Errores de juventud, leninistas y orejas
Recibí una bonita respuesta al post ¡Documentos, documentos! de parte de mi amigo Anonymous. (No, no es ese Aonymous, que es amigo, ni el otro Anonymous, que es bastante elemental pero cree en lo que dice, sino el Anonymous del que ya hemos leído cosas en varias partes). La trancribo porque es una joya:
1. Tengo 47 años recién cumplidos. Miro para atrás y encuentro varios errores en mi vida. Uno de ellos fue permitir que algunos imbéciles me dijeran qué hacer, y haberlo hecho sólo para darles gusto y para ser políticamente correcto. (No existía el término, pero la idea es universal y se sumerge en la proverbial noche de los tiempos.) Claro que tenía entre cero y trece años de edad, y se entiende. A los trece años ya había aprendido que el asunto no va por allí. En esa época, a instancias de Cecilia Castillo (hija de Fabio Castillo Figueroa), una de las personas con las que prácticamente me crié, entré a militar en la Juventud Estudiantil Socialista, del Partido Socialista Costarricense. Era casi un club social para adolescentes raros: platicábamos de alguna cosa, luego leíamos y comentábamos cosas que no entendíamos (como los Manuscritos económicos y filosóficos de Marx; a quién se le ocurre a los trece años, y los demás no pasaban de los quince), aparecía Aguilar Bulgarelli --no recuerdo el nombre--, secretario general del PS, y nos decía "Van bien, muchachos, sigan así", y después nos íbamos a comer algo y a tomar refrescos. Recuerdo que dos chavos se retiraron con gran dolor y lágrimas, porque ella había quedado embarazada y él era el papá y tenía que trabajar, e iba a extrañar las reuniones. (Sí, quince años. Vi varios casos así: ella embarazada, él a trabajar, se acabó la escuela; he buscado a la mayoría en internet y no aparecen ni siquiera en las páginas de demandas legales, ni en la guía telefónica. Triste.) Y duré sólo unos meses, porque aparecieron los imbéciles de siempre. A un tipo que iba en la misma escuela que yo (el Liceo de Costa Rica) se le ocurrió que había que hacer algo para que se notara la presencia de la JES, y ese algo era organizar una pinta tal día a las cuatro de la mañana, con un operativo y todo, y luego hacer una serie de explosiones en los baños, con cohetes de los que se usan en las fiestas, y dejar volantes regados. No estuve de acuerdo, por varios motivos, que no sé si siga compartiendo o me parezcan suficientes, pero así fue: a) el edificio del Liceo es monumentos histórico, con fachada de piedra, y meterle pintura de aceite significaba no sólo arruinarlo, sino cometer un delito; b) poner una "bomba simbólica" en los baños era simplemente tonto y arriesgarse a provocar un accidente; c) era más tonto dejar firmas en ambas "acciones", porque todo el mundo sabía que los únicos miembros de la JES éramos él y yo (había uno más que era de la Juventud Comunista), y sólo era cuestión de ir a sacarnos del salón de clases, y del mismo salón, además, porque casi éramos compañeros de banca. (Había una diferencia: él reprobó el año con notas pésimas y yo terminé con poco menos de 10, porque la maestra de español detestaba a los extranjeros e hizo todo lo posible por reventarme. Nomás logró ponerme un 8 y un 9. Nerd que era uno, pues.) El asunto es que los de la JES dijeron que nos dejaban la decisión, dije que no, él dijo que lo haría aunque lo desautorizaran y yo simplemente me retiré. Dejó de hablarme y me evitaba cuando nos veíamos en la escuela, que era siempre. Cecilia me siguió llamando durante un año más para que regresara; al cuate (¡Jiménez!, se apellidaba Jiménez, acabo de recordarlo) lo habían expulsado porque descubrieron que era "trotskista". Le dije que no, gracias, y me dediqué a otra cosa: ya tenía 14 años y había descubiertos las discotecas, con todo lo que implican. Además estudiaba guitarra clásica, empezaba a jugar béisbol y hacía karate, porque ser nerd de lentes y atraer a los imbéciles que golpean a los nerds que usan lentes son parte del mismo proceso. Funcionó, la vedad. Un día dejé a un fulano con conmoción cerebral (no muy grave, pero sí) y dejaron de molestarme por un lado y por el otro le agarré un miedo casi patológico a la violencia. Todos los martes, además, iba a casa de Cecilia. Ella después decía que yo andaba detrás de sus huesos, pero no es cierto: con su mamá, Juanita, conseguíamos canciones "de protesta" durante la semana y el martes las cantábamos. Tenía una voz excelente. A veces se sumaban Rosita Braña, mi mamá y Silvia Castellanos (mi mamá honoraria), pero era la excepción.
