara URS, y me fui a dormir sin tener que oír las discusiones por el nombre durante toda la noche. (Mi infancia y adolescencia está llena de insomnios de ese tipo.)
Poco antes de nuestra partida hacia México, Anastasio Somoza hizo no sé qué matanza en Nicaragua, y el doctor Fabio Castillo Figueroa mandó, sin consultar, una nota a Somoza, que se publicó en los diarios en forma de carta abierta, a nombre de la URS y con los nombres de sus miembros. Hubo otra discusión en casa, esta vez amarga: había gente de la URS que iba constantemente a Nicaragua, y familiares que tenían que pasar por allí desde y hacia El Salvador, y Somoza era un tipo vengativo. Fabio, al final, dijo que a veces la verdad necesitaba de sacrificios o algo así, todos se pusieron más enojados aún, Fabio se fue, la URS se desintegró y pasaron algunos meses. Así que mi padre, por prudencia, nos dejaría en Peñas Blancas, cruzaríamos Nicaragua, en Potosí tomaríamos el ferry --los salvadoreños en ese entonces no podíamos pasar por Honduras-- y, después de unos días, nos reuniríamos en Guatemala con mi padre para irnos a México.
En el carro íbamos mi madre, mi hermano Mauricio, de cuatro años y medio; mi hermana Ana, como de 12; Marta, una muchacha de 16 años, y yo, también de 16. Íbamos lo más limpios que pudimos, con excepción de tres discos: uno de la nueva trova cubana, uno de Ángel Parra y uno de Víctor Jara, que iba en las fundas de unos de Temptations, The Jackson Five y... uh... no recuerdo cuál otro. No esperábamos una revisión muy exhaustiva, así que no había problema.
El Volvo 1967 aguantó muy bien todo el trayencto, pero entre Pueblo Viejo y Potosí mi madre --que era quien manejaba; yo aprendí años después-- se dio cuenta de que no llegaríamos a tiempo para tomar el ferry de ese día. Metió el pedal y unos kilómetros antes de llegar una piedra rompió el tanque de gasolina, como a 25 kilómetros de ninguna parte. Pusimos un poco de jabón en el tanque, que apenas detenía la gasolina, le puso toda la velocidad que aguantaba el carro en una calle espantosa de tierra y apenas logramos llegar a la entrada de la aduana. De allí empujamos el carro, y sólo alcanzamos a ver que el ferry ya se iba.
Y bien, pasaríamos una noche aburrida y a las 6 de la mañana saldría el siguiente.
Y salió, pero sin nosotros. Y el siguiente. Y el siguiente. Y así durante tres días.
Habían llegado órdenes de Managua de que nos arrestaran a los cinco, cuatro menores de edad incluidos, hasta que regresara el comandante del puesto de la Guardia Nacional. Éste debía enviarnos en un carro militar a Managua, y allí... Bueno... Creo que no nos iba a ir bien. Un par de guardias nacionales a los que mi madre sobornó le dijeron que la orden era interrogarnos al viejo estilo dictatorial y después desaparecernos.
Es una historia buena, pero hay que contarla en otra ocasión. Para resumir, nos ayudaron varios traileros salvadoreños que llevaron mensajes a El Salvador y Costa Rica para avisar que estábamos presos y en peligro. De seis o siete que mandamos, llegaron tres, dos a Costa Rica y uno a El Salvador.
El que llegó a El Salvador fue de un tipo de apellido Menjívar, de unos 19 o 20 años, que manejaba un camión pequeño. Lo convencí de que se llevara mis discos y cassettes y que se los entregara al tío Mauricio --hermano de mi madre-- junto con una nota. El tipo estaba asustado, pero lo hizo: llamó por teléfono al tío, se vieron en algún lugar, le dio información de lo que pasaba y le entregó los discos y cassettes. Todos menos tres discos, y en realidad seis: el de Temptations, el de Jackson Five y el que no recuerdo, que también camuflaban los discos "subversivos". Y tres cassettes, uno de ellos el de Louis and the Good Book, de Armstrong.
(¡Ah! ¡Fue El lado oscuro de la luna, de Pink Floyd, que había comprado el año anterior con una lana que gané cortando café!)
