Jacinta, Américo, Manlio, etcétera, y el sentido empírico del tiempo
El miércoles pasado nos reunimos a tomar algo (cerveza, coca cola y té, respectivamente), el poeta salvadoreño-tico Américo Ochoa, yo. Jacinta Escudos y Krisma, quien por desgracia es la que está tomando la foto y por eso no aparece, en el restaurante Omar Khayyam, de San Pedro, en Costa Rica.
Hablamos de todo lo que se puede hablar en un par de horas, es decir de muchísimo. Después nos fuimos en bola a la Universidad de Costa Rica (a un par de cuadras del lugar), a la presentación del libro El Cipitío, de Manlio Argueta (al centro en la foto de abajo), publicado recientemente por la editorial costarricense Legado, de Sebastián Vaquerano (a la izquierda), salvadoreño del mero Mercedes Umaña, último editor de la siempre recordada y heroica EDUCA, fundada por el también salvadoreño Ítalo López Vallecillos.
Uno de los presentadores del libro fue Víctor Manuel Valle (a la derecha), un científico social de bastante peso académico. Creí que tenía como 30 años de no verlo. pero me aclaró que no, que hace como 25 nos vimos en casa de mi padre, en México. O sea que el tiempo pasa menos rápidamente de lo que dice el método empírico (o sea: esperar... esperar... esperar... y después ver qué se siente, qué se recuerda y qué se olvida).
Fue una presentación conmovedora. Por primera vez en mucho tiempo lo que oí en los pasillos y en las pláticas entre la gente fueron expresiones de admiración y cariño incondicionales para Manlio, algo no demasiado frecuente en El Salvador. (La envidia es perra, con el perdón de Natasha, nuestra chow chow.) La ilustradora del libro, que es una pequeña maravilla, es Vicky, segunda de derecha a izquierda.
Hablamos de todo lo que se puede hablar en un par de horas, es decir de muchísimo. Después nos fuimos en bola a la Universidad de Costa Rica (a un par de cuadras del lugar), a la presentación del libro El Cipitío, de Manlio Argueta (al centro en la foto de abajo), publicado recientemente por la editorial costarricense Legado, de Sebastián Vaquerano (a la izquierda), salvadoreño del mero Mercedes Umaña, último editor de la siempre recordada y heroica EDUCA, fundada por el también salvadoreño Ítalo López Vallecillos.
Uno de los presentadores del libro fue Víctor Manuel Valle (a la derecha), un científico social de bastante peso académico. Creí que tenía como 30 años de no verlo. pero me aclaró que no, que hace como 25 nos vimos en casa de mi padre, en México. O sea que el tiempo pasa menos rápidamente de lo que dice el método empírico (o sea: esperar... esperar... esperar... y después ver qué se siente, qué se recuerda y qué se olvida).
Fue una presentación conmovedora. Por primera vez en mucho tiempo lo que oí en los pasillos y en las pláticas entre la gente fueron expresiones de admiración y cariño incondicionales para Manlio, algo no demasiado frecuente en El Salvador. (La envidia es perra, con el perdón de Natasha, nuestra chow chow.) La ilustradora del libro, que es una pequeña maravilla, es Vicky, segunda de derecha a izquierda.
7 comentarios:
Mis felicitaciones a un ilustre escritor salvadoreño. Me alegro que ustedes hayan podido estar alli juntos
Yo mas bien creo que la envidia es corrosiva.
Pero cambiando el tema, felicidades a Manlio por esta edición tan especial.
saludos
Ahhh las vacaciones, espero que la pasen muy bien y hope to be en El Salvador en octubre. Salve! :)
Me encantó eso del método empírico.
Desgraciadamente no sé cuándo tendré la oportunidad de leer el libro de Manlio, pues como tan sabiamente intuía el refrán latín, los escritos no vuelan. Pero me alegro de tantos "admiración y cariño incondicionales para Manlio". Qué bueno.
Hey, qué alegre que te hayás podido reunir con viejos y no tan viejos amigos. Eso hace bien. Esos círculos cierran ciclos. Me alegra hayás estado en tu salsa. Un abrazo. Vanessa.
pd: esperamos con la mara llegar en octubre. 30 quedamos, verdad Denise???
Mira papá, para que Krisma no se te quede en las sombras, te recomiendo un trípode portátil y el temporizador de la cámara dital. Los trípodes portátiles son livianos y se extienden y encogen. Lo que hacés es atornillarles la cámara, apretar el botoncito del temporizador (ponelo en diez segundos) y ¡chas! Krisma sale corriendo, se echa una sonrisita y ahí aparece también en la foto. ¡Chulo! Desde que descubrí esos chunches yo ya no me quedo fuera de las fotos. Es como que si fuera esa onda que los gringos le dicen "afirmative action" – nadie se te queda fuera.
Lo segundo es eso que decís de la envidia. Hace poco me tuve que devanar con un pelado frustrado, deprimido y agresivo porque me dijo que "da lástima cómo Manlio habla el español en televisión" porque "no lo pronuncia bien" y qué se yo. Mi respuesta: "¿Y vos cuántos libros has escrito, ca..ón?"
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