14 de mayo de 2007

Día de la madre, cumpleaños y columna

Para algunos, ciertos días (como el de la madre o los cumpleaños) no son importantes, o tratan de que no lo sean. Y algo al respecto dirán en la oficina o en alguna reunión en casa, quizá precisamente en la que se celebra alguna de las dos cosas, y a la que no faltan.
Sé algo: asesinar a alguien a sangre fría en el día de la madre es mucho más que eso. Es dejar el dolor como estigma para la madre del asesinado durante lo que le reste de vida. Es llevar tristeza a su esposa, sus hijos, sus nietos en un día especial, el día de los regalos, el día de salir a cenar, cuando todos los demás están divirtiéndose y haciendo provisionalmente feliz a la señora de la casa y a su venerable madre, si aún vive. (Ya vendrá mañana otra vez lo de lavar ropa, fregar pisos, ser maltratada o ignorada. Ese día es Ese Día.) Y el dolor es para siempre.
Los que decidieron asesinar a Roque Dalton en el día de la madre, cuatro días antes de su cumpleaños (eso dicen casi siempre sus biografías), sabían lo que hacían. Sólo con saña se puede hacer algo así. Sólo con alguna enfermedad, como aquélla del izquierdismo de la que hablaba Lenin, o alguna más profunda o, peor, tan superficial como la estupidez.
Es extraño: treinta y dos años después, no existe una causa judicial, una averiguación al menos, acerca del asesinato. El crimen se cometió en 1975, o sea que no está contemplado en los Acuerdos de Paz, y no proscribe. Se ha dicho hasta el cansancio acerca de lo que pasó, y hay testigos de cargo, y hasta presenciales, todos ellos detectados. ¿Quién intentará poner una denuncia? ¿O acaso la indignación es sólo retórica y más vale tenerlo irresuelto que poner las cosas en claro?
Roque Dalton no es un poeta mártir (eso depende de un particular tipo de fe): es un caso judicial irresuelto, con todas las agravantes que se quiera buscar. Y, desde mi punto de vista, una demostración bien clara de que un poeta y una organización guerrillera no pueden llevarse bien a menos que el poeta deje de lado lo que es --o sea un poeta-- y se convierta en propagandista.
El Rivotril está haciendo efecto. Me queda poco tiempo de coherencia, así que aquí aprovecho para poner, como las semanas anteriores, mi columna en Centroamérica 21, que puede encontrarse aquí.

Los radicales
Rafael Menjívar Ochoa

Existe la tendencia a considerar que una línea política radical equivale a un accionar violento –real o potencial–, y este radicalismo casi siempre se atribuye a las fuerzas de la izquierda, incluso las institucionales o institucionalizadas.
Más que una tendencia se trataría de un error, y bastaría para empezar con recurrir a la etimología. “Radical” proviene del latín radix, “raíz”. En sentido figurado –el único posible cuando se habla de política–, una ideología radical sería aquélla que partiera desde las raíces de la realidad social, económica y política con el objetivo de modificar “el árbol” y sus partes desde lo más profundo.
Si llegamos a los fundadores de la izquierda científica, Marx y Engels, encontramos hasta qué punto el término tiene sentido. En El proceso de transformación del mono en hombre, en su afán por entender las relaciones sociales, Engels llegó ni más ni menos que al origen biológico de los humanos. Tal fue su acierto que no sólo dio fuertes aportes a la filosofía, sino también a las ciencias naturales, y muchos de sus planteamientos en ambos rubros siguen vigentes, haya caído el socialismo real o lo que se cayera en Europa en los años noventa.
Una teoría radical –en la que debería basarse una práctica política radical, y no necesariamente violenta– implicaría la búsqueda de las causas primeras, o llegar tan cerca de ellas como fuera posible. Se precisaría de la creación de una andamiaje teórico en el cual sustentar no sólo un pensamiento, sino también una estrategia de acción, y la acción misma. Lenin cumplió con ese papel en la Rusia de principios del siglo XX y llevó, se lea como se lea, una transformación radical a su sociedad. (La imitación mecánica y la dogmatización llevó a otras sociedades y a otros luchadores “radicales” a ser caricaturas de lo que Lenin planteaba.)
Una izquierda radical sólo sería violenta mientras hubiera motivos para la violencia (como lo llegó a haber en El Salvador desde finales de los años setenta, y como la hubo, más allá de la izquierda organizada, en 1932), una necesidad que no sería decretada por la izquierda sino por la realidad en la que se mueva. Y esa eventual violencia, o cualquier otro modo de hacer política (parlamentarismo, sociedad civil, etcétera), debería partir no sólo de una convicción ideológica, por profunda que fuera, sino también de un aparato teórico, un proyecto alterno, propio y viable de nación y un plan de acción de largo plazo.
Pero no sólo necesitaría de teoría y planes de acción, sino de lo que la ha caracterizado desde siempre, o debería: una posición de clase y una concepción de trabajo –no sólo de empleo–, en tanto éste es el generador de la riqueza, y la posición de clase depende del lado del proceso productivo en que se encuentre cada quién. Además, se requiere de la organización, con fines comunes, de los sectores sociales que sostienen a la izquierda, y que serían la razón de sus organizaciones.
¿Puede plantearse que existe una izquierda radical en El Salvador? Difícilmente, aunque en lo declaratorio tanto la izquierda como la derecha traten de convencer a los demás –y en especial a sí mismas– de que así es, y de que en más de una ocasión se haya recurrido a la violencia extrema para demostrarlo.
El radicalismo requiere de una comprensión literalmente profunda del entorno, un conocimiento de la historia, un aparato teórico bien estructurado, un aparato organizativo poderoso, y todo ello con miras mucho más lejanas y profundas que el próximo periodo electoral. Sin todo ello, las palabras son sólo palabras, las acciones se agotan en sí mismas y “ser de izquierda” apenas pasará de ser un status, un estigma o un eufemismo.
O quizá la historia ha avanzado tanto que “ser de izquierda” ya es otra cosa, y el diccionario se nos ha quedado obsoleto.

