19 de abril de 2009

Entrevista con Rodrigo Rey Rosa

Ésta entrevista con el escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa sí se publicó en Vértice, en algún momento de 2000. O de 2001. O por allí; ya quedó demostrado, en los comentarios de la entrevista anterior, que para las fechas de mis publicaciones no tengo mucha memoria.


Algo que todavía está sobre el tapete para muchos críticos y escritores centroamericanos es la casi obligatoriedad de que la literatura sea “socialmente comprometida”.
Creo que en el pasado reciente era lógico y hasta conveniente “comprometerse socialmente”, sobre todo pensando en la supervivencia de los escritores de ficción. Tenía que ver en parte con el instinto de sobrevivencia, en parte con el interés o el parasitismo.
El otro día oí algo que se aplica a Centroamérica: todavía no se sabe lo que los escritores de la Guerra Civil hicieron por España, pero es seguro que España hizo mucho por esos escritores. En Centroamérica ocurrió algo parecido: hay escritores que no tendrían el sentido que tienen sin el conflicto político, y mucha literatura no puede sobrevivir sin él.

¿El compromiso social no da validez estética?
Yo diría que no. A algunos, no, aunque otros han hecho obra muy válida. Creo que sólo el contacto que tiene un escritor, cualquier artista, con su realidad hace inevitable que se “comprometa” estéticamente, que tome partido. Lo que pasa es que, generalmente, “comprometido” quiere decir “de izquierda”, y eso limita la perspectiva. Es una de las fatalidades de haber nacido en estos momentos en Centroamérica.

¿Podría haber escritores “comprometidos” de derecha?
Tendrían un compromiso de otra naturaleza, pero sin duda.

Y sería tan válida su literatura como la “comprometida” de izquierda.
Hay casos como el de Julian Graff, un escritor de derecha del que no se puede discutir la calidad literaria. O Borges. Yo diría que él no estaba “comprometido”, aunque sí sentía simpatía por Estados Unidos e Israel, digamos. Pero de Pinochet se burló cuando le dio la medalla; conociendo el humor de Borges, no tomaría sus declaraciones como favorables a Pinochet, sino como irónicas. Borges no era tonto.

Entonces te parece igualmente válido o inválido el hecho de ser de izquierda o derecha a la hora de escribir.
No. Creo que la izquierda es más lúcida históricamente. Pero Ferdinand Cèline, que era de extrema derecha, o Knut Hamsun, tenían sus agendas políticas, y no les impidió hacer buena literatura.

Hablabas de lo que a veces se llama “literatura con adjetivos”: testimonial, comprometida...
Y femenina, sí. Creo que es el resultado de un afán de clasificación académico o comercial, pero sin duda extraliterario.

¿Y el testimonio como literatura?
El arte es testimonial, da testimonio de la vida del hombre. Sólo en ese nivel creo en el testimonio como literatura.

¿Qué pensarías de la literatura directamente testimonial?
Digamos que la Biblia es un texto directamente testimonial.
La narrativa da para eso. Pero toda la literatura habla del punto de vista del que narra. Hablar de lo testimonial es generalmente hablar de una tragedia reciente, contada por una víctima a un investigador. Yo diría que todo el arte es un testimonio, pero no un testimonio político, no el testimonio de víctimas de un sector o de un estado.

Hay quien te clasifica dentro de lo testimonial.
¿A mí? ¡No!
La literatura para mí es más bien un trabajo de autocrítica, digamos que es lo contrario de lo testimonial.
El testimonio habla de una víctima que se cree víctima, que se considera violentada por un poder. Para mí la literatura es un asunto de autocrítica y de autocensura.

No te consideras entonces un “escritor víctima”.
No. Creo que casi todos los escritores de testimonio de Centroamérica son víctimas. Narran experiencias de las que han sido víctimas, o hablan de otras víctimas.

¿Considerarías una obra literaria, en términos estéticos, el libro de Elizabeth Burgos sobre Rigoberta Menchú?
Yo creo que sí. Es una obra oral, transcrita a un libro, de una manera que quiere ser estéticamente válida. Está bastante cuidado. Sí, tiene las características de una narración literaria. No con grandes pretensiones literarias, pero no lo consideraría lejano al ámbito de la literatura, aunque esté presentado como la transcripción de una narración oral.
Allí el trabajo literario sería de Burgos, diría yo. Desde luego que Menchú es la narradora, pero no lo escribió ella ni pretende haberlo escrito.

Thierry Davo, un académico francés que estudiando la literatura salvadoreña y centroamericana de gente de alrededor de cuarenta años, habla de una “generación impasible”, de una generación que no es generación (escritores dispersos y con poca conexión). Dice que la literatura centroamericana, que antes tenía que ver con los grandes movimientos sociales, se está lanzando a lo individual, a la cosa íntima, más enfocada a la vida misma. Es una obra con mucha violencia, los personajes y los mismos escritores son impasibles ante la muerte, la mutilación y el dolor. ¿Qué piensas al respecto?
Me parece que ese paso hacia una literatura individualista es un progreso. No que sea peor o mejor, sino una reacción, después de haber producido tanta literatura social. Es una evolución natural que se llegue a individualizar. Para la novela es una circunstancia afortunada.

