De todo y columna tardía
Me he pasado los últimos días desenmarañando el relajo en que se me la convertido la novela que estoy escribiendo. Como la he escrito en capítulos salteados, y como en toda novela hay cientos de hilos que hay que amarrar por todas partes --pero sólo con los hilos correspondientes--, llegó un momento en que no sabía qué venía antes ni qué venía después, qué dije en el capítulo 3, escrito después del 7, y qué había puesto en el 1, que cambió con lo que puse en el 8, que ahora será el 13.
Así que me puse a pasar las correcciones, a ajustar lo que hubiera que ajustar y a ponerlo en orden. Tengo, pues, seis capítulos ya corregidos y en orden, impresos y todo, y estoy escribiendo el séptimo, que sólo está comenzado. (El octavo sí lo tengo, el noveno no, creo que el décimo sí, y así sucesivamente.) Han aparecido cosas nuevas que ni imaginaba (sí, la Directora le trae un hambre tremenda al psicópata, y ya supe por qué), la forense joven se va a poner bien interesante en un capítulo que no sé cuál será (intuyo que el 12, aunque la vengo preparando desde el segundo) y no sé todavía por qué hace lo que hace en el último párrafo del 13. Creo que me enteraré en el primero o segundo capítulo de la segunda parte. (Porque tiene que haber una segunda parte. Eso nunca lo hemos dudado, me parece.)
En medio de todo, Thierry Davo me mandó a mi correo de Yahoo --que reviso una vez a la semana; está demasiado lleno de spam, pero de vez en cuando alguien me escribe allí-- una foto del póster de la representación que L'Actelier, de Claude Esnault, está haciendo de Trece en Le Mans. Me tocó ir a la primera representación, de la que escribí un post que no sé por qué no he puesto; lo tengo en la Vaio desde el mismísimo día, con fotos y todo. (¿He comentado que la Vaio es verde?) Al parecer ha hecho una versión aumentada con respecto a la que vi, y ya antes presentó una pieza basada en Instrucciones para vivir sin piel, de la que hablé en su momento. Según me dice Thierry, la idea es montar una trilogía, que incluiría el Breve recuento de todas las cosas. Y yo emocionado, pues. Ya pronto pondré el post acerca de Esnault y los actores que trabajan con él, que son una maravilla, y del teatro, que es otra maravilla, y hasta de la pequeña iglesia gótica que está en la esquina, que es otra más. Y de los papás de Thierry y de Georges Brassens, que vienen mucho al caso.
Sin relación con lo anterior, después de que había puesto las fotos del almuerzo de fin de año de La Casa, Osmín Magaña me envió otras en las que aparecía yo. Para los que digan que mi vanidad no tiene límites: sí, sí los tiene. Rara vez me tomo fotos a mí mismo. Ésta la tomó él, y estoy enseñándole a Valeria las que acababa de tomar yo de otras personas. Interesante: hasta hace muy poco, la Vale se parecía bastante a mí --y aún, porque la genética es la genética--, pero ahora está pareciéndose cada vez más a Krisma, para su beneficio.
Y ya que estamos en el tema de las hijas, aquí va una foto de Eunice tomada hace unos días. Ya tiene veinte años, y sigue siendo mi bebé. Lo que no sé es por qué se alisa los bucles; tiene un pelo envidiable.
Y ya entrados en el tema de las fotos familiares, pongo una de Krisma que tomé anoche. Está en el proceso de corregir y armar su cuarto poemario --el tercero lo terminó hace ya unos meses--, y es evidente que está usando tinta roja.
Por lo que conozco del poemario, hay allí cosas que van a armar un buen bullicio poético. En el tercero se dedicó a utilizar todos los recursos que tenía hasta ese momento; en éste más bien está violándolos, y lo hace de una manera bastante impresionante y fluida. Hay un momento en que uno necesita "enloquecer" literariamente (en lo personal debe estar bien lúcido) para que la obra tenga una voz propia y única. A pesar de que los códigos de Krisma siempre han sido bien definidos, me parece que en ese poemario es donde alcanzará por fin su verdadera voz. Ya quiero verlo terminado. (Y me parece que ella también.)
Y como este blog es mío y pongo lo que quiera, y a petición de Valeria, aquí va una foto de su perro rojo, que vino a hacer una visita a mi escritorio. El perro es un par de meses mayor que la Vale, pero se llevan como si hubieran nacido al mismo tiempo. Igual con el Tigger que Eunice le mandó cuando cumplió un año. No los suelta a veces, textualmente, ni para ir al baño. Cada vez que hay que lavarlos es un drama griego, con llanto y todo.
Y va la columna de esta semana en Centroamérica 21, que debí haber puesto desde el lunes pero, híjole, en serio que la novela me tiene atareado. La nota puede hallarse en este link.
Concepto, plagio y mediocridad (II)
Rafael Menjívar Ochoa
Uno toma una fotografía ajena, la carga en el Adobe Photoshop –de preferencia en una copia pirata; la actitud es la actitud–, le pone un par de efectos –cambio de color, algo de textura, un marquito–, la guarda, la imprime, la firma con su nombre y lo que sale de allí es... bueno... arte. Se ha “apropiado” de algo ajeno y le ha puesto un sello único, así los efectos básicos del Photoshop sean los mismos y tan fáciles de aplicar, y gracias a ello puede debutar en las ligas municipales del arte conceptual.
Fue lo que al parecer ocurrió cuando Miguel Orlando Rivas “se apropió” de una magnífica fotografía del periodista gráfico Francisco Campos, distribuida por la agencia AFP en 1987 (¿creería que ya nadie se acordaría de ella?), en la que unas mujeres están paleando y transportando ripio y hay un letrero que dice “Hombres trabajando”.
Aparte de algunos cambios menores a través de un programa de procesamiento de imágenes, la foto sigue exactamente igual. El “concepto” de la foto era clarísimo antes de que a Rivas se le ocurriera... eh... apropiársela y pasarla por el PhotoShop (o el programa que sea) durante un par de minutos. Eso para muchos será plagio, y legalmente lo es, y totalmente comprobable y encausable; en términos artísticos, es un reconocimiento de la propia mediocridad, avalado por el homenaje de un tercer lugar en un concurso del Centro Cultural de España y por reconocidos artistas plásticos locales que formaron parte del jurado.
Cuando Campos reclamó la autoría del trabajo, dos de los jurados dijeron que se premió la “sinergia de concepto”, y que no tenía nada que hacer allí. Según la versión electrónica del DRAE, “sinergia” tiene dos acepciones: “Acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales” y “Concurso activo y concertado de varios órganos para realizar una función.” Quisieran decir lo que quisieran decir, “el concepto” y la “sinergia” estaban en la obra original, y pasar la foto por una computadora no iba a añadir nada. Lo premiable era la foto, no el “concepto” del “apropiador”.
En ese carnaval del eufemismo, entró Walterio Iraheta, presentado por La Prensa Gráfica como “pionero del arte contemporáneo en El Salvador”, “con experiencia como jurado y curador”. Señala textualmente la nota de LPG, publicada el pasado 3 de diciembre:
“Iraheta explica que se trata ya de una pintura. Si el premio hubiese sido de fotografía y el joven participaba con la foto de Campos se trataría de un plagio, ‘pero al cambiar de medio e introducir cambios, aunque leves, como el color, se libera de ese calificativo’.”
Y asunto arreglado: Rivas se queda con los 2,000 dólares del premio y con una raya en el currículum, el Centro Cultural de España como el aval de un plagio y Campos sin su fotografía, todo porque a alguien se le ocurrió usar la palabra “sinergia” y a un “experto” dijo que esa “apropiación” no es plagio. Y queda el mensaje bien explícito: un artista, para serlo, no necesita de largos y tediosos años de preparación, sólo encontrar un “concepto” –junto con una foto plagiable– y hacerlo “sinérgico”.
