27 de febrero de 2009

1966

En medio de un artículo que publicó Álvaro Darío Lara en el Suplemento 3000 del Diario Colatino (puede hallarse aquí en pdf), y en la sección Aula Abierta, pueden encontrarse unas fotos en las que aparece mi papá (no mi padre: mi papá; lo digo con gusto de niño) en una premiación a Matilde Elena López.

En la primera se ve a Claudia Lars, a mi papá, a Salarrué y a Matilde Elena López. Según el texto, el asunto ocurrió en 1966, cuando mi padre (ahora sí, con más respeto) era decano de la facultad de Economía (lo fue de 1963 a 1967). Tenía 31 años, o sea todo un bebé para esos cargos, pero así fue él: todo le pasó y lo hizo a una velocidad exorbitante; quizá por eso se quemó tan rápido.

Aquí aparece, a la derecha, mientras le dan el premio a la doctora López.
La pregunta obvia es: ¿qué hace un economista en un acto cultural? Y la respuesta es que mi padre se pasó toda su vida haciendo lo posible y lo imposible para que la cultura --en especial la literatura-- fueran parte fundamental de la vida universitaria. Cuando lo eligieron rector, en 1970, lo primero que hizo fue organizar un homenaje a Salarrué y Claudia Lars, junto con Ítalo López Vallecillos, con publicación de obras y doctorado honoris causa y todo el show. Salarrué, desde luego, no asistió, como ya he contado por aquí; esas cosas lo incomodaban y no les daba mucha importancia, así que la noche fue para Claudia Lars. (Desde entonces comenzó a llegar a casa. No permitía que le dijéramos "doña Claudia"; para nosotros era "doña Carmen".) También mandó a hacer un galerón de madera y allí montó una escuela de artes plásticas. Contrató para eso a Camilo Minero, Carlos Cañas y César Sermeño. Su sueño era crear una facultad de artes antes de terminar su periodo, que debía ser en 1975.
Estudié en la escuela durante el año y medio que duró, antes de la ocupación militar de 1972. Descubrí dos cosas:
1. Soy pésimo para eso de la dibujada.
2. Soy pésimo para eso de la dibujada.
O sea pésimo por partida doble. Pero me la pasaba bien, y qué más podía pedir un chavo nerd de 11 o 12 años de edad. Lo otro era quedarme encerrado en casa leyendo --como el resto de días-- o salir aún de madrugada con mi perro Chéster a buscar renacuajos y a ver cómo se iban desarrollando en la zona inhóspita donde ahora están las Tres Torres. (Un señor que vivía a una cuadra de casa, en una vivienda absolutamente rural que hacía esquina con el Boulevard de los Héroes, llevaba a una vaca y a su becerro a pastar al parque de la colonia Buenos Aires, que aún no era un parque; así estaban las cosas.) Y las matinés de sábados y domingos en el Viéytez y el Izalco. Y los fines de semana con mis tíos, con uno de ellos a bebederos de toda calaña (él tomaba, yo comía), con el otro a su finca entre Aguilares y Suchitoto. O los fines de semana largos en la playa, hasta el punto en que me decían "el Negro Menjívar". Y en realidad, ahora que lo veo, no me la pasé tan mal en la infancia, nomás que casi todo lo hacía solo o me alejaba de la gente; por eso mi madre, que detestaba los animales, decidió comprarme un perro.
Como sea, me dio gusto ver a mi papá en el periódico, aunque no estuvieran hablando de él. Uno siempre extraña a su papá. Ahora que extraño, lo que se dice extraño, es ver a mi papá de 31 años, verlo como papá y tener --yo-- 49 años de edad. Me pregunto si me hubiera llevado bien con él, yo con mis 49 y él con sus 31... Creo que sí, y quizá no hubiera evitado verlo como mi papá; la impronta es la impronta.
Ya estoy desvariando. Me pongo a trabajar.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Rafael

Mi picó la curiosidad, como al gato, y leí el artículo de Álvaro Darío Lara en Colatino. Empieza así:

"Nuestra querida doctora Matilde Elena López ha cumplido este pasado 20 de febrero, 90 años de vida entre nosotros. Si bien todos los cumpleaños de nuestras escritoras, escritores y artistas en general, son motivo de regocijo para todas las salvadoreñas y salvadoreños. Todavía más tratándose de una mujer de excepcionales cualidades intelectuales, sensibles y de entrega histórica..."