2 Mi militancia en las FPL comenzó en septiembre de 1981 y terminó en abril de 1982 (siete meses), y he hablado de ella en varias ocasiones. Me expulsaron precisamente por no soportar a los imbéciles de siempre, y me expulsaron los imbéciles de siempre, que allí andan todavía, haciendo lo suyo. Mi error fue haber aceptado una militancia formal, no haber trabajado con las FPL; de verdad que los nerds de lentes no se llevan bien con la gente normal, ni viceversa. Con las FPL comencé a trabajar, en plan free-lance, en 1978, y dejé de hacerlo cuando me enteré de la muerte de Salvador Cayetano Carpio, en abril de 1983. En el camino fundé Salpress junto con otros compañeros, ayudé a levantarla durante una temporada y conocí a gente interesante, con la que aprendí mucho. No me puedo arrepentir de eso. Ni me puedo arrepentir de los motivos por los cuales trabajé con las FPL: para mí era un asunto de decencia personal, simplemente. Sabía que, si ganaban la revolución, yo no podría vivir en El Salvador (los nerds que se hacen escritores y además saben karate no se llevan bien con la izquierda, eso está demostrado desde Maiakovski, que no sé si sabría karate), pero así entendía la decencia.
3. Los archivos no los leo para expiar errores. Los leo para saber cosas o para que no se me olviden. Uno de los vicios que me quedaron de la militancia de la JES fue tratar de entender qué era la izquierda, cómo funcionaba y todo eso. Me aventé, entre idas a la disco, novias de una semana, clases de guitarra clásica y partidos callejeros de béisbol, buena parte de las cosas de Lenin, Marx y hasta de mi papá, que ya llevaba varios libros para ese entonces. Desde el Manual del guerrillero urbano, de Marighella (bueno, ése lo leí a los 11 años) hasta La crítica de las armas (a eso de los 16 y hasta como los 39; lo leí varias veces), documentos que me caían, libros que se forraban con papel blanco, lo que fuera. Y también, como buen nerd de lentes, etc., intercalaba esas lecturas con Shakespeare (lo he leído más que a Debray; me encanta), Valle Inclán, Augusto Monterroso (uno de sus libros fue el que me impulsó a escribir, para bien o para mal, y tuve la oportunidad de darle las gracias en persona), las posologías de las medicinas de patente, manuales para usar la licuadora, revistas (soy adicto a las revistas, de lo que sea, Vanidades incluso) y lo que me cayera en las manos. Lector compulsivo, pues.
3. Los "errores de juventud" sólo se distinguen de los "errores de adultez" en que los primeros se hacen de buena fe, y los otros con conocimiento de causa, o a esa conclusión he llegado a mis 47 años. Y esos errores son, simplemente, la vida. (¡Aplausos para el lugar común del día!) Para cuando comencé a militar, ya había leído no sólo los libros de Debray (los mencionados más el del Che más el de Allende más ¿Revolución en la revolución? y qué sé yo), sino también todo lo que hubiera y estuviera a mi alcance sobre el tema, de izquierda, de derecha, de lo que quieras. Y cuando terminó mi militancia y mi colaboración con las FPL seguí leyendo ésos y otros (Carpentier, Cortázar, Alfred Jarry, más de Shakespeare, más de Valle Inclán, porque me encanta cómo frasea), nomás porque me gusta leer. Si mi error de juventud fue dedicar una cantidad pavorosa de tiempo a leer, tampoco me arrepiento. Me la pasé bien, y ahora lamento no tener tanto tiempo para hacerlo. A cambio, escribo tan obsesivamente como he leído.
