19 de febrero de 2008

Cosa de un martes por la noche

Hace días terminé de leer Escritos y documentos, de Sandino, que muy amablemente me envió Juan Ignacio Calcagno, de Ediciones El Andariego, de Argentina. Como dije antes, me parece un libro conmovedor, porque ya sabemos en lo que terminará la historia de Sandino y en lo que ha parado el sandinismo.
Hubo un detalle que me llamó la atención: en la página 133, en una descripción de la batalla de El Saraguazca, Sandino habla de cómo la Guardia Nacional (sí, la que después protegería a Somoza y combatirían los sandinistas "modernos") se conformó con gente salida de sus propias filas, del ejército popular formado para botar a los norteamericanos de Nicaragua. Era previsible, obvio y ya lo sabía, pero lo había olvidado y me impresionó re-comprobarlo.
Dice Sandino:
La piratería Norte-Americana ha logrado organizar un Ejército de Nicaragüenses jóvenes que los apoda Guardia Nacional.
La mayoría de esos hombres estuvieron con nosotros, hombro con hombro, combatiendo la intervención yanqui. Pero el enemigo les ha puesto una venda de dólares en los ojos, por lo que ahora no ven contra quién combaten. [...]
¿Será posible que esos Nicaragüenese que se encuentran al servicio de la intervención yanqui, quieran con el rifle en la mano comprarse la esclavitud que nosotros rechazamos con ira santa?
¿Qué les animará a esos hombres tan estúpidos?
¿No habrán comprendido que al defender nosotros el honor de la Patria, es buscar la Libertad para todos los Nicaragüenses?
¿Será posible que un uniforme militar, tres escasas comidas diarias y doce pesos mensuales que reciben esos hombres, les hagan vivir tan felices que puedan olvidar a la Patria Amada que nos besa a todos bajo un mismo cielo azul?

Lo interesante es que, después de las pugnas entre liberales y conservadores en el siglo XIX, que en Nicaragua se resolvieron con la intervención militar de Estados Unidos, en ese país quedaron pugnas entre liberales y... uh... liberales.
Sandino regresa de México para sumarse al Ejército Liberal, dirigido por el general Moncada, y logra buenos triunfos. Moncada aprovecha la presión militar que ha ejercido para llegar a un acuerdo con los ocupantes: quedar él de presidente y dejarse de cosas. Sandino se opone y, desde antes del acuerdo, Moncada trata primero de segregarlo, después de que lo maten en combate y después de matarlo directamente. Falla y Sandino se desmarca y comienza a pelear contra los liberales. Son los propios liberales los que asesinan a Sandino, y los que empiezan a darse golpes de estado y esas cosas, hasta que llega al poder el liberal Anastasio Somoza García, con la Guardia Nacional como su ejército y, sobre todo, como una guardia pretoriana bastante grande y bastante aguerrida y represiva.
Es a esa Guardia a la que vence el Ejército Popular Sandinista en 1979: la creada contra Sandino con gente de Sandino.
Una acotación. Se creyó en El Salvador que el triunfo militar y político contra la Guardia Nacional podía reproducirse, y parecía bastante posible en su momento. En Nicaragua hubo una verdadera insurrección popular en 1979 --algo que en El Salvador no ocurrió en la ofensiva de 1981; aún me pregunto por qué--, pero aun sin esa insurrección hubiese sido posible --como lo fue-- un enfrentamiento directo entre los sandinistas y las fuerzas del gobierno, y que ganaran los revolucionarios.
Algo que rara vez se toma en cuenta es que la Guardia Nacional no era un aparato tan sofisticado ni poderoso como el que existía en El Salvador. Aquí había un Alto Mando que manejaba el Ejército, la Guardia Nacional, la Policía Nacional, la Policía de Hacienda y la Policía de Aduanas. (Esta última, se dice, llegó a manejar escuadrones de la muerte y cárceles clandestinas, aunque a menor escala que la de Hacienda, que parecía ser el centro de todo ese sistema.) El entrenamiento y capacidad de la Guardia Nacional Somocista estaba en un punto medio entre la Policía Nacional y la Guardia salvadoreña. Nunca dejó de ser un organismo militar destinado al control político y social, no un ejército profesional destinado a defender la soberanía, etcétera. Pelear contra ellos no era como pelear contra los cuerpos de seguridad salvadoreños, y menos aún contra el ejército, que el propio Sandino, en su tiempo, ubica como el mejor entrenado de Centroamérica. Aquí la Guardia Nacional cumplía el papel de guardia pretoriana, pero esa era sólo una de sus funciones, y no siempre la más importante.
Dato curioso: entre 1980 y 1982, la guerrilla salvadoreña ya había matado a una cantidad de soldados equivalente al total del ejército, sin contar con las deserciones masivas, etcétera, pero nunca tuvo la capacidad de enfrentarlo frontalmente. Cuando se estaba preparando un ejército propio, con todas las de ley, el FMLN lo dispersó en pequeñas unidades móviles, que sólo en algunas ocasiones llegaron a combatir con el ejército de manera frontal, con éxito, como el ataque a El Paraíso (la cuarta brigada de infantería), en Chalatenango, el 30 de diciembre de 1983, que se repetiría en 1987 en otras condiciones. Hasta ese momento, los ataques a cuarteles terminaban en hostigamientos, así el objetivo fuera tomarlos.
En fin, un detalle histórico.

* * *

Hubo algunas cosas que no alcancé a poner en mi reseña acerca del libro Con sueños se escribe la vida (¡qué feo título!), de Salvador Sánchez Cerén, publicada aquí. Por ejemplo, que su vida familiar y la parte "histórica" del momento en que le tocó vivir (el análisis histórico, digamos, que es bastante de cajón y a veces contradictorio o con datos malos) le lleva como la mitad del libro, sin que uno sepa muy bien a qué viene todo. Luego, el affaire Marcial-Ana María le lleva un buen trozo, y luego pasa en un par de capítulos los nueve años siguientes, sin dar nada de información acerca de nada. Sólo algunas de sus ideas --supongo que lo son--, difusas como el resto del libro. Si uno quería enterarse de sus andanzas en Chalatenango, de las decisiones que debió tomar, del asunto de Mayo Sibrián y, vaya, de lo que comieron después de la firma de los Acuerdos en Chapultepec, tendrá que buscar en otra parte. Y por ahora no hay otra parte.
Un detalle me llamó la atención, sin embargo, en la página 196:
Decidimos acelerar nuestra propia investigación. Junto con Jesús Rojas (Chusón), que estaba en Managua, y Salvador Guerra, que vino desde Chalatenango, los tres, hicimos gestiones, platicamos con algunos de los compañeros que estaban detenidos y entonces sí confirmamos lo que nos habían informado los investigadores sandinistas: Marcial había llegado a la conclusión de que las FPL se habían aburguesado y, siendo Ana María la responsable de tal degeneración, había ordenado eliminarla. Los asesinos fueron juzgados y condenados por la justicia nicaragüense, aunque después fueron amnistiados por el gobierno de Violeta Chamorro. Marcial dejó escritas dos cartas en las que se declaraba inocente, pero la información de que disponíamos por las declaraciones de los reos y de sus propios archivos decía lo contrario. La noticia sembró una percepción en todo el país y a nivel internacional de que la derrota del FMLN era cuestión de tiempo. La muerte de Marcial provocó una nueva contradicción en las FPL en relación con aquellos que nunca aceptaron el involucramiento de Marcial en el asesinato: una parte del frente metropolitano decidió separarse y formar su propio frente Clara Elizabeth [Ramírez]. Era un pequeño grupo en el país y otro en el exterior. Se separaron y comenzaron a hacer una labor de desprestigio no sólo de las FPL, sino también del FMLN y a señalar que este problema había sido originado por la influencia sandinista y de los cubanos.

