21 de diciembre de 2007

Proclive. de William Alfaro

Durante varios años, por más motivos de los que caben aquí, he esperado el primer poemario de William Alfaro, y por fin ayer tuve la oportunidad de comprarlo en Los Tacos de Paco, al fabuloso precio de tres dólares. (Paco Hidalgo, el dueño de Los Tacos, me dijo que aún no se había vendido ninguno, que fui el primero. Un verdadero honor.) La presentación era a las 7:30 de la noche, y yo llegué a las 5:00, cargado con bolsas del súper, después de un par de reuniones, y ya era demasiado stress para esperar dos horas y media, más lo que durara el asunto. Sin embargo, agua de tamarindo mediante, lo leí allí mismo, en el plan de saber qué era lo que William había logrado.
Con anterioridad, y talvez con precipitación, William había autopublicado una plaquette, Déjà vu, que no me gustó. La hizo para un festival de poesía, y me parece que así no funcionan las cosas, como en efecto no le funcionaron. Ya pasó, la plaquette se acabó y ahora ha entrado, por fin, a sus 34 años, al dominio de lo serio.
Proclive es un recuento de lo mejor que ha escrito William casi desde el inicio de su carrera. Lo caracteriza el rigor con que está realizado cada poema y --algo extraño en la poesía de cualquier lugar y de cualquier época-- la fluidez con la que se puede leer. En general los poemas que tratan acerca de los propios poetas, o que hacen referencia al oficio de escribir, no terminan de satisfacerme; hay mucho en ellos de vanidad y muy poco de rigor. Pero William logra sortear muy bien los contras y el balance es excelente.
No es un poemario en la medida en que no hay una intención de armar un libro con una cierta temática, o con un cierto estilo, o con un cierto "espíritu". Pero el resultado es muy bueno, y creo que es de los libros de poesía que vale la pena comentar y, sobre todo, leer. Así que, si pueden, vayan a Los Tacos de Paco y cómprenlo con confianza; se van a pasar un buen rato y van a tener algo de lo mejor que se ha publicado en la temporada, junto con --por ejemplo-- La habitación, de Jorge Galán. (Este último puede comprarse en la Dirección de Publicaciones e Impresos, a un par de cuadras del Parque Bolívar, casi frente a la iglesia del Perpetuo Socorro.)
Y ahora a esperar el segundo poemario, el más difícil sin duda: es allí donde William deberá conformar --y mejorar-- lo que ha logrado en Proclive. Ya veremos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://gatopresidente.multiply.com/