Siempre se recurre a las autoridades para sustentar lo que se dice, y no podía faltar Marcel Duchamp, quien hizo dos cosas que hasta la fecha son parámetros que se equivocan con facilidad. Una, copiar la Mona Lisa de Leonardo y ponerle bigotes; dos, presentar a una exposición un orinal firmado por R. Mutt, un supuesto plomero que exigió que se exhibiera porque él era un artista de lo suyo, es decir de la plomería. Lo único que Mutt–Duchamp hizo, además de firmar el orinal, fue ponerlo al revés: la parte donde se orina al frente y abajo la parte por la que circula el agua.
Duchamp, como parte del movimiento Dadá (no “dadaísta”, porque no se trató de una escuela, ni mucho menos), estaba burlándose de los solemnes de la época y jugando con sus juicios, prejuicios, su cuadradez y sus eufemismos. No estaba “apropiándose” de nada: estaba poniendo a los solemnes –como ahora lo son los “conceptuales”– frente a sus propios iconos inexpugnables para decirles: “El arte es otra cosa. El arte innovación. El arte es creación, no repetición de cosas que otros hicieron antes”. Y entre esas repeticiones está el plagio, hay que anotarlo.
La obra de Duchamp no es un orinal firmado o una Mona Lisa con bigote; eso era un juego. El tipo era un pintor serio, como lo demuestran dos de sus obras maestras: “El vidrio” y “Desnudo descendiendo una escalera”, que seguramente los jurados deben conocer, así como el “concepto” que representan.
Otro artista fundamental para Dadá, Tristan Tzara, dijo que para escribir un poema basta con recortar palabras de un periódico, meterlas en un sombrero, agitar el sombrero, sacar las palabras una por una y colocarlas en el orden en que vayan saliendo. Eso será un poema, dice, “y se parecerá a usted”. Obviamente estaba hablando a los mediocres incapaces de armar algo original. Por su parte, Tzara es autor de un poema monumental, “El hombre aproximativo”, que no tiene nada que ver con sombreros, recortes de periódico ni eufemismos. Ésa es la parte de Dadá a la que los “conceptuales” no llegan, o no se atreven a llegar, o no les conviene.
La otra autoridad que se cita es Andy Warhol, quien también tiene sus recovecos. Pero de eso se hablará en la próxima entrega.
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Nota bene: Para quienes estén interesados en esas cosas, el pasado 24 cenamos un delicioso pollo horneado con relleno de carne. Como se hace un pavo, pues, pero en chiquito; para tres personas --Vale come bastante y vale (je) por una-- era más que suficiente, y hasta tuvimos recalentado. Estuvo divertidísimo, porque improvisamos todo; generalmente los 24 nos la pasamos viendo películas y comiendo sanguchitos de jamón. Krisma consiguió un buen pollo al mediodía, lo mechó con un tocino que nos había quedado de la fabada de hace unos días y con mucho ajo, y lo condimentamos con algunas hierbas, cebolla y, para que brillara. un poco de clara de huevo. No encontramos almendras o avellanas en el WalMart de Los Planes de Renderos, así que me fui a la tiendita y compré diez bolsitas de maní de las de cinco centavos. Con limón y sal, porque no había de otras. A falta de pasas, una lata de maíz dulce. A falta de alcaparras o aceitunas, nada. Más el pan tostado para que agarrara consistencia, más ajo, hierbas y no recuerdo qué. Quedó riquísimo el relleno, y el pollo otro tanto. Por pura casualidad, la señora de la otra tiendita tenía unas manzanas, y las compré para hornearlas con azúcar y canela. Eran de las rojas, que no quedan tan bien como las amarillas, pero estuvo excelente.
Nos gustó eso de preparar cenas para ocasiones especiales, algo que no habíamos hecho en cinco años, así que el 31 hornearemos un bonito trozo de pierna que compramos hace un par de días. La haremos con cerezas. No de las naturales, porque están carísimas, sino con unas de bote y con mermelada. Para acompañarlas, un buen puré. (Para evitar improvisaciones, ya tenemos allí las papas. Lo que no sabemos aún es cómo condimentar. Se me antoja macerar la pierna desde el día anterior con naranjas agrias; tenemos un árbol de ésos fuera de casa. Otro día pongo la foto, porque en este post ya fueron demasiadas, y porque tendría que ir a tomarla y no quiero.