No me iba a poner delicado con el tocayo, porque en realidad nos salvó la vida. Mi tío Juan Contreras Molina, primo hermano --y en realidad hermano, porque se criaron juntos--, hijo del tío Federico Molina, estaba en ese momento en el cuartel de San Miguel, en calidad de G2; había sido gente de ANSESAL, durante el reinado de José Adalberto Medrano. Otro guardia nacional sobornado le había mandado un recado por radio, y cuando el tío Mauricio habló con él ya había llamado a Managua para armar un despelote con la gente de la inteligencia --es un decir-- de allá. Al cuarto día en plena mañana, cuando ya había llegado el comandante del puesto de la Guardia Nacional, justo el día en que nos iban a mandar a Managua, apareció el tío Mauricio en el ferry. Él nunca se metió en nada de política, y la verdad estaba arriesgando el pellejo, pero una consulta del comandante bastó para que nos devolvieran los pasaportes y nos dejaran ir.
--Nos vamos a volver a ver --le dijo a mi madre.
--No creo --le contestó ella.
Lo peor no fue lo que nos pasó desde que llegamos a Potosí hasta ese día, sino ver cómo carajos empujábamos el Volvo arruinado dentro del ferry. El maldito pesaba más que la cabeza de un ideólogo comunista ortodoxo, la verdad. Y los guardias nacionales no iban a ayudarnos. En La Unión, ya del lado salvadoreño, fue más fácil: mi tío, que es ingeniero civil, mandó su tráiler con varios trabajadores y que se resistiera el maldito carro. (Dejaríamos el Volvo en El Salvador. La abuela nos lo cambió por un Chevrolet Malibu modelo 66. El Volvo moriría desbielado un par de años después, mientras el tío Mauricio lo manejaba.)
O sea que Osmín no sólo me regaló uno de mis discos favoritos de todos los tiempos, que ya he oído un montón de veces en dos días, sino también algunos recuerdos importantes para mí. En otro post, alguna vez, contaré más de esos tres días, que a pesar de la angustia tuvo sus momentos interesantes.
En fin, la noche del 18 de agosto pasado, después de comer pizza, y antes de acabar con el pastel y el helado, nos pusimos a filmar la escena que faltaba del video El extraño. Estábamos en el ensayo preliminar y, zaz, el montón de agua, con rayos, interrupción de electricidad y todo. Apenas alcanzamos a meter el equipo.
Hace como mes y medio tratamos de filmar la misma escena y pasó lo mismo, con rayos y apagón y todo. Esa vez también estuvo Carlos Peña (quien hace el papel de El Extraño), y cuando se fue se le arruinó una llanta. Y cuando logró arreglar la llanta se le arruinó otra. No quiero creer en presagios, pero ya veremos qué pasa el próximo viernes, que fue para cuando se pospuso la filmación.
Cuando casi todos se fueron, nos quedamos platicando Carlos Peña, Osvaldo Hernández y yo, mientras Diego (hijo de Osvaldo, quien hace un papel clave en toda la serie de videos) jugaba Yenga y dominó con Krisma. Carlos se fue a las 2 de la mañana y no se le arruinó ninguna llanta. Con Osvaldo nos quedamos platicando de poesía hasta las 11 de la mañana, háganme el favor. Dormí un par de horas y me fui a dar el taller de periodismo cultural, que estuvo especialmente bueno. (Como estamos hablando de teatro, para la próxima semana vamos a discutir a Aristóteles. ¡Sí, a Aristóteles! ¡Y a petición de las talleristas! Hacía mucho que no sabía de periodistas culturales salvadoreños que quisieran leer a Aristóteles y, de hecho, libros a secas, perdón por la acidez.)
Para terminar, allá arriba, en la foto, de izquierda a derecha, Rebeca Torres con una férula en la pierna izquierda (se rompió un menisco mientras jugaba paintball el domingo anterior), William Alfaro en el papel de marido golpeador, Carlos Peña como El Extraño, Nelson Ochoa calibrando luces y los micrófonos y Salvador Canjura con la segunda cámara. Yo estaba de frente a los actores con la tercera cámara, casi a un lado Krisma (que tomó la foto), y detrás de mi andaban Susana Reyes, Carlos Clará, Valeria y Osmín. Carlos Guardado, el otro miembro del taller, vive hasta el fondo de Soyapango y no pudo venir.
Sí, esta escena será filmada en el jardín de afuera de casa, que es pequeño, pero se va a ver inmenso merced a la magia del cine.

