5 de febrero de 2009

Mi columna en CA21

Desde hace varias semanas --¡desde el año pasado!-- no he publicado mi columna en Centroamérica 21. No ha sido por falta de ganas ni de temas, que de ésos siempre hay, sino de hartazgo con respecto a la campaña electoral y el modo en que se mueven los ánimos. No he sufrido censura, nadie ha tratado de darme línea con respecto a qué escribir e incluso Geovani Galeas --con quien rara vez hemos compartido opiniones-- ha insistido en que continúe. He preferido leer Centroamérica 21 "desde fuera", por ahora, lo mismo que los demás periódicos digitales y analógicos. Creo que no es el momento para decir cosas fuera de este blog, donde tengo mucha mayor comodidad en lo que digo y en el modo de decirlo.
Va una pequeña explicación.
En general, muchos columnistas escriben con la esperanza o la convicción de que en algo puedan influir en el rumbo de las cosas. Me parece un buen estímulo creerlo, aunque sé que es ingenuo. Uno no cambia nada; a lo sumo dará su punto de vista, alguien estará de acuerdo, alguien no, y a la mayoría le vendrá flojo. Lo que uno diga, si acaso, servirá de rápido punto de conversación en alguna sobremesa, eventualmente le dará una nueva idea a alguien y listo, misión cumplida, valió la pena pasarse unas horas escribiendo una nota.
Lo que más me gusta de escribir en periódicos y revistas es la discusión, tácita o explícita, que puede armarse entre columnistas y, quizá, con algunos lectores. (Estoy descartando las puteadas de trolls y anexos. Eso es nomás ser malcriado.) Ver desde aquí, desde mi computadora, y quizá platicarlo con amigos, lo que fulano o zutano dicen con respecto a un tema es agradable, a veces apasionante, y mejor si se puede complementar con algunas entrevistas y programas que pasan por la tele. Desde mi perspectiva, no hay más que eso.
Y viene el asunto central: ¿por qué a alguien lo nombran o lo reconocen o lo que sea como columnista? No tengo la menor idea, si he de ser franco. Mis primeras columnas comencé a escribirlas a eso de los 19 o 20 años, bajo pseudónimo y sin decir que ése era yo, en la sección internacional del periódico El día, de México, y era divertido. Varios compañeros me comentaban lo que había dicho Julio Castel y a veces estaban de acuerdo, a veces no, y yo casi siempre adoptaba el punto de vista contrario, en el plan del adolescente o casi adolescente que aún era. Llegué a tener una discusión, por escrito, con el compañero que se sentaba en el escritorio de atrás a la derecha, el boliviano René Bascopé Aspiazu, y cuando se enteró de que era yo nos fuimos a comer unas hamburguesas para festejar. (Casi siempre nos íbamos a comer hamburguesas, pero esa vez fue para festejar.)
Entiendo, pues, lo de escribir columnas --políticas en este caso-- como una discusión acerca de hechos, perspectivas, matices, posiciones diferentes, etcétera, aunque no haya una alusión directa a lo que diga otro columnista. Si hay un lector de todas o varias de esas columnas, algo se llevará de positivo con el contraste.
Pero en las últimas semanas los columnistas a los que podría tomar como referencia han enloquecido, o poco menos. Ya está dejando de importar el análisis crítico de los hechos, el intento de lectura del momento, la hipótesis que mañana o la semana que viene será desmentida por otra hipótesis más sólida, o porque se ha movido --o desgajado-- la coyuntura. Con las presidenciales a un par de cuadras de distancia, el análisis periodístico se ha convertido en un pretexto para convencer a quien sea que lea la columna de que vote por cierto candidato. Los periodistas están dejando de ser periodistas y se están volviendo simples promotores de votos, a veces con argumentos tan elaborados --y jalados de los pelos-- que dan pena. Y más de uno tendrá argumentos para contradecir este argumento, pero es problema de ellos: el diálogo tácito se ha convertido en monólogos a gritos, cada quien vendiendo su producto con argumentos que a un vendedor le darían vergüenza.
Y así no juego.
Me queda la opción de escribir acerca de literatura, que es lo que hago la mitad de las veces. Pero en medio de ese mercado con bocinas a todo volumen, ¿a quién rayos le interesa leer de literatura? Y no falta quien vea en eso un "escape" con respecto a temas que yo "debería" tratar, algo banal en momentos en que el país está al borde de un cambio histórico o lo que demonios quieran. Y no. Escribir sobre temas políticos es uno de mis oficios; la literatura --escribir literatura o acerca de ella-- es otro, y los dos me los tomo en serio.
No he dejado de escribir o de pensar "en eso"; simplemente me parece que no es el momento de publicar en un medio de prensa. Para eso tengo mi blog, mi "cosa personal". Y tampoco he publicado mucho en mi blog últimamente, quizá porque estoy escribiendo un par de libros, quizá porque mis prioridades personales son otras, quizá porque no se me da el ánimo o la gana. Sé algo, y lo reitero: estoy harto de promotores de voto que se presentan como columnistas. Sé que con ellos no quiero platicar, al menos mientras no regresen a su estado... uh... normal. Ahora están enloquecidos, con miedo de que ganen unos, de que pierdan otros, de que pase lo que tenga que pasar. A mí me tiene sin mucho cuidado si gana Arena o el FMLN, en serio; me interesa que haya un proceso limpio y justo, y poder hablar de eso en su momento.
Los periodistas no somos participantes de los hechos acerca de los que nos toca tratar; somos testigos, a veces calificados, a veces no. (Eso es otro tema.) Tengo una posición ideológica, que tira mucho a la izquierda, y no la de las consignas, sino la que aprendí con años de estudio y vivencias y, sobre todo, de ideales. Habrá quien la confunda, por miopía, mala leche o estupidez, con todo lo contrario. Bronca de él, ella o ellos. Mi post anterior, por ejemplo, no es un apoyo a Arena: es una advertencia al Frente de que se está pasando de ingenuo o superficial, y no ve todo lo que la derecha ha armado alrededor de la propia posición del Frente. Y no veo una izquierda en el Frente, nada que vaya más allá de algunas frases de manual, de una posición bastante en bruto (lo que Marx llamaría, si fuera generoso, "conciencia en sí") y una lumpenización que, para demostrar, bastará con poner algunos comentarios que lleguen a este post, o repasar otros que a veces he dejado en posts anteriores.
Eso es todo. Cuando acabe el proceso electoral, me dará gusto seguir escribiendo mi columna, quizá la única en la que he dicho siempre todo lo que se me ha roncado la gana. Hasta entonces, por aquí nos estaremos leyendo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

