15 de abril de 2007

Roque Dalton en Canarias

Me llegaron los tres títulos que la editorial Baile del Sol, de Islas Canarias, ha publicado hasta ahora en su Biblioteca Roque Dalton: La ventana en el rostro, Taberna y otros lugares y Un libro rojo para Lenin. El próximo título, según me han dicho, será Las historias prohibidas del Pulgarcito, para el cual me pidieron el prólogo hace algunos meses. Ya lo pondré por acá cuando se haya publicado.
Me llamó la atención dos cosas cuando la gente de Baile del Sol se puso en contacto conmigo: que en Canarias estuvieran interesados en publicar las obras completas de RD y que, a partir de unos artículos míos que leyeron en internet, les interesara que yo escribiera el prólogo. Lo del interés por Roque Dalton me conmovió, lo agradezco y no le busco motivos; el hecho de que exista es más que suficiente. De lo otro, quizá yo mismo me he creído lo que no pocos dicen: que soy un "antorroquiano", que quiero invalidar su obra, etcétera. Creo que los editores entendieron muy bien cuál es y ha sido mi intención: reivindicar al Roque Dalton poeta, que después de todo es el que debería interesarnos --al menos a los escritores--; el conocimiento crítico de su obra y rescatar --porque hay que hacerlo-- lo que es de valor para nuestras letras y su evolución.
Como se ha planteado en los últimos treinta y dos años de manera dominante, incluso entre escritores y --sobre todo-- en académicos, la emocionalidad y la ideología han sido los factores más importantes para juzgar a alguien que no era eso, sino poeta. Lo duro es que el propio Dalton ponía su propia obra más allá de lo literario, con lo literario a veces como pretexto, es decir: su intencion era hacer lo que hizo, poesía de compromiso, poesía social, poesía al servicio de. Y lo logró, y creo que por eso mucho de su obra va perdiendo brillo y validez a medida que pasa el tiempo, y que sólo pensándolo desde el mundo de la ideología o de la emocionalidad ideológica buena parte de sus poemas han traspasado una barrera de hasta 45 años para llegar hasta nosotros. Pero en medio de todo eso hay poemas que son verdaderas joyas, y que --como diría Menen Desleal que dijo Borges de él mismo-- "son flor para los años". Sólo a partir de la desmitificación de Dalton, del reconocimiento de sus aportes a la literatura y de un desbrozamiento cuidadoso podremos salvarlo como poeta, no como mártir, una imagen harto patética si se lo ve desde el lado de un escritor.
Hay dos extremos con los que me topo de manera cotidiana: los jóvenes que adoptan a Roque Dalton como modelo, acríticamente y sin haberlo leído completo y los que simplemente lo rechazan y no quieren saber de él. Los primeros casi siempre se van por el lado fácil: Poemas clandestinos, la primera parte de Taberna y otros lugares, y nada de la segunda, que es donde está la sustancia, así como en poemas sueltos en casi todos sus libros. Los que tienen suerte se van con El mar, su lado más nerudiano y, después de los Clandestinos, no el más afortunado. Los segundos se están perdiendo cosas que son bien importantes si, como dice Mario Zetino que dice Jorge Galán, hay que insertarse en una tradición. Esta tradición podrá ser universal, pero siempre hay que tener claro de dónde se viene, para no perderse.
Como sea, esto es una discusión larga en la que hoy, domingo, después un taller bien interesante, con la revisión colectiva del excelente poemario que ha terminado Alberto Quiñónez, no me quiero meter a fondo, ni siquiera superficialmente. (Ya habrá otras ocasiones.)
Esperaba que los prólogos fueran mucho de lo que ya conocemos: la apología, el rolllo del martirologio como validador de su poesía, la ceguera a todo lo que no sea el papel social de la poesía, etcétera.
La ventana en el rostro está prologado por Mario Benedetti, y es muy cauto en ese sentido. Más bien se dedica a hablar del humor en la obra de Roque Dalton, de cómo no es una "poesía con humor", sino que usa el humor como recurso, y de cómo puede existir un humor serio, o que no necesariamente sirve para reír. Taberna lo prologa Pedro Flores, quien encuentra un ángulo interesante: la parte rebelde de Roque Dalton. Dice por ejemplo:

La alegría, la autocrítica, la falta de "solemnidades convencionales", la capacidad para reírse de sí mismo, son ingredientes que espantan al autoritarismo; también al autoritarismo policial y burocrático en el que pronto degenera el proceso revolucionario cubano y en el que no tenían sitio muchos verdaderos rebeldes.

El más difícil de prologar me parece Un libro rojo para Lenin, que el propio Dalton excluyó de sus obras completas antes de salir por última vez de Cuba, por motivos de obvio panfleto. Juanjo Barral lo soluciona con una nota descriptiva y una ubicación del libro en la obra de Dalton.
La edición de los libros, bastante bien. Buena tipografía, los materiales de la portada y de interiores son de primera... No había visto una edición más cuidada de RD que éstas.
Contento, pues. Hoy fue un buen taller, y pudo llegar una compañera de Santa Ana con la que no habíamos trabajado directamente en varios meses. De hecho hubo invasión santaneca: además de Claudia, Mario Zetino, Santiago Vásquez, Luis Hernández y Ernesto Bautista, quien hace poco ganó el premio Amílcar Colocho, de la Fundación Metáfora. Igual ayer el de video tuvo su gran encanto. Hemos dejado de filmar durante unas semanas para dedicarnos a reflexionar acerca de dónde estamos metidos. Este proceso de reflexión ha adoptado una forma interesante, que pronto daremos a conocer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No: al menos el primer volumen (el único que poseo); exhibe sin pudor errores varios por aquí y acullá. Me alegra que los otros estén bien cuidados, como mencionas.

Como curiosidad te agrego un vínculo:

http://www.eldia.es/2003-05-01/cultura/cultura7prn.htm

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

No lo he revisado aún; ahora voy con Un libro rojo para Lenin. De este último siempre me ha llamado la atención su estructura. Es una propuesta muy buena; lo qie no me gusta es... uh... el libro. Pero igual lo he leído un par de veces.
Me parece, más bien, una especie de diario de estudios de RD, en el cual va anotando lo que va entendiendo de Lenin como persona, ideólogo, luchador, etcétera. Lo estoy viendo desde esa perspectiva, aunque no me parece que fragmentos laaaargo de Lukacs sean lo que entiendo por poesía...
Sin embargo, creo que sin ese libro no hubiera sido posible Las historias prohibidas. El collage fue una técnica que RD anduvo buscando durante un buen rato. (Pobrecito poeta es otro ejemplo, o la estructura de Taberna.) Al final debió pedir consejo en obras e Cortázar, para las Historias, aunque no lo juraría. Le quedó un libro muy divertido.

Anónimo dijo...

Me alegra que los prólogos estén a cargo de gente capacitada como tú. Cuando los editores se pusieron en contacto conmigo para solicitarme uno, decliné. No por considerarme inapto (o inepto) para tal labor, sino para que los prólogos llevasen nombres de más trayectoria y, por qué no, experiencia. Sugerí el de Rafael Lara Martínez para el exordio de la novela, y tengo entendido que los editores sí le contactaron. ¿Cuál es mi vínculo con los editores? Casi ninguno, pero conocí el proyecto cerca de los orígenes (te remito de nuevo al vínculo de mi comentario anterior).

Mi enhorabuena, Rafael.

(Al margen: has agregado un paso más con la verificación de palabra; es algo incómodo para quienes realmente deseamos dejarte algún comentario, mas haremos sin remedio el esfuerzo adicional).