25 de diciembre de 2007

Breve recuento de 2007 - I


En 2006 estaba cansado. En 2002 escribí Cualquier forma de morir; en 2003, Réquiem para una señora sin canas; en 2004 terminé Breve recuento de todas las cosas, después de seis años de trabajo, y me metí en un proyecto que resultó fallido, pero que ahora está dando frutos (de eso hablaré en unos meses, después de una taza de café con una editora que conozco). También me tocó hacer una traducción de cerca de 1,000 cuartillas en mis ratos libres, que no eran muchos, y la traducción era urgentísima. Eso me cansó tanto que no sé si me haya recuperado aún.
En 2005 escribí dos libros: Al director no le gustan los cadáveres y Tiempos de locura. El Salvador 1979-1981, y a principios de 2006 a preparar una rápida segunda edición. Me llevó cerca de un año preparar la tercera --ya que salga, ¿no?--, que era el libro que debía haberse publicado desde el principio, aunque creo que las otras dos ediciones no desmerecen, y sin ellas no hubiese podido mejorarlo tanto. (Hubo información que en un principio me ocultaron o que no estaban dispuestos a darme algunos de los que me ayudaron. Al ver el enfoque del libro, poco a poco fueron saliendo cosas nuevas y enriquecedoras.)
Así que decidí que durante 2006 no escribiría ninguna novela, que no trabajaría cosas de literatura, y casi lo cumplí: sólo hice un cuento, "La tercera puerta", que entrará en el libro Un mundo en el que el cielo cae y cae. Es una recopilación de cuentos escritos entre 1990 --creo-- y 2006. No son muchos. He escrito más novelas que cuentos; me resulta mucho más fácil. El cuento --y el resto del libro-- ya está traducido al francés por Thierry Davo y casi listo para su publicación. Casi todos los cuentos han aparecido en antologías y revistas, pero será mi primer libro de cuentos formal. Será el tercero, también, que aparezca en francés antes que en español.
En 2007 escribí un cuento más y corregí un par que tenía pendientes, más como ejercicios o paliativos que como trabajo literario "serio". Nada de novelas, nada de proyectos. Y empecé a ponerme mal físicamente. Lo atribuí a tensiones acumuladas --que las tenía y las tengo--, a problemas sin resolver, a viejas deudas y a asuntos con los que un psiquiatra se pondría feliz, aunque no llegara a dar brincos o a hacer fiestas después de cada sesión.
Me puse entonces a escribir un libro estrictamente autobiográfico, en un cuaderno maravilloso que me regaló Denise Phé-Funchal, un Deniskine. (Por cierto, vi en Francia los Moleskines originales. Son bonitos, y quizá me gustaría tener uno, pero no me emocionaron especialmente.) Un relato crudo y en crudo, con cosas que no he contado a nadie, y que no sé si me gustaría publicar alguna vez. Ya llevo más de la mitad de lo que tenía planeado, pero tuve que dejarlo durante un rato. Aunque enfrentar cosas terribles a través de la escritura puede ser sano --le limpia a uno bastante la cabeza y el corazón--, también tiene efectos secundarios. Hay ramificaciones que aparecen de sorpresa, y uno no sabe qué hacer con ellas. Escribirlas, claro, pero el proceso de asimilación de ninguna manera es rápido.
Y en todo caso no es lo mío. Lo mío es la ficción, la novela, y, como cosa lateral --aunque importante--, el periodismo. No escribir ficción durante un año fue sano, porque pude hacer un balance mientras descansaba de un ritmo para mí frenético; no había parado de escribir desde 1996, cuando me puse a armar Trece. La pausa implicó una reflexión, y esa reflexión me llevó a una conclusión: no tenía nada nuevo que escribir. O sí, pero había repetición de fórmulas usadas en alguna de las demás novelas, personajes que funcionaban de ciertos modos, así fueran bien diferentes; no encontraba estructuras nuevas, etcétera.
Con el viaje a Francia, entre septiembre y octubre, pasaron cosas. Entre las más importantes, hubo mucha gente que me habló de mi propio trabajo desde un punto de vista bastante externo y objetivo, y pude --apenas estoy pudiendo- tener un panorama de lo que he hecho, y cómo. Me enteré de manera consciente de cuáles son los recursos con los que cuento y cuáles no; me pusieron frente a un espejo de buena calidad y lo que vi me gustó a veces, a veces no, pero era lo que era.
Y empecé, precisamente en Francia, a escribir una novela que no tiene nada que ver con todo lo anterior, aunque sin "todo lo anterior" no hubiera sido posible. Estoy usando buena parte de los recursos que tengo, y estoy aprendiendo a usar otros que no tenía; por eso tanta corregidera, todos esos ajustes, el desconcierto por todo lo que pasa --temas, historia, personajes, trama--, y la estoy sufriendo de manera deliciosa. Es como estar aprendiendo de nuevo a escribir.
Entre el 23 y la madrugada del 25 me he dedicado a re-revisar los capítulos segundo y tercero, que variaron casi radicalmente con la escritura de los otros ocho que llevo escritos o comenzados. Y estoy siendo angustiosamente feliz, y los problemas físicos están desapareciendo, lo que es andar en la onda de los males psicosomáticos.
Hice algo que no hacía desde hacía años: revisar un poemario que escribí aproximadamente entre 1990 y 2000 o 2001. Y me ha gustado. No creo que sea lo mejor que se haya escrito en el país --eso se está escribiendo aún--, ni que aporte cosas fundamentales, pero está bueno. Entiendo cómo, siendo esencialmente narrador, he podido llevar un taller de poesía durante cinco años, con resultados más que buenos --atribuibles, desde luego, a los compañeros de La Casa del Escritor. Y descubro con orgullo que los trucos que haya aprendido son de gran utilidad para gente con más talento poético que el mío. Pero en serio que el poemario no está nada mal, y, leyéndolo años después, lo disfruto y me satisface. Igual no pienso publicarlo, o no por ahora; hay otras prioridades.


Las ilustraciones corresponden a las correcciones y añadidos de la tercera parte --¡apenas!-- del capítulo tercero de la novela; el segundo sufrió pocas modificaciones, apenas las suficientes para aclarar la trama y preparar lo que viene en los capítulos siguientes.
Ésta era la medicina que necesitaba. Tomada en buenas dosis, está funcionando de maravilla.

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