4. Más izquierdistas que Lenin siempre ha habido, desde las épocas del propio Lenin. Me caen mal. Entre ellos se puede encontrar a los imbéciles de siempre, y los nerds con lentes, etc., somos incompatibles con ellos. Ni siquiera por decencia, sino por vanidad: ¡son tan poco originales...!
5. Sí, muchos terminaron de orejas. Cómo es la vida, ¿verdad? Gente como tú, como yo, como cualquiera. Precisamente es el tema de varias de mis novelas. Hay por lo menos dos que se dedican explícitamente a la traición (Historia del traidor de Nunca Jamás e Instrucciones para vivir sin piel). En lo particular los ex izquierdosos redimidos no me caen mal por traidores, porque no creo que lo sean, sino por su mal gusto. Es de muy mal gusto creer que arrepentirse de los "errores de juventud" le dan a uno algo de sabiduría. Y eso es un error de adultez, que no da sabiduría, sino que lo vuelve a uno indigno. Y hay modos más fáciles de ser indigno, como mandar anónimos acusando a la gente de cosas. De verdad que te respetaría un poco si pusieras tu nombre; así no eres más que uno de los imbéciles de siempre, a quien me doy el gusto de contestar porque me divierte escribir, y para escribir cualquier pretexto es bueno.
Y aquí le paro, porque tengo que almorzar antes de ir al trabajo a cometer errores como los que se cometen todos los días, y de los que uno se puede sentir orgulloso cuando pasan los años.
imagino que en esos archivos andas expiando los "errores" que tuviste en tus años mozos (errores de juventud les llamo alguien). Asi me me topado con gente que en su mocedad eran mas "izquierdistas" que Lenin personificado y terminaron de orejas. Como es la vida ¿verdad?Y respondo, por supuesto, porque me gusta platicar con gente con la que no lo hago desde hace un tiempo.
1. Tengo 47 años recién cumplidos. Miro para atrás y encuentro varios errores en mi vida. Uno de ellos fue permitir que algunos imbéciles me dijeran qué hacer, y haberlo hecho sólo para darles gusto y para ser políticamente correcto. (No existía el término, pero la idea es universal y se sumerge en la proverbial noche de los tiempos.) Claro que tenía entre cero y trece años de edad, y se entiende. A los trece años ya había aprendido que el asunto no va por allí. En esa época, a instancias de Cecilia Castillo (hija de Fabio Castillo Figueroa), una de las personas con las que prácticamente me crié, entré a militar en la Juventud Estudiantil Socialista, del Partido Socialista Costarricense. Era casi un club social para adolescentes raros: platicábamos de alguna cosa, luego leíamos y comentábamos cosas que no entendíamos (como los Manuscritos económicos y filosóficos de Marx; a quién se le ocurre a los trece años, y los demás no pasaban de los quince), aparecía Aguilar Bulgarelli --no recuerdo el nombre--, secretario general del PS, y nos decía "Van bien, muchachos, sigan así", y después nos íbamos a comer algo y a tomar refrescos. Recuerdo que dos chavos se retiraron con gran dolor y lágrimas, porque ella había quedado embarazada y él era el papá y tenía que trabajar, e iba a extrañar las reuniones. (Sí, quince años. Vi varios casos así: ella embarazada, él a trabajar, se acabó la escuela; he buscado a la mayoría en internet y no aparecen ni siquiera en las páginas de demandas legales, ni en la guía telefónica. Triste.) Y duré sólo unos meses, porque aparecieron los imbéciles de siempre. A un tipo que iba en la misma escuela que yo (el Liceo de Costa Rica) se le ocurrió que había que hacer algo para que se notara la presencia de la JES, y ese algo era organizar una pinta tal día a las cuatro de la mañana, con un operativo y todo, y luego hacer una serie de explosiones en los baños, con cohetes de los que se usan en las fiestas, y dejar volantes regados. No estuve de acuerdo, por varios motivos, que no sé si siga compartiendo o me parezcan suficientes, pero así fue: a) el edificio del Liceo es monumentos histórico, con fachada de piedra, y meterle pintura de aceite significaba no sólo arruinarlo, sino cometer un delito; b) poner una "bomba simbólica" en los baños era simplemente tonto y arriesgarse a provocar un accidente; c) era más tonto dejar firmas en ambas "acciones", porque todo el