22 de septiembre de 2008

Pasado, presente y futuro

En el suplemento Séptimo sentido, de La prensa gráfica, se publicaron cuentos de cuatro salvadoreños bajo el título de Cuatro plumas, cuatro futuros. Me da gusto y orgullo que dos de las personas mencionadas sean compañeras de La Casa del Escritor, Georgina Vanegas y Ana Escoto.
Me llamó la atención los nombres de los escritores a quienes pusieron como pasado y presente de la narrativa salvadoreña (supongo que hablan de narrativa). Dice la nota introductoria:

Pasado hay: Alberto Masferrer, Salazar Arrué, Claudia Lars, Roque Dalton... Presente, también: David Escobar Galindo, Horacio Castellanos Moya, Rafael Menjívar Ochoa, Jorge Galán... ¿Y qué hay del futuro? ¿Hacia dónde va la literatura nacional? Difícil respuesta. Para echar algo de luz, he aquí cuatro cuentos breves de cuatro salvadoreños que aspiran a ser referente en el complejo espectro de la narrativa: Georgina Vanegas, Alberto Pocasangre, Ana Escoto y Herbert Galeano Vargas.

La contribución de Masferrer y Lars a la narrativa salvadoreña es marginal y, si se trata de ponerse estrictos, la de Dalton tiene que ver con la novela, no con el cuento (y aún hay que hacer un buen análisis literario de Pobrecito poeta que era yo..., que me parece una novela fallida, con algunas partes muy buenas y, como siempre, con muchas frases excelentes). Más importante hubiera sido mencionar a Alvaro Menen Desleal y José María Méndez y, si se buscaba poner a cuatro, a José María Peralta Lagos, por ejemplo.
En el presente, agradezco que me mencionen, pero mi trabajo como cuentista es también marginal y si, por otra parte, hay que hablar de narradores y no sólo de cuentistas, faltaría Manlio Argueta, el salvadoreño más publicado y traducido fuera del país, con muy poca producción cuentística. Jacinta Escudos tiene mayor obra dentro de ese género, y además es colaboradora de Séptimo sentido; su inclusión no sólo era una cuestión de justicia, sino también de... uh... cortesía editorial, digamos. Claudia Hernández se echa claramente en falta; con sólo tres libros publicados, es quizá nuestra cuentista viva más importante en términos de contribiciones al género.
En literatura la edad cronológica no es necesariamente importante, pero habría paradojas: Jorge Galán y Alberto Pocasangre tienen la misma edad, y a uno se le considera en el presente y al otro en un futuro posible. Claudia es un par de años menor. También me parece que lo fuerte de la obra publicada de Galán está en la poesía, y últimamente se ha inaugurado en la novela, con El sueño de Mariana, una muy bonita y bien lograda novela de ciencia ficción. Ha publicado cuento para niños, pero aún en poca cantidad. Me da gusto sin embargo que lo mencionen; entre los escritores salvadoreños que van hacia la madurez (literaria, claro; la otra no es importante ni puede medirse ni viene al caso), es uno de los más representativos y con mayores logros.
En lo personal, la inclusión de Pocasangre y su reciente publicación en la colección Nueva Palabra me desconcierta un poco. Insisto: la edad no siempre es importante, pero tiene 35 años, y uno esperaría a esa edad que ya hubiese una carrera en marcha desde algún tiempo atrás, como la hubo y la ha habido de parte de los otros mencionados. Otra paradoja: si es importante el que sea gran maestre de los juegos florales salvadoreños en la rama de cuento, tampoco debería estar entre gente que comienza. Dirán que John Milton empezó su carrera literaria fuerte a los 70 años (con El paraíso perdido), y ya en estado de ceguera, o que Henry Miller publicó Trópico de Cáncer a los cuarenta pero, vamos, hay proporciones, y tampoco se trata de mencionar a Rimbaud, Mishima y Lautréamont, el extremo de la juventud genial. Quizá deberían replantearse las bases de Nueva Palabra para que las palabras que allí aparecen sean de gente... no sé... nueva. No soy quién para decirlo, pero me parecería que los 30 años es un límite máximo bastante sensato. La DPI tiene otras colecciones para gente con mayor edad y/o experiencia. (Detesto eso de y/o, a todo esto.)
Y ya que hablamos de narradores, hace unos minutos regresó Denise Phé-Funchal a Guatemala. Fue un gusto tenerla en casa y en La Casa. Ella es otra narradora de peligro y digna, desde su primera novela --Las flores-- y sus primeros cuentos publicados en antologías, de tomarse bastante en consideración. Claro que entraría en la cuenta de los narradores guatemaltecos, si uno se pone en plan de literaturas nacionales, así sea salvadoreña honoraria por su trabajo con La Casa, ejem. Estará dentro de un par de semanas en el VII Festival Internacional de Poesía de El Salvador. Lo curioso es que su primera obra publicada fueron poemas, y que se publicaron en una revista catalana, en catalán. (Tiene 31 años, si el dato sirve para algo.)
Me regreso a dormir. Es día de descanso, y ayer tuvimos lleno completo y los trabajos de dos compañeros nuevos. Emociona ser testigo de cómo se crean cosas importantes.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen día Señor Menjívar
Este post es buenísimo para lo que quiero leer de El Salvador: la literatura joven del mismo. De los tres primeros autores, me quedé con ganas de leer más de ellos. Del último autor, el inicio del texto mató todo interés por seguir la lectura. Me pregunto si ¿en el Salvador existen becas como las del PECDA en los diferentes estados de México?, en www.conecultachiapas.gob.mx aparece una convocatoria vigente. ¿No se podrá hacer una Casa del escritor virtual?, donde una pueda participar.
Cynthia

