27 de noviembre de 2008

El III de Roque Dalton

No recuerdo si estaba en México, Costa Rica o en Arizona (de 1998 a 1999 tuve un año bastante movido) cuando me enteré de que la Asamblea Legislativa había declarado "hijo meritísimo" --qué horrible gramática la de los diputados-- a Roque Dalton, y me pareció excelente. Me parecieron demasiado obvias, por previsibles, las reacciones de alguna gente de izquierda con respecto al tema: se decía que "la derecha" y "el gobierno" querían quitar "al pueblo" una de sus figuras más importantes, alienarla y apropiársela. En realidad fue la izquierda "reconocida" la que lo asesinó, si me lo preguntan así en crudo. Por eso nunca entendí muy bien los malabares conceptuales de gente que apoyaba al Ejército Revolucionario del Pueblo, leía a Roque Dalton con emoción --y lo reivindicaba como revolucionario-- y le parecía natural que el FMLN tuviera al ERP en su lista de organizaciones. Vaya: hasta era la segunda más poderosa. (Lo que después haya dicho o hecho Villalobos es otro cuento. Cuando estaba en el FMLN era parte de la lista de incuestionables.)
Si algo me gustó de que Dalton fuera "reconocido" por la Asamblea fue precisamente que a su obra se le quitó el carácter de cuco ideológico y se le declaró, simplemente, una obra poética a secas, que es lo que corresponde cuando se trata de literatura. Habrá habido gente a la que se capturó, torturó y quizá hasta se asesinó por el simple hecho de llevar algún libro de Dalton; aún andan por allí --y son legión-- "expertos" en Dalton que por ello, y quizá sin haberlo leído como Dios manda --si hay un dios y si manda en esas cosas--, aún gozan de reputación no sólo académica, sino --sobre todo-- ideológica.
En otras palabras, con la declaratoria de la Asamblea, por la que votaron por igual la derecha, la izquierda, el centro y todo lo demás, se reconocía a Dalton como poeta... uh... digamos nacional y se le quitaba su carácter de bandera política en contra de lo que fuera y de quien fuera.
Cuando anunciaron que la Dirección de Publicaciones e Impresos, la editorial estatal, lanzaría su poesía completa (la de Dalton, se entiende), me pareció mucho mejor aún: por fin habría la posibilidad de leerlo completo, en tres tomos, todo de corrido, y además el reconocimiento se concretaba en algo tangible. Y, más aún, estaría la posibilidad de verlo de manera crítica, y ubicarlo en el lugar literario que le corresponde. No ahora mismo, porque las sensibilidades ideológicas aún están muy... uh... sensibles, y menos en medio de una larga y agotadora --y hasta hace poco ilegal-- campaña electoral. Otro día. Algún día.
Tengo los dos primeros tomos de la poesía completa de Dalton, y los he (h)ojeado con mucho interés; la edición me parece bastante seria y muy bien hecha. Entre otras cosas, resulta interesante cómo algunas de sus cosas que se tienen como mejores, más representativas o más populares (use la acepción que quiera para "populares") fueron las que el propio autor descartó de sus obras completas, que preparó desde antes de viajar a El Salvador, en 1973. Otras se quedaron como estaban, pero no hay un poemario suyo que no haya sufrido cambios, previstos por él mismo, lo que nos da un interesante panorama de lo que Dalton pensaba de su propia obra. (Aun así, se siguen publicando los poemarios "originales", en la UCA y en otros lugares. Supongo que durante mucho rato persistirá la dualidad; es difícil después de más de 30 años cambiar de visión y de costumbres, sin contar los asuntos obvios de derechos de autor.)
Mi opinión es que los "roquianos" le han hecho mucho daño a la poesía salvadoreña. Durante mucho tiempo, por motivos extraliterarios, se le presentó y sigue presentando como el parámetro más elevado e inalcanzable de la poesía nacional, pero los parámetros son netamente ideológicos. Mientras, se olvidó a otros grandes de las letras --como Hugo Lindo, Pedro Geoffroy y Osvaldo Escobar Velado-- y se negó la posibilidad de que hubiera una buena poesía joven si no caía bajo la influencia y el "ejemplo" de Dalton. Han sido treinta años de eso, y ya estuvo suave. Por eso, quizá, las a veces violentas reacciones hacia los poetas más jóvenes que tratan de hacer lo suyo, es decir poesía. Y que conste: creo que Roque Dalton también trataba de hacer lo suyo, y tenía una apuesta poética personal que llevó a cabo con todos sus riesgos y consecuencias, quod erat demonstrandum. Pero no es ni puede ser la única, y no hay nadie que pueda ponerle límites ni cauce a un oficio de libertad.
En fin, que mañana se presenta el tomo III de la poesía de Roque Dalton en la Sala Nacional de Exposiciones, en el Parque Cuscatlán, a eso de las 5:30 de la tarde. Se cierra así parte de un proceso importante, y se abre otro.
Lamento un poco que la DPI no haya llevado un orden adecuado en sus publicaciones; aunque ya salió la poesía de Geoffroy, aún faltan dos tomos de la de Hugo Lindo, entre la cual pueden encontrarse de las mejores páginas que se hayan escrito hasta ahora en la poesía salvadoreña. Ya vendrán en su momento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tengo el Tomo I de Roque desgraciadamente no compre el segundo pero lo hare y el tercero, nunca habia leido su obra, y pienso que estos tomos escudriñan la obra no bajo la perspectiva ideologica que siempre le se le ha pintado sino bajo la perspectiva que debe de ser poesía, me ha encantado en verdad.

He leido a Hugo Lindo pero no a fondo sin embargo confieso que no me he puesto a buscar nada de su obra, más con tu post me has metido la idea de ir a buscarlo a una librería y disfrutarlo.

Punto a parte pienso que nuestro sistema educativo debería de incluirse a estos poetas (por lo menos cuando estuve estudiando no se hizo).

Saludos