El poder de la (mi) máquina
Puesiesque de un día para otro se me arruinó la Pentium III (866 MHz, 256 Mb de RAM, 40 Gb de disco), que en su momento era lo más top que se podía conseguir. Mi objetivo al comprar semejante animal había sid0 procesar sonido (música, grabación de voces, cosas así), además de la consabida escritura, para lo cual bastaría con mi primera 8086 y el WordPerfect 5.1, un procesador de palabras que hasta la fecha me sigue pareciendo una maravilla. Antes de eso tenía una Pentium a 233 MHz, y antes una 486DX2 cuya principal característica era que corría Doom, y antes una notebook Presario 386 a 16 MHz, y antes una 286 a 12 MHz con un hermoso monitor en escala de grises, y antes la ya citada 8086, la primera que tuve, en 1990.
Y compré, en noviembre pasado, una Pentium IV a 2.24 GHz, con 80 gigas de disco y 256 megas de RAM, entre otras maravillas. La quería para hacer unos promocionales para televisión de La Casa del Escritor, que se transmiten por Canal 10. Son cortos de 45 segundos, con efemérides y cosas así, que estaba realizando en la computadora del trabajo con el Vegas Video, una maravilla, y el CoolEdit Pro 2.0. Tenía una buena máquina, teóricamente mejor que la del trabajo, y a darle.
Pero la compu del trabajo es carísima, y la mía costó como 400 dólares, y por algo era. El principal problema era el adaptador gráfico integrado, que es bueno si uno no se mete a exquisiteces. Lo otro era que los 256 megas de RAM apenas alcanzaban; más de la mitad se la lleva el puro sistema operativo.
Mientras, hacía lo que podía: en el monitor las imágenes se veían con los colores de una VGA viejita, pero aprendí a calcular cómo se verían en la televisión una vez renderizado el videoclip y convertido a formato SVCD, que no era lo mejor, pero era algo a lo que podía aspirar con mi simple quemador de compactos. Un quemador de DVD no entraba en el presupuesto. Ni una tarjeta de video decente. Ni más memoria.
Hasta que se quemó el quemador y hubo que comprar otro. Los de DVD habían bajado de precio, y me lancé por un LG, modestamente. Y los videos alcanzaron una calidad bastante seria, porque el formato para DVD tiene como el doble de calidad de SVCD, y mucho más que el VCD.
Me pasé un par de meses dudando, y hace tres días me decidí. Compré una tarjeta Nvidia FX con 256 megas de memoria, de ésas que se usan para jugar los juegos imposibles que se ven hoy en día, y 512 megas extra de RAM. La vida ha sido otra.
Las películas que tenía en formato MPG o AVI antes se veían feísimas en mi compu; ahora se ven como deberían verse, o mejor. Y puedo tener abierta una cantidad de procesos que antes era imposible, porque siempre he tendido a abusar de la paciencia de mis computadoras. (Tenía instalados ya 384 megas de RAM, y la pobre Krisma debía lidiar con 128. Su máquina, una Celeron a 1.8 GHz, tardaba en encenderse cerca de cuatro minutos. Le pasé un chip de 256 megas, me quedé con 128, más los 512, ahora tengo 640. Su compu enciende en poco más de treinta segundos ahora, un poco más lentamente que la mía, ejem.)
Y me entró la sed por las películas. Soy fanático del cine, igual que todos en la familia; tanto así que en un mes nos acabamos las que había en el videoclub de aquí a la vuelta.
Un amigo me avisó que en http://www.archive.org tienen una cantidad espeluznante de películas, cortos y dibujos animados de dominio público, y fui para allá. Y así era, pero la cantidad de gigas de cada película hacía que no valiera la pena bajarlos; tengo una conexión de 256kbps, y eso significa que bajar un par de gigas se llevaría unas cuarenta horas con todo el ancho de banda ocupado, siempre y cuando la red no se atonte. Así que recordé que hace como siete años compré una licencia de un programa llamado GetRight, y lo instalé. Lo que hace el GetRight es, además de bajar archivos, permitir que no se corte la transferencia, o que pueda pausarse. Además, es capaz de bajar cuatro segmentos al mismo tiempo y de buscar la mejor velocidad para las transferencias. Y me puse a bajar películas, pues.