mundo sabía que los únicos miembros de la JES éramos él y yo (había uno más que era de la Juventud Comunista), y sólo era cuestión de ir a sacarnos del salón de clases, y del mismo salón, además, porque casi éramos compañeros de banca. (Había una diferencia: él reprobó el año con notas pésimas y yo terminé con poco menos de 10, porque la maestra de español detestaba a los extranjeros e hizo todo lo posible por reventarme. Nomás logró ponerme un 8 y un 9. Nerd que era uno, pues.) El asunto es que los de la JES dijeron que nos dejaban la decisión, dije que no, él dijo que lo haría aunque lo desautorizaran y yo simplemente me retiré. Dejó de hablarme y me evitaba cuando nos veíamos en la escuela, que era siempre. Cecilia me siguió llamando durante un año más para que regresara; al cuate (¡Jiménez!, se apellidaba Jiménez, acabo de recordarlo) lo habían expulsado porque descubrieron que era "trotskista". Le dije que no, gracias, y me dediqué a otra cosa: ya tenía 14 años y había descubiertos las discotecas, con todo lo que implican. Además estudiaba guitarra clásica, empezaba a jugar béisbol y hacía karate, porque ser nerd de lentes y atraer a los imbéciles que golpean a los nerds que usan lentes son parte del mismo proceso. Funcionó, la vedad. Un día dejé a un fulano con conmoción cerebral (no muy grave, pero sí) y dejaron de molestarme por un lado y por el otro le agarré un miedo casi patológico a la violencia. Todos los martes, además, iba a casa de Cecilia. Ella después decía que yo andaba detrás de sus huesos, pero no es cierto: con su mamá, Juanita, conseguíamos canciones "de protesta" durante la semana y el martes las cantábamos. Tenía una voz excelente. A veces se sumaban Rosita Braña, mi mamá y Silvia Castellanos (mi mamá honoraria), pero era la excepción.
2 Mi militancia en las FPL comenzó en septiembre de 1981 y terminó en abril de 1982 (siete meses), y he hablado de ella en varias ocasiones. Me expulsaron precisamente por no soportar a los imbéciles de siempre, y me expulsaron los imbéciles de siempre, que allí andan todavía, haciendo lo suyo. Mi error fue haber aceptado una militancia formal, no haber trabajado con las FPL; de verdad que los nerds de lentes no se llevan bien con la gente normal, ni viceversa. Con las FPL comencé a trabajar, en plan free-lance, en 1978, y dejé de hacerlo cuando me enteré de la muerte de Salvador Cayetano Carpio, en abril de 1983. En el camino fundé Salpress junto con otros compañeros, ayudé a levantarla durante una temporada y conocí a gente interesante, con la que aprendí mucho. No me puedo arrepentir de eso. Ni me puedo arrepentir de los motivos por los cuales trabajé con las FPL: para mí era un asunto de decencia personal, simplemente. Sabía que, si ganaban la revolución, yo no podría vivir en El Salvador (los nerds que se hacen escritores y además saben karate no se llevan bien con la izquierda, eso está demostrado desde Maiakovski, que no sé si sabría karate), pero así entendía la decencia.
3. Los archivos no los leo para expiar errores. Los leo para saber cosas o para que no se me olviden. Uno de los vicios que me quedaron de la militancia de la JES fue tratar de entender qué era la izquierda, cómo funcionaba y todo eso. Me aventé, entre idas a la disco, novias de una semana, clases de guitarra clásica y partidos callejeros de béisbol, buena parte de las cosas de Lenin, Marx y hasta de mi papá, que ya llevaba varios libros para ese entonces. Desde el Manual del guerrillero urbano, de Marighella (bueno, ése lo leí a los 11 años) hasta La crítica de las armas (a eso de los 16 y hasta como los 39; lo leí varias veces), documentos que me caían, libros que se forraban con papel blanco, lo que fuera. Y también, como buen nerd de lentes, etc., intercalaba esas lecturas con Shakespeare (lo he leído más que a Debray; me encanta), Valle Inclán, Augusto Monterroso (uno de sus libros fue el que me impulsó a escribir, para bien o para mal, y tuve la oportunidad de darle las gracias en persona), las posologías de las medicinas de patente, manuales para usar la licuadora, revistas (soy adicto a las revistas, de lo que sea, Vanidades incluso) y lo que me cayera en las manos. Lector compulsivo, pues.
