13 de diciembre de 2007

Respuesta a Ronald Flores

Recibí un comentario del escritor guatemalteco Ronald Flores para mi post Querido diario (VI)..., donde me refiero --entre otras cosas-- a la novela Las flores, de Denise Phé-Funchal, y las valoraciones --limitadas para mi gusto-- que Ronald hizo sobre ella. Muy su derecho a hacer valoraciones limitadas y muy su derecho también de pedirme una aclaración, porque me refiero a él con su nombre y apellido, como debe ser.
Aclaro: a Ronald Flores lo he visto un par de veces, no hemos conversado más de treinta segundos al hilo --me da la impresión de que la segunda vez fue menos tiempo-- y he leído un libro suyo, el primer capítulo de otro y algunos textos sueltos. Me parece más importante esto último para conocer a un escritor, y lo demás serán anécdotas.
Va el comentario:
Estimado Rafael, me parece interesante y polémica tu valoración de la novela de Denise, con respecto al resto de literatura centroamericana. Las flores, sin duda, es una novela valiosa. Sin embargo, me gustaría realmente que elaboraras más tu argumento. De lo contrario, queda como una afirmación hiperbólica que demuestra tu entusiasmo por la obra de Denise más que una elaborada valoración sobre la literatura centroamericana contemporánea. En tanto eres un autor importante en esta tradición, me gustaría leer tu reflexión al respecto. Talvez tengas razón, pero nos ayudaría a comprender tu entusiasmo si desarrollas tu argumento. Como siempre, mis mejores deseos, Ronald

Mi valoración acerca de la novela de Denise me parecería "polémica" si estuviéramos frente a una obra de calidad dudosa, o si lo más importante de ella fuera... no sé... su lado experimental --que lo tiene--, porque lo experimental "a secas" posee fecha de caducidad, y te lo dice alguien que se ha dedicado a escribir de eso; su actitud con respecto a la literatura --que es de lo más ortodoxa--, si pusiera de frente su vida personal o su sexo o alguna etiqueta como la que le plantas --literatura escrita por mujeres-- o si hubiera alguna duda con respecto a la calidad de su factura. No veo que haya nada por ese lado. Veo una novela muy bien escrita y de grandes alcances, mucho más que una "excelente primera novela". Me parece que en tu nota la has puesto dentro de una cajita que le queda pequeña, y pienso que quizá a muchos la novela de Denise le quede grande por ahora, me perdonarás.
"Demostrar", la verdad, no tengo que demostrar nada, porque la novela se demuestra sola, y de allí mi entusiasmo. Podré querer mucho a Denise --como la quiero--, pero también a mi mamá, y te aseguro que escribe muy mal. No voy a sostener que mi mamá escribe bien ni siquiera en las reuniones familiares. (De hecho, hace años que no voy a reuniones familiares; por algo será.)
Lo de"hiperbólico" me parece que lo usas mal, porque estoy siendo directo en mis afirmaciones: Las flores, creo, es una de las mejores novelas que se han publicado en Centroamérica desde Los compañeros y Caperucita en la zona roja, y más aún: me parece que rebasa con creces el ámbito de lo centroamericano. Es decir: no es sólo una novela guatemalteca, sino una novela a secas. Su valor no es que esté escrita por una mujer, sino que es buena. Que sea una "primera novela" es incidental. Y lo es, entre otras cosas, porque Denise tiene por lo menos tres lustros de experiencia y de trabajo en la escritura, nada más que a nadie se le había ocurrido ver que estaba allí, y que su obra es de muy buena calidad desde hace mucho tiempo. A ella tampoco se le había ocurrido eso de buscar publicaciones, meterse en "el medio" y esperar "reconocimiento". Su rollo ha sido otro, y apenas hace unos meses, en el CILCA de Antigua, dio a conocer sus primeros textos, a los 30 años de su edad. Atrás hay mucha preparación y disciplina, y eso se refleja en la novela. No tenías que saberlo, ni yo que decírtelo, pero puede servirte como referencia.