Hay una pregunta obvia: si se hizo toda esa investigación y esas pesquisas, ¿por qué no se presentaron al juez? ¿Y por qué no encontró el juez en ninguna parte algo que relacionara a Marcial con el asesinato de Ana María, como lo declaró en abril de 1984? Después del asesinato y el suicidio, las FPL declararon que había una confesión grabada en video del comandante Marcelo --el autor del crimen de Ana María--, en la que involucraba directamente a Cayetano Carpio. Dijeron que la mostrarían como prueba, y conocí a gente que juraba que la había visto. Pero no apareció por ningún lado. (Si existe, éste sería un buen momento, ¿no?, como cualquier otro.) Quién sabe cómo harían la investigación y los interrogatorios, si existieron, y seguro que los sandinistas eran muy malos para las cosas policiales, porque por lo menos hubiese salido de allí alguna evidencia. Y no la hay.
Y voy a decir algo mientras me estoy sonriendo, porque me encantan las teorías conspirativas que se inventan para justificar sus errores, sus carencias o nomás porque no tienen argumentos ni se toman la molestia de investigar un poco.
Hubo gente que me contactó, por allí de agosto de 1983, para ver si me interesaba colaborar con lo que se llamó Movimiento Obrero Revolucionario "Salvador Cayetano Carpio" (MOR), que en realidad no se llamaba así y no recuerdo su nombre, perdonarán. Les dije que no me interesaba seguir participando en política, y desde entonces he cumplido: nada de militancias, nada de juramentos ni himnos, nada de seguir órdenes o "guías" de nadie. Igual seguí siendo periodista político --allí empecé y no me he movido--, pero ser periodista y ser militante siempre me ha parecido una contradicción flagrante, incluso cuando militaba en las FPL y trabajaba en el periódico El día y en Salpress. Pero eran los tiempos que corrían. No sé si hubo, pues, una campaña de desprestigio ni quién la dirigió. Me da la impresión de que nadie, porque me hubiera llegado el chisme.
De lo que me enteré en 2002 fue de una reunión que hubo en La Habana, en diciembre de 1982. Me lo contó un ex militante de las FPL, del sector marcialista. Como no me la creí mucho, hablé con gente de otras organizaciones. Y, sí, hubo un ex comandante de la RN que me la confirmó, y después un ex miembro de la Comisión Política del PCS, no disidente ni "renovador", sino de los ortodoxos más ortodoxos, y hasta la fecha. Aquí tengo grabada la plática. (No, no es como la grabación en video de Marcelo. Ésta sí la tengo aquí, con varios backups.) Y no fue una sola reunión, sino varias, y el asunto era que debía buscarse una solución negociada al conflicto salvadoreño a como diera lugar. El gobierno cubano era el que convocaba, y había representantes sandinistas y del FMLN; tengo los nombres de algunos participantes. La tesis la planteó Fidel Castro: la revolución salvadoreña no va, hay que salvar lo que se pueda a través de negociaciones, hay que preservar las revoluciones cubana y nicaragüense. Había presiones de Cuba hacia los sandinistas y hacia el FMLN, y Cuba a su vez estaba bajo presión de la Unión Soviética y de Estados Unidos.
Marcial, desde luego, le dio las gracias a Fidel por sus consejos, y le dijo que la revolución salvadoreña la decidían los salvadoreños. Y adiós.
Curioso: Leonel, según me dijeron, estuvo en esas reuniones como representante de Ana María. Sus memorias parecen bastante desmemoriadas, como puede verse en la reseña que escribí y, si no me creen, lean el libro, que pueden conseguir en la UCA por $13.50. Yo francamente compraría otra cosa.

* * *

Ayer fui a Concultura a firmar planillas (o sea: uno firma y con eso le depositan el sueldo en el banco) y, a la salida, vi algo que no había notado, pero que de seguro tiene un buen rato allí. En una de las paredes del Hospital Central, escrito con aerosol negro, decía:

MERS
Viva Mario Belloso

El MERS era el Movimiento de Estudiantes Revolucionarios de Secundaria del Bloque Popular Revolucionario, la organización de masas de las FPL. Se formó el 30 de julio de 1975, después de la matanza de estudiantes --la mayor parte menores de edad-- que hizo la Guardia Nacional en la 25 Avenida Norte, en el puente que está por el Hospital Médico Quirúrgico. Me dio tristeza leer semejante sandez, y algo de indignación, como cuando leí "Viva el 30 de julio" en la misma 25. Ya hablé de eso aquí

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