17 de agosto de 2006

Sobre la desobediencia civil

La revista semanal de La Jornada, de México, reproduce aquí, bien a propósito de la situación postelectoral en aquel país, un fragmento del ensayo de Thoreau sobre la desobediencia civil. Hay una parte interesante, que se aplica a muchos lugares y muchas cosas:
Las votaciones son una suerte de juego, como las damas o el backgammon, con un ligero tinte moral; un jugar con lo justo y lo injusto, con cuestiones morales y, desde luego, incluyen apuestas. No se apuesta sobre el carácter de los votantes. Quizá deposito el voto que creo más acertado, pero no estoy realmente convencido de que eso deba prevalecer. Estoy dispuesto a dejarlo en manos de la mayoría. Su obligación, por tanto, nunca excede el nivel de lo conveniente. Aún votar por lo justo es no hacer nada por ello. Es tan sólo expresar débilmente el deseo de que la justicia debiera prevalecer. Un hombre prudente no dejará lo justo a merced del azar, ni deseará que prevalezca frente al poder de la mayoría. Hay muy poca virtud en la acción de las masas. Cuando la mayoría vote al fin por la abolición de la esclavitud, será porque le es indiferente la esclavitud o porque sea tan escasa que no merezca la pena mantenerla. Para entonces ellos serán los únicos esclavos. Sólo puede acelerar la abolición de la esclavitud el voto de aquel que afianza su propia libertad con ese sufragio.
Y, como regalo de precumpleaños, me enteré de la noticia de la muerte de Alfredo Stroessner. Como decía mi abuela, que era muy religiosa, que Dios lo tenga a fuego manso.

16 de agosto de 2006

Y van 47

O sea que mañana cumplo años. O sea 47. Y da la tentación de decir: "¿Tan rápido?", pero miro hacia atrás y, además de Natasha (nuestra Chow Chow, que está bien dormida), encuentro un dolor de espalda crónico del que no me quejo, porque son treinta años de estar escribiendo; veo momentos a los que no me gustaría regresar, y otros a los que talvez, pero no al costo de perder lo que ahora estoy siendo; veo amigos, muchos, algunos de ellos sobrevivientes al tiempo, otros nuevos, otros lejanos geográficamente pero aquí en el corazón, otros muertos pero que hicieron que el mundo fuera un poco mejor (con haberlo intentado lo hicieron un poco mejor); veo hijos que han crecido y tratan de hacer lo que pueden, o sea lo que hace todo el mundo, y una que apenas está empezando hablar, o sea en lo mismo que los otros. Y veo que la vida ha sido justa. No agradable, porque la justicia no tiene que ver con eso. Tampoco ha sido excesivamente mala si uno la ve desde aquí, aunque en el momento todo pareciera, por lo menos, la antesala de algún infierno más o menos insoportable.
Y veo a Krisma, claro, y el montón de casualidades y causalidades que nos pusieron frente a frente y, después, juntos. Era imposible que pasara, pero pasó, y allí está precisamente el asunto: todo lo que me ha pasado era imposible --al menos improbable-- desde el principio, y desde antes, pero allí está, allí estuvo o allí estará. O las tres.
No, no ha sido tan rápido. Y qué bueno.

