6 de noviembre de 2004

Valeria

Diana Valeria Menjívar Mancía nació el 11 de junio de 2004. Pesó 4.375 kilos y midió 55 centímetros. Su madre es Krisma Mancía, mujer maravillosa y poeta excelente, que publicó su primer libro, La era del llanto (Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador, 2004), una semana antes del nacimiento de Valeria. Alcanzó a ir a la presentación, a un par de entrevistas y, zaz, en la mañana del 11 de junio, justo cuando tenía que ir a un compromiso de lo más oficial, pasó de cero a nueve de dilatación en sólo tres horas. Apenas alcanzamos a llegar al Hospital Nacional Saldaña, a un kilómetro de casa, en Los Planes de Renderos; no hubiera llegado al siguiente, que estaba a unos ocho kilómetros por el camino más corto.
Por supuesto, hemos negociado a quién se parece más la niña, si a ella o a mí. Hasta ahora va ganando: los mismos ojos brillantes, la misma nariz, la misma boca y el mismo carácter alegre.
El día de esta foto, Valeria pasó de unos brazos a otros en nuestras computadoras contiguas, y se puso a escribir sus primeras letras en ambos teclados. (Tratamos de que tecleara en uno de juguete que le conseguimos, pero se negó.) Por aquí guardo lo que tipeó y, en serio, es más coherente que mucho de lo que he leído de escritores bastante mayores.



Valeria y Krisma, cada quien haciendo poesía a su modo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Ya tengo cuatro hijos, y aún no sé si me han cambiado directamente el modo de escribir. Quizá sí el de ver la vida, y al final de cuentas la literatura es vida, ¿no? Estoy contento, eso sí, y los objetivos cambian. Parece que, a los 45, uno ya terminó con ciertas cosas en la vida y se debe dedicar a otras (como a ser abuelo, a ponerse viejo y a esperar para morirse). Y pues no. Tampoco entiendo mucho las dudas de mucha gente para tener hijos: que aún no estoy preparado, que no sé si pueda educarlo, todo eso. Y tener un hijo es tener un hijo. Es un objetivo en sí, no es el final de una cadena de objetivos. En fin, gracias por escribir. Rafael.