27 de mayo de 2009

Sobre el odio

"Ódiame como te estoy odiando: incondicionalmente."
* ¿Puede haber un odio "puro", es decir no contaminado por el raciocinio?
* El odio siempre tiene motivos o pretextos racionales.
* El odio como emoción no es elemental: hay envidia --la razón corrupta--, amor roto, soberbia quebrantada, dolor, mucho dolor. No hay la gana de que el dolor termine --se sabe que no terminará--, sino la necesidad necia de transferirlo, de esparcirlo, de que todo sea odio y dolor, y así el odio y el dolor propios serán más tolerables.
* La vergüenza de odiar, sin embargo. Aunque se presente en forma de ira, de poder extremo, de violencia, el odio es una debilidad: es impotencia.
* El "odio incondicional" es literario, no humano; basta con quitar la primera capa de la cebolla para ponerse a llorar, para que alguien se ponga a llorar.
* El que odia necesita del odio ajeno, pero también necesita de la sumisión del otro; si no, lo sufre, pero no lo ejerce. Si no hay sumisión y dolor del otro lado, el odio es casi como estar suicidándose, pero con la intención de matar al otro.
* ¿Se decide a quién odiar o el odiado se escoge como objeto del odio? (Otro problema literario; las cosas no funcionan así.) El que odia por sistema siempre tiene las antenas desplegadas, y siempre encontrará a alguien odiable, y lo culpará por su odio.
* "Ódiame como te estoy odiando, por favor. Sólo ódiame."
* Cualquier odio es transitorio: siempre termina convirtiéndose en otra cosa. Sólo persiste como una decisión, como algo decidido racionalmente.
* Ojo: el odio siempre es condicional. Y condicionado.
* ¿El amor es incondicional? Sólo si se dan condiciones que no se tomen como tales, desde físicas y químicas hasta morales: se puede amar sin condiciones a quien cumple con ciertas condiciones. Si no las cumple, comienza el conflicto para encontrarlas donde no están o para que estén donde nunca estarán.
* Odio y aversión. La aversión sí puede ser "pura", instintiva, animal, física, simple. Sólo se convierte en odio si se le buscan las razones, y aun así no se llegaría a un estado transitorio, como es el odio, sino a una falsa etiquetación.
* "Ódiame porque te odio." "Ódiame para que te odie."
* Nunca "ódiame como te odio": desaparece la sensación --y la necesidad-- de poder.
* El odio, en suma, es cobarde.
* ¿Odio de clase? Un asunto retórico: había que ponerle un nombre. No en toda lucha --incluso la de clases-- debe haber odio, sino necesidad. El odio puede ocultar la necesidad; puede ser el mecanismo para que la necesidad se manifieste, pero nada más.
* El odio, en suma, puede ser necesario.
* Otra perspectiva: yo no odio, pero dirijo el odio ajeno hacia mi objetivo. Política, pues. (Y sigue siendo un sentimiento cobarde.)
* "Ódiame para que te pueda amar." "Ámame para que te pueda odiar."
* Si me odias, tengo poder sobre ti. Cada vez que respire, seré tu dueño. Si muero, no habrá modo de que tu odio muera. No lo olvides.

2 comentarios:

Aldebarán dijo...

Me parece interesante el último íten

Lorena J. Saavedra dijo...

menos mal, maestro, que lo pasaste a tipografía digital que no se me da lo de los jeroglíficos... de todos modos me gustan, están chulas las paginitas.

Y el odio, cultivándolo de a galán y de a según jajaja