El País, Borges y el Windows Live Writer

Ya me habian dicho desde hacía meses que el sitio de El País, de España, era gratuito nuevamente, pero no había tenido oportunidad ni curiosidad de verlo. Hoy por la madrugada me agarró la onda medio obsesivo compulsiva ("neurosis de angustia" le llamaba Freud) de que Fidel Castro ya había muerto, y me puse a buscar en periódicos que ya estuvieran "al aire", como el NYT, que no decía nada (y no tenía por qué) y El País, que mucho menos, porque sería una noticia de muy última hora y el periódico se publica mucho antes. (Eso sí, antes chequé el Granma, que creo debe haber aumentado la cantidad de visitas considerablemente en las últimas semanas.) Hasta donde sé, Fidel sigue vivo. No creo que coleando, porque a los ochenta eso es difícil, pero sí vivo.
Me encontré, el El País, con una nota un tanto venenosa acerca de la viuda urgente de Jorge Luis Borges, María Kodama. Si un poco de lo que dice allí es cierto --que quiere los derechos de absolutamente cualquier cosa que tenga que ver con Borges--, está en un pequeño problema: en un par de libros publicados a nombre de Borges viene un texto de la autoría de Álvaro Menen Desleal, la famosa "Carta de Jorge Luis Borges". En el afán de pescar todo lo que se pueda, hasta un cuento de un salvadoreño se fue en la colada. O sea que Kodama tendría que vérselas con otra viuda, la de Menen Desleal, Cecilia Salaverría, por los derechos de una pieza que no es de Borges. (Hice una nota al respecto que se publicó en la revista Cultura de El Salvador y la de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Un día de éstos la pongo por acá.)
Me enteré también de que Dell tendrá que retirar, como se dice aquí, más de cuatro millones de baterías que usa en sus portátiles y sustituirlas por otras que no corran el riesgo de incendiarse. El gulp llegó cuando leí que las baterías son fabricadas por Sony, y me entra la paranoia sólo de pensar que en el comedor tengo una Vaio verde que está de lo más sexi, pero que como todo lo demasiado sexi (¿existe algo o alguien demasiado sexi?; voy por un cigarro para meditarlo) le puede estallar a uno en la cara o algo. Y sé, como periodista viejo (28 años ya en el oficio, cumplidos el 16 de junio pasado), que una parte de esas noticias es crear cierto "impacto", "vender", lo que sea (crear un poco de paranoia, pues, en aras de las ventas), pero me gusta de vez en cuando jugar a eso, al lector desprevenido que puede tener en casa "el" peligro tecnológico, no muy diferente al fantasma de algún duque o a la cueva del licántropo en el patio trasero. (La batería que aparece en la foto ni siquiera se parece a la que está en la Vaio que, insisto, es verde y sexi.)
Y en la sección de software de El País encontré algo que me llamó la atención: el Windows Live Writer, una herramienta para bloguear desde la compu, precisamente lo que estoy usando ahora para escribir esta nota. No bajé el programa de El País, sino de aquí.
Hasta ahora lo encuentro cómodo. Generalmente escribo directamente desde Blogspot, en línea, y ya va un par de veces en las que algo se traba y pierdo una hora de escritura, si no más. El Word o el Notepad no me gustan para eso: con el primero, el copy/paste incluye fomato y todo eso, y hay que editar el html; con el segundo me siento tonto ajustando y desajustando líneas, y la interfaz no es lo que entiendo por agradable. (Eso sí, me gustaba, y hasta me gusta aún, la del WordPerfect 5.1. ¡Qué maravilla de programa! Lo guardo con cariño, y a veces hasta lo instalo para jugar un rato.) Ahora estoy fascinado, como buen --insisto-- obsesivo compulsivo con la posibilidad de apretar Ctrl-S a cada rato sin que me publique el post en el blog, tras lo cual debo entrar en el dashboard y declararlo como borrador, y vuelta a editar. Y no guardar me pone bastante nervioso desde la vez que perdí 40 cuartillas de una novela (De vez en cuando la muerte) no sé por qué azares y no sé por qué problemas del diskette y por no guardar, mísero de mí. (Fue con una Printaform 8086, a 4.77 y 10 MHz. El disco duro sonaba más que el refrigerador. Claro que era un buen refrigerador, sin escarcha ni nada...)
Hay dos cosas que me molestan. Una, la principal, es que el Live Writer no incluye la alineación completa que uso en el blog: sólo izquierda, centrada y derecha. La otra, que al poner Enter deja un espacio extra entre párrafos, y hay que recurrir al Shift-Enter para que marque el viejo código
. Males menores, que ojalá se arreglen en la primera versión que no sea beta, como ésta.
La ventaja es que puedo estar trabajando en varios posts al mismo tiempo, o hacerlo desde la portátil (que es verde, ojo) sin conexión a red. Aunque está hecho para Live Spaces de Microsoft, importa los settings de Blogspot con sólo conectarse, y da una visión más real de la vista previa, que incluye los otros posts y el tamaño exacto de las cosas. Ya veré después cómo se trabaja fuera de línea.