3. Los "errores de juventud" sólo se distinguen de los "errores de adultez" en que los primeros se hacen de buena fe, y los otros con conocimiento de causa, o a esa conclusión he llegado a mis 47 años. Y esos errores son, simplemente, la vida. (¡Aplausos para el lugar común del día!) Para cuando comencé a militar, ya había leído no sólo los libros de Debray (los mencionados más el del Che más el de Allende más ¿Revolución en la revolución? y qué sé yo), sino también todo lo que hubiera y estuviera a mi alcance sobre el tema, de izquierda, de derecha, de lo que quieras. Y cuando terminó mi militancia y mi colaboración con las FPL seguí leyendo ésos y otros (Carpentier, Cortázar, Alfred Jarry, más de Shakespeare, más de Valle Inclán, porque me encanta cómo frasea), nomás porque me gusta leer. Si mi error de juventud fue dedicar una cantidad pavorosa de tiempo a leer, tampoco me arrepiento. Me la pasé bien, y ahora lamento no tener tanto tiempo para hacerlo. A cambio, escribo tan obsesivamente como he leído.
4. Más izquierdistas que Lenin siempre ha habido, desde las épocas del propio Lenin. Me caen mal. Entre ellos se puede encontrar a los imbéciles de siempre, y los nerds con lentes, etc., somos incompatibles con ellos. Ni siquiera por decencia, sino por vanidad: ¡son tan poco originales...!
5. Sí, muchos terminaron de orejas. Cómo es la vida, ¿verdad? Gente como tú, como yo, como cualquiera. Precisamente es el tema de varias de mis novelas. Hay por lo menos dos que se dedican explícitamente a la traición (Historia del traidor de Nunca Jamás e Instrucciones para vivir sin piel). En lo particular los ex izquierdosos redimidos no me caen mal por traidores, porque no creo que lo sean, sino por su mal gusto. Es de muy mal gusto creer que arrepentirse de los "errores de juventud" le dan a uno algo de sabiduría. Y eso es un error de adultez, que no da sabiduría, sino que lo vuelve a uno indigno. Y hay modos más fáciles de ser indigno, como mandar anónimos acusando a la gente de cosas. De verdad que te respetaría un poco si pusieras tu nombre; así no eres más que uno de los imbéciles de siempre, a quien me doy el gusto de contestar porque me divierte escribir, y para escribir cualquier pretexto es bueno.
Y aquí le paro, porque tengo que almorzar antes de ir al trabajo a cometer errores como los que se cometen todos los días, y de los que uno se puede sentir orgulloso cuando pasan los años.
7 comentarios:
En la Universidad decíamos que quien fuese menor de 20 y no fuese izquierdista era persona sin corazón y quien fuese mayor de 25 y no fuese derechista era un idiota.
Es una frase reciclada de Borges: "No ser comunista a los quince años es una ingratitud; serlo a los 30 es una estupidez."
Y me parece divertida (la de Borges), pero no la comparto. Y, perdón, no me gusta que me digan idiota en mi blog, y menos por no creer en cosas como las que tú crees, que a veces me espeluznan por la insensibilidad que muestras acerca del origen y las consecuencias de las cosas.
Eres prepotente, El-Vis, y sin conocimiento de causa; tienes adjetivos y frases hechas, muy mal hechas, no razones.
Te diría, para ponerme antipático, que "eso" (ser prepotente, no tener conocimiento de causa) es lo que define a la derecha, pero no es cierto. Es lo que define, nada más, a los prepotentes sin conocimiento de causa, y de ésos hay de cualquier ideología o sin ella.
Quizá no entendiste el post: para mí "ser de izquierda" (no "izquierdista") ha sido y sigue siendo motivo de orgullo. No ser derechista no es motivo de orgullo, porque no tengo ni idea de lo que es ser derechista, y hasta ahora no se me ha antojado averiguarlo. El día en que se me antoje lo diré públicamente, y espero que, si alguna vez escribo algo como lo que pusiste arriba, y me lo creo, mis hijos y mis amigos me desprecien.
