La equidad de género y el sonrojo
Terminamos de leer las ponencias y el moderador (el vicerrector de la Universidad de Costa Rica) pregunta si alguien del auditorio tiene alguna pregunta o comentario, para pasarle el micrófono. Se alzan siete u ocho manos en el auditorio. Las dos primeras, según alcanzo a ver desde la mesa, son de dos mujeres que están sentadas al frente, a la izquierda. El vicerrector dice que le pasen primero el micrófono a los hombres que están al frente, a la derecha, luego a los que están atrás y por último a las dos mujeres.
El primero al que le dan el micrófono protesta:
-Ellas van primero. Levantaron la mano primero.
El vicerrector habla con voz tranquila, pero firme:
-Es por una cuestión de equidad.
Y el micrófono pasa por todos los hombres antes de llegar a ellas, que no sé si se veían orgullosas o enojadas, porque son expresiones que se parecen demasiado para distinguirlas desde esa distancia.
¿Dónde empieza lo correcto y dónde termina lo ridículo? Ni idea. Si alguien lo supiera con certeza, el mundo sería menos complicado, aunque también menos divertido. Lo que sé es que los ponentes menos versados en la problemática de género salimos de allí con un sonrojo y no nos atrevimos a comentar el asunto, ni aun en voz baja, no fuéramos a violar la dignidad femenina o masculina de alguien.
El primero al que le dan el micrófono protesta:
-Ellas van primero. Levantaron la mano primero.
El vicerrector habla con voz tranquila, pero firme:
-Es por una cuestión de equidad.
Y el micrófono pasa por todos los hombres antes de llegar a ellas, que no sé si se veían orgullosas o enojadas, porque son expresiones que se parecen demasiado para distinguirlas desde esa distancia.
¿Dónde empieza lo correcto y dónde termina lo ridículo? Ni idea. Si alguien lo supiera con certeza, el mundo sería menos complicado, aunque también menos divertido. Lo que sé es que los ponentes menos versados en la problemática de género salimos de allí con un sonrojo y no nos atrevimos a comentar el asunto, ni aun en voz baja, no fuéramos a violar la dignidad femenina o masculina de alguien.
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