Así que me puse a pasar las correcciones, a ajustar lo que hubiera que ajustar y a ponerlo en orden. Tengo, pues, seis capítulos ya corregidos y en orden, impresos y todo, y estoy escribiendo el séptimo, que sólo está comenzado. (El octavo sí lo tengo, el noveno no, creo que el décimo sí, y así sucesivamente.) Han aparecido cosas nuevas que ni imaginaba (sí, la Directora le trae un hambre tremenda al psicópata, y ya supe por qué), la forense joven se va a poner bien interesante en un capítulo que no sé cuál será (intuyo que el 12, aunque la vengo preparando desde el segundo) y no sé todavía por qué hace lo que hace en el último párrafo del 13. Creo que me enteraré en el primero o segundo capítulo de la segunda parte. (Porque tiene que haber una segunda parte. Eso nunca lo hemos dudado, me parece.)
En medio de todo, Thierry Davo me mandó a mi correo de Yahoo --que reviso una vez a la semana; está demasiado lleno de spam, pero de vez en cuando alguien me escribe allí-- una foto del póster de la representación que L'Actelier, de Claude Esnault, está haciendo de Trece en Le Mans. Me tocó ir a la primera representación, de la que escribí un post que no sé por qué no he puesto; lo tengo en la Vaio desde el mismísimo día, con fotos y todo. (¿He comentado que la Vaio es verde?) Al parecer ha hecho una versión aumentada con respecto a la que vi, y ya antes presentó una pieza basada en Instrucciones para vivir sin piel, de la que hablé en su momento. Según me dice Thierry, la idea es montar una trilogía, que incluiría el Breve recuento de todas las cosas. Y yo emocionado, pues. Ya pronto pondré el post acerca de Esnault y los actores que trabajan con él, que son una maravilla, y del teatro, que es otra maravilla, y hasta de la pequeña iglesia gótica que está en la esquina, que es otra más. Y de los papás de Thierry y de Georges Brassens, que vienen mucho al caso.
Sin relación con lo anterior, después de que había puesto las fotos del almuerzo de fin de año de La Casa, Osmín Magaña me envió otras en las que aparecía yo. Para los que digan que mi vanidad no tiene límites: sí, sí los tiene. Rara vez me tomo fotos a mí mismo. Ésta la tomó él, y estoy enseñándole a Valeria las que acababa de tomar yo de otras personas. Interesante: hasta hace muy poco, la Vale se parecía bastante a mí --y aún, porque la genética es la genética--, pero ahora está pareciéndose cada vez más a Krisma, para su beneficio.
Y ya que estamos en el tema de las hijas, aquí va una foto de Eunice tomada hace unos días. Ya tiene veinte años, y sigue siendo mi bebé. Lo que no sé es por qué se alisa los bucles; tiene un pelo envidiable.
Y ya entrados en el tema de las fotos familiares, pongo una de Krisma que tomé anoche. Está en el proceso de corregir y armar su cuarto poemario --el tercero lo terminó hace ya unos meses--, y es evidente que está usando tinta roja.
Por lo que conozco del poemario, hay allí cosas que van a armar un buen bullicio poético. En el tercero se dedicó a utilizar todos los recursos que tenía hasta ese momento; en éste más bien está violándolos, y lo hace de una manera bastante impresionante y fluida. Hay un momento en que uno necesita "enloquecer" literariamente (en lo personal debe estar bien lúcido) para que la obra tenga una voz propia y única. A pesar de que los códigos de Krisma siempre han sido bien definidos, me parece que en ese poemario es donde alcanzará por fin su verdadera voz. Ya quiero verlo terminado. (Y me parece que ella también.)
Y como este blog es mío y pongo lo que quiera, y a petición de Valeria, aquí va una foto de su perro rojo, que vino a hacer una visita a mi escritorio. El perro es un par de meses mayor que la Vale, pero se llevan como si hubieran nacido al mismo tiempo. Igual con el Tigger que Eunice le mandó cuando cumplió un año. No los suelta a veces, textualmente, ni para ir al baño. Cada vez que hay que lavarlos es un drama griego, con llanto y todo.