UNAS HORAS DESPUÉS...
Al final falló todo y no pude publicar anoche este post con el Live Writer. No le echo la culpa, porque es un beta y porque en el momento en que mandé el post cambié el formato del blog, y el Live Writer trató de conectarse con la configuración (incluido el password) anterior. Claro que qué bobo de no darse cuenta de que no podía publicarse, y aun así no dar mensaje de error y hasta insinuar (porque no lo dice, nononó) que ya estuvo. Y uno ve el blog y nada ha cambiado. Ahora me dice que la nueva configuración está mal, y finge que la anterior funciona... O sea que al final hice copy/paste con lo que había hecho, lo metí directamente en el editor de Blogspot y al diablo el Live Writer.
También traté de mandar una foto usando el programa, pero me pide una cuenta FTP, y no sé muy bien como manejar eso. Mejor el Picasa, que tiene un editor igual al de Blogspot, aunque igual hay que estar en línea y no poner Ctrl-S o se publica el post.
Chale.
Y no descarto el post porque me gustó, y además porque es mío.

Prueba y error

Acabo de cambiar el blog a la nueva versión beta. En el camino se fueron los links que tenía puestos (no, no hay problema, aquí los guardo en un archivo de texto), el servidor me da más errores de los que parecería razonable (quizá pido cosas que no debo) y no termino de entender la interfaz intuitiva que se supone debe hacerme feliz instantáneamente. Pero qué rayos. Al menos el archivo está en un menú desplegable que usa poco espacio, y ya veremos lo demás.
(Sí, todos menos yo ya hicieron lo mismo. Sí, llego tarde al tren de la historia y un poco de lo mismo al de la tecnología. No, no me da demasiada vergüenza.)
Seguiremos informando.

15 de agosto de 2006

Seguimos en lo que estábamos

El sábado pasado por fin pudimos (pudieron, qué; yo estaba dormido o cocinando para toda la tropa) grabar una escena bien importante del primer corto de una serie de siete que está haciendo el taller de guiones (y video, ejem) de La Casa del Escritor. Durante un mes las lluvias habían frustrado cualquier intento, y al parecer pueden seguir frustrando los de algunas escenas nocturnas en exteriores con los que se completaría el video. (Bueno, falta filmar pequeñas escenas de transición de algunos segundos. Ésas nos las echamos --se las echan mientras yo duermo y cocino-- en una mañana.)
En la foto de arriba, Sharon Sigüenza y Jasmine Campos se maquillan, la primera para enfrentarse a un marido golpeador (William Alfaro) y la segunda para jugar ajedrez con Salvador Canjura, quien en la foto de abajo, a la derecha, conversa con Rebeca Torres, la directora. Al centro, y sin que lo logren separar de su cámara so riesgo de convulsión, Osmín Magaña, el productor. (Alguien tenía que mantener en orden a una tropa de desbocados.)
Y, sí, cociné mole poblano con pollo y papas en cantidades serias. Y no duró. Tres semanas antes tocó mole verde, también con pollo. No he encontrado salvadoreño que ante un mole:
a) No se queje de que se va a enchilar.
b) No diga que "sólo un poquito", y se sirva en dosis microscópicas.
c) No se repita y se repita y se repita hasta que todo el mole se acabe.
O sea que me encanta cocinar para gente que de veras disfruta lo que hago. (Hace un mes fue un spaghetti más o menos rápido. Este sábado me imagino que tocará... no sé... Hay que ver lo que tenemos en el refri. Igual repetimos el mole verde; tenemos tres botes por allí. O tinga poblana, ya que hay pollo y cebolla bastante. Ya veremos.)
Y ahora a editar. Ya tengo materiales más que suficientes para comenzar, pero he estado trabajando en otro video (del que se habla en un post de hace unos días) que grabamos en Guatemala la semana pasada. Lo más difícil ha sido la música. Ya está terminada, pero falta darle un poco de forma al sonido. ("Forma al sonido." Me gusta.)

