25 de febrero de 2006

Sobre precios de discos

Pues bien: cuando uno compra un disco de Luis Miguel --digamos--, uno está pagando por la música, por la producción, por la edición y, en fin, por el trabajo de un montón de gente que lo hizo posible, y eso tiene un precio. Pero uno no debería pagar para que el productor sea estúpidamente rico, ni para que LuisMi tenga casas por todas partes, compre ropa incomprable --y mucha--, etcétera, o para que algunos de los músicos de estudio hagan méritos para morir de uns sobredosis con la cocaína que uno paga. Uno sabe que todo eso no es inherente a la música, ni es necesario para que la música funcione.
Y uno sabe que la producción de un disco de veinte o veinticinco dólares, si las cosas fueran como deberían ser, no debería costarle al público más de cuatro o cinco, ya puesto en la tienda y con ganancias para todos, y allí es donde viene algo que se olvida: el valor social de todo lo que se hace.
La labor de los músicos no es hacerse ricos o "triunfar" (aunque les vaya muy bien): es hacer música. La labor de los productores no es estar en un lugar más o menos visible de las listas de Forbes: es producir música. Y así. En fin: el asunto no es ganar dinero prestando un servicio, sino prestar un servicio, que eventualmente servirá para ganarse la vida decentemente.
Y no es que uno se ponga a propugnar que todo el mundo piratee todo, porque eso es contrario a la ley y uno es gente de ley, pero hay algo interesante: con todo lo que las productoras se quejan de la piratería, siguen teniendo ganancias casi infames y en realidad no pierden nada; es sólo que no venden varios millones de discos y no se hacen proporcionalmente más ricas, o sea casi trillonarias.
Si los discos bajan de precio según su costo real, las disqueras ganarían quizá lo mismo, y venderían mucho más, pero al parecer no es su objetivo, sino ganar mucho vendiendo lo menos posible. Y allí tiene a mucha gente con discos pirata de un dólar que de seguro comprarían originales, con su booklet y todo, si costaran, digamos, cuatro dólares en lugar de veinticinco.
Todo ese rollo viene por un artículo que leí hoy en La jornada de México, que viene aquí, en las que las trasnacionales se escandalizar porque a alguien se le ocurrió sacar una colección competa de Mozart a casi sesenta centavos por disco. Pasó algo interesante: la edición se acabó y los piratas, para que les tuviera cuenta, debieron venderlo a tres veces su precio...

17 de febrero de 2006

Nota de Knut Walter

En El faro aparece una nota del historiador Knut Walter acerca de Tiempos de locura. Bien interesante. Se puede encontrar aquí.
(Ya quiero pensar en otra cosa. Estoy medio cansado de ese libro. Por suerte hoy cierra el plazo para entregar la versión para la segunda edición.)

12 de febrero de 2006

Vendido a la derecha

Me llegaron noticias de la posición de ciertos dirigentes o funcionarios del FMLN acerca de Tiempos de locura. Era de las cosas que prefería no preguntar, porque la respuesta iba a ser dolorosamente obvia. Pero, en fin, me las dijeron, y aquí va:
1. "La derecha" me pagó para que hiciera el libro. Ojalá hubiese sido así, porque según el mito --no sé qué tan cierto sea-- "la derecha" paga mejor que un organismo académico como FLACSO, que fue el que encargó la investigación. Y el pago --porque lo hubo-- juro que fue bastante simbólico. Igual es un libro que hubiera hecho gratis; el tema es apasionante; igual nos cambiamos de casa, nos compramos una lavadora, algo de equipo que servirá para La Casa del Escritor y ropa para Krisma, Valeria y yo. (Algo hay que echarle a la lavadora.)
2. No cuento la verdad acerca de ARENA. En realidad cuento muy poco, excepto antecedentes, porque el libro se acaba en enero de 1981, y ARENA se fundó a finales de ese año. Hay cosas acerca del FAN y de la organización político-militar que se creó a su alrededor; de una "doble institucionalidad" que preveía los escuadrones de la muerte, las elecciones, la lucha de masas y qué sé yo; del apoyo nacional e internacional que recibieron y de cómo lograron estructurar un proyecto coherente de país --algo en lo que la izquierda anda un tanto... uh... dispersa--, y que todo ello redundó en la creación de ARENA.
3. Miento acerca del FMLN. Trato poco acerca del FMLN, porque se fundó en diciembre de 1980. Hablo más de las organizaciones que lo integraron, y de la Dirección Revolucionaria Unificada, y de la Coordinadora Político Militar, y de las maniobras para desplazarse mutuamente. Y lo peor es que no hablo yo, sino la gente que participó en ese proceso; yo nomás junté los datos. Quizá el problema sea que hablo de Salvador Cayetano Carpio, el líder histórico del proceso revolucionario. El Goldstein de 1984, ni más ni menos. Claro que si lo borro de la foto no se entendería la historia salvadoreña desde 1944. O habría que reescribirla, como se ha hecho en los últimos años.
4. No menciono a Roberto D'Aubuisson como asesino del arzobispo Romero. Lo que hago es poner diferentes versiones, en especial la de la Comisión de la Verdad, y también el testimonio del hijo de D'Aubuisson, del mismo nombre. Por desgracia no estoy para repartir culpas, y tampoco quiero el puesto.
5. Hablo de la formación del FMLN y de sus cosas internas, pero no de los demás partidos políticos. Y, sí, se habla de todas las contradicciones del PDC desde su fundación, del Partido de Conciliación Nacional y de otros que muchos no recordarán: el PAR, el FUDI, el PPS, el PRUD...
Etcétera.
Ahora estoy procesando entrevistas de gente de la empresa privada, de uno de los golpistas y de un miembro de la Primera Junta, junto con materiales documentales bien densos y contradictorios ideológicamente, aunque en los hechos coinciden casi todos. Y lo más que puedo hacer es dar constancia de las versiones. Hubiera sido más fácil --estoy seguro-- hacerle caso a mi ideología y condenar a todos los que no estuvieran de acuerdo, alabar a los que me caen mejor y repetir lugares comunes que, después de 25 años, más bien me aburren, por su superficialidad; pero no me gustan mucho las cosas fáciles.
Vendido a la derecha... Era mejor aquello de ser agente de la CIA, o el top del top: de estar "objetivamente" del lado del enemigo y ser, por lo tanto, "objetivamente" un traidor. (Prefiero lo de traidor a lo de "tonto últil"; vanidad obliga.)