Y va la columna de esta semana en Centroamérica 21, que debí haber puesto desde el lunes pero, híjole, en serio que la novela me tiene atareado. La nota puede hallarse en este link.
Concepto, plagio y mediocridad (II)
Rafael Menjívar Ochoa
Uno toma una fotografía ajena, la carga en el Adobe Photoshop –de preferencia en una copia pirata; la actitud es la actitud–, le pone un par de efectos –cambio de color, algo de textura, un marquito–, la guarda, la imprime, la firma con su nombre y lo que sale de allí es... bueno... arte. Se ha “apropiado” de algo ajeno y le ha puesto un sello único, así los efectos básicos del Photoshop sean los mismos y tan fáciles de aplicar, y gracias a ello puede debutar en las ligas municipales del arte conceptual.
Fue lo que al parecer ocurrió cuando Miguel Orlando Rivas “se apropió” de una magnífica fotografía del periodista gráfico Francisco Campos, distribuida por la agencia AFP en 1987 (¿creería que ya nadie se acordaría de ella?), en la que unas mujeres están paleando y transportando ripio y hay un letrero que dice “Hombres trabajando”.
Aparte de algunos cambios menores a través de un programa de procesamiento de imágenes, la foto sigue exactamente igual. El “concepto” de la foto era clarísimo antes de que a Rivas se le ocurriera... eh... apropiársela y pasarla por el PhotoShop (o el programa que sea) durante un par de minutos. Eso para muchos será plagio, y legalmente lo es, y totalmente comprobable y encausable; en términos artísticos, es un reconocimiento de la propia mediocridad, avalado por el homenaje de un tercer lugar en un concurso del Centro Cultural de España y por reconocidos artistas plásticos locales que formaron parte del jurado.
Cuando Campos reclamó la autoría del trabajo, dos de los jurados dijeron que se premió la “sinergia de concepto”, y que no tenía nada que hacer allí. Según la versión electrónica del DRAE, “sinergia” tiene dos acepciones: “Acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales” y “Concurso activo y concertado de varios órganos para realizar una función.” Quisieran decir lo que quisieran decir, “el concepto” y la “sinergia” estaban en la obra original, y pasar la foto por una computadora no iba a añadir nada. Lo premiable era la foto, no el “concepto” del “apropiador”.
En ese carnaval del eufemismo, entró Walterio Iraheta, presentado por La Prensa Gráfica como “pionero del arte contemporáneo en El Salvador”, “con experiencia como jurado y curador”. Señala textualmente la nota de LPG, publicada el pasado 3 de diciembre:
“Iraheta explica que se trata ya de una pintura. Si el premio hubiese sido de fotografía y el joven participaba con la foto de Campos se trataría de un plagio, ‘pero al cambiar de medio e introducir cambios, aunque leves, como el color, se libera de ese calificativo’.”
Y asunto arreglado: Rivas se queda con los 2,000 dólares del premio y con una raya en el currículum, el Centro Cultural de España como el aval de un plagio y Campos sin su fotografía, todo porque a alguien se le ocurrió usar la palabra “sinergia” y a un “experto” dijo que esa “apropiación” no es plagio. Y queda el mensaje bien explícito: un artista, para serlo, no necesita de largos y tediosos años de preparación, sólo encontrar un “concepto” –junto con una foto plagiable– y hacerlo “sinérgico”.
Siempre se recurre a las autoridades para sustentar lo que se dice, y no podía faltar Marcel Duchamp, quien hizo dos cosas que hasta la fecha son parámetros que se equivocan con facilidad. Una, copiar la Mona Lisa de Leonardo y ponerle bigotes; dos, presentar a una exposición un orinal firmado por R. Mutt, un supuesto plomero que exigió que se exhibiera porque él era un artista de lo suyo, es decir de la plomería. Lo único que Mutt–Duchamp hizo, además de firmar el orinal, fue ponerlo al revés: la parte donde se orina al frente y abajo la parte por la que circula el agua.