No esperes una "elaborada valoración" mía acerca de la novelística centroamericana, porque no se me da lo de la autorreferencia: yo soy parte, desde hace muchos años de esa novelística, y por otra parte no creo que haya una "novelística centroamericana". Creo que hay libros aislados, de esecritores aislados, que eventualmente nacieron bajo cielos más o menos similares. Y no soy académico --por decisión propia, no por carencia--, no pretendo serlo, y lo mío será la opinión de un escritor con un poquito más de treinta años en el oficio. Espero que sea credencial suficiente; si no, nada se habrá perdido.
Primero, el texto en sí. Es de una factura minuciosa y delicada. Hay toneladas de investigación detrás de cada detalle, de cada afirmación, de cada cosa que hacen los personajes en su contexto. Eso no hace una buena novela; es sólo uno de sus tantos elementos.
Sus ambientes son excepcionales. Si la relees, te darás cuenta de que no existe una sola descripción de lugares, personas, época, lo que quieras. Ni una sola. Y si se me pasó alguna, bórrala y verás que no cambia nada. Es decir: no recurre al truco --barato, a estas alturas de la literatura-- de meterse como narrador en la vida de sus personajes, ni en los ambientes que crea. Simplemente deja que su universo se mueva solo, lo sigue y lo (d)escribe. Para hacer algo así se requiere de un cierto grado de maestría. Si has escrito novela --y la has escrito-- sabes a lo que me refiero. Y eso tampoco es suficiente por sí mismo para hacer un buen libro.
El lenguaje es terso, y se toma el tiempo necesario --el que sea, cortísimo o largo-- para cada frase y cada escena. Su manejo del tiempo narrativo es excelente. (Si quieres un buen ejemplo de lo que quiero decir con "tiempo narrativo", léete El proceso, de Kafka; allí viene.) El lenguaje y su cadencia no sólo describen el paso del tiempo, el valor del tiempo, sino que son el tiempo. Te da la sensación de estar leyendo las cosas en tiempo real, pero con una fluidez que el tiempo real no tiene, que para eso es el truquito de saber dónde cortar una escena, dónde acelerarla, dónde desesperar al lector con un pasaje largo después del cual vendrá la Revelación... o nada. Y el manejo del lenguaje y del tiempo narrativo, Ronald, tampoco garantizan una buena novela.
La fluidez y el aire de espontaneidad sólo se logran después de meterle mucha mano y de pelearse con el texto. De hacer artesanía, pues. Quitar, añadir, pulir, desechar, reesecribir durante años y al final, ¡listo!, qué espontáneo y qué fluido. Si algo he aprendido es que no se logra espontaneidad, frescura, fluidez, lo que quieras, en el proceso de escritura; se logra en el proceso de corrección, alineación, balanceo, cambio de aceite, etcétera. Las flores es una novela que parece que cualquiera pudo escribir, tan sencilla parece, tan... no sé... tan natural. Me tocó incidentalmente seguir más o menos de cerca su elaboración, y conocí tres borradores. También me tocó platicar con Denise acerca de sus insomnios, dolores de espalda, sus angustias por resolver alguna escena y todo lo que conlleva el oficio. El resultado lo tienes en tu librero (a mí no me ha llegado mi ejemplar; conozco la versión electrónica). Y tampoco eso, Ronald, ese trabajo para el que uno nunca tiene energías, pero las saca del placer de escribir, garantiza una buena novela.
De hecho nada garantiza una buena novela. Nada. Sólo un buen novelista. La técnica --y Denise la tiene para repartir, nomás que es bien calladita-- es sólo técnica. Pero sin ella, y sin una disciplina casi militar, me temo, habrá lugares de la lieratura a los que no podrás acceder, textos que no podrás escribir jamás, personajes y situaciones que te mirarán de lejos y que no saldrán de tu pluma o tu teclado, según lo que prefieras para hacer tus cosas. (En mi caso, como sabrás, prefiero cuadernos de buen papel y una bonita pluma Parker 45. Ya habrá meses o años, después, para usar la computadora.)