Y esto lo escribe alguien que se llama a sí mismo periodista, y sale todas las semanas en la tele, pagado por todos nosotros, hablando de cultura. Señor Darío Lara, ?de dónde saca usted que "todos los cumpleaños de nuestras escritoras, escritores y artistas en general, son motivo de regocijo para todas las salvadoreñas y salvadoreños"?
Ojalá fuera así, pero no lo es, !!!Y UN PERIODISTA NO PUEDE INVERTAR LA REALIDAD!!! ?En personas que inventan en función de sus manías personales hemos puesto la recopilación de obras de nuestros más insignes autores?

Pero lo más triste, y les invito a leer la nota para verificarlo, es que el señor Darío Lara utiliza la excusa del cumpleaños (utiliza, usa, se sirve de una supuesta admiración hacia la genial Matilde) para hablar de sus problemas personales con la DPI, de su más que cuestionada labor como compilador y de su egocentrismo que no cabe en un plató de televisión.

Gracias por publicarlo.

Thierry dijo...

Creo que sí te hubieras llevado bien con él, y él contigo. Ahora la pregunta es: Siendo tu papá ¿se habría atrevido a proponerte para honoris causa de la universidad? Y en caso de respuesta positiva ¿Habrías ido? Un abrazo. Thierry

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Thierry: Lo más lejano al nepotismo, así fuera retroactivo (o postactivo), era mi padre. Y, si se le hubiera ocurrido, lo hubiese atribuido a la juventud y me quedo en mi casa viendo una buena película. Es más: lo invito y no llega ninguno de los dos, y vemos una de guerra frente a un buen galón de helado de varios sabores.
Garantizado.

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Ah: mi cumpleaños es el 17 de agosto. Detesto las bandas municipales y mariachis que se ponen en la madrugada afuera de mi balcón como parte del regocijo. Por eso mi casa no tiene balcón, y además los vecinos se ponen a llamar a la PNC.
Una vez aparecí en un calendario, y no estaba encuerado, ni el calendario ni yo. "Rafael Menjívar Ochoa. 1959", decía el 17 de agosto. Por allí lo guardo y lo saco todos los 17 de agosto; es lo más cerca que he estado de un santoral; "Rafael" se festeja el 24 de octubre.
La única en regocijarse en esa fecha era la abuela Carmen, God bless her boots.
Aparte de eso, sé que Salarrué nació un 22 de octubre y murió un 27 de noviembre, aunque se asentó el día 29; que Roque Dalton nació el 14 de mayo y lo asesinaron un día de las madres (¡eso fue perverso!), y que Edgar Allan Poe también nació y murió. ¿Quién anda contando las fechas de nacimiento de la gente? Ni regalos dan...

Anónimo dijo...

He leido exceptico el artículo de Alvaro Dario Lara, y cuando he terminado no puedo mas que dar la razon al Anonimo' que sugirio que lo hicieramos. En efecto, lo de Dario suena a lloriqueo porque no le han pagado lo que le dijeron que le iban a pagar, y ofende que utilice para ello el nombre de doña Matilde. Verguenza deberia darle.

Perdon, Rafael, por no hablar de su padre.

ALVARO DARIO LARA dijo...

