26 de mayo de 2007

Qué raro lo de Paolo Luers

Hace unos días escribí un post titulado La KGB, Cayetano y el silver-roll, que tomaba como pretexto un artículo de Paolo Luers titulado "El PC y su madre la KGB". Como casi todo lo que escribe Paolo me pareció fuerte, divertido y, desde luego, irritante, que es la característica principal de sus notas, sin que ello vaya en su contra. El martes o miércoles por la noche me llamó una buena amiga para decirme que El faro lo había retirado y, a cambio, había puesto una nota de disculpas, que --si no la quitan también-- debe estar aquí; que lo único que quedaba del artículo era lo que está en mi post.
La nota dice:

El Faro ha decidido retirar de esta edición la columna de Paolo Luers titulada “Del PC y su madre KGB”, que originalmente apareció publicada el lunes 21 de mayo en este espacio. La dirección del periódico tiene reservas sobre la veracidad de algunas de las aseveraciones vertidas en la columna de Luers, referidas a las fuentes y la manera en que se llevó a cabo un reportaje del periodista Ricardo Valencia publicado recientemente en la revista Enfoques de La Prensa Gráfica.
El Faro asume la responsabilidad por no haber aplicado en el momento oportuno los filtros de calidad necesarios y lamenta los posibles efectos de este hecho para el periodista, su publicación o nuestros lectores.

No me voy a poner a hablar cosas acerca de la libertad de expresión y todo eso, porque uno siempre termina poniéndose llorón, sacerdotal o confundiendo gimnasias con magnesias. Creo que todo medio de comunicación tiene una línea editorial (una apuesta política), que debe moverse dentro de ella, con márgenes tan amplios como pueda o quiera, y que ya sabrán los editores qué publican, qué no y --en el caso de un medio electrónico-- qué retiran cuando ya esté publicado. Es su apuesta y su responsabilidad ante sus lectores y ante ellos mismos; colaboradores siempre habrá. Paolo, como periodista curtido, sabe que sus escritos siempre se mueven in the edge, y en esos casos uno asume su responsabilidad de antemano. Y ya sabrá uno si quiere seguir escribiendo o no en el lugar de antes.
Lo que me extraña es que he leído notas mucho más duras que la que escribió acerca de la KGB y el PC salvadoreño, con más nombres y apellidos, especulaciones mucho más fuertes y tonos bastante más elevados. Y me extraña, también, la ambigüedad de los argumentos de El faro: que es dudoso lo que escribe acerca del modo en que Ricardo Valencia llevó a cabo el reportaje y sus fuentes, y que tiene "reservas".
Según recuerdo (por desgracia no guardé el artículo de Paolo, como a veces hago; si alguien lo hizo, agradecería que me lo enviara), lo más que decía al respecto era que de seguro Valencia había viajado a La Habana por contactos del PCS, ya que no veía otro modo en que un reportero pudiera conectarse --precisamente en La Habana-- con un agente retirado de la KGB. No sé si sea cierto, pero suena lógico. Si me preguntan, y si fuera mi decisión --obviamente no lo es--, lo que correspondía era que Valencia respondiera a las "acusaciones", si es que se le daba la gana, y me parece que, en caso de respuesta, bien podía usar un tecnicismo ("no voy a revelar mis fuentes") o decir tanta verdad como quisiera.
Otra cosa que decía Paolo era que Valencia se había creído lo que le habían dicho sus fuentes primarias y no se había puesto a cotejar con otras, en busca de contrapartes. No sé a los demás, pero a mí me resulta obvio que así fue. (Lo que me pueda constar personalmente me lo reservo por ahora.) Los datos están tan bien manejados que un lector poco avezado no se da cuenta de que no tienen mucho sustento, y están llenos de vacíos y ambigüedades. Por ejemplo, hablé con algunos ex militantes del ERP y me dijeron que en efecto existió un lote de armas de la URSS, y que muy pocas entraron de Managua a El Salvador por un motivo sencillo: eran inservibles. Eso es consistente con la política de la URSS hacia el FMLN (que se negociara y se acabara la guerra de una buena vez): mandar un montón de armas es un gesto político, y que no sirvan también. Eso si las personas con las que hablé tienen razón. Si no, queda la teoría de la triangulación: eran para Nicaragua, llegan a través de Cuba, y los sandinistas las remiten al FMLN. Total, especular es gratis. Como editor de Enfoques (que no lo soy ni de cerca), no hubiera dejado pasar el reportaje, por el simple hecho de que estaba incompleto y sin contrapartes.
La otra es que Paolo decía que Valencia le parece un periodista talentoso --también lo comparto--, pero que aún le falta, y le da, basado en el reportaje, algunos consejos, entre ellos que no crea tan fácilmente en una revelación como la que le hicieron, que puede venir envenenada (no usó esa palabra, pero vale). Seguro que eso debió ser irritante para el reportero, y allí hubiera sido interesante su respuesta. No por el morbo de ver a dos personas peleando, sino porque de seguro se hubiese desatado un interesante debate acerca de periodismo que buena falta nos hace. Se publica casa cosa, y con tan poca consistencia en nuestros medios de comunicación...
Lo otro es que la "aclaración" de El faro me parece ofensiva para Paolo, innecesariamente: eso de asumir "la responsabilidad por no haber aplicado en el momento oportuno los filtros de calidad necesarios" suena a golpe bajo. La calidad de un reportaje se puede medir técnicamente; la de una opinión, salvo insultos, difamación o crímenes contra la gramática, no. Va en gustos, e igual se publica cada cosa... Paolo, hasta donde sé, no estaba haciendo un reportaje, sino dando su opinión acerca de uno, dentro de márgenes admisibles (insisto: ha escrito cosas más fuertes y no se ha dudado de su "calidad").
¿Qué veo en el retiro del artículo y en una aclaración que resulta extrañísima en un medio que se ha caracterizado por su apertura politica, ideológica y de la que sea? (Por eso de vez en cuando me he atrevido a escribir allí.) Sensibilidades heridas, apresuramiento y un modo no muy periodístico de resolver un problema que no existía. Ahora quizá exista un problema, de la magnitud que uno quiera imaginarse, pero ya dije que de eso no voy a opinar.
Lástima. Diez años de trayectoria pueden sufrir más de lo que uno quisiera por un detalle de ese tipo. Ojalá no ocurra; leo El faro desde que se fundó (aún vivía en México) y siempre me pareció de lo más interesante que podía encontrarse, junto con Vértice y --ni más ni menos-- Enfoques.
Ah: mi nota de la próxima semana en Centroamérica 21 trata también de lo que se dice en el reportaje de Valencia, desde otro ángulo. Ya lo pondré por acá, como siempre.
(Busco el reportaje sobre la KGB, que debería estar aquí, y me da error. Ojalá sea sólo provisional.)

