Simposio en Santa Ana
Quedaron de pasar por mí a eso de las 11:30 de la mañana, para estar a tiempo en Santa Ana para el almuerzo y después ir al simposio de literatura que habían armado varios compañeros de tercer año de letras de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente.
Y no aparecían.
Y no aparecían.
Y no aparecían.
Resultó que primero pasaron por la UES para recoger a David Hernández, quien debía participar en el simposio, y no aparecía.
Y no aparecía.
Primero, una secretaria les dijo que "no estaba". Después otra les dijo que estaba en reunión del Consejo Universitario. Se fueron al Consejo y no estaba allí. Uno de los miembros del Consejo lo llamó por celular, y nada. Hablaron a Santa Ana y desde allá lo llamaron y parece que contestó, pero que no estaba en la UES, y dijo que le habían dicho que pasaban por el a las dos, no a las 11:00, así que no iba.
Y no fue.
A última hora tampoco apareció Berne Ayaláh y, como ya había dicho, Claudia Hernández y Manlio Argueta se encuentran de viaje, así que sólo quedamos Miguel Ángel Chinchilla y yo. Y pues para Santa Ana, a almorzar rico --aunque bien rápido, porque ya era tarde-- en un café cultural muy agradable, del que no memoricé el nombre. Y como ninguna de mis cámaras funciona, pues a abusar de Luis Hernández, que tomó las fotos que siguen.
Más que un simposio, aquello debió ser un composio, porque nos lo aventamos sólo entre dos. Mala onda para los organizadores, que se llevaron varias semanas en el asunto. Tampoco pudo llegar Álvaro Darío Lara, quien la haría de moderador, y tuvo que aventarse el profesor Tony Peña (a la derecha).
Hubo cosas divertidas. Sería muy largo ponerlas, y un tanto repetitivas: todo trató acerca del proceso de escritura, de las ideas de cada quién al respecto, y lo hicimos de manera bien informal. Primero, Miguel Ángel y yo nos aventamos un rollo libre acerca de lo que entendíamos como el oficio de escritor. Después Tony nos preguntó algunas cosas de cajón, que pudieran interesar a sus alumnos, y luego vino la plática con los alumnos. Y de regreso a la República Separatista de El Salvador.
Creo que ya tengo que comprarme ropa de mi talla, perdonarán la frivolidad. Pero es tan rica la ropa floja...
Los compañeros organizadores del evento. José Rincán muestra el rótulo que debía estar ante David Hernández. Es una pena que no haya ido...
...porque, en muestra de buena voluntad, y para que vea que no hay hard feelings, le llevaba un diploma que lo acreditaba como doctor honoris causa en poesía. No porque yo acostumbre dar esas cosas, ni porque tenga los méritos académicos para hacerlo, sino porque me gusta ver a la gente contenta.
Ah: las faltas de ortografía en el diploma no son porque yo no sepa escribir las palabras, sino para que él lo entendiera mejor.
Otra vez será.
Y no aparecían.
Y no aparecían.
Y no aparecían.
Resultó que primero pasaron por la UES para recoger a David Hernández, quien debía participar en el simposio, y no aparecía.
Y no aparecía.
Primero, una secretaria les dijo que "no estaba". Después otra les dijo que estaba en reunión del Consejo Universitario. Se fueron al Consejo y no estaba allí. Uno de los miembros del Consejo lo llamó por celular, y nada. Hablaron a Santa Ana y desde allá lo llamaron y parece que contestó, pero que no estaba en la UES, y dijo que le habían dicho que pasaban por el a las dos, no a las 11:00, así que no iba.
Y no fue.
A última hora tampoco apareció Berne Ayaláh y, como ya había dicho, Claudia Hernández y Manlio Argueta se encuentran de viaje, así que sólo quedamos Miguel Ángel Chinchilla y yo. Y pues para Santa Ana, a almorzar rico --aunque bien rápido, porque ya era tarde-- en un café cultural muy agradable, del que no memoricé el nombre. Y como ninguna de mis cámaras funciona, pues a abusar de Luis Hernández, que tomó las fotos que siguen.