Posted by Picasa

10 de agosto de 2006

Otra foto


Vanessa Núñez me manda otra foto de la Feria del Libro que se realizó en Guatemala. El de la derecha soy yo, por supuesto, aún peleando contra el sobrepeso (me pasé un año y medio escribiendo sin parar, y vieran que el sedentarismo hace estragos), aunque con lentes nuevos. El del cigarro es Raúl Figueroa, dueño (y de hecho único miembro permanente) de F&G Editores, una editorial cada vez más interesante por sus títulos sobre historia reciente y no tan reciente de Guatemala. Tiene un mecanismo bien bonito, que es el que deberían usar todas las editoriales en lugar de apostarle a un nuevo y súbito boom latinoamericano (nomás que sin Carlos Barral de por medio): edita manuales de derecho que se usan en las universidades y cosas por el estilo; con eso financia libros de historia, que tienen buena acogida, y con lo de éstos paga los de literatura, que (con excepciones) son los que menos se venden, aunque no le va mal. En esta feria presentó la magnífica y fundacional novela Los compañeros, de Marco Antonio Flores, para conmemorar los treinta años de su primera edición, que ocurrió en México, en Joaquín Mortiz (mi hija aún la guarda). Tuve chance de platicar con Marco Antonio durante un buen rato y darle las gracias porque su novela me enseñó mucho de lo poco que sé. Le regalé un ejemplar de Trece, con orgullo de alumno. La última vez que vi a Flores fue cuando apenas estaba a punto de aparecer mi primera novela, Historia del traidor de Nunca Jamás, en 1985. Luego me tocó sustituirlo en la revista Casa del tiempo, de la Universidad Autónoma Metropolitana, en una columna que se llamaba Brújula, o algo así, sobre temas internacionales.
Y el tipo alto que está en medio, en segundo plano, es Salvador Canjura, nuestro amigo del blog Tierra de collares y miembro del taller de video de La Casa del Escritor. Más interesante fue que unos minutos después me encontré dentro, en el stand del Fondo de Cultura Económica, a Aldebarán, el más antiguo (lo cual le agradezco) lector de este blog. También con él hemos hecho algunas cosas, pero el anonimato le queda bien y no diré cuáles son esas cosas; sé que se ha convertido en un buen amigo en la vida real (e igualmente se lo agradezco); sin ir más lejos, el 11 de junio le regaló a Valeria un trajecito rosa que trata de usar lo más posible. (La Vale, claro. Aldebarán tiende a los pantalones oscuros y las camisas claras.)
 Posted by Picasa

9 de agosto de 2006

Los escritores


Pues bien, aquí está la gente de La Casa en Guatemala, o los que sobrevivieron durante dos años al truene-llueva-o-relampaguee. De izquierda a derecha, Enrique Soria, Renato Buezo, Denise Phé (sí, con acento) Funchal y VanessaNúñez Hándal. El bebé es el recién estrenado hijo de Renato.
Enrique y Renato tienen cada uno un libro de cuentos excelente. No sólo una colección de relatos, sino una verdadera unidad: aunque los cuentos funcionan de a uno por uno, todo el libro cuenta además otras historias, que potencian los textos. Denise tiene lista una novela muy buena, cuya idea original salió de La Novia, la mítica novia del Cementerio de los Ilustres de San Salvador. Denise, según nos dijeron, publica antes de fin de año en una buena editorial; Quique y Renato están en una muy corta lista de espera. Vanessa es la que tiene menos tiempo dedicada a la literatura, pero ha hecho unos cuentos excelentes. De repente, zaz, la picó el zancudo de la novela, dejó todo lo que llevaba y está armando un libro que promete muchísimo y, conociendo a Vanessa, no dudo de que cumpla. Antes de enero ya habrá noticias.
Técnicamente, Vanessa es la única que sigue en el taller de Guatemala; los otros cumplieron con el objetivo (armar una unidad que fuera absolutamente publicable, y no sólo autopublicable, o sea capaz de pasar cualquier consejo editorial) y su graduación es salir del taller. La ventaja es que tiene tres hermanos mayores que le están dando tips y trucos y apoyo, porque eso de escribir novela no es para paladares delicados.
Hubo otro miembro del taller, Erick Prado, que se retiró pronto; casi llegó con una novela terminada, muy buena por cierto, y no siguió llegando después de teminarla. Espero que se publique muy pronto, porque de verdad lo merece. Claudia Sánchez también ha estado trabajando por su cuenta. Llegó a la feria mientras yo platicaba con otras personas y, cuando la busqué, ya se había ido. Es una pena, y ya le escribiré para disculparme.
En fin, orgulloso. Muy orgulloso. Como gallina de doble pechuga.
 Posted by Picasa