En otras palabras: hubo un anónimo que me dijo "oreja", de manera que él juzgó sutil, "para ver si me quedaba el saco". Tú me estás diciendo idiota, y también eres un anónimo, y la calidad del insulto la tomo así, como la de alguien que se esconde para decir lo que piensa o que dice que eso es lo que piensa. Cuando firmes con tu nombre quizá también te respete; ahora... Bueno, lee el final del post anterior. No eres mejor que "los de siempre".
Yo tampoco, pero firmo con mi nombre y mi apellido. Y eso siempre enfrenta consecuencias. Si tienes temor de enfrentar las tuyas, ni modo; así te tratará la vida, o así te habrá tratado, o te estará tratando; tanta amargura y tanto esconderse no es sano, te lo aseguro. A mí, por mi parte, me ha ido bien, como puedes leer en este blog.
Cambio y fuera.
Gracias por la cita de Borges; no la conocía.
La idea de poner lo que unos imberbes decíamos en la Universidad carecía de interés ofensivo, primero, y es genuina anécdota de lo que decíamos, segundo.
Si alguien elige ofenderse, claramente está en su derecho de hacerlo.
Y en su obligación también, dado el caso.
Y sigues evadiendo el tema de hace varias discusiones, o sea que algo hay de verdad en lo que digo, y creo que lo sabes. Hablas demasiado fuerte para lo que respondes.
Me gusta eso de "y para escribir cualquier pretexto es bueno" por que hacerlo sólo para contestar al resabido "anónimo" pues no vale la pena. Y no digo más por respeto a tu espacio.
Por otra parte, interesante la historia que nos cuentas de la JES y las fpl. Sobre eso de los "errores", lo que me cae mal con los izquierdistas "reconvertidos" es que no reconocen que todos esos actos que hoy reconocen como "errores de juventud" los han llevado a ser las personas que son. ¿O será por eso mismo que prefieren barrerlos bajo el tapete?
Me queda una pregunta, con respecto a tu frase "Nerd que era uno" ¿que acaso eso se quita alguna vez? No lo pregunto porque quiera dejar de serlo. Es que pensé que dicho estadio era icorregible.
saludos
Rafael: Me gusta tu respuesta al anonimo, el mio no es anonimo, en serio, no lo es. Te admiro la forma recta y clara de decir las cosas y creer en ellas. Como puedes saber, yo creo en las mias y procuro no irrespetar.
En las ideas, como humano puedo estar equivocado, pero el origen muchas veces influye el caminoa a seguir en cuestiones de "derecha o Izquierda". De cipote o chamaco sin duda cometi muchos errores, y de este lado te dire que tambien existen muchos imbeciles, que piensan que solo hay un lado de la moneda o se buscan tener una moneda con dos caras.
saludes
adelante con tu trabajo en la casa del escritor.
estas haciendo un bien. Me gusta saber que a tu edad disfrutas de lo que haces y que disfrutas mucho mas de tu princesita ( tu pequeña hija) a quien conoci en unos de tus post.
Yo tambien vengo en una segunda vuelta y tengo tambien pequeño muchachito que me hace vivir mucho mejor.
Aldebarán: No, no se puede. Y no sólo es incorregible: es un placer. Uno "era" nerd; después también, nomás que el karate --¡en serio!-- te da otra perspectiva. Si la razón no funciona, percusión. En lo personal creoque te falta algo para ser un nerd perfecto: los lentes 7/24. Ya llegarán...
Nelsons: De acuerdo y gracias. La verdad es que la ideología me aburre un tanto; no da para mucho tema de conversación. Quizá por eso no me gusta la onda de la militancia o de irle a uno o a otro: en poco tiempo ya no tendría de qué platicar. La gente con la que mejor platicaba en las FPL está muerta o fue expulsada; con los últimos aún podemos hablar de lo que sea, y ni siquiera recordar "los viejos tiempos". Quizá por eso nos corrieron... (Aclaro que también tengo buenos amigos que no fueron expulsados. Igual pasaron años muy presionantes. Yo no tuve el valor o la sangre o la esperanza para eso.)
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