De 48 y no de 96
Como debería ocurrir, es la práctica la que resuelve las dudas y los problemas, incluidas las dudas acerca de qué cuaderno usar y los problemas para usarlos o no.
Después de escribir un post acerca de la Disyuntiva De Los Cuadernos --puede hallarse aquí, con todo y modelitos--, me decidí por el de 96 páginas, el verde de doble tono, y dejar el verde de 48 páginas para mejor ocasión. Desde el momento de empezar a escribir supe que no iba a funcionar. Los motivos están a la vista en las muestras de arriba: a la izquierda, una página del cuaderno La Couronne de 96 páginas; a la derecha, una del Calligraphe de 48. Ambas están escritas con la Parker 45, desde luego; igual hubiera pasado con un plumón de gel, de los que uso cuando me harto de la Parker.
Si se dan cuenta, los márgenes superior e izquierdo del cuaderno de 96 son más angostos, y eso tiene sus desventajas al hacer correcciones y añadidos como éstos. Por otra parte, de repente sentí que debía hacer la letra más grande, que dos de las "rayitas" de la hoja no me alcanzaban para escribir una línea, y tenía que usar tres, algo impensable. Como que las letras eran más gordas, y no por eso más legibles. Vi las especificaciones del cuaderno: las hojas son de 70 gramos por metro cúbico, mientras que las del otro son de 90. No tengo idea de qué quiera decir esa medida; en términos reales, que el cuaderno de la izquierda es de hojas más delgadas y el otro de hojas más gruesas; el primero absorbe más tinta, el segundo menos; en el primero las letras se ven más gordas, en el segundo se ven como deben verse, o como quiero que se vean. Así que, después de apenas dos párrafos, me cambié de cuaderno y ya salió una versión preliminar del nuevo capítulo 11 de la primera parte.
Ah, porque de eso también se trata: tengo un nuevo capítulo 11.
Al principio, cuando terminé el primer borrador, escribí lo que supuse que sería el primer capítulo de la segunda parte, y así se quedó durante unas semanas. Después dije: ¿y si lo uso como contrapunto, para antes del final de la primera parte? Me pareció lógico y viable. Me puse a trabajar en él y no pasé de cierto pasaje. Escribí otras cosas, corregí las demás, para saber qué venía en ese capítulo, y juro que ya estaba listo sólo para redactarlo.
Pero una lectura y corrección a fondo del segundo borrador me llevó a una conclusión: desde el principio era el primer capítulo de la segunda parte, pero no le hice caso al instinto. El registro es ligeramente diferente, el enfoque, etcétera. Sí queda en la primera parte, resalta demasiado por diferente, y puede hacer que el capítulo 12 se vea forzado, opacado o fuera de contexto, lo cual no es el caso; fue de los primeros que escribí, precisamente para saber en qué iba a parar todo.
Así que hice un capítulo 11 que fuera de acuerdo con la primeta parte y que fuera un lazo natural entre el 10 y el 12, o sea lo que se espera. Y lo escribí rapidísimo, ayer mismo, en tramos de quince minutos, después de pensármelo un par de días. (El penúltimo tirón fue sentado afuera de una farmacia. El último, mientras trataba de ver un capítulo nuevo de alguna serie de televisión que al final me perdí. Ni modo.)
Ahora estoy en que:
1. Debo corregir y pasar en limpio el nuevo capítulo 11.
2. Debo corregir y ajustar el capítulo 12, a cuyo segundo borrador no le he metido mano.
Con eso, y con una repasada general antes de imprimir, queda listo el tercer borrador. Me va a servir de guía para la segunda parte, y ésta ya irá modificando lo que haya menester. Hay algunos detalles que tengo detectados y quizá cambie en ese tercer borrador; dependerá de lo que haya en la segunda parte.
Ah: es la forense más joven la que mata al tipo, ya lo decidí. Y en el primer capítulo de la segunda parte averiguaré por qué.
