Gachupines y españoles, cómo no
Recibí un comentario anónimo al post sobre la entrevista a Violeta Menjívar. Dice:
Quizá ese "cómo no" sea precisamente mexicano; llegué al Distrito Federal a los 16 años, después de una infancia de nerd (o sea sin mucho contacto con la realidad) y me pasé allí 23 años de los 27 que el exilio nos deparó a mi familia y a mí. (Ahora tengo 46 de edad, y seis de haber regresado a El Salvador.) No creo que imite a los mexicanos; creo que, por lo que sea, en mi modo de hablar soy bastante mexicano. Todavía tengo que traducir del mexicano al castellano cuando converso con gente que no es del Defe, para que me entiendan; el metalenguaje chilango cala hondo, y además me encanta. Es casi un vicio, y es difícil de contener.
Quizá debería hablar y escribir como salvadoreño, que es lo que soy, pero entonces sí estaría imitando un acento y un modo de escribir que no conozco a fondo, aunque poco a poco lo he entendido y trato de conocerlo mejor.
Cuando hablo y escribo me sale lo que me sale, pues, y hace mucho aprendí a no sentir culpa por eso, que es lo que el nacionalismo --un sentimiento que no me gusta, por cierto-- y ciertas oquedades ideológicas tienden a producir.
Y así me sale, cómo no. (O "cómo de que no", que también se usa coloquialmente.)
Gracias por el comentario. Me enorgullece que se critique una expresión después de todo intrascendente, porque significa que lo que se escribe en este blog guarda alguna coherencia.
No trate de imitar a los gachupines en su estilo, eso de Cómo no me suena a gilipollas.Nunca he tratado de imitar a españoles, y de hecho a nadie, por una simple cuestión de vanidad: no me saldría bien. No conozco el modo de ser español --si algo así existe-- ni de pensar como español, y por lo tanto de escribir como español. Tampoco sé muy bien qué quiere decir "gilipollas"; me da la impresión de que es el equivalente a "pendejo", pero no sabría. Y "gachgupines" es una palabra que me parece despectiva y lleva a un concepto más bien caricaturesco, como el mexicano sentado con su zarape a la sombra de un nopal, tomando la siesta.
Quizá ese "cómo no" sea precisamente mexicano; llegué al Distrito Federal a los 16 años, después de una infancia de nerd (o sea sin mucho contacto con la realidad) y me pasé allí 23 años de los 27 que el exilio nos deparó a mi familia y a mí. (Ahora tengo 46 de edad, y seis de haber regresado a El Salvador.) No creo que imite a los mexicanos; creo que, por lo que sea, en mi modo de hablar soy bastante mexicano. Todavía tengo que traducir del mexicano al castellano cuando converso con gente que no es del Defe, para que me entiendan; el metalenguaje chilango cala hondo, y además me encanta. Es casi un vicio, y es difícil de contener.
Quizá debería hablar y escribir como salvadoreño, que es lo que soy, pero entonces sí estaría imitando un acento y un modo de escribir que no conozco a fondo, aunque poco a poco lo he entendido y trato de conocerlo mejor.
Cuando hablo y escribo me sale lo que me sale, pues, y hace mucho aprendí a no sentir culpa por eso, que es lo que el nacionalismo --un sentimiento que no me gusta, por cierto-- y ciertas oquedades ideológicas tienden a producir.
Y así me sale, cómo no. (O "cómo de que no", que también se usa coloquialmente.)
Gracias por el comentario. Me enorgullece que se critique una expresión después de todo intrascendente, porque significa que lo que se escribe en este blog guarda alguna coherencia.
2 comentarios:
Comentario al "Anónimo": creo que Rafael Menjívar es una persona totalmente independiente, tanto en su manera de pensar, como en su manera de escribir. Lo cual, por supuesto, no niega influencias, en el sentido de recolección y procesamiento consciente y/o inconsciente de datos. Y el estilo de Rafael Menjívar (habría que definir lo que se llama "estilo", yo lo veo como práctica personal de la sintaxis general, lo que los lingüistas llaman "idiolecto") es la armoniosa sintesis de todas las influencias lingüísticas que participaron en su formación (lo que ha oído, lo que ha leído), más lo que él le aporta al idioma, y cada día le va aportando. Lingüísticamente hablando, un científico podría determinar en la práctica de Menjívar lo que ella le debe al español de El Salvador, de México, de Costa Rica y otros países (Gachupilandia incluída)como consecuencia de su experiencia personal y de su cultura. Traducir a Menjívar es un placer nunca desmentido, y al mismo tiempo un esfuerzo, incluso muscular; su prosa es única, y al mismo tiempo, cada vez que por pereza he acudido a diccionarios en vez de buscar en mí mismo la tradución más adecuada, he podido comprobar hasta qué punto Menjívar es excelente conocedor de las sutilezas de la lengua que es la suya: el español, que así se llama, y que no es ni castellano ("gachupín" como dice usted) ni defeño ni salvadoreño. Que Menjívar trate de imitar a alguien me parece absolutamente imposible. Y si por estas casualidades de la vida se atrevió a usar alguna palabra que también Lope o Cervantes alguna vez habían escrito, no veo dónde está el problema.
Gracias, mamá.
La verdad es que te ha tocado traducir lo más raro que me ha salido de los dedos. No sé cómo vayas con el *Breve recuento*, pero la primera parte fue espantosamente complicada de escribir; traducirla debe ser... uh... doloroso.
Me gustó cómo quedó Tierces personnes. De hecho todo, pero ése es un libro que quiero especialmente, y me gustó cóno lo trataste.
Y ya entiendo por qué haces preguntas tan raras acerca de ciertas palabras. Perdón.
Un abrazo.
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