8 de agosto de 2006


Justo en el sexto aniversario de la muerte de mi padre, Claribel Alegría me hizo llegar, a través del poeta Carlos Clará, varias fotos donde aparece con mi padre, tomadas en París en 1982. Mi padre es el de la izquierda, y está junto a Claribel. El señor de la barba es Eduardo Galeano, a quien la Universidad de El Salvador le dio hace poco un doctorado honoris causa; las muchachas son las hijas de Claribel, y la verdad no sé quién es el joven que aparece a la derecha.
Entre 1980 y mediados de 1982 mi padre se lo pasó en Francia. Había armado un proyecto para el reconocimiento del FMLN por parte de México, y este país ofreció lanzarse si otro más lo respaldaba. Se puso, pues, a negociar con gente del gobierno francés, y a finales de agosto de 1981 se lanzó la declaración mexicano-francesa.
Salvador Samayoa, uno de los firmantes y negociadores de los acuerdos de paz de 1992, dice en su libro que él fue el forjador del acuerdo, y que lo debió a la amistad que trabó con el entonces hijo del canciller mexicano, Jorge G. Castañeda (después canciller con Vicente Fox), a principios de 1981. En realidad las negociaciones con el gobierno mexicano empezaron en 1979, poco antes de la llegada a México del presidente Carlos Humberto Romero. El primer contacto fue con el entonces presidente del PRI, Carlos Sansores Pérez. Cuando éste dejó el cargo, las pláticas fueron con su sucesor, Gustavo Carvajal Moreno, y a finales de 1979 o principios de 1980 con el canciller Castañeda, quien nombró a su hijo (que entonces era simplemente "El Güero") como operador. Recuerdo que llegaba a casa no sólo a negociar, sino también a cenar y a tomar uno que otro vino, en compañía de su esposa. Contaba unos chistes bastante capaces de sonrojar a más de una monja. Simpatiquísimo. No diré que yo haya trabado amistad con él ni que platicara más allá de un par de comentarios; él era todo un doctor y yo un chavo de 21 años.
Samayoa llegó a México después de una temporada en la cárcel durante 1980, luego de que lo capturaran por haberse unido en público a las FPL en enero de 1980, tras la crisis de la Junta Revolucionaria de Gobierno. Él fue el operador que mi padre dejó en México para que tratara con el gobierno, en el entendido de que debía informarle de todo. Salvador menciona como "los otros" negociadores a Héctor Oquelí Colindres y Guillermo Manuel Ungo, ambos socialdemócratas y ya fallecidos, que en efecto estuvieron en el asunto, pero olvida a dos socialcristianos que están vivos: Rubén Zamora y Héctor Dada Hirezi, además de los también fallecidos Enrique Álvarez Córdova y Juan Chacón, ambos pertenecientes a al fracción "rival" de las FPL, es decir la de Salvador Cayetano Carpio, no la de Mélida Anaya Montes, a la que se adscribía Samayoa. Interesantes olvidos. A mi padre ni siquiera lo menciona. Salvador era, en ese momento, el menos experimentado de los negociadores del FMLN. (No diré después, porque no me consta, pero veo un caso muy triste de reescritura de la historia.)
Conocí a Claribel apenas en abril de 1999, en Managua, a pesar de que durante años nos cruzamos mensajes, notas y saludos a través de diferentes personas. Me ha mandado a decir también que siente por mí el mismo cariño que por mi padre, y le agradezco que así lo haya demostrado todas las veces en que nos hemos comunicado; es bueno heredar a gente así de la gente a la que uno más ha querido.
 Posted by Picasa

7 de agosto de 2006

7 de agosto

Hoy hace seis años, más o menos a la hora en que escribo esto, murió mi padre tras dos años de pelearle la vida al cáncer.
En varios de esos seis aniversarios he estado de viaje, de preferencia en la carretera o en avión. Ahora estoy en Guatemala, en el hotel, esperando que llegue la hora para regresar a El Salvador. Estoy hablando por el Messenger con mi hija Eunice, que es otro modo de viajar, en este caso a la Ciudad de México.
El año pasado no viajé y, según leo en este mismo blog, me puse bastante mal. Cada vez menos mal, eso sí, y se agradece. El tiempo es sabio, y algo de eso hay también en los viajes.

5 de agosto de 2006

De provocaciones y Schnausers


Llegué a Guatemala el pasado martes invitado por la Feria Internacional del Libro, pero me asomé al local apenas el viernes por la tarde, cuando tuve mi presentación oficial junto con Sergio Ramírez (Nicaragua), Dante Liano (Guatemala) y Rodrigo Soto (Costa Rica). Bien divertido. Como voy poco a esas cosas, aproveché para hablar acerca de qué es lo que define a la literatura centroamericana --de hecho, si existe una literatura centroamericana-- y, sobre todo, lo que determina quién es un escritor y quién no. ¿La aceptación del público? ¿La técnica? ¿La aceptación del "medio" cultural? ¿Las editoriales grandes o chicas? ¿Los críticos? Dije algo así como que, si se trata de cantidad, acaso existiera una literatura centroamericana, pero sospechaba que lo que había era apenas algunos individuos que escribían con cierta calidad, al menos desde el punto de vista estético. Debí soltar más rollos, pero es difícil recordarlos todos.
En la segunda ronda me solté un rollo acerca de que los escritores tratan de justificar su trabajo con explicaciones o análisis extraliterarios, como su propia ubicación en géneros, tendencias, corrientes, su lugar en la ideología, su rollo histórico o social, etcétera. En el fondo, opiné, muchos escritores buscan una validación externa, y lo hacen como si fueran "hijitos bastardos" de las ciencias sociales (que, aquí entre nosotros, no considero ciencias), cuando lo que son es escritores, estructuradores de sueños o de pesadillas, y cada quién tiene el suyo o la suya.
Hubo varios comentarios interesantes, incluso el de la señora que se lamentó de que no hubiera una sola mujer en la mesa, y por lo tanto no era una mesa representativa de la literatura centroamericana. Claro que hubo dos ausencias entre los ponentes, entre ellas Consuelo Tomas, de Panamá. Y, si hubiera llegado, sospecho que el ataque hubiera sido porque sólo había una mujer, y si hubieran sido puras mujeres, porque apenas en ese foro y en esa ocasión había sólo mujeres. Esos rollos de corrección política me molestan un mucho, así que dije que estábamos hablando de literatura, y que no veía problema en que hubiera gente del sexo que fuera con tal de que supiera de literatura. Dijo entonces que un escritor, cualquier escritor, debía tener un compromiso explícito con las luchas sociales y en especial con las de género, y que se atrevía a decir que yo era un... bueno... un neoliberal.
No pude (en serio, no pude) reprimir una carcajada que debió sonar bien fea. Era la segunda vez que me acusaban de ser un "novelista neoliberal", y me llenó de gusto. Pedí perdón por la carcajada, desde luego, y ya no seguí en el tema, y la señora tampoco.
En un rato me toca hacer de moderador en una mesa sobre género y literatura, y estaré rodeado de mujeres. Como no soy ponente, y como estaré en franca minoría, tendré que apelar a la diplomacia, ya que la corrección política aún no se me da.
Como sea, de martes a jueves me la pasé conversando y/o trabajando en cosas de literatura con Denise Phé Funchal, Vanessa Núñez Hándal (ambas en la foto de hasta arriba, en el orden habitual), Enrique Soria y Renato Buezo. Denise está por publicar su primera novela, Quique Soria anda en busca de editor, Renato apenas terminó un excelente libro de cuentos y Vanessa es Vanessa, cómo no, y, después de una serie de cuentos muy buenos, está replanteándose en qué camino va. (Y va muy bien.) Creo que en unos meses tendrá material para hablar muy en serio, si lo que lleva no bastara.
Desde hace unos meses, por otra parte, Denise y Renato andaban en la onda de filmar algunos videos para ver de qué iba la cosa, y filmamos uno con Denise de guionista y actriz. (La foto que aparece al lado es parte del video. Ya lo verán en su momento.) Al principio se había planteado un tema de lo más trágico, y terminó en una comedia bastante simpática, quizá lo más divertido que se ha filmado desde que comenzamos con ese rollo en La Casa. Será un corto de unos tres o cuatro minutos y tendrá perro, saltos en la cama, música de Elvis y un perro Schnauser pequeñito.
Ah: me dio gusto ver a Salvador Canjura, cuyo blog está en los links de la derecha. Vi también a Óscar Núñez, de Costa Rica, con quien trabajé hace muchos años (unos veinticuatro, digamos) en México, y a varias personas más que no menciono no porque me falten ganas, sino por exceso de sueño. Y tengo que levantarme temprano, así que nos vemos luego.
Posted by Picasa