9 de febrero de 2006

Gajes de la segunda edición

Se suponía que esta madrugada debía terminar la versión de Tiempos de locura para la segunda edición, pero no pude; apenas acabé la primera parte, para un total de 136 cuartillas (a 250 palabras por cuartilla). Ya casi terminé de ajustar la segunda parte, pero falta: tengo cinco artículos del coronel Majano, dos entrevistas de tres horas, un par de libros, y 200 páginas de materiales que terminar de revisar. Ya procesé completa otra de las entrevistas y hay observaciones del coronel Majano sobre el libro que me han hecho cotejar un montón de datos, además de consultas al comandante Fermán Cienfuegos y qué sé yo qué más.
Al rato tengo que dar un taller de acercamiento a la poesía de lo más denso, porque es con gente que se dedica precisamente a trabajar con poetas y no es de andar improvisando. Mientras, voy a dormir un par de horas.
Eso sí, bien contento. Está quedando muy bien. Sólo es cuestión de tiempo, y no mucho. El problema es que no siempre se trata de "horas nalga", sino de tiempo de reflexión. Por el modo en que está estructurado el libro, es decir del modo menos cronológico posible, mover un dato en un capítulo implica corregir cuatro o cinco más. Y cada detalle cuenta.
Debo confesar que es más difícil escribir una novela. En la vida real todo requiere de verificación; en la novela todo requiere de vida, y hay que estar creándola en cada página.

8 de febrero de 2006

Al otro lado del charco

Me están invitando a Francia para el mes de octubre. Hasta ahora no he pasado de la frontera Costa Rica-Panamá (al sur), de Los Ángeles (al norte) y de Miami (creo que eso está a la derecha; debe ser el este).
Invita Espacios latinos, que hace unos meses publicó una reseña a un libro mío, Instructions pour vivre sans peau. Aquí está la lista de la gente a la que han invitado. Me va a dar gusto ver otra vez a Rodrigo Rey Rosa.
Ayer Thierry me avisó que ya terminó la traducción de Treize (Trece, para los cuates), y que la entrega hoy, para que salga en abril. Para cuando vaya --se supone que a hablar de Terceras personas-- ya habrá tres libros míos publicados, sin contar con la Historia del traidor, de la que ojalá queden ejemplares después de 18 años. (Claro que preferiría que se hubiera agotado...)
Como sea, por fin voy a cruzar el charco, y desde ese momento seré cosmopolita, si debo creerle a las películas gringas de los años cincuenta. Me emociona, aunque detesto --desde luego-- los viajes en avión, más si son de doce horas y sin fumar. Ya me eché uno más o menos del mismo tiempo, y en el aeropuerto de destino me agarró un guardia de seguridad para revisarme todo. "Está demasiado nervioso", me dijo. Le expliqué que me dan terror los aviones, y que a mí el terror me da ganas de fumar, y que por lo tanto había pasado como nueve o diez horas en un círculo viciosísimo (él lo que buscaba eran drogas, y lo mío era peor). Me dejó ir y me dijo dónde podía fumar.
Claro que hubo un viaje en autobús de diecinueve horas, de Chiapas al Defe, y otro de 14 de ida y vuelta, también del Defe, a la Comarca Lagunera, que fueron mucho menos cómodos y también sin fumar. Creo que el asunto es más de distancia que de tiempo; ya me enteraré.
Y no hablo ni gota de francés. Leo lo suficiente para saber dónde están los baños, siempre que el letrero tenga dibujito.

7 de febrero de 2006

¡Internet, internet!

Desde el 3 de enero estoy en ésas de que me conectan o no me conectan internet. Pues bien, hoy por fin me pusieron el cable y soy feliz. Los de Amnet son también un desastre, pero ya no me quedaban proveedores, así que hubo que aguantar.
El gran problema fue que los vendedores están más interesados en vender que en ver que el cliente reciba el servicio. Entre otras cosas me vendieron un amplificador de señal que no necesitaba (ya lo regresé y me lo van a descontar del recibo), y sólo ese detalle se llevó casi dos semanas.
Como sea, ya estoy reconectado. Hoy puedo escribir poco; mañana al mediodía debo entregar la versión para la segunda edición de Tiempos de locura. ¡Sí, se agotó en un par de semanas! Aprovechamos para arreglar algunos detalles y para añadir cosas importantes. Nos diereon, entre otras cosas, acceso al primer cuaderno de Ignacio Ellacuría, que confirma o aclara muchas de las cosas que se dicen en el libro. Igual la primera edición sigue estando vigente, pero ésta viene más guapa. Vamos a cambiar también la portada, de azul a verde, para hacer marcar la diferencia.
Cambio y fuera.