18 de junio de 2005

D.O.A.

Acabo de terminar una maravilla del cine negro, D.O.A. (puede encontrarse aquí, totalmente gratis y en varias resoluciones), con Edmond O'Brien, filmada en 1949. La vi allá por 1987, casi por error, y nunca pude encontrarla, hasta hoy. Me hubiera gustado escribir algo así; creo que a cualquiera.
Primera escena: un tipo llega a una delegación de policía en Los Angeles, pide hablar con el encargado de homicidios, entra en su oficina y le dice:
-Vengo a reportar un homicidio.
-¿Cuándo ocurrió?
-Anoche, en San Francisco.
-¿Quién es la víctima?
El tipo hace una pausa dolorosa y contesta:
-Yo.
El encargado de homicidios, en lugar de ponerse a reír o mandarlo al carajo, como correspondería, busca unos papeles y le dice:
-Usted es el señor Bigelow.
Más negro no hay.
Bigelow ha sido envenenado con una "sustancia luminosa", y los médicos le dicen que le queda un día de vida, quizá dos, a lo sumo una semana. En todo caso ya está muerto. Uno de los médicos le dice otra frase de lo más bonita:
-Creo que no ha terminado de entenderme, señor Bigelow. A usted lo asesinaron.
¡Y se pone a contarle cómo es que lo han matado, y él oyendo aterrado cómo le hablan de sí mismo en pasado, y casi en tercera persona!
Después de contarle su historia a los policías se pone de pie, exclama "Paula" (el nombre de su novia) y cae en medio de los que lo han escuchado. Un buen detalle es que no se ve su cadáver, ni lo feo que debe ponerse al morir merced a la "sustancia luminosa".
El diálogo final no tiene desperdicio.
-Tengo que hacer mi reporte -le dice un tipo alto al encargado de homicidios.
-Póngale "Muerto al llegar".
Y se ve cómo en el acta de defunción ponen las letras D.O.A. (Dead On Arrival) con un sello inmenso. Fin. Créditos. El público enloquecido va a la computadora a escribir en su blog antes de irse a dormir.
Para mañana tengo Night of the Living Dead, en su versión de 1968, mucho mejor que la de los ochenta. Sin embargo esta última es divertidísima. Y las secuelas. Ver cómo en la 3 atraen zombies ofreciéndoles cerebros humanos, que les encanta comer, es para desarmarse de la risa. Impresionante la chava que se clava cosas para no comerse a su novio, porque está infectada. Quizá es lo que vale la pena de la película.
No se pierdan La sal de la tierra, si no la han visto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya veremos como conseguimos la peli. ¿Así que aparte de músico, cinéfilo? ¿Alguna otra cosita que quede bajo la manga? ;-D

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Esteee...
Me gustan la coca-cola de dieta y los M&M. Y algunas series de televisión. Y las caricaturas. Y hoy conseguí la versión original de la *Opera de tres centavos*, de Kurt Weill, con el elenco de 1930. Y en un par de semanas empezamos la producción de unos cortos cinematográficos de La Casa del Escritor.
En una película que se llama Límite vertical hay un mercenario al que le preguntan si tiene miedo de morir, porque se pone a rezar sobre una alfombra viendo hacia La Meca. Él contesta: "Todos nos vamos a morir, mi amigo. La pregunta es qué vamos a hacer mientras tanto."
Y en ésas ando...