Ya te dije qué cosas que tiene Las flores que la hacen buena, pero no la explican como una excelente novela. Ya te dije de otras que no creo que vengan al caso, como el sexo de Denise ("género" estaría pésimanente usado). Ahora viene un adjetivo que usaste en tu nota: "inquietante". Allí está la clave.
Lo que leíste cuando leíste Las flores no lo habías leído antes; eso te lo puedo garantizar. Es algo que sólo Denise Phé-Funchal pudo haber escrito. Es algo que sólo pudo salir de su cabeza y de su cuerpo y de donde salgan esas cosas. Y para eso, Ronald, no hay clasificación suficiente, valoración de la novelística centroamericana ni ensayo académico que sirvan. Cuando uno tiene un libro "de ésos" en las manos, lo sabe. Y yo lo supe desde el primer borrador, un cuento como de 40 cuartillas que se negaba a ser cuento y necesitaba ser novela. Así que Denise aprendió a escribir novela sólo para decir lo que tenía que decir, y lo hizo bien. Mi papel en el proceso --porque de seguro querrás saberlo-- fue el de siempre con los compañeros con los que trabajo: hacer preguntas incómodas, soltar algunos tips y rezar para que salga un buen texto. Jamás meterle mano al trabajo, jamás decir "aquí pon tal cosa y después pon tal otra". Sería una falta de respeto.
Si quieres otra valoración de escritor, que no espero que te guste, allí va, porque la pediste.
Armé el taller en Guatemala porque me produjo desolación el panorama que veía. Después de Marco Antonio Flores, textos de Mario Roberto Morales que me parecen excelentes (Señores bajo los árboles me gusta especialmente), varias cosas de Rodrigo Rey Rosa y no mucho más, sólo veía un poco lo que veo en El Salvador: la actitud suplantandoo a la literatura. Literaturas con apellido --comprometida, ecológica, gay, tú ponle el nombre-- que sólo sirven para satisfacer egos municipales, y para espantar a clasemedieros municipales, porque los burgueses --en serio-- no se espantan por esas cosas; tienen cosas más importantes que atender, como sus negocios y sus arduos partidos de golf.
De muy joven, cuando ni siquiera empezaba a escribir en serio, Guatemala era mi punto de referencia obligatorio. Monterroso, desde luego; Asturias con algunas condiciones --qué quieres: el viejo me aburre en casi todo lo que hace--, las revistas literarias que daban envidia, todo un movimiento de gente joven en y alrededor de la USAC, y hasta la huelga del Viernes de Dolores. Como buen niño provinciano, veía lo de aquí y había cosas muy buenas, pero Guatemala era mi referente.
Me desconecté de Centroamérica durante un par de décadas y lo que encontré fue... bueno... tú sabes qué. Lo de los escritores municipales, peleándose espacios municipales, con actitudes municipales y una literatura deficiente. El Salvador había pasado por una guerra, y aquí había cosas que hacer --en ésas andamos--, pero con un problema serio para mí: aquí abundan los poetas, y los narradores --novelistas en especial-- somos una especie rara, aunque por suerte no en extinción. Así que me fui a Guatemala a armar un taller de narrativa, al principio --dos sesiones-- en colaboración con Alfaguara, luego --tres años-- con mis fondos --no tengo presupuesto para eso ni para nada en La Casa del Escritor-- y los spaghettis de Denise, que cocina muy bien, y las invitaciones a comer de los otros compañeros.
Sé algo: entre los escritores en activo en Guatemala, muy pocos están escribiendo literatura en serio, y son muchos menos los de la "generación" de Denise, que es la tuya también. Repito lo que dije antes: se confunde la literatura con la actitud, con ciertas temáticas, etcétera, y se ha logrado institucionalizar la escritura torpe como literatura. Eso, para mí, es triste. Creo que la novela de Denise va a cambiar más de lo que supones, pero intuyes: por eso es también "inquietante".
Y ella es sólo la primera. Vienen más libros, de otros autores, que van a provocar inquietud, y mucha. Libros buenos, libros que nunca habíamos leído.