12 comentarios:

Anónimo dijo...

¿y no sera que por sus comentarios y cuestionamientos, lo han quitado? jajaja pero bueno....

El-Visitador dijo...

Del PC y su madre KGB
Paolo Lüers
cartas@elfaro.net

El cuento sobre la incidencia del KGB en la guerra salvadoreña, publicada pomposamente por La Prensa Grafica, hizo el milagro de hacer feliz, al mismo tiempo, al PC y a ARENA. Ambos necesitan que la gente crea que el PC y su madre KGB hayan jugado un papel importante en la guerra. Uno para justificar su rol dominante en el FMLN, cuando durante la guerra generosamente dejó a las demás organizaciones las tareas de combatir, de construir y defender frentes, de establecer control territorial, e incluso la estratégica tarea de abastecer a los frentes de armas y pertrechos. Y ARENA obviamente está feliz de tener al fin “la prueba” de su vieja tesis de que el país estaba siendo atacado por el comunismo internacional y no por el encachimbamiento histórico de sus campesinos y estudiantes. Pueden seguir haciendo campaña electoral contra el enemigo eterno.

Yo no pongo en duda los hechos reportados por La Prensa Gráfica. Bien pueden ser correctos. La mentira no está en los detalles, las fechas, los nombres, las cifras. Está en el contexto. El cuento dudoso no es que Schafik haya gestionado en Moscú, Hanoi y Cuba por cantidad de armas y municiones, esto no está en discusión, sino reside en la relevancia que este hecho adquiere si el reportaje ni siquiera pregunta –y mucho menos investiga- todo el contexto. De esta manera los hechos reportados –los fusiles M16 de Vietnam, los dos vuelos con cohetes antiaéreos- adquieren una relevancia para la guerra, para la consolidación de la guerrilla, para su capacidad de enfrentarse al ejército apoyado y abastecido por Estados Unidos, que en realidad nunca tuvieron.

Está bien que un reportero reciba del PC salvadoreño la oportunidad de ir a Cuba y entrevistar a un general del KGB retirado (porque cuesta imaginarse a un periodista de La Prensa Gráfica llegando por cuenta propia a La Habana buscando a generales retirados del KGB); está bien que reciba del PC toda la información y las pistas para reconstruir la historia de las armas recuperadas por el Vietcong y después regalados a Schafik. Claro que a cualquier reportero joven le encantan este tipo de pistas. Pero esto no justifica, por nada, quedarse con esta historia así como mis fuentes me la quieren vender. Pistas son para encender la curiosidad del reportero, el deseo de saber más, las ganas de saber todo, el afán de ver más allá de lo que me enseñan. Incluso la desconfianza, la pregunta por el interés que tiene la fuente para darme una pista.

El problema que ahí se plantea es el periodismo del cebo. Te ponen como cebo una información que nadie tiene. La trampa se cierra cuando no tenés la capacidad, o la curiosidad, o los recursos o el apoyo de tu medio para investigar independientemente. No es primera vez que le pasa a Ricardo Valencia. Aceptó la oportunidad de ir a Guantánamo. Obviamente los gringos lo dejaron ver, escