En la RDSMSA
Ayer domingo, el taller (o lo que sea; cada vez dudo más de que sea un taller y estoy más seguro de que es algo mejor) de La Casa del Escritor se trasladó a la República Democrática, Soberana y Morena de Santa Ana (RDSMSA) y, aunque no fueron todos los que están, todos los que fueron son (qué frase tan enredada), con el añadido de Valeria, a quien no teníamos con quién dejar. Nos dieron la Casa de la Cultura para nosotros solitos, y nos la pasamos muy bien. Sentados al frente, Ricardo Hernández, Luis Hernández y Santiago Vásquez. De pie, además de Valeria, Krisma Mancía, Herberth Cea, Sandra Aguilar, Nelson Ochoa, Ana Escoto, Mario Zetino y René Figueroa. (Yo soy el que está tomando la foto.)
De pronto, nos dimos cuenta, por una pregunta de Ana, de que no tenemos fotos familiares... La única en la que aparecemos los Krisma, Valeria y yo es una que nos tomaron a los once días de nacida la Vale. Y no por falta de voluntad, sino porque siempre estamos Krisma o yo detrás de la cámara, precisamente. Así que Ana nos tomó un par, sentados en la acera.
Aproveché la ida a la hermana república para visitar a los tíos Neto, Sara y Carmen Menjívar. (No se preocupen: nos fuimos en el carro de Nelson, así que no gastamos gasolina financiada por el estado para recorrer las ocho cuadras de ida y las de regreso desde la Casa de la Cultura.) Los tíos tienen un negocito de renta de sillas, mesas, mantelería, platos y trajes para fiestas. El tío Neto andaba en un rollo de ésos en el norte de la RDSMSA, así que no pude verlo, pero allí estaba la tía Sara. Ella nació exactamente el mismo día que mi padre, el 3 de enero de 1935, de oficio costurera, como buena parte de las mujeres de mi familia de la generación anterior a la mía. (Ahora hay una sobrepoblación de ingenieras civiles, con alguna nutricionista y un par de periodistas.) Es hija del tío Francisco Menjívar, hermano de mi abuelo Alfonso, asesinado a sus 30 años de edad hace un montón de tiempo. El abuelo vivió hasta los 91, y su hermana mayor, la tía Mercedes, murió a los 96.
La menor de los cuatro, la tía Carmen, es la que ha llegado más lejos hasta ahora: tiene 98 años bien cumplidos, y promete llegar a los 99 en agosto. Hace más de un año tuvo un par de ataques y ya no reconoce a nadie, excepto --casi siempre-- a la tía Sara. Estuve platicando un rato con ella, a pesar de que está sorda como puerta desde hace como veinte años. Un detalle curioso: a la tía Carmen le dieron dos meses de vida en 1973, por un cáncer en el útero, que le extirparon. Y como que les falló...
Lo de la longevidad viene de la fundadora de nuestro pedazo de familia, la bisabuela Dionisia Menjívar, que aquí aparece en una foto tomada muy a principios del siglo XX, si no antes. Murió después de los 100 años, en 1972. En la familia hubo algunos buenos ebanistas, y el marco es de alguno de ellos, quizá del tío Jeremías Castro, hermano de mi bisabuelo Jacinto. A la bisabuela le tocó criar a los cuatro hijos lavando y planchando ajeno. Mi padre siempre quiso que le dejara sus planchas; tenía unas maravillosas, como la que servía para los cuellos y la que servía para las solapas. Quién sabe qué se habrán hecho.
De pronto, nos dimos cuenta, por una pregunta de Ana, de que no tenemos fotos familiares... La única en la que aparecemos los Krisma, Valeria y yo es una que nos tomaron a los once días de nacida la Vale. Y no por falta de voluntad, sino porque siempre estamos Krisma o yo detrás de la cámara, precisamente. Así que Ana nos tomó un par, sentados en la acera.
Aproveché la ida a la hermana república para visitar a los tíos Neto, Sara y Carmen Menjívar. (No se preocupen: nos fuimos en el carro de Nelson, así que no gastamos gasolina financiada por el estado para recorrer las ocho cuadras de ida y las de regreso desde la Casa de la Cultura.) Los tíos tienen un negocito de renta de sillas, mesas, mantelería, platos y trajes para fiestas. El tío Neto andaba en un rollo de ésos en el norte de la RDSMSA, así que no pude verlo, pero allí estaba la tía Sara. Ella nació exactamente el mismo día que mi padre, el 3 de enero de 1935, de oficio costurera, como buena parte de las mujeres de mi familia de la generación anterior a la mía. (Ahora hay una sobrepoblación de ingenieras civiles, con alguna nutricionista y un par de periodistas.) Es hija del tío Francisco Menjívar, hermano de mi abuelo Alfonso, asesinado a sus 30 años de edad hace un montón de tiempo. El abuelo vivió hasta los 91, y su hermana mayor, la tía Mercedes, murió a los 96.
La menor de los cuatro, la tía Carmen, es la que ha llegado más lejos hasta ahora: tiene 98 años bien cumplidos, y promete llegar a los 99 en agosto. Hace más de un año tuvo un par de ataques y ya no reconoce a nadie, excepto --casi siempre-- a la tía Sara. Estuve platicando un rato con ella, a pesar de que está sorda como puerta desde hace como veinte años. Un detalle curioso: a la tía Carmen le dieron dos meses de vida en 1973, por un cáncer en el útero, que le extirparon. Y como que les falló...
Lo de la longevidad viene de la fundadora de nuestro pedazo de familia, la bisabuela Dionisia Menjívar, que aquí aparece en una foto tomada muy a principios del siglo XX, si no antes. Murió después de los 100 años, en 1972. En la familia hubo algunos buenos ebanistas, y el marco es de alguno de ellos, quizá del tío Jeremías Castro, hermano de mi bisabuelo Jacinto. A la bisabuela le tocó criar a los cuatro hijos lavando y planchando ajeno. Mi padre siempre quiso que le dejara sus planchas; tenía unas maravillosas, como la que servía para los cuellos y la que servía para las solapas. Quién sabe qué se habrán hecho.
2 comentarios:
Al final, no tuve tiempo para ir a solicitar la visa, pero veo que me perdí de algo interesante.
Me gustan las las fotos, sobre todo la primera, en donde veo a Nelson de "bendito entre las hormigas"
saludos
Rafa: la que tomó la foto de familia tuya, esteeee: ¡Fui Yo!!!!!!!!!!!!!
Aldebarán: pues sí, lo capturamos y de regre invadimos su troncomóvil, jajajaja, estuvo bien divertido.
Saludos.
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