CA21, fue catalogado por muchos como un instrumento de propaganda de Arena, utilizando una supuesta trinchera de pensadores de izquierda, y hoy que se acercan las elecciones pues como que se confirma lo que algunos en su momento pensamos.
CA21, ha tratado de posicionarse como un medio digital, pero hoy en dia no es mas que un pasquin de mala muerte, a etcepcion de algunas columnas que sacan un poco la cara, pero en sintesis, yo no le doy un cinco. Y semanalmente le pego su hojeada, pero es mas por satisfacer el morbo que por buscar algo realmente interesante o informativo, algo asi como leer al Altamirano pues.
Quien realmente me ha sorprendido es el "Berny", o como se llame. Este chamaco si lo encuentro algo raro.inclusive, recuerdo haberle escuchado en una marcha del 1 de Mayo, hace un par de añitos, decir que el era un comunista, hoy pues al parecer por sus escritos y lo que dice, como que la cosa ya se fue por otro lado. Sera un cambio ideologico? la compañia del choquito? el guaro? el perico? pues a saber. bueno, tiene derecho a hacer o decir lo que le de la gana.
Muy coherente tu posicion, creo que haces mejor teniendo tu propio sitio, donde vos respondes por todo lo que de aca sale.
Salu pues.
Rafa.

Anónimo dijo...

Me encontré a la Krisma en el centro y la ví bien pálida y estresada.

Que vos estás tirando líneas para irte para Mexico?

Yo sé que es estresante vivir así, pero vos ya sabés que llevan las de perder con toda esa labor que vos haz hecho con la recua de las centroamericas21, "periodismo" de poca monta.

Si se van para Mexico, me mandás una carta postal!

Saludos!

Aquella...

Krisma Mancía dijo...

¿Me encontraste Anónimx? ¡Que bueno! Me hubiera hablado y me hubiera dicho lo mal que me miraba. ¿Pálida y estresada? Gracias por preocuparte por mi salud. Pero, por suerte estoy pálida porque no me da el sol como debe ser, y estresada porque detesto el centro y su multitud de gente (también a los estúpidos que se esconden en ella como vos). Te prometo ir a la playa o irme de vacaciones a México(o a otro lugar). Allá en México me espera gente que quiero como en muchos lugares. Países donde vivir nos sobran y hasta nos iría mejor, pero queremos mucho a la gente luchadora que vive en El Salvador. Así que no te hagas ilusiones, ni esperanzas de que nos larguemos por las malas vibras que nos hechen. Si nos fuemos no sería por los estúpidos anónimos y sus deseos de que nos muramos, sino porque ya no hay más que hacer por este país en relación a lo literario (que ha eso nos dedicamos en cuerpo y alma)y mira que al mucho que hacer para que gente como vos aprenda ha escribir bien y con calidad. Lo siento... pero para que llegues a ser alguien tendrías que volver a nacer y a armarte con cera más resiste para tener un poquito más de lógica, tolerancia e inteligencia.

Rafael Eduardo Menjivar Merida dijo...

estoy de acuerdo con krisma lo palida y lo estresada se quita con sol y una platica.
lo imbecil no se quita con nada y lo peor es que no se dan cuenta de que la envidia es el cancer del cerebro mas grande que existe.

Krisma Mancía dijo...

Sip. Que me lo diga en mi cara, sino así empienzan los chambres. Luego, luego si me caigo y me quiebro el brazo y andarán diciendo que sufro de violencia intrafamiliar... puf. Cobardes.

Santiago Vásquez dijo...

Me encanta:

"Uno no cambia nada; a lo sumo dará su punto de vista, alguien estará de acuerdo, alguien no, y a la mayoría le vendrá flojo. Lo que uno diga, si acaso, servirá de rápido punto de conversación en alguna sobremesa, eventualmente le dará una nueva idea a alguien y listo, misión cumplida, valió la pena pasarse unas horas escribiendo una nota"