9 de diciembre de 2007

Querido diario (VI)...

Ya más o menos voy intuyendo de qué va la novela que empecé a escribir en Toulouse, y de la que encontré los puntos centrales en Los Ángeles. (Toma lo anterior, por favor, como una referencia, no como ganas de presumir de nada. Acabo de perderme un viaje a Guatemala, y si uno se pierde un viaje a Guatemala, en serio que no hay de qué presumir.) Ahora está el asunto del armado.
Originalmente eran ocho capítulos, y en realidad siete; uno desapareció del mapa sin pena ni gloria. Pasé en limpio lo que había en el cuaderno rojo y comencé lo que crei que era el primer capítulo de la segunda parte, y pues no: se esforzó en ser el capítulo 10 de la primera, algo extraño si se toma en cuenta que siete más uno son ocho. Pero es que había cosas que no quedaban claras, y hubo que añadir dos capítulos más, y el último cortarlo en dos. Así que el capítulo 8 original es el 8 y el 11.
Comencé ya a escribir en un cuaderno naranja los capítulos que hacen falta. El que está allá arriba será el quinto. Es de esos capítulos... uh... burocráticos, que deben ir allí para darle movimiento a la novela, y para que no se pierda el personaje... no sé si central... No, no es el central, pero es el que da pie para que el personaje central se luzca en la seguna parte; en la primera apenas es una muchacha aún asustadiza.
Y lo estoy escribiendo en morado. Es uno de los tres colores que me gustan para escribir: negro, sepia, morado, en ese orden, nomás que no había plumas sepia en Sanborns el día en que compré la serie de Dead Like Me, y pues ya. Ahora la Parker 45 está descansando; la volveré a usar cuando tome el hilo de la historia, esto es: cuando termine de escribir los capítulos "de relleno". El morado me gusta para eso.
En el cuaderno rojo todavía hay unas páginas en blanco, que son para uno de estos capítulos; allí está esperando que lo termine de borronear. Además estoy ajustando un montón de cosas: cuando escribí el capítulo I no sabía todo lo que sé ahora acerca del mundo y los personajes y la historia de la novela, así que hay que preparar desde el primer párrafo lo que será el final. Desde luego que imprimí lo que pasé en limpio. Como se me acabó el tóner, fui a un cíber para que me lo pusieran en negro sobre blanco. El muchacho me empezó a dar las hojas con toda solemnidad, y se aterró cuando vio que empecé a rayar y tachar y hacer cosas en tinta morada sobre una impresión tan bonita. Pero pues mientras más bonita la impresión, más rico puede mancharse.
De algo estoy seguro: quien diga que corregir es pura vanidad, no ha hecho una novela que valga la pena; a lo mucho algún borrador no muy convincente. La tesis es que la perfección es imposible, y que es cosa de vanidad eso de andar buscándola. Yo no busco perfección: busco hacer una novela buena. O varias, si se puede.
Por otra parte, una fotógrafa amiga me ha pedido que le escriba unas líneas para su libro, que saldrá a principios del próximo año. Es todo un honor y un gusto. Unos paisajes bien extraños e inquietantes. Ya tengo la primera frase, la más difícil, y de allí saldrá lo demás. Después abusaré de Thierry --como siempre-- y le pediré que lo traduzca al francés, porque es para publicarse por allá.
Por lo demás, contento. Ayer hubo filmación, con Siguanaba y todo. Divertido. Georgina Vanegas, compañera de La Casa, sacó un segundo lugar en el concurso de cuentos de la Gavidia, y ya está a la venta la novela de Denise Phé-Funchal, Las flores.
El escritor Ronald Flores escribió, aquí, una pequeña reseña del libro. Me parece que está dándole al libro menos importancia de la que tiene y tendrá (eso lo dirá el tiempo): la coloca como una de las pocas novelas escritas por mujeres últimamente, alaba la prosa y no mucho más. Pero es significativo el modo en que empieza la nota:
La novela “Las flores” marca el inquietante debut literario de Denise Phé-Funchal
Sí, "inquietante" es un buen adjetivo. No por la novela, sino porque Denise va en serio. Clasificarla como mujer antes que como novelista es ponerla en un lugar que no le corresponde. En lo personal, creo que pocas novelas de tal calidad se han escrito en Centroamérica desde... no sé... Los compañeros, de Marco Antonio Flores, y Caperucita en la zona roja, de Manlio Argueta.
Ya esperaremos otras reseñas menos "inquietadas", y esperemos que la Gavidia publique el libro de Georgina. Son cuentos de los que vale la pena leer. Ya hablaré acerca de ellos en la semana.

2 comentarios:

Denise Phé-Funchal dijo...

;)

Anónimo dijo...

Estimado Rafael, me parece interesante y polémica tu valoración de la novela de Denise, con respecto al resto de literatura centroamericana. Las flores, sin duda, es una novela valiosa. Sin embargo, me gustaría realmente que elaboraras más tu argumento. De lo contrario, queda como una afirmación hiperbólica que demuestra tu entusiasmo por la obra de Denise más que una elaborada valoración sobre la literatura centroamericana contemporánea. En tanto eres un autor importante en esta tradición, me gustaría leer tu reflexión al respecto. Talvez tengas razón, pero nos ayudaría a comprender tu entusiasmo si desarrollas tu argumento. Como siempre, mis mejores deseos, Ronald