Los cinco dólares, el lila, el escáner viejito, la advertencia y otros billetes
Si se trata de que uno se entere sin lugar a dudas de que se trata de un billete de cinco dólares. felicidades: misión cumplida. En lo personal me parece que con los otros tres cincos uno se entera, y que el cuarto cinco bien podía quedarse como estaba, es decir igualito a los demás. Si es un modo de hacer que los cortos de vista sepan que tienen entre las manos un billete cuya denominación es cinco y no otra, bien por eso. Pero ¿color lila?
Todo el billete tiene un tinte lila que perturba, y uno no sabe qué hacer con él. En el anverso el grabado del respectivo prócer (Lincoln) también está rodeado de un halo color lila, y no sé si lo hacen por medidas de seguridad, provocación o corrección política; uno tiene sus remanentes machistas, o más bien se los crearon con respecto al color en cuestión.
Resulta que en México era feliz con mis playeras del color exacto de ese cinco. Tenía un par y las usaba sistemáticamente (todavía están por allí, y diez o doce años después todavía sirven de pijama; resultaron buenas), salía a la calle con ellas y hacía lo que hace uno con la ropa, que es ponérsela. En mayo de 1999 me fui a Arizona durante una temporada y, con el calor espantoso de Phoenix, lo más cómodo eran mis playeras, dos de ellas de ese color.
Un día me di cuenta de que, cuando las usaba, había gente --chavos, en general-- que me gritaba cosas desde los carros. Como no entendía lo que decían, y como no sabía que era conmigo la cosa, no les ponía atención. Después alguien me dijo que me gritaban a mí, que el color se relacionaba con los homosexuales, que en Arizona eran bien conservadores con respecto a esas cosas. Y no sólo conservadores, sino también agresivos: dejé de usarlas --excepto cuando estaba en casa-- el día en que desde uno de los susodichos carros alguien me arrojó algo que se estrelló contra un bote metálico de basura y sonó feo y fuerte. Y yo no estaba haciendo propaganda de homosexualidad alguna, porque la heterosexualidad se me ha dado bien hasta la fecha --no prometo nada para después; uno se lleva cada sorpresa...--, sino que usaba una ropa que en mi entorno anterior no tenía ningún significado oculto o cifrado.
En fin, que ese color se usa ahora en los billetes de cinco dólares. Y mi reclamo no es porque anden homosexualizando los billeres, sino porque se ve feísimo el contraste con el verde y porque más bien parece un billete para entrenar niños muy pequeñitos que están aprendiendo los números.
Me pasó algo interesante después de escanear el billete. El Photoshop, a través del software de escaneo, que ya es viejito --tengo un CanoScan para puerto paralelo del año de la canica, o sea como siete años, que en términos computacionales es la edad del hielo--, sacó un mensaje en el que dice que, según el software que uso, puedo escanear el billete y procesarlo, pero no imprimirlo, para evitar falsificaciones. (En serio que no era mi intención.) El mensaje es éste, pero con un billete de diez dólares (me gasté el de cinco antes de capturar la pantalla):
Al apretar el botón de información, el browser lo remite a uno a una página llamada Central Bank Counterfait Deterrence Group, que viene en un montón de idiomas. La versión en español puede encontrarse en este link. (Si prefiere leerlo en rumano, idioma harto popular en El Salvador, vaya aquí.)
No sé qué tal salga un billete procesado en PhotoShop, rastreado con un escáner viejito y puesto sobre papel en una impresora láser Canon 1120 monocromática, pero no creo que se logre un realismo que engañe a la señora de la tienda, que parece necesitar anteojos. Igual podría pintarlo a mano; quizá logre un tono lila que no se vea tan feo como el del billete de a cinco. Un billete en technicolor, como si dijéramos.
Otro día voy a intentarlo con billetes de otros países; por allí tengo unos quetzales y unos colones ticos. Ahora me regreso a dormir; al rato hay que grabar un par de programas de radio.