7 comentarios:

reyzope dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Bueno, tengo un libro con varios capítulos acerca de la derecha radical y cómo ha funcionado desde el siglo XIX hasta principios del XXI; el énfasis está en las fechas anteriores a la fundación de ARENA. Digamos que de unas 400 pp. de texto, unas 100 están dedicadas a eso. Se llama Tiempos de locura, y ya pusieron fecha de publicación, para principios de junio. Te lo recomiendo.
Lo interesante del artículo es que es... uh... bien ortodoxo si lo ves desde la izquierda. Los que no son ortodoxos son los que se dicen ahora ortodoxos, o "socialistas revolucionarios".
No creo que un campesino o un obrero con el estómago vacío lean Centroamérica 21, para ser francos. Ni El Trompudo. Ni estos comentarios. Quizá ni tú ni yo escribimos para ellos, y el FMLN sólo en raras ocasiones.
Y hasta ahora no me han "dictado" nada los que pagan mis "prebendas".
¿Cuáles prebendas, tú, a todo eso? Suena a cuando a uno lo acusaban de ser agente de la CIA y eso, o de estar "objetivamente" al lado del enemigo.
Y, bueno, en las FPL, que yo recuerde, había círculos de estudio en los que se hablaba de "eso", más o menos en esos términos, y tuve compañeros campesinos (me acuerdo de Luisón y Manolo, grandes tipos) que manejaban "eso" y más, hasta que la organización creció demasiado y los cuadros medios se convirtieron en sacerdotes de un culto bien simplificado, justo como el que propugnas.
Y no me contestaste mi pregunta la otra vez: ¿estuve o no estuve en las FPL? A vaces resulta que sí y a veces que no, depende de lo que quieras demostrar.
En serio: ¿cuáles prebendas? A lo mejor se me hace agua la boca y me cambio de bando.
¿A qué distancia queda Montreal de San Salvador, a todo esto? Los Planes está como a 10 kms.

Ricardo Hernández Pereira dijo...

Lo interesante de Izquierda Radical y Derecha Radical es que son la misma cosa: los que no piensan.
(O a lo mejor piensan, pero dentro de su burbujita de jabón)

Anónimo dijo...

esteee, sòlo para aplicar correctamente los tèrminos jurídicos, es "prescribe" y no "proscribe", si querès corregir, bien, sino, también, si querés publicar este comment bien, sino, también, de cualquier forma saludos, y en serio que feo lo de matar a Roque el dìa de la madre, y lo de la izquierda o derecha radical, esteeee, X de nada sirve ponerse metódico en esos puntos porque de definiciones teóricas como esas nunca se ha obtenido nada más que eso: definiciones; todavía no entiendo la obsesión por ponerle nombre a las cosas, pareciera que eso es más importante que la propia práctica de las mismas, o sea si hablo de izquierda o de derecha aunque mi accionar sea nulo, está bien, porque en el absurdo sistema que vivimos y que muchos siguen alimentando, los conceptos y sus definiciones pesan más que los propios hechos, ante los cuales, por cierto, lo ùnico que han mostrado es una absoluta pasividad, en fin, al que le guste hacerlo que lo haga, pero que no se anden dando golpes de pecho como si en verdad tuvieran algo efectivo que presumir de su postura política en la realidad concreta.

Saludos.

Anónimo dijo...

A mi no me gusta mucho Roque Dalton, excepto 2 o 3 poémas, un día de estos (en esas largas horas de haraganería que me brindo el fin de semana)encontré "Un libro levemente odioso" y lo leí de un tirón (no es una gran hazaña porque no es largo, pero considerando que a mis cuatro meses de embarazo lo único que me alegra es dormir... creo que tiene su mérito. Me preguntaba cuando había muerto y no me esperaba que fuera un 10 de mayo. Aún no entiendo por qué lo mataron. Y con respecto de lo del otro artículo, un día hablando con mi padre(si, puedo hablar con él 5 min sin enojarme...jajajaja) y después de un largo análisis de todo lo que sufrimos en la guerra ( desde el secuestro de él y la visita nocturna del escuadrón de la muerte) no me queda decir más que esto: después de ver a la izquierda de nuestra actualidad ...la guerra fue un desperdicio de tiempo y de vidas. Y me vale chonga los que digan que obtuvimos beneficios y no se que rollos más... no es justo para tres niñas haber pasado su infancia con el miedo de la guerra. Yo prefiero comerme un chocolate..mmmm con unas grandes almendras como relleno. Tengo antojo de chocolate!!! Cuidate y saludos.

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Sandra: Gracias por la corrección. Mis dedos pensaron por mí.

¡Usuaria Anónima!: Qué gusto de leerte de nuevo.
Qué izquierda, ¿no? Demasiadas acusaciones a "los otros" y demasiados pretextos.

El-Visitador dijo...

"Lenin cumplió con ese papel en la Rusia de principios del siglo XX y llevó, se lea como se lea, una transformación radical a su sociedad"

Indisputable.

Propongo la tesis de que cualquiera puede cambiar su sociedad, si gira una orden como la de Lenin del 11 de agosto de 1919:

"1. Debes colgar al menos 100 notables hacendados, ricos, y parásitos ...
4. Ejecuta a los rehenes"

De 1918 a 1921, la Cheka, la policía de Estado de Lenin, ejecutó a 200,000.