Duchamp, como parte del movimiento Dadá (no “dadaísta”, porque no se trató de una escuela, ni mucho menos), estaba burlándose de los solemnes de la época y jugando con sus juicios, prejuicios, su cuadradez y sus eufemismos. No estaba “apropiándose” de nada: estaba poniendo a los solemnes –como ahora lo son los “conceptuales”– frente a sus propios iconos inexpugnables para decirles: “El arte es otra cosa. El arte innovación. El arte es creación, no repetición de cosas que otros hicieron antes”. Y entre esas repeticiones está el plagio, hay que anotarlo.
La obra de Duchamp no es un orinal firmado o una Mona Lisa con bigote; eso era un juego. El tipo era un pintor serio, como lo demuestran dos de sus obras maestras: “El vidrio” y “Desnudo descendiendo una escalera”, que seguramente los jurados deben conocer, así como el “concepto” que representan.
Otro artista fundamental para Dadá, Tristan Tzara, dijo que para escribir un poema basta con recortar palabras de un periódico, meterlas en un sombrero, agitar el sombrero, sacar las palabras una por una y colocarlas en el orden en que vayan saliendo. Eso será un poema, dice, “y se parecerá a usted”. Obviamente estaba hablando a los mediocres incapaces de armar algo original. Por su parte, Tzara es autor de un poema monumental, “El hombre aproximativo”, que no tiene nada que ver con sombreros, recortes de periódico ni eufemismos. Ésa es la parte de Dadá a la que los “conceptuales” no llegan, o no se atreven a llegar, o no les conviene.
La otra autoridad que se cita es Andy Warhol, quien también tiene sus recovecos. Pero de eso se hablará en la próxima entrega.
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Nota bene: Para quienes estén interesados en esas cosas, el pasado 24 cenamos un delicioso pollo horneado con relleno de carne. Como se hace un pavo, pues, pero en chiquito; para tres personas --Vale come bastante y vale (je) por una-- era más que suficiente, y hasta tuvimos recalentado. Estuvo divertidísimo, porque improvisamos todo; generalmente los 24 nos la pasamos viendo películas y comiendo sanguchitos de jamón. Krisma consiguió un buen pollo al mediodía, lo mechó con un tocino que nos había quedado de la fabada de hace unos días y con mucho ajo, y lo condimentamos con algunas hierbas, cebolla y, para que brillara. un poco de clara de huevo. No encontramos almendras o avellanas en el WalMart de Los Planes de Renderos, así que me fui a la tiendita y compré diez bolsitas de maní de las de cinco centavos. Con limón y sal, porque no había de otras. A falta de pasas, una lata de maíz dulce. A falta de alcaparras o aceitunas, nada. Más el pan tostado para que agarrara consistencia, más ajo, hierbas y no recuerdo qué. Quedó riquísimo el relleno, y el pollo otro tanto. Por pura casualidad, la señora de la otra tiendita tenía unas manzanas, y las compré para hornearlas con azúcar y canela. Eran de las rojas, que no quedan tan bien como las amarillas, pero estuvo excelente.
Nos gustó eso de preparar cenas para ocasiones especiales, algo que no habíamos hecho en cinco años, así que el 31 hornearemos un bonito trozo de pierna que compramos hace un par de días. La haremos con cerezas. No de las naturales, porque están carísimas, sino con unas de bote y con mermelada. Para acompañarlas, un buen puré. (Para evitar improvisaciones, ya tenemos allí las papas. Lo que no sabemos aún es cómo condimentar. Se me antoja macerar la pierna desde el día anterior con naranjas agrias; tenemos un árbol de ésos fuera de casa. Otro día pongo la foto, porque en este post ya fueron demasiadas, y porque tendría que ir a tomarla y no quiero.
2 comentarios:
la palabra plagio creo que queda,ya
en términos sensatos bastante suave,lo que sucedio con lo de la foto es una actitud de crimen organizado.
