El Viaje al Imperio y las sandalias de Valeria
El próximo miércoles 27 de presentarán varios libros interesantes e importantes en el Centro Cultural de España. El primero (y no porque sea mi esposa, ejem) es el Viaje al imperio de las ventanas cerradas, que ganó el premio La Garúa de poesía joven en Barcelona, y que se publicó a principios de este año. Jacinta Escudos lo comentó hace unos días aquí. Krisma ganó la parte del premio dedicada a América; la correspondiente a España la ganó Diego Vaya, y también se presentará su libro, Canto a ras de la tierra.
Por si fuera poco, La Garúa publicó una antología llamada Trilces trópicos, dedicada a poetas de Nicaragua y El Salvador (habrá otros tomos dedicados al resto de países de Centroamérica). De El Salvador vienen Carlos Clará, Susana Reyes, Luis Alvarenga, Nora Méndez, Krisma Mancía, Osvaldo Hernández y Alfonso Fajardo. La condición principal era que todos hubieran publicado (no autopublicado) al menos un libro de poemas. Carlos Clará aún no ha publicado (tiene la limitación de que es editor de la DPI, y eso de la ética no lo deja), pero es tan bueno que no quedó de otra que poner unos poemas suyos. La antología es de Joan de la Vega, editor de La Garúa y poeta.
Además, hay una colección de cinco libros de poemas publicados por la misma editorial con autores españoles y de otras latitudes. Excelente. Y los precios no son tan bárbaros, la verdad.
La convocatoria del Centro Cultural de España está aquí.
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Escribo en un hotel de Panamá, en tránsito de una noche de regreso a El Salvador. Una humedad tan húmeda, diría José Gorostiza ("mas qué vaso, también, más providente", o sea).
El asunto es que en Costa Rica, cuando nos tocó pasar a la zona de abordaje, nos hicieron sacar todo lo de metal, etcétera, algo incómodo cuando uno usa pantalones muuuy flojos y la hebilla del cinturón es de metal. Y luego nos hicieron quitarnos los zapatos y ponerlos en la banda esa con rayos X...
A los meses del 9/11 (o como le digan) fui a Arizona, y me hicieron quitarme los zapatos porque sonaban a metal. En efecto tenían una plaquita de metal. Me los quité, el guardia examinó los zapatos rápidamente, me dijo que eso pasaba con ese modelo y hasta me dio las gracias.
Pero no sé qué pueda meter uno en unos zapatos (incluso del tamaño de los míos) que pueda ser detectado con rayos X y no con el detector de metales. ¿Explosivo plástico? Para nada; hasta donde sé, el C4 no puede verse así, y bien empacado tampoco olerse. ¿TNT? Dejaría un rastro jabonoso, sobre todo en un país tan húmedo como Costa Rica. ¿Planes terroristas de Al Qaeda disfrazados de adornitos rojos de hule?
Y, bueno, vaya y pase; nos quitamos los zapatos y todos los adultos fingimos que no se trataba de algo ridículo. Pero también a la Vale le tocó que le quitaran las sandalias y que las pasaran por el detector. Estaba indignada y no entendía por qué. Y ni modo de explicarle, si apenas sabe decir veinte o treinta palabras, ya no se diga cantar himnos a Bin Laden.
Ganas de joder, digo yo.
Por si fuera poco, La Garúa publicó una antología llamada Trilces trópicos, dedicada a poetas de Nicaragua y El Salvador (habrá otros tomos dedicados al resto de países de Centroamérica). De El Salvador vienen Carlos Clará, Susana Reyes, Luis Alvarenga, Nora Méndez, Krisma Mancía, Osvaldo Hernández y Alfonso Fajardo. La condición principal era que todos hubieran publicado (no autopublicado) al menos un libro de poemas. Carlos Clará aún no ha publicado (tiene la limitación de que es editor de la DPI, y eso de la ética no lo deja), pero es tan bueno que no quedó de otra que poner unos poemas suyos. La antología es de Joan de la Vega, editor de La Garúa y poeta.
Además, hay una colección de cinco libros de poemas publicados por la misma editorial con autores españoles y de otras latitudes. Excelente. Y los precios no son tan bárbaros, la verdad.
La convocatoria del Centro Cultural de España está aquí.
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Escribo en un hotel de Panamá, en tránsito de una noche de regreso a El Salvador. Una humedad tan húmeda, diría José Gorostiza ("mas qué vaso, también, más providente", o sea).
