12 de abril de 2007

Un par de lecturas

Logré terminar, en el cuarto o quinto intento en casi diez años, Limpieza de sangre, de Arturo Pérez-Reverte. Lo terminé más por disciplina que por gusto, y desde anteayer trataba de acabar con las últimas cuatro páginas, epílogo incluido. Ya no tuve hígados para lanzarme sobre el "apéndice": varios poemas dedicados al capitán Diego Alatriste escritos por sus amigos de ficción.
Casi la mitad del libro es ambientación y más ambientación: la España de principios del siglo XVII, qué había dónde, a qué olían las cosas y, obsesivamente, el tema de por qué eran capaces los madrileños de batirse a duelo por cualquier tontería. Casi la otra mitad son las reflexiones del personaje narrador, Íñigo Balboa, acerca de la vida, la muerte, la iglesia católica, el capitán Alatriste, el honor, la traición y del poeta Francisco de Quevedo y otros poetas, a los que a lo largo de casi 250 páginas se refiere cada vez prácticamente en los mismos términos. Claro que el personaje narrador, en el momento de vivir lo que narra, tiene 13 años...
El espacio que sobra está dedicado a la novela, y es muy poco. Sin contar con que el personaje de Diego Alatriste, que debería ser fascinante, se queda en agua de borrajas (quiera decir lo que quiera decir), y no hay modo de sentir demasiada simpatía o antipatía por él: sólo aparece o serio y reflexivo o a punto de hacer cosas que no hace, o que hace a medias, aunquie se supone que en sus acciones estará el chiste del asunto.
El primer tomo de las aventuras del Capitán Alatriste ya había sido pesado. Éste fue un poco demasiado. El tercer tomo (El sol de Breda) lo leí casi de urgencia, como conté por aquí; tenía varios meses de no leer una novela en español, y aun así me costó terminarlo. Tengo dos tomos de los tres restantes: El caballero del jubón amarillo y El oro del rey. Voy a ver hasta dónde llego. En serio: aparte de El club Dumas, que es excelente, y un poco La tabla de Flandes, no le encuentro mucha seriedad a lo suyo. El húsar, quizá. Como que no termina de creérselo, pero espera que yo sí, y ése no es el juego. Me da gusto que haya sido un éxito comercial; yo quizá busque otras cosas en un escritor.
Mientras, empecé a leer ayer Historia natural de los ricos, de Richard Conniff. En menos de lo que pensé ya había leído tres capítulos e iba por el cuarto, y hasta ahora voy avanzando en el quinto. Bastante divertido y aleccionador.
Conniff es un periodista científico, colaborador usual de National Geographic y publicaciones por el estilo, y un día se puso a escribir acerca de los ricos más ricos de Estados Unidos y el mundo, en especial los que tienen cotos de caza en Aspen y Mónaco. Lo que hace es una comparación entre el comportamiento de diversas especies animales, el de los seres humanos "ordinarios" a lo largo de dos millones de años y el de la gente que tiene mucho dinero. Para esto último hizo un estudio de campo que no le pide nada a una investigación acerca de los mandriles de cierta región de África. Ya veremos en qué termina.

1 comentario:

El-Visitador dijo...

El ingreso per cápita salvadoreño (PPP) es de aprox $4,800/año = $13/día.

Cómo le ha de resultar exótico a las personas que viven con menos de $1 diario en E.S. o en África la vida de un salvadoreño promedio:

Agua con sólo abrir el chorro, si necesidad de cargarla en un cántaro por kilómetros. Un pedazo de Pollo Campero (¡proteína!) sin necesidad de criar al animalito, o cazarlo, o simplemente no tener acceso a la carne.

Otro: un salvadoreño clase media puede desplazarse de una punta a la otra del país por unos cuantos dólares, ver un poco del mundo.

Una persona que vive con menos de $1 difícilmente salga del valle donde nació.