Vamos por partes:
1ºSupondremos "inocencencia" de creerle al sujeto que la foto pues era vieja(muy buena por cierto)y que nadie se acordaria de ella e "interviniendola" por las artes alquímicas ocultas de algún programa dejaba de ser foto para ser no se, cualquier otra cosa,YO lo que veo es una foto retocada,asi como las de los abuelos del pueblo que les aplicaban oleo.Pero que lo
alienta a realizar esta "vivianada"
a nuestro amigo.El medio plastico, esta en franca crisis el arte conceptual domina,algo de mas de 50
años que nos lo venden como lechuga fresquisima,performance que en N.Y. habran algunos ancianos que se
recuerden,el punto:la linea clara de el arte que tendria que,no digo ser pintado o cartografiada por criticos y artistas de manera inviolable pues en el arte, hay y no falta decirlo total libertad, pero un referente autentico y claro esta ausente pues el publico de El Salvador solo tiene una frase "esta bonito"estamos en total desorienta
cion,pues asi nuestro amigo dice si
critica aqui , no son mas que fichas técnicas extendidas y una galería de fotos de gente de mundo,y "mecenas" lo que el diario te saca,asi que se vale todo:
demole compadre, fotocopia de 2 centavos de la foto,scan,5 minutos de "jugar con las texturas" y print=2000 y el aplauso.
Lo malo:mal referente para el publico, para el estudiante y una confirmacion mas de que los concursos en arte son una pendejada
2ºEl crimen,tiene un complice, la pacotilla de snobs y artistas que de jurados que por la sincera y autentica ausencia de voluntad de retractarse,buscan ya una vez cometido el error, no verse como un grupo de idiotas que les metieron gol y zafarse, y aqui si viene lo serio:esa paja sinergica que si la analizan salen hasta mas raspados,y
defienden y alientan similar actitud sea como esta: Padre mate a
mi mujer por adultera,Bueno arrepientete y no vuelvas a pecar mas,Padre mate a mi cuñado porque ya me miraba feo por matarle a la hermana,Bueno arrepiente te y no vuelvas a pecar mas.Era de sentar un precedente Srs.se nos pasaron las copas,y en un arrebato de reivindicación del genero femenino premiamos la obra,en una sinergia que solo estas dos de las partes influyo determinando a la totalidad de nuestro concenso en una franca ignorancia y criterio de evaluar la
obra como una totalidad,aun en su causa individual que era en primeria instancia la del fotografo que capto un instante no montado,si
no una cotideanidad nos olvidamos de que era de pintura el concurso ,pero al final que nos importa si aqui solo mis chicharrones truenan,y si no les gusta no participen ni vengan al chupe.
3ºLOs criterios seran como sin duda objetaremos variados,pero el arte no es un agujero negro que lo arrastra todo sea lo que sea y lo conviete parte de si,a traves de años de ir al Palmares he notado que como el rango es amplio 18 30 es logico que el de 18 presente muy buena propuesta pro le falte composicion,tecnica,dibujo,llega el de 27 zorro de varias sabe de internet y retroproyectores para los hiperrealismos,facil ya despues de tanto hociquiarse sabe lo que al amo le gusta y siempre siempre gana uno que por lo menos anda en su 8 participacion,que sera? habrase vuelto un mejor pintor o se habra
transformado en una fichera ya sin esa afan autentico e imaginación.
no se pero los concursos siempre me han dado ezcosor y no por no haber ganado alguno sino por ver obre de calidad desplazada sepa bajo que criterio a la nada y entronizar a la "ahijada "con mencion honorifica,pasaporte a galeria solo por que va.
Bueno ya y para rematar el compadrazgo mal latinoamericano.ese concurso de España es bien sui generis,una vez lo declararon de sierto
Buenas Noches, soy amigo de Eunice y le puedo decir que su hija es una persona maravillosa que llena de alegria y de felicidad donde esta, es muy especial y la verdad le felicito por tener una hija tan maravillosa.
atte: Christian M.N.
mi mail es Soylamorsa79@hotmail.com
estoy a sus ordenes
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