El asunto es que en Costa Rica, cuando nos tocó pasar a la zona de abordaje, nos hicieron sacar todo lo de metal, etcétera, algo incómodo cuando uno usa pantalones muuuy flojos y la hebilla del cinturón es de metal. Y luego nos hicieron quitarnos los zapatos y ponerlos en la banda esa con rayos X...
A los meses del 9/11 (o como le digan) fui a Arizona, y me hicieron quitarme los zapatos porque sonaban a metal. En efecto tenían una plaquita de metal. Me los quité, el guardia examinó los zapatos rápidamente, me dijo que eso pasaba con ese modelo y hasta me dio las gracias.
Pero no sé qué pueda meter uno en unos zapatos (incluso del tamaño de los míos) que pueda ser detectado con rayos X y no con el detector de metales. ¿Explosivo plástico? Para nada; hasta donde sé, el C4 no puede verse así, y bien empacado tampoco olerse. ¿TNT? Dejaría un rastro jabonoso, sobre todo en un país tan húmedo como Costa Rica. ¿Planes terroristas de Al Qaeda disfrazados de adornitos rojos de hule?
Y, bueno, vaya y pase; nos quitamos los zapatos y todos los adultos fingimos que no se trataba de algo ridículo. Pero también a la Vale le tocó que le quitaran las sandalias y que las pasaran por el detector. Estaba indignada y no entendía por qué. Y ni modo de explicarle, si apenas sabe decir veinte o treinta palabras, ya no se diga cantar himnos a Bin Laden.
Ganas de joder, digo yo.
6 comentarios:
me llegó la invitación del CCE, ojalá y pueda llegar por allí.
y lo del Aeropuerto, aunque lo contás con gracia, es indignante. El año pasado me lo quisieron hacer a mí saliéndo de Costa Rica. Tuve que hacer un berrinche. Lo cierto es que ahora la cosa está peor y en todo el mundo. La discusión es que cuanto hemos tenido que ceder los ciudadanos del mundo en nombre de la seguridad!
Bueno, yo aquí sí tengo alguna discrepancia. Todos hemos manejado el asunto del exceso de "seriamiento" en los aeropuertos como un tema de "seguridad antiterrorista". Yo creo que se trata más bien de un asunto de finanzas corporativas. Porque a ver: ¿Cuánto cuesta un avión? Entiendo que unos $30,000,000. Los chiquitos, pues. Pues bueno, si yo tuviera un carro igual, revisaría o haría revisar bien y rebien a todo el que se vaya a subir en él, así sea para ver si no es con un lapicero que se derrame o un zapato untado de "popó" (jajaja... así dicen en Guate... yo digo caca, no más). Alguien me comentaba el otro día en un almuerzo: ¿Hasta dónde pensarán llegar? ¿Qué no se dan cuenta que es imposible imaginarse todos los métodos que un terrorista puede usar para derribar un avión? Pues bueno. Será. Pero que las aerolíneas lo van a intentar al menos, lo van a hacer. Y están en su justo derecho. Debe ser feo perder 4 aviones en un mismo día. Peor que salga la publicidad de tu aerolínea en todos los medios de comunicación mundial estrellándose contra edificios emblemáticos "for we The People". Y peor, que las personas crean que otras aerolíneas son más seguras y por eso no quieran viajar con vos y te escapen a quebrar la empresita. En todo caso, como bien se dice en la pelicula "The Fight Club": toda la seguridad a bordo de un avión, no es más que placebo. Saludos.
Hummm Vane, yo sigo pensando que ellos mismos estrellaron los aviones...
hola Rafa, crees que me llamas a mi celular cuando vengas al pais, te tengo una propuesta indecorosa (jajajajajaj....son pajas, es algo del colegio, queremos hacer algo chivo y nos gustaria tu ayuda). Que la pasen bien y saludos a Krisma y a Vale
Muy buenos e interesantes son los libros de Krisma Mancía (Viaje al imperio de las ventanas cerradas) y Diego Vaya (Un canto a ras de tierra). En el próximo número de la revista de crítica poética Puerto (www.revistapuerto.blogspot.com), publicaremos una breva reseña del libro de Krisma.
Saludos desde España, J. Galbarro.
Ja, jajaja... vos Denise, siempre inclinada a la teoría de la conspiración, que en nuestro medio es mejor conocida como: la mano peluda.
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