Estimado Rafael Menjívar:

Te saludo cordialmente, y a la vez felicito siempre tus esfuerzos y dedicación a la literatura y a la cultura nacional. Agradezco además la inclusión de uno de mis escritos sobre los 90 años de la doctora Matilde Elena López, donde pongo de manifiesto el incumplimiento de esta administración gubernamental hacia la publicación de sus obras. Proyecto que concluí a satisfacción de CONCULTURA en el 2007. Por supuesto que las fotografías, que acompañan el texto, son históricas, y llenas de gran simbolismo.
Quisiera aclarar, si me permites, en este espacio dos comentarios que me parecen muy irresponsables. El primero se encuentra calzado por un "anónimo" el 27 de febrero. Lamentablemente la persona que lo envía no da la cara frontalmente como convendría, al contrario, se ampara en el cobarde anonimato; sin embargo, decirle a ella y a los visitantes de tu blog:
1. Mis señalamientos no son personalistas, son de carácter institucional. Como lo expreso en el artículo, algunos ex empleados, ex funcionarios y la actual administración de la DPI son responsables directos de las irregularidades que dañaron sensiblemente la edición del primer volumen que integra, el proyecto de publicación de las obras de la doctora Matilde Elena López. El asunto de fondo no es mi introducción al artículo de la doctora López publicado en el Tres Mil, el asunto de fondo es el incumplimiento y maltrato hacia el proyecto de edición crítica de sus obras, y todavía más, el estado lamentable de instituciones culturales como la DPI, al vaivén de los vicios propios de este gobierno que finaliza: nepotismo ( en el caso de la DPI:un matrimonio se ha turnado la conducción de la editorial del estado),ineptitud y corrupción 2. Los otros señalamientos, acerca de la calidad de mi trabajo como editor-crítico, constituyen señalamientos sin mayor argumentación, que sólo testimonian la mala intención, la ignorancia y el prejuicio de la persona que los lanza al aire; y en lo que respecta a mi dimensión como comunicador cultural, el anónimo sigue con la vieja cultura de utilizar la propia subjetividad para descalificar otras áreas de las personas que no tienen conexión con lo supuestamente tratado.
En cuanto a lo escrito por el señor Carlos Ávalos, ese mismo 27 de febrero,(si en verdad existe con ese nombre):
1. Recomendarle un curso básico de redacción, incluso, puede asistir de oyente a mis clases en la Universidad, ya que la palabra "escéptico" se ortografía así, y no como él se atreve a escribirla 2. Cuando concluí a satisfacción de CONCULTURA el proyecto de edición crítica de las obras (segunda y tercera fase), el estado me canceló la parte final que me adeudaba. Mi posición señor Ávalos, no obedece a un asunto económico. Si esto fuera así ¿qué razón tuviera de demandar de parte de la institucionalidad cultural el cumplimiento en la publicación de las obras de la doctora López, si éstas me fueran pagadas convenientemente? No se equivoque, yo no "lloriqueo" por esos aspectos. Lea mejor sabatinamente mis artículos en Tres Mil de Co-Latino, y pregunte por mi trayectoria profesional, para mejor informarse. A usted, como a otros (v.g.: Luis Chávez que se congratula por la ineficiencia e ineptitud de la DPI con la obra de la doctora López) lo que los mueve es el afán del descrédito. Termino advirtiéndole que éste no debe ser un terreno de su interés, en todo caso es un asunto entre la institucionalidad cultural actual y un servidor.
La gente productiva ocupa su tiempo adecuadamente, y ya sabemos en realidad cuáles son las usuales identidades y patologías detrás de expresiones como las suyas. Por favor, mejor invierta su tiempo en algo útil: estudiar un curso de ortografía, tener una mascota o inscribirse en un doctorado en filosofía.
Finalmente, gracias a ti, Rafael, por el derecho de respuesta, que no dudo, entenderás.
Fraternalmente,
ÁLVARO DARÍO LARA.

Anónimo dijo...

TE FELICITO POR TU PROGRAMA EN RADIO DON BOSCO!!!