Libro de Mélanie Morand
Acaba de llegarme la invitación para la presentación del libro MéMoGraphies 9, de la fotógrafa francesa Mélanie Morand, a quien conocí en Lyon --donde vive-- en octubre pasado. Me tomó algunas (decenas de) fotos para una base de retratos de escritores que está preparando. Yo le tomé algunas también, en venganza, con mi camarita de Spider Man, como la que aparece a la derecha.
Nos hemos comunicado desde entonces por internet, a través del correo y del chat, y hemos hecho una buena amistad.
En diciembre pasado me pidió que hiciera una nota introductoria para su libro, y me envió las fotografías que lo conforman. Un libro extraño, he de decirlo, como extraña es a veces su producción personal. Tiene un ojo bastante especial, que me gusta y me desconcierta, y fotografías que van del paisaje más limpio y directo hasta cosas de muy alto riesgo.
La invitación que envió por internet dice:
Tiene otra página de fotos en este link.
La invitación oficial es la que sigue:
Reproduzco el texto que escribí para el libro. (La versión en francés es cortesía de Thierry Davo. Gracias a él y a Mélanie.
[Aquí debe ir algún título, imagino. Ya veré cuando llegue mi ejemplar.]
El paisaje siempre está dentro.
Un buen fotógrafo debe buscar mucho más allá de lo evidente –las luces, las formas, los colores, los tonos de gris que opacan en sutileza a los más desaforados colores– y llegar al lugar exacto donde el paisaje se encuentra: dentro del fotógrafo mismo.
El paisaje está en sus miedos y rencores, en sus alegrías de infancia, sus terrores de adultez, en el aburrimiento necesario y olvidado de la adolescencia, en los contratiempos, enfermedades y satisfacciones de cada edad y de todas las edades. El paisaje, en fin, está en el fondo de un ojo que requiere la prótesis de una cámara para recordar, transformar, vivir, fijar un tiempo que corre a la velocidad de la crueldad y un espacio que ya no existirá después de esa fotografía. Y quizá nunca existió más que en el deseo del fotógrafo, o lo que haya quedado en el espacio que uno reserva para el deseo.
En las antiguas cartas de navegar, cuando llegaba el momento de dibujar lo desconocido, el cartógrafo colocaba una leyenda amenazante y a la vez esperanzadora: “Más allá hay monstruos”. No era una advertencia a los incautos: era una invitación a los aventureros, y no faltaron quienes descubrieron mundos nuevos o desaparecieron para siempre en el punto ciego del mapa; nadie dijo que la aventura siempre traería recompensas, o que no tendría sus castigos.
Los paisajes de Mélanie Morand son fragmentos de algo mucho más grande, de lo que no se encuentra sobre el papel, sino dentro de la fotógrafa misma. Son la entrada a lugares que sólo se prefiguran en esos violentos trozos de oscuridad apenas tocados por la luz. Son la tiniebla que está en todas partes, pero que se disfraza de colores y en la ilusión de que el universo es fractal, que todo está completo, que la vida es sólo la vida.
Más allá de los paisajes de Mélanie Morand hay monstruos. La advertencia está hecha. Pero –decía Borges, que lo dijo todo– un monstruo no es algo terrible, sino algo digno de ser visto, como las fotografías de este libro.
Bienvenidos al viaje.
Nos hemos comunicado desde entonces por internet, a través del correo y del chat, y hemos hecho una buena amistad.
En diciembre pasado me pidió que hiciera una nota introductoria para su libro, y me envió las fotografías que lo conforman. Un libro extraño, he de decirlo, como extraña es a veces su producción personal. Tiene un ojo bastante especial, que me gusta y me desconcierta, y fotografías que van del paisaje más limpio y directo hasta cosas de muy alto riesgo.
La invitación que envió por internet dice:
Je suis très heureuse de vous annoncer la sortie en librairie de mon livre de photos MéMoGraphies 9
(images de paysages sombres, avec une préface de Rafael Menjivar, impression sur papier photo, 30 pages, format 20x20cm, 25 euros, éditions EclectikLab).