Lo primero fueron unos cortos de Chaplin, entre los que viene El Inmigrante, que me fascina. Fue terrorífico ver cómo el GetRight comenzó a bajarlo a más de medio mega por segundo. En poco más de una hora tenía tres gigas de película en mi compu, armé el DVD, lo quemé y listo, a ponerlo. Se me antojó ver una película de 1960 que se llama Last Woman on Earth y me puse a bajarla. En lo que hacía otras cosas, bajó, armé el DVD en unos minutos y lo quemé. La película es muy buena, de muy bajo presupuesto pero con un guión bien inteligente, según pude ver apenas un par de horas después de comenzado el proceso.
Ya sé que hay redes T1 y T3, y hasta DSL, que pueden bajar cosas en minutos, y hasta las he usado, pero no en mi casa. Con toda esa memoria, todo ese adaptador de video y el quemador de DVDs, más un programa sencillo para armarlos, y desde luego el GetRight, puedo organizar una videoteca decente mientras trabajo, sin que la velocidad de la máquina sea patética. Y ya sé que hay cosas mejores que mi máquina, pero ésta es mía, y me emociona que además pueda escribir este post mientras estoy bajando como 20 capítulos de Betty Boop, a 300 megas por capítulo, y me dispongo a quemar Sangre y arena, con Valentino, y Oliver Twist. También se me antoja El misterio del María Celeste, con Bela Lugosi, y ya le eché el ojo a The WASP Woman, que promete ser un culebrón tipo La mujer del puerto. (Adoro el cine clase B.) El problema (que no lo es) radica en la cantidad de espacio en disco: 80 gigas, a 3 gigas por película, no alcanza para mucho. Pero no me interesa conservar los archivos, así que armo el DVD, lo verifico y borro los MPGs.
Igual he visto buenas ofertas de discos de 250 Gb... Y una pantalla de plasma de 19 pulgadas mucho más adecuada para la NVidia... Y una tarjeta Sound Blaster de las que rompen bocinas... Y otro equipo de sonido, porque éste ya tiene como tres años...
Y que conste que compré la máquina que tengo porque estaba en oferta.
Y compré, en noviembre pasado, una Pentium IV a 2.24 GHz, con 80 gigas de disco y 256 megas de RAM, entre otras maravillas. La quería para hacer unos promocionales para televisión de La Casa del Escritor, que se transmiten por Canal 10. Son cortos de 45 segundos, con efemérides y cosas así, que estaba realizando en la computadora del trabajo con el Vegas Video, una maravilla, y el CoolEdit Pro 2.0. Tenía una buena máquina, teóricamente mejor que la del trabajo, y a darle.
Pero la compu del trabajo es carísima, y la mía costó como 400 dólares, y por algo era. El principal problema era el adaptador gráfico integrado, que es bueno si uno no se mete a exquisiteces. Lo otro era que los 256 megas de RAM apenas alcanzaban; más de la mitad se la lleva el puro sistema operativo.
Mientras, hacía lo que podía: en el monitor las imágenes se veían con los colores de una VGA viejita, pero aprendí a calcular cómo se verían en la televisión una vez renderizado el videoclip y convertido a formato SVCD, que no era lo mejor, pero era algo a lo que podía aspirar con mi simple quemador de compactos. Un quemador de DVD no entraba en el presupuesto. Ni una tarjeta de video decente. Ni más memoria.
Hasta que se quemó el quemador y hubo que comprar otro. Los de DVD habían bajado de precio, y me lancé por un LG, modestamente. Y los videos alcanzaron una calidad bastante seria, porque el formato para DVD tiene como el doble de calidad de SVCD, y mucho más que el VCD.
Me pasé un par de meses dudando, y hace tres días me decidí. Compré una tarjeta Nvidia FX con 256 megas de memoria, de ésas que se usan para jugar los juegos imposibles que se ven hoy en día, y 512 megas extra de RAM. La vida ha sido otra.