¡Sí! ¡Ya vamos a empezar con los programas de radio! Es más: parece que empezarán a aparecer esta misma semana, mañana o pasado. En un rato más les aviso. Los tres primeros van con invitados bien interesantes, y que me acusen o los acusen de lo que quieran: es de lo mejor que tiene el país en materia de poesía. (Los primeros programas tratarán de poesía.) La música va a estar buena.
Todo el billete tiene un tinte lila que perturba, y uno no sabe qué hacer con él. En el anverso el grabado del respectivo prócer (Lincoln) también está rodeado de un halo color lila, y no sé si lo hacen por medidas de seguridad, provocación o corrección política; uno tiene sus remanentes machistas, o más bien se los crearon con respecto al color en cuestión.
Resulta que en México era feliz con mis playeras del color exacto de ese cinco. Tenía un par y las usaba sistemáticamente (todavía están por allí, y diez o doce años después todavía sirven de pijama; resultaron buenas), salía a la calle con ellas y hacía lo que hace uno con la ropa, que es ponérsela. En mayo de 1999 me fui a Arizona durante una temporada y, con el calor espantoso de Phoenix, lo más cómodo eran mis playeras, dos de ellas de ese color.
Un día me di cuenta de que, cuando las usaba, había gente --chavos, en general-- que me gritaba cosas desde los carros. Como no entendía lo que decían, y como no sabía que era conmigo la cosa, no les ponía atención. Después alguien me dijo que me gritaban a mí, que el color se relacionaba con los homosexuales, que en Arizona eran bien conservadores con respecto a esas cosas. Y no sólo conservadores, sino también agresivos: dejé de usarlas --excepto cuando estaba en casa-- el día en que desde uno de los susodichos carros alguien me arrojó algo que se estrelló contra un bote metálico de basura y sonó feo y fuerte. Y yo no estaba haciendo propaganda de homosexualidad alguna, porque la heterosexualidad se me ha dado bien hasta la fecha --no prometo nada para después; uno se lleva cada sorpresa...--, sino que usaba una ropa que en mi entorno anterior no tenía ningún significado oculto o cifrado.
En fin, que ese color se usa ahora en los billetes de cinco dólares. Y mi reclamo no es porque anden homosexualizando los billeres, sino porque se ve feísimo el contraste con el verde y porque más bien parece un billete para entrenar niños muy pequeñitos que están aprendiendo los números.
Me pasó algo interesante después de escanear el billete. El Photoshop, a través del software de escaneo, que ya es viejito --tengo un CanoScan para puerto paralelo del año de la canica, o sea como siete años, que en términos computacionales es la edad del hielo--, sacó un mensaje en el que dice que, según el software que uso, puedo escanear el billete y procesarlo, pero no imprimirlo, para evitar falsificaciones. (En serio que no era mi intención.) El mensaje es éste, pero con un billete de diez dólares (me gasté el de cinco antes de capturar la pantalla):
Al apretar el botón de información, el browser lo remite a uno a una página llamada Central Bank Counterfait Deterrence Group, que viene en un montón de idiomas. La versión en español puede encontrarse en este link. (Si prefiere leerlo en rumano, idioma harto popular en El Salvador, vaya aquí.)
No sé qué tal salga un billete procesado en PhotoShop, rastreado con un escáner viejito y puesto sobre papel en una impresora láser Canon 1120 monocromática, pero no creo que se logre un realismo que engañe a la señora de la tienda, que parece necesitar anteojos. Igual podría pintarlo a mano; quizá logre un tono lila que no se vea tan feo como el del billete de a cinco. Un billete en technicolor, como si dijéramos.
Otro día voy a intentarlo con billetes de otros países; por allí tengo unos quetzales y unos colones ticos. Ahora me regreso a dormir; al rato hay que grabar un par de programas de radio.
¡Sí! ¡Ya vamos a empezar con los programas de radio! Es más: parece que empezarán a aparecer esta misma semana, mañana o pasado. En un rato más les aviso. Los tres primeros van con invitados bien interesantes, y que me acusen o los acusen de lo que quieran: es de lo mejor que tiene el país en materia de poesía. (Los primeros programas tratarán de poesía.) La música va a estar buena.
1 comentario:
A mí no me gusta tampoco!
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