Intermezzo: Columna
Por algún motivo --descuido, en realidad--, la semana pasada no puse aquí mi columna en Centroamérica 21; cuando lo recordé ya era tarde, y pido disculpas a los que la esperaban. (Espero que alguien la esperara.)
Va la de esta semana, que puede encontrarse en este link:
¿Despolarización, nueva polaridad o nada?
Rafael Menjívar Ochoa
De manera discreta, el FMLN ha anunciado que buscará una alianza entre las fuerzas de la izquierda para las elecciones de 2009, y habló de un acercamiento con el FDR, formado por expulsados y disidentes de esa agrupación. Con cautela, a través de Héctor Dada Hirezi, CD no descartó sumarse a una alianza.
La medida parece una respuesta a la virtual alianza entre los partidos de la derecha, en concreto ARENA y el PCN, y a la agresividad con la que el primero ha iniciado su “precampaña”, desde el partido y desde el gobierno.
La alianza de la derecha también busca quitarle votos al centro, o lo que quede en él; en esta ocasión podría estar representado sólo por los demócratas cristianos, y de por medio estaría la impredecible candidatura de Will Salgado, el controversial alcalde de San Miguel, quien podría llamar el voto de los indecisos o de quienes estén cansados del discurso polarizador. Ya comenzaron algunas medidas en apariencia diseñadas para amenazarlo o sacarlo del juego, como la investigación de grupos de exterminio contra delincuentes en San Miguel, con los cuales se lo liga.
La alianza entre la derecha se daría de manera natural, así las condiciones de ARENA aparenten dureza: el partido de gobierno determinará la fórmula presidencial y la parte medular del gabinete, pero el PCN obtendría cuotas de poder que no ha logrado desde el golpe de estado contra su último presidente, Carlos Romero, en 1979.
Lo difícil será consolidar una alianza de la izquierda pero, si se logra, podrían cambiar, por fin, ciertas reglas del juego político.
Difícil porque el FMLN, a su paso por elecciones internas y externas, ha dejado un largo rastro de cadáveres y mutilados políticos, propios y ajenos. El descrédito en el que sumió a los “reformistas” del FDR y figuras clave, como Facundo Guardado, se suma a los daños de imagen contra políticos de centro que fueron sus aliados, como Rubén Zamora, Héctor Dada y Héctor Silva. En su proceso de “consolidación” perdió alcaldías como las de Nejapa y Santa Ana –sus militantes pasaron a otros partidos y ganaron–, y puso en riesgo la de San Salvador. Pocas figuras críticas, como Óscar Ortiz, han sobrevivido en la estructura partidaria, no sin serios problemas.
Lo que deberá hacerse para resanar u obviar heridas, y las cuotas de poder que deberán repartirse en aras de una alianza, cambiarían las reglas de un juego que ya no funciona, si funcionó alguna vez. Eso lleva a qué será la izquierda para las elecciones de 2009.
Mauricio Funes parece el candidato más viable, aunque los sectores “duros” del FMLN –los dominantes– lo vean con hostilidad. Una “candidatura mixta” (Funes–Sánchez Cerén) llevaría a una solución fácil a la derecha: ataques similares a los que recibió Schafik Hándal en la campaña de 2004. Sería poner las cabezas de ambos en una bandeja, bien servidas y condimentadas.
Pocos han sobrevivido en el FMLN que puedan mostrar la imagen de moderación, conciliación y renovación que parecería adecuada para una fórmula viable de la izquierda, y el Frente se verá ante la severa decisión de considerar a personajes de CD o el FDR. Otro aspecto es la falta de un proyecto estratégico de país, de un plan de gobierno estructurado, y de intelectuales y técnicos que lo sostengan. Eso, además de los que pudiera proporcionar CD, abriría más los alcances de la alianza, y llevaría a determinar mecanismos que impidan que las discusiones y desacuerdos lleven a una ruptura en las primeras de cambio.
Si se lograra ese ideal, el primer resultado sería la despolarización política como la vivimos ahora, o un cambio en los parámetros de la polaridad. Todo lo expuesto no cuenta con que el aparato de la derecha ya está listo para lo que venga, y promete fortalecerse.
En otras palabras: para ganar las elecciones de 2009, a ARENA casi le basta con ser lo que es, mientras el FMLN debe pensar en una seria y acelerada reingeniería; un par de buenos candidatos no son suficientes. La pregunta es si la izquierda institucionalizada está lista para algo así, si enfrentará la posibilidad de regir el aparato de estado, o se perderá en un inútil torbellino de luchas por “principios” y seguirá destruyéndose a sí misma y a quienes se le acerquen más de la cuenta.
Va la de esta semana, que puede encontrarse en este link:
¿Despolarización, nueva polaridad o nada?
Rafael Menjívar Ochoa
De manera discreta, el FMLN ha anunciado que buscará una alianza entre las fuerzas de la izquierda para las elecciones de 2009, y habló de un acercamiento con el FDR, formado por expulsados y disidentes de esa agrupación. Con cautela, a través de Héctor Dada Hirezi, CD no descartó sumarse a una alianza.
La medida parece una respuesta a la virtual alianza entre los partidos de la derecha, en concreto ARENA y el PCN, y a la agresividad con la que el primero ha iniciado su “precampaña”, desde el partido y desde el gobierno.
La alianza de la derecha también busca quitarle votos al centro, o lo que quede en él; en esta ocasión podría estar representado sólo por los demócratas cristianos, y de por medio estaría la impredecible candidatura de Will Salgado, el controversial alcalde de San Miguel, quien podría llamar el voto de los indecisos o de quienes estén cansados del discurso polarizador. Ya comenzaron algunas medidas en apariencia diseñadas para amenazarlo o sacarlo del juego, como la investigación de grupos de exterminio contra delincuentes en San Miguel, con los cuales se lo liga.
La alianza entre la derecha se daría de manera natural, así las condiciones de ARENA aparenten dureza: el partido de gobierno determinará la fórmula presidencial y la parte medular del gabinete, pero el PCN obtendría cuotas de poder que no ha logrado desde el golpe de estado contra su último presidente, Carlos Romero, en 1979.
Lo difícil será consolidar una alianza de la izquierda pero, si se logra, podrían cambiar, por fin, ciertas reglas del juego político.
Difícil porque el FMLN, a su paso por elecciones internas y externas, ha dejado un largo rastro de cadáveres y mutilados políticos, propios y ajenos. El descrédito en el que sumió a los “reformistas” del FDR y figuras clave, como Facundo Guardado, se suma a los daños de imagen contra políticos de centro que fueron sus aliados, como Rubén Zamora, Héctor Dada y Héctor Silva. En su proceso de “consolidación” perdió alcaldías como las de Nejapa y Santa Ana –sus militantes pasaron a otros partidos y ganaron–, y puso en riesgo la de San Salvador. Pocas figuras críticas, como Óscar Ortiz, han sobrevivido en la estructura partidaria, no sin serios problemas.
Lo que deberá hacerse para resanar u obviar heridas, y las cuotas de poder que deberán repartirse en aras de una alianza, cambiarían las reglas de un juego que ya no funciona, si funcionó alguna vez. Eso lleva a qué será la izquierda para las elecciones de 2009.
Mauricio Funes parece el candidato más viable, aunque los sectores “duros” del FMLN –los dominantes– lo vean con hostilidad. Una “candidatura mixta” (Funes–Sánchez Cerén) llevaría a una solución fácil a la derecha: ataques similares a los que recibió Schafik Hándal en la campaña de 2004. Sería poner las cabezas de ambos en una bandeja, bien servidas y condimentadas.
Pocos han sobrevivido en el FMLN que puedan mostrar la imagen de moderación, conciliación y renovación que parecería adecuada para una fórmula viable de la izquierda, y el Frente se verá ante la severa decisión de considerar a personajes de CD o el FDR. Otro aspecto es la falta de un proyecto estratégico de país, de un plan de gobierno estructurado, y de intelectuales y técnicos que lo sostengan. Eso, además de los que pudiera proporcionar CD, abriría más los alcances de la alianza, y llevaría a determinar mecanismos que impidan que las discusiones y desacuerdos lleven a una ruptura en las primeras de cambio.
Si se lograra ese ideal, el primer resultado sería la despolarización política como la vivimos ahora, o un cambio en los parámetros de la polaridad. Todo lo expuesto no cuenta con que el aparato de la derecha ya está listo para lo que venga, y promete fortalecerse.
En otras palabras: para ganar las elecciones de 2009, a ARENA casi le basta con ser lo que es, mientras el FMLN debe pensar en una seria y acelerada reingeniería; un par de buenos candidatos no son suficientes. La pregunta es si la izquierda institucionalizada está lista para algo así, si enfrentará la posibilidad de regir el aparato de estado, o se perderá en un inútil torbellino de luchas por “principios” y seguirá destruyéndose a sí misma y a quienes se le acerquen más de la cuenta.
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