Las películas que tenía en formato MPG o AVI antes se veían feísimas en mi compu; ahora se ven como deberían verse, o mejor. Y puedo tener abierta una cantidad de procesos que antes era imposible, porque siempre he tendido a abusar de la paciencia de mis computadoras. (Tenía instalados ya 384 megas de RAM, y la pobre Krisma debía lidiar con 128. Su máquina, una Celeron a 1.8 GHz, tardaba en encenderse cerca de cuatro minutos. Le pasé un chip de 256 megas, me quedé con 128, más los 512, ahora tengo 640. Su compu enciende en poco más de treinta segundos ahora, un poco más lentamente que la mía, ejem.)
Y me entró la sed por las películas. Soy fanático del cine, igual que todos en la familia; tanto así que en un mes nos acabamos las que había en el videoclub de aquí a la vuelta.
Un amigo me avisó que en http://www.archive.org tienen una cantidad espeluznante de películas, cortos y dibujos animados de dominio público, y fui para allá. Y así era, pero la cantidad de gigas de cada película hacía que no valiera la pena bajarlos; tengo una conexión de 256kbps, y eso significa que bajar un par de gigas se llevaría unas cuarenta horas con todo el ancho de banda ocupado, siempre y cuando la red no se atonte. Así que recordé que hace como siete años compré una licencia de un programa llamado GetRight, y lo instalé. Lo que hace el GetRight es, además de bajar archivos, permitir que no se corte la transferencia, o que pueda pausarse. Además, es capaz de bajar cuatro segmentos al mismo tiempo y de buscar la mejor velocidad para las transferencias. Y me puse a bajar películas, pues.
Lo primero fueron unos cortos de Chaplin, entre los que viene El Inmigrante, que me fascina. Fue terrorífico ver cómo el GetRight comenzó a bajarlo a más de medio mega por segundo. En poco más de una hora tenía tres gigas de película en mi compu, armé el DVD, lo quemé y listo, a ponerlo. Se me antojó ver una película de 1960 que se llama Last Woman on Earth y me puse a bajarla. En lo que hacía otras cosas, bajó, armé el DVD en unos minutos y lo quemé. La película es muy buena, de muy bajo presupuesto pero con un guión bien inteligente, según pude ver apenas un par de horas después de comenzado el proceso.
Ya sé que hay redes T1 y T3, y hasta DSL, que pueden bajar cosas en minutos, y hasta las he usado, pero no en mi casa. Con toda esa memoria, todo ese adaptador de video y el quemador de DVDs, más un programa sencillo para armarlos, y desde luego el GetRight, puedo organizar una videoteca decente mientras trabajo, sin que la velocidad de la máquina sea patética. Y ya sé que hay cosas mejores que mi máquina, pero ésta es mía, y me emociona que además pueda escribir este post mientras estoy bajando como 20 capítulos de Betty Boop, a 300 megas por capítulo, y me dispongo a quemar Sangre y arena, con Valentino, y Oliver Twist. También se me antoja El misterio del María Celeste, con Bela Lugosi, y ya le eché el ojo a The WASP Woman, que promete ser un culebrón tipo La mujer del puerto. (Adoro el cine clase B.) El problema (que no lo es) radica en la cantidad de espacio en disco: 80 gigas, a 3 gigas por película, no alcanza para mucho. Pero no me interesa conservar los archivos, así que armo el DVD, lo verifico y borro los MPGs.
Igual he visto buenas ofertas de discos de 250 Gb... Y una pantalla de plasma de 19 pulgadas mucho más adecuada para la NVidia... Y una tarjeta Sound Blaster de las que rompen bocinas... Y otro equipo de sonido, porque éste ya tiene como tres años...
Y que conste que compré la máquina que tengo porque estaba en oferta.
2 comentarios:
El penúltimo párrafo me suena a "más, y Más, y MÁs, y MÁS..." ja ja ja
Es cierto, añadirle RAM ayuda un montón a la velocidad de la máquina. Suerte con las ediciones y las peliculeadas.
¡Y más y más...!
Con esto es cosa de nunca acabar. Por suerte ya antes me había comprado el scanner, la cámara, la láser (más la de impresión de tinta), el aparato de sonido para conectarle a la compu, una línea telefónica al lado, el minidisc...
Creo que necesito una vida.
Saludos.
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