Ahora está pendiente qué diablos va a pasar con la nueva Primera Presidenta, como habrán intuido. Las / los demás se moverán como les corresponda.
Después de escribir un post acerca de la Disyuntiva De Los Cuadernos --puede hallarse aquí, con todo y modelitos--, me decidí por el de 96 páginas, el verde de doble tono, y dejar el verde de 48 páginas para mejor ocasión. Desde el momento de empezar a escribir supe que no iba a funcionar. Los motivos están a la vista en las muestras de arriba: a la izquierda, una página del cuaderno La Couronne de 96 páginas; a la derecha, una del Calligraphe de 48. Ambas están escritas con la Parker 45, desde luego; igual hubiera pasado con un plumón de gel, de los que uso cuando me harto de la Parker.
Si se dan cuenta, los márgenes superior e izquierdo del cuaderno de 96 son más angostos, y eso tiene sus desventajas al hacer correcciones y añadidos como éstos. Por otra parte, de repente sentí que debía hacer la letra más grande, que dos de las "rayitas" de la hoja no me alcanzaban para escribir una línea, y tenía que usar tres, algo impensable. Como que las letras eran más gordas, y no por eso más legibles. Vi las especificaciones del cuaderno: las hojas son de 70 gramos por metro cúbico, mientras que las del otro son de 90. No tengo idea de qué quiera decir esa medida; en términos reales, que el cuaderno de la izquierda es de hojas más delgadas y el otro de hojas más gruesas; el primero absorbe más tinta, el segundo menos; en el primero las letras se ven más gordas, en el segundo se ven como deben verse, o como quiero que se vean. Así que, después de apenas dos párrafos, me cambié de cuaderno y ya salió una versión preliminar del nuevo capítulo 11 de la primera parte.
Ah, porque de eso también se trata: tengo un nuevo capítulo 11.
Al principio, cuando terminé el primer borrador, escribí lo que supuse que sería el primer capítulo de la segunda parte, y así se quedó durante unas semanas. Después dije: ¿y si lo uso como contrapunto, para antes del final de la primera parte? Me pareció lógico y viable. Me puse a trabajar en él y no pasé de cierto pasaje. Escribí otras cosas, corregí las demás, para saber qué venía en ese capítulo, y juro que ya estaba listo sólo para redactarlo.
Pero una lectura y corrección a fondo del segundo borrador me llevó a una conclusión: desde el principio era el primer capítulo de la segunda parte, pero no le hice caso al instinto. El registro es ligeramente diferente, el enfoque, etcétera. Sí queda en la primera parte, resalta demasiado por diferente, y puede hacer que el capítulo 12 se vea forzado, opacado o fuera de contexto, lo cual no es el caso; fue de los primeros que escribí, precisamente para saber en qué iba a parar todo.
Así que hice un capítulo 11 que fuera de acuerdo con la primeta parte y que fuera un lazo natural entre el 10 y el 12, o sea lo que se espera. Y lo escribí rapidísimo, ayer mismo, en tramos de quince minutos, después de pensármelo un par de días. (El penúltimo tirón fue sentado afuera de una farmacia. El último, mientras trataba de ver un capítulo nuevo de alguna serie de televisión que al final me perdí. Ni modo.)
Ahora estoy en que:
1. Debo corregir y pasar en limpio el nuevo capítulo 11.
2. Debo corregir y ajustar el capítulo 12, a cuyo segundo borrador no le he metido mano.
Con eso, y con una repasada general antes de imprimir, queda listo el tercer borrador. Me va a servir de guía para la segunda parte, y ésta ya irá modificando lo que haya menester. Hay algunos detalles que tengo detectados y quizá cambie en ese tercer borrador; dependerá de lo que haya en la segunda parte.
Ah: es la forense más joven la que mata al tipo, ya lo decidí. Y en el primer capítulo de la segunda parte averiguaré por qué.
Ahora está pendiente qué diablos va a pasar con la nueva Primera Presidenta, como habrán intuido. Las / los demás se moverán como les corresponda.
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