Más que un simposio, aquello debió ser un composio, porque nos lo aventamos sólo entre dos. Mala onda para los organizadores, que se llevaron varias semanas en el asunto. Tampoco pudo llegar Álvaro Darío Lara, quien la haría de moderador, y tuvo que aventarse el profesor Tony Peña (a la derecha).
Hubo cosas divertidas. Sería muy largo ponerlas, y un tanto repetitivas: todo trató acerca del proceso de escritura, de las ideas de cada quién al respecto, y lo hicimos de manera bien informal. Primero, Miguel Ángel y yo nos aventamos un rollo libre acerca de lo que entendíamos como el oficio de escritor. Después Tony nos preguntó algunas cosas de cajón, que pudieran interesar a sus alumnos, y luego vino la plática con los alumnos. Y de regreso a la República Separatista de El Salvador.
Creo que ya tengo que comprarme ropa de mi talla, perdonarán la frivolidad. Pero es tan rica la ropa floja...
Los compañeros organizadores del evento. José Rincán muestra el rótulo que debía estar ante David Hernández. Es una pena que no haya ido...
...porque, en muestra de buena voluntad, y para que vea que no hay hard feelings, le llevaba un diploma que lo acreditaba como doctor honoris causa en poesía. No porque yo acostumbre dar esas cosas, ni porque tenga los méritos académicos para hacerlo, sino porque me gusta ver a la gente contenta.
Ah: las faltas de ortografía en el diploma no son porque yo no sepa escribir las palabras, sino para que él lo entendiera mejor.
Otra vez será.
10 comentarios:
jajajajajajajajajajajajajajaja.
lo decía por el diploma.
Lástima que no llegó David Hernández, creo que merecía recibir ese diploma.
Que bien que no llegó David Hernández, hubiera sido bien feo tener que oirlo durante un par de minutos.
PDTA: Si alguien está interesado en regalarme una cámara digital de calidad, se lo agradecería, la mía es bastante básica.
Rafael:
Desde hace meses he leído la polémica (si es que se puede llamar así) de David Hernández y usted, de entrada los comentarios de él me parecen fuera de lugar. La Casa del Escritor merece todo el respeto como proyecto, su labor como promotor cultural es meritoria y notable, se agradece que un escritor con oficio se dedique a esparcir lo que sabe de la palabra en un espacio tan emblemático como la casa de Salarrúe.
Muchos saludos a los doctores de la palabra de la Casa del Escritor, mi solidaridad con ustedes.
Gabriel Otero
p.d. Por cierto el texto del diploma se me hace tiernamente irónico, creo que no le hubiera hecho ninguna gracia a David Hernández.
Yo quería sangre, violencia y algúna que otra tripa salpicando al público. Pero esta bien, puedo sobrevivir solo con aprender alguna cosa (aunque no es igual de divertido).
Y lo del video es cosa de ese de quien su nombre solo puede ser pensado el día que la tigresa reciba su grammy a la perseverancia, él dijo que si no estaba ese video y pos como no, había que superar el desafío.
Me encanto que usted llevara ese diploma; me acorde del bardo entre ese señor y ese señor (porque la verdad usted fue elegante: no llego al pleito).
Rafael, esta usted piel y huesos. Le sugiero que comience a comer... de todo corazon se lo digo.
Gracias a todos por sus comentarios.
Erika: Créame, no estoy en la piel y los huesos; aún estoy como cinco kilos por encima de mi peso normal. Y no he dejado de comer nunca; nada más ya no como churros, papitas, gaseosa, muy poco chocolate --se me antoja uno ahora--, nada de comidas típicas --que de todos modos no me gustaban demasiado--. Me he pasado dos años en dieta para bajar más de veinte kilos, y en serio que angustia que le digan a uno que lo que le ha salido tan bien lo hace a uno ver mal.
Pongo un post con una foto de hace cinco años; allí estaba en mi peso normal.
Hey ese mismo mural está en la Escuela de Ciencia Política de la USAC!!!!
¡Chapines copiones!
(A ver, santanecos, a defender el orgullo patrio, aunque en Guatemala lo hayan pintado antes. Lo que no entienen es que están adelantados para su tiempo.)
Se llama Expresión Cultural (el Café. Lástima que no entregamos el diploma. Haber cuando se dá la oportunidad.
Publicar un comentario