14 de mayo de 2009

Paciencia y coca cola

Cada cierto tiempo uno entra en crisis y sabe que nunca más podrá volver a escribir. No es que lo imagine: es que el cuerpo y la cabeza le dicen que se le han acabado las ideas, los modos de decir las cosas, el manejo de personajes y estructuras y todo eso, y que jamás podrá hacer algo de la calidad de lo que de menos calidad haya escrito en su vida. Es orgánico, inevitable, y ya podrá uno tener treinta y tantos años en el oficio --como un servidor-- y estar seguro de que se trata de algo pasajero; la sensación es poderosa y puede caer uno en barrancos o quebradas creativos --decir "precipicios" sería excesivo, aunque habrá quien los padezca-- que siempre parecen el último y definitivo.
Lo que pasa, intuyo, es que uno carga la pila hasta donde da, y después de cierto tiempo --entre año y año y medio en mi caso-- simplemente se agota y hay que esperar a que recargue. Pasan unas semanas y meses y, zaz, de un momento a otro empiezan a salir algunas chispas, que sin embargo son más desesperantes aún: uno escribe pero no logra hacer lo que quiere, lo que necesita y de lo que es capaz. Más de uno ha dicho más de una vez, en esa etapa, que dejará de escribir y que ya no vale la pena; más de uno lo ha cumplido.
Lo que enseñan los años no es a no sentirse árido para siempre, sino a tener la paciencia necesaria para sobrellevarlo en lo que la batería se carga nuevamente. Mientras, aprender a sentirse un poco estúpido, bastante torpe, lleno de conocimientos que no sirven para nada, acarreando cuadernos de un lado para otro y sin nada que poner en ellos, aparte de algunas frases más de compromiso que inspiradas, o su equivalente a un oficio en que la inspiración es sólo un elemento eventual, y no el más importante.
En mi caso estoy trabado en dos novelas. Las he merodeado durante meses y escrito algunas páginas que he debido eliminar. La pila está bajísima, pues. Hace unos días escribí un par de cuentos (yo lo llamaría "juguetitos") que me dicen que la pila está ya en un nivel regular, y que pronto volverá el impulso necesario para seguir.
No sé si lo que escribí sea bueno o malo, ni qué tanto. Sé que hice algo nuevo. Quizá en esos textos y en algunos otros que salgan estén las claves que estoy buscando; quizá no. Lo importante es seguir, y soportar con filosofía y coca cola lo momentos más bajos. (Agua en mi caso; ya va para dos años que dejé la coca cola.)

-----
Ah: en el recuento del botín de mi viaje a Buenos Aires me hizo falta mencionar Vigilar y castigar, de Michel Foucault, un libro básico para quienes quieran enterarse acerca de los mecanismos de control del poder. Cuando lo relea hablaré de él.

7 comentarios:

Ricardo Hernández Pereira dijo...

Una vez que se recarga la batería y vuelves a textos que escribieste hacer un par de años, se ve todo lo que debe seguir como "marca de agua" en el papel.
Guardar textos (cualquier texto, nos haya gustado o no) es excelente (tal y como me lo recomendó un día un buen amigo), es como contar con una base de datos donde después se le puede echar mano a una que otra cosilla que brille.
Al final, creo es más cuestión de intuición (o de instinto), conocerse bien y disfrutar de cada fase.

Edgardo Rincán dijo...

Una de esas crisis la acabo de superar, pero duró más de seis meses, fue un conflicto entre lo que estoy haciendo lo hago bien o no? y es cuando, en mi caso, uno se responde y dice hay que revisar los primeros manchones*, los segundos manchones*, los terceros manchones*, y así hasta llegar a los últimos manchones*. No creo que a todos resulte pero a mi me le subio bastante carga a la pila.

No tengo 33 años de escribir, porque en ese caso costaría revisar todo lo que uno ha hecho, ja, imaginate cuanto tiempo te llevarías!!!

Sin embargo creo en lo de la paciencia y de la Coca Cola, aunque con los problemas de gastritis, diabetes, etc. costaría un poco más, ja.

Saludos y felicidades por tu trabajo...

* Dícese del primer borrador a mano, hecho por Edgardo Rincán, en el que no pueden considerarse grafías, ni jeroglíficos, sino manchones.

Aldebarán dijo...

Suena interesante el libro de Foucault

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Ricardo: Sabio tu amigo :)
Uno se encuentra, después de años, que no era tan malo, nomás no estaba listo para ciertas cosas o no tenía muy claro el panorama. Algunos textos pueden no servir, pero a veces son divertidos, y puede uno releerlos con cierta ternura.

Rincán: Mi peor crisis duró cinco años, en los que sólo escribí un par de cuentos y corregí cosas. Fue espantoso; me dio en medio de una depre clínica. No le lo recomiendo a nadie.

Aquél Cuyo Etcétera: ¡Es una maravilla! Cuando lo relea, te lo paso para que le des una ojeada.

vilmahosoiro.blogspot.net dijo...

Eso me pasa RaFa y hasta que la depre se desvanezca, podré escribir algo decente.

Abrazos,

Vilma

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Vilma: A lo mejor escribir le ayude con la depre. Y en todo caso trate de ir a un médico que la ayude; la angustia y la tristeza no son sanas, y uno tiende a acostumbrarse a ellas. Es más: son peligrosísimas. Cuídese.

euni dijo...

Sabes creo ke eso no nada mas pasa a la hora de escribir... si no en cualkier momento... Yo ahorita en este momento me siento como tu lo describes.. pero simplemente llegan por momentos esas chispas y me doy cuenta ke no estoy tan mal... no kiero ke te sientas mal!!! todo sigue y lo ke viene es para mejorar!!!! la vida te esta dando una oportunidad mas para arreglar las cosas malas y hacer mejor las cosas kle consideras ya buenas!!!! te kiero mucho papà y en verdad deseo con todo mi corazon ke las cosas mejoren para ti!!!!! nos vemos pronto!!!! tu bebe