¿Hubo un desencanto hacia los movimientos sociales?
Un cansancio, de seguro. La mayor parte de la producción de literatura centroamericana de los últimos veinte años es de corte “social”, con una preocupación por la lucha de clases, desde el punto de vista marxista. Una resaca de eso, ¿a dónde más puede llevar? No a una literatura intimista, sino individualista. Ya no hay movimientos sociales que justifiquen otro enfoque.

¿Y tu producción en particular?
Más bien he llevado un movimiento contrario. Nunca estuve asociado a ningún grupo revolucionario, y mi obra de juventud es casi autista, más bien onírica, y ha ido moviéndose hacia una visión más social. De escribir sueños he pasado a escribir “entrevistas”. Hay cuentos míos que tienen forma de entrevistas con personajes ficticios. “El cojo bueno” ya se lee como la denuncia de una lacra social. Yo no lo veo así, pero es un tema con el que se puede identificar más gente, que habla de una realidad “objetiva”, así entre comillas.
En la literatura centroamericana existe un progreso. No en el sentido de avance, sino de movimiento, de evolución.

Hablabas en una plática de que tu amistad con Paul Bowles te había obligado a dejar de dudar y a estar seguro de lo que hacías. ¿A qué te referías?
A los veinte años ya no podía cuestionarme si quería escribir o no, publicar o no. Para mí partió el terreno muy claramente y me dio un empujón. Había días que pensaba: “Qué jodida la que me dio este viejo. Me hizo creerme que era escritor.” Pero a medida que iba pasando el tiempo me di cuenta del gran favor que me había hecho.

Los que se quedaron en nuestros países durante las guerras están abstraídos en las literaturas nacionales. Los escritores que han salido están más bien en una frecuencia más universal, que aquí no se acepta fácilmente.
Lo mismo pasa en Guatemala, y en todo el mundo. En Francia hay un tipo de literatura que todavía es costumbrista, una especie de nacionalismo literario bastante ridículo.

¿Ridículo?
No abre vías. Me parece ridículo porque la literatura es la comunicación a través de las fronteras. Y si no está hecha con ironía y contra el nacionalismo, me parece estéticamente condenada al fracaso. Con “ironía” quiero decir “humor”, y eso ya significa una autocrítica, que el nacionalismo no tiene. Un ejemplo: la literatura costumbrista guatemalteca de hoy es ilegible, y es inmejorable por lo mala.

Dices que te ha leído más gente en El Salvador que en Guatemala.
Lo veo por el tipo de preguntas que me hace el público, los periodistas. Como que por lo menos han leído algo. En Guatemala he tenido esa experiencia una o dos veces. Todavía llegan a preguntarme cosas como “¿Cuándo comenzó a escribir?” No he hecho una encuesta; tengo la sensación de que aquí en El Salvador se lee más, y que me han leído más.

¿Cómo se te considera literariamente en Guatemala?
El otro día me contaron que Méndez Díaz, en una conferencia, dijo que lo que hago no es guatemalteco; aprendí a escribir en talleres en Estados Unidos, y por eso no soy escritor guatemalteco. La verdad es que no me importa, pero creo que es más o menos la percepción. No sé qué seré. Escritor marroquí, tal vez. No tengo más que la circunstancia de escribir sobre Guatemala, de escribir en Guatemala y de haber crecido en Guatemala. No tengo afinidad con ningún escritor guatemalteco, excepto con Alfredo Valdés Molina, que nadie lee, pero no tiene el sello maya y no es devoto de Asturias.

Eres uno de los escritores guatemaltecos que han logrado más relevancia internacional. ¿No será por eso que tratan de minimizarte?
No sé, la verdad. No creo que sea tan envidiable haber publicado afuera como para que te destruyan así.

“El cojo bueno” apareció en Alfaguara, y ahora en la Dirección de Publicaciones e Impresos. ¿Qué implica publicar en una editorial o en otra?
Publicar en España tiene la gran ventaja de que realmente te pagan, pero me da gusto publicar aquí. Siento que amplío las posibilidades de lectores, y me da mucho gusto pensar que aquí me leen, por la cercanía. Tengo la impresión que aquí se leen mis cosas más por lo que son; en España no sé ni cómo se me lee, la verdad.

¿Cuál sería el libro ideal que quisieras escribir alguna vez?
Creo que ya lo escribió Bioy Casares.

2 comentarios:

Wingston González dijo...

hola rafael. mirá que interesante entrevista. me encontré recientemente con un artículo de un escritor llamado eliot weinberger [(acá:)http://www.circulolateral.com/revista/revista/articulos/031_032testimonio.html] que me llevó a otro [(acullá:)http://jacketmagazine.com/05/yasu-wein.html sobre la onda del testimonio y como casi siempre va hacia la 'invención' del testigo (agregar el 're' entre paréntesis antes de invención). para nacionalismos, no sé si es espejismo pero castellanos moya también decía se más leído acá. en fin, bonita entrevista. espero verles pronto por allá (o por acá, lo que suceda primero)

Anónimo dijo...

Gracias por transcribir la entrevista.

Saludos,