Je serais ravie de vous retrouver autour d'un verre lors de cette soirée :
Lancement, signature et projection
vendredi 15 Février 2008
à partir de 19h
à la librairie Ouvrir l'Oeil
6 rue des Capucins Lyon 1er Métro "hôtel de ville"
parkings place des terreaux, stations vélov quartier terreaux
P.S : les amis des amis sont les bienvenus !
site de Mélanie Morand : http://melmorand.multiply.com
site de la maison d'édition Eclectik Lab : http://www.eclectiklab.com
blog de la librairie : http://ouvrirloeil.blogspot.com/
La invitación oficial es la que sigue:
Reproduzco el texto que escribí para el libro. (La versión en francés es cortesía de Thierry Davo. Gracias a él y a Mélanie.
[Aquí debe ir algún título, imagino. Ya veré cuando llegue mi ejemplar.]
El paisaje siempre está dentro.
Un buen fotógrafo debe buscar mucho más allá de lo evidente –las luces, las formas, los colores, los tonos de gris que opacan en sutileza a los más desaforados colores– y llegar al lugar exacto donde el paisaje se encuentra: dentro del fotógrafo mismo.
El paisaje está en sus miedos y rencores, en sus alegrías de infancia, sus terrores de adultez, en el aburrimiento necesario y olvidado de la adolescencia, en los contratiempos, enfermedades y satisfacciones de cada edad y de todas las edades. El paisaje, en fin, está en el fondo de un ojo que requiere la prótesis de una cámara para recordar, transformar, vivir, fijar un tiempo que corre a la velocidad de la crueldad y un espacio que ya no existirá después de esa fotografía. Y quizá nunca existió más que en el deseo del fotógrafo, o lo que haya quedado en el espacio que uno reserva para el deseo.
En las antiguas cartas de navegar, cuando llegaba el momento de dibujar lo desconocido, el cartógrafo colocaba una leyenda amenazante y a la vez esperanzadora: “Más allá hay monstruos”. No era una advertencia a los incautos: era una invitación a los aventureros, y no faltaron quienes descubrieron mundos nuevos o desaparecieron para siempre en el punto ciego del mapa; nadie dijo que la aventura siempre traería recompensas, o que no tendría sus castigos.
Los paisajes de Mélanie Morand son fragmentos de algo mucho más grande, de lo que no se encuentra sobre el papel, sino dentro de la fotógrafa misma. Son la entrada a lugares que sólo se prefiguran en esos violentos trozos de oscuridad apenas tocados por la luz. Son la tiniebla que está en todas partes, pero que se disfraza de colores y en la ilusión de que el universo es fractal, que todo está completo, que la vida es sólo la vida.
Más allá de los paisajes de Mélanie Morand hay monstruos. La advertencia está hecha. Pero –decía Borges, que lo dijo todo– un monstruo no es algo terrible, sino algo digno de ser visto, como las fotografías de este libro.
Bienvenidos al viaje.
1 comentario:
Y PIENSO QUE AUN LOS MONSTRUOS PUEDEN ESTAR A NUESTRO LADO Y COMO ESTAMOS ACOSTUMBRADOS A VERLOS NO NOS PERCATAMOS DE SU BELLEZA. MUY BONITAS FOTOS, YO TAMBIEN ME TOME UNAS CON MI PANZA (COSA QUE EN EL MOMENTO ME PARECIO MUY BONITA COMO PARA PONERLA EN EL ALBUM DE MI GORDA, PERO CREO QUE A ELLA LE DARA PENA CUANDO ESTE MAS GRANDE)VISTE EL TATUAJE QUE TENIA EN LA FOTO LA CHERA EMBARAZADA? SE VEIA CHIVISIMO!! YO SIEMPRE HE QUERIDO UNA MARIPOSA... PERO SI ME LO HUBIERA HECHO CUANDO ESTABA CON LA PANZA EN LUGAR DE MARIPOSA HUBIERA SIDO PAPALOTA. CUIDATE Y SALUDOS A TUS MUJERES.
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