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

No, no existen becas. Se supone que sí, unas que se llaman Fantel, pero como que no les gusta aplicarlas para escritores, aunque está previsto que puedan serlo.
De que se puede armar, se puede armar, pero no creo que tenga energía o tiempo o ambos para hacerlo. Quizá algunos compañeros de La Casa podrían, pero la mayor parte también están en lo mismo. Se aceptan sugerencias, en todo caso.

Anónimo dijo...

También leí con interés lo publicado en LPG, y con más interés si cabe este post. Rafa, con todo respeto, deberías desprenderte un momento del egocentrismo que te caracteriza. Los que hizo la revista es algo interesante, y el post parece hecho a medida para despedazar la iniciativa. Además, basás la mayoría de las argumentaciones en una simple conjetura, como es suponer que los listados de nombres se referían a cuentistas y no a escritores, en general. Se huele la mala fe.

El único reconocimiento que hacés es al hecho de que dos de los cuatro escritores han pasado por La Casa del Escritor. Yo, yo y después yo.

Rafa, humildad. Bien sabés que sos tuerto en país de ciegos. No escupás tan alto.

Wingston González dijo...

ese es el problema de las listas. aúnque aún desde guate como que noto la falta de menen desleal. algo así como que hiciéramos nuestra lista y se nos olvidara... esteee... un ejemplo...¿monterroso? ejem, algo así.

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Anónimo: Gracias, hermano o hermana. Con tu comentario he visto la luz. Si se hubiera tratado de literatura en general --me digo--, las ausencias serían mayores y más notorias.
Sé --vanidosamente-- que no soy cuentista, y que no tenía que estar allí, y hay otros que sí. La iniciativa de Séptimo sentido me parece excelente, y lamento tener un punto de vista acerca de lo que es la literatura salvadoreña.
También admiro tu humildad al escudarte en el anonimato para hablar como pastor que no se cree a sí mismo (o misma).
Te recomiendo algo: no leas mis opiniones literarias. Si no te gustaron éstas, que son bastante casuales, no te gustarán las que hago más en serio. Te evitas tener que hablar con tono hipócrita, y yo tener que contestarte.
¿Qué pienso de los dos escritores que no son de La Casa? ¡Ah! Cuando tenga ganas de decirlo lo diré. O cuando haga una nota formal en alguna publicación. O nunca. Es lo bueno de tener mi blog personal: escribo lo que quiera. Y lo ejerzo.

Wingston: Puesí, Menen Desleal sería el equivalente a Monterroso. Creo que la intención de LPG fue muy buena, y me alegra que la gente de La Casa sea reconocida en lo que vale --se han matado trabajando durante años--, nomás que los periodistas deberían preguntar. Es lo que hace un periodista siempre, aun cuando sepa de lo que habla, nomás por si las dudas.

Denise Phé-Funchal dijo...

Chas gracias por todo :) nos vemos en unos días