Soneto
Harto de no correr y de cantar a gatas.
Harto de mi paciencia. Harto de no estar vivo
Sino en el ojo tuerto y en las vacías lápidas
Que dejan las palabras cuando callan los gritos.
Harto de malas sábanas. Harto de los milímetros
Que van del ojo al sol, desde el cielo hasta el alma,
Del pan a los lamentos, de la cama al cilicio.
Harto de esta pasión de vegetal en brama.
No se redime a Dios si se llora en silencio.
No se redime a Dios. Nadie llega de noche
Para pedir perdón y algo de linimento
Y así curar su sombra mientras la voz esconde.
Harto de oler el tiempo cuando el tiempo no pasa.
Harto de correr sólo cuando la quietud mata.
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