Aclaro lo anterior: he leído cosas últimamente que se suponen originales, pero vengo leyéndolas desde hace décadas, y en mi juventud hasta escribí algunas, que destruí en su momento. Y no es un asunto de temas o de historias o de ubicación en la novelística centroamericana: se trata de tomarse en serio el oficio. Uno puede darse carreta diciendo que esto es lo mejor que hay escrito acerca del maltrato a las mujeres, de la utilización de drogas, de lo que quieras; pero el producto es lo que manda, si es que logra el puesto de capataz. Si quieres una valoración más acuciosa, con gusto te la daré; tengo por aquí un montón de libros de autores guatemaltecos contemporáneos, y puedo conseguir algunos más.
Vamos a lo de la novelística centroamericana, rápido y por no dejar.
Marco Antonio Flores --de quien, según recuerdo, te referiste con bastante desprecio el día en que te conocí-- me parece que sigue siendo el maestro, y por allí andan el Manlio Argueta de Caperucita en la zona roja y Joaquín Gutiérrez con Te acordás, hermano, Murámonos, Federico y Puerto Limón, especialmente. Otros apenas estamos planteando nuestras apuestas, aunque ya tenemos algo recorrido; de El Salvador puedes poner a Horacio Castellanos, a Jacinta Escudos y a mí. Acaba de aparecer un nuevo novelista, que pronto publicará su primera novela (la cuarta escrita, ¡y en Guatemala!), Jorge Galán; hay uno que tiene varias novelas excelentes y por algún motivo no se han publicado, Mauricio Orellana. De Guatemala ya te di nombres de los que me parecen más interesantes; Monteforte nunca me emocionó, me volverás a perdonar. De Sergio Ramírez conozco prácticamente todo y, en lo personal, me quedo con sus cuentos; creo que allí hay una mina de oro en la que hay que escarbar. Y no entiendo por qué consideran a Carlos Cortés un gran novelista; le falta un montón de artesanía.
Hay muchos, como tú, que aún están buscando su punto de madurez, y espero que lo encuentren en el momento adecuado. De tu camada, el que me parece interesante es Javier Payeras. Me parece, en particular, que se ha puesto a reflexionar seriamente en la literatura y que eso se está viendo en su obra; por eso pedí que fuera él quien presentara mi libro en enero pasado. Creo que tenía cosas interesantes que decir, y las dijo, y se lo agradezco.
Si te parece que he sido disperso, por favor no dudes en decírmelo y haré las aclaraciones necesarias; tus preguntas también fueron generales. Y vuelvo al tema para cerrar:
Todo conocimiento es comparativo. La novela de Denise es buena porque es buena. Lee lo que hay en Centroamérica y vas a encontrar poco con esa calidad, esa originalidad y, sobre todo, que se arriesgue tanto. El riesgo es parte fundamental de este oficio, y allí hay mucho. Y eso tampoco hace una buena novela pero, si empiezas a juntarlo con todo lo demás que no la hace, a lo mejor empieces a entender por qué te quedaste corto en tus valoraciones.
La parte buena es que me parece excelente que hayas escrito acerca de Las flores; bien pudiste ignorar el libro, y no lo hiciste, y eso demuestra honestidad intelectual. Gracias.
Y servido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Rafael, te agradezco tu pronta y extensa respuesta, con la cual estoy en buena parte de acuerdo. Sí, "Las flores" es estupenda. Si notas, la he resaltado como una de las dos novelas guatemaltecas del 2007 (no me atrevo a decir centroamericanas porque sólo leí todas las novelas publicadas en Guatemala durante el 2007 y no puedo decir lo mismo del resto de Centro América, aunque me hubiera gustado). Además del ensayo "Signos de fuego", que es una panorámica nada más de lo publicado en Guatemala entre 1960 y 2000, he escrito varios ensayos acerca de la tradición guatemalteca reciente, en donde encontrarás lo que pienso de las obras de varios de los autores que mencionas. Por supuesto, y con eso en mente, me pareció valiosa la novela "Las flores". Sin embargo, existen también excelentes narraciones que la preceden, como "El tiempo principia en Xibalbá" de Luis de Lión, "Cárcel de árboles" de Rodrigo Rey Rosa, "No te apresures..." de Eugenia Gallardo, por mencionarte tres, que son también propuestas valiosas, que deben considerarse, al valorar la literatura guatemalteca escrita desde "Los compañeros" de Marco Antonio Flores. Cada novela de estos autores destacados contiene una propuesta singular, como la que se encuentra en "Las flores" de Phé-Funchal, pero más que resaltar cuál es mejor, considero apropiado mencionarlas en su conjunto y en el contexto de la tradición literaria guatemalteca. Como decías en el post anterior, sólo el tiempo lo dirá. Coincidimos en detectar la importancia de "Las flores" y, como tú, espero que Denise esté en el inicio de una brillante carrera literaria, a secas. Gracias por enriquecer el debate sobre la literatura guatemalteca y centroamericana. Espero seguir leyendo tu blog y tus novelas. Mis mejores deseos, Ronald

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Gracias también por tu respuesta.
Algunos elementos más, en vista de que mencionas a algunos autores.
Rodrigo me parece que es excepcional a la hora de armar ambientes, y sabe narrar, cómo no. Pero he encontrado una constante en sus novelas: comienza con patada al pecho, y en verdad cautiva. Luego hay una segunda parte --explícita o no-- en la que algo sucede y la narración se dispersa, se sale de registro, no sé; como que quisiera marcar un contraste, pero la narración se le cae. Y luego viene una tercera parte en la que vuelve a ser un gran narrador, pero ya no logra levantar la novela. El caso más claro es El cojo bueno.
No te apresures... la tengo por acá, leída hace un par de meses (era de las cosas que tenía pendientes), y en efecto la propuesta es muy buena. Lo que no me satisface es la artesanía, la estructura, el armado. La realización, pues. Creo que el libro nomás no cuaja.
La de Luis de Lión no la conozco.
La de Zerdetto me parece aún desbalanceada, y su... uh... tiempo narrativo no es de lo más ágil. Creo que es una novela importante para Guatemala, por muchos motivos que podemos platicar, nomás que no es una novela "acabada".
De eso hablo con respecto a Las flores: no sólo tiene una propuesta muy buena, sino que su realización es muy buena también. Quizá así logre explicarme mejor.
En lo personal creo que la novela es el planteamiento, y viceversa, y ya podrá uno decir lo que le plazca. Una novela, el modo en que está escrita, es el mensaje, y allí es donde no me llevo con los académicos.
La literatura es forma, y ya meterás en ella lo que le quepa. Creo que los planteamientos sólo tienen validez estética si encuentran o logran la forma adecuada; si no, planteamientos serán.
Saludos.

Ariel Batres V. dijo...

La discusión entablada entre Ronald Flores y Rafael Menjívar me parece excelente. Es lo que debiera hacerse en todos los ámbitos: discutir, dialogar, respetar la posición del otro.
En lo personal, no he leído aún "Las Flores" (tarea pendiente), pero no comparto la posición de Menjívar en cuanto que aburra la producción literaria de Miguel Ángel Asturias y Mario Monteforte Toledo. Ambos autores son para mí excelentes, tanto en sus cuentos como en sus novelas.

Mientras tanto, sigan produciendo esos excelentes comentarios acerca de la novela centroamericana actual, pues los libros que tratan acerca de la historia de literatura se quedaron cortos, por haber sido publicados hace más de 15 años. Me refiero, por ejemplo, a los de Francisco Albizúrez Palma y Catalina Barrios y Barrios (1981 a 1987); el del puertorriqueño Ramón Luis Acevedo (1982). Y si nos vamos más atrás, tenemos el de David Vela (1943) y Seymour Menton (1955).
Ronald publicó hace poco tiempo una reseña de los autores guatemaltecos de después de los 60's, digna de tomarse en cuenta.
Con todo, felicitaciones a ambos por el esfuerzo que realizan en dar a conocer a simples mortales y lectores neófitos como nosotros, lo referente a la novelísta centroamericana.