¿Punto final?
No sé si dar muchas explicaciones sea sano o no. Creo que uno corre el riesgo de decir cosas que no debió, dar más información de la que querría y hacerse bolas, o reiterar --pero ampliadas-- las bolas anteriores.
Carlos Dada, ditector de El faro, publicó hoy una nueva aclaración acerca del retiro de la columna de Paolo, que --si no cambia de opinión por criterios de calidad-- puede encontrarse aquí. En lo que me parece la parte medular, dice:
Pues sí. Y, en el fondo, el del "error" fue el columnista, por escribir lo que escribió; el editor apenas habrá cometido un descuido.
Quizá hubiera sido bueno que Valencia dijera, en una nota, simplemente: "Eso no fue así, sino de este modo." Y listo. No veo difamación, o no veo que por eso se vaya a sentar precedentes jurídicos, ni por la afirmación de Paolo ni por la respuesta de Valencia. A lo sumo, una interesante discusión acerca del periodismo y sus alcances, en la que los protagonistas son precisamente los protagonistas, no las... uh... autoridades. Ah: porque la aclaración de Dada ocurre sin que uno pueda leer, en El faro, la nota acusada y recusada. Bien cómodo.
Y si mi tía tuviera ruedas.
Lo que me parece es que El faro se enfrenta a un replanteamiento ético (la "institucionalzación" de la que habla Dada). Durante nueve años mantuvo una línea, de pronto se modifica durante un número y al siguiente... bueno, se arma el relajo, como era de esperarse. No me parece que lo del retiro sea una excepción a la regla (o una confirmación de una regla "de calidad"), sino un nuevo punto de partida: cómo van a funcionar las cosas y bajo qué reglas a partir de ese momento. Por ejemplo, quizá empiece un rechazadero de columnas --he leído varias malísimas-- y así se pierdan colaboradores, en aras de justificar lo que pasó sólo una vez; o que se publique de todo, para mostrar apertura, y decaiga la sección de opinión. O qué sé yo. A lo mejor encuentran un buen equilibrio y hasta ahora he estado diciendo tonterías, que también puede ser. (Aunque me esté autodifamando, no voy a borrar este post.)
No tengo nada contra El faro. Al contrario. No tengo nada espacial con Paolo, excepto que a veces platicamos y nos reímos y que en La ventana venden unas ricas salchichas con col agria. Estoy desconcertado. Creo que el editor se aceleró, hizo algo que quizá no debió y ahora trata de salir lo más limpio posible. Y de algo así uno no sale limpio, y menos si sigue buscando responsabilidadesen otros lados que no sean el espejo.
Espero que todo sea para bien. Lástima por la columna.
Carlos Dada, ditector de El faro, publicó hoy una nueva aclaración acerca del retiro de la columna de Paolo, que --si no cambia de opinión por criterios de calidad-- puede encontrarse aquí. En lo que me parece la parte medular, dice:
La columna de Paolo la recibí yo el domingo 20 de mayo por la noche, justo enmedio del cierre y puesta en página de la edición del lunes 21, y cometí el error de no revisarla con el cuidado que amerita cada material que publicamos. En ese momento fui incapaz de ver que, cuando la pasé para publicación, estaba avalando un error (el que Paolo cometió con su columna) y cometiendo otro (publicarla). Ambos parten del mismo lugar: Paolo, en su columna, hacía afirmaciones que calumniaban y difamaban a un periodista, Ricardo Valencia, autor de un reportaje publicado en La Prensa Gráfica sobre la transferencia de armas de la KGB al Partido Comunista en los años ochenta.
Pues sí. Y, en el fondo, el del "error" fue el columnista, por escribir lo que escribió; el editor apenas habrá cometido un descuido.
Quizá hubiera sido bueno que Valencia dijera, en una nota, simplemente: "Eso no fue así, sino de este modo." Y listo. No veo difamación, o no veo que por eso se vaya a sentar precedentes jurídicos, ni por la afirmación de Paolo ni por la respuesta de Valencia. A lo sumo, una interesante discusión acerca del periodismo y sus alcances, en la que los protagonistas son precisamente los protagonistas, no las... uh... autoridades. Ah: porque la aclaración de Dada ocurre sin que uno pueda leer, en El faro, la nota acusada y recusada. Bien cómodo.
Y si mi tía tuviera ruedas.
Lo que me parece es que El faro se enfrenta a un replanteamiento ético (la "institucionalzación" de la que habla Dada). Durante nueve años mantuvo una línea, de pronto se modifica durante un número y al siguiente... bueno, se arma el relajo, como era de esperarse. No me parece que lo del retiro sea una excepción a la regla (o una confirmación de una regla "de calidad"), sino un nuevo punto de partida: cómo van a funcionar las cosas y bajo qué reglas a partir de ese momento. Por ejemplo, quizá empiece un rechazadero de columnas --he leído varias malísimas-- y así se pierdan colaboradores, en aras de justificar lo que pasó sólo una vez; o que se publique de todo, para mostrar apertura, y decaiga la sección de opinión. O qué sé yo. A lo mejor encuentran un buen equilibrio y hasta ahora he estado diciendo tonterías, que también puede ser. (Aunque me esté autodifamando, no voy a borrar este post.)
No tengo nada contra El faro. Al contrario. No tengo nada espacial con Paolo, excepto que a veces platicamos y nos reímos y que en La ventana venden unas ricas salchichas con col agria. Estoy desconcertado. Creo que el editor se aceleró, hizo algo que quizá no debió y ahora trata de salir lo más limpio posible. Y de algo así uno no sale limpio, y menos si sigue buscando responsabilidadesen otros lados que no sean el espejo.
Espero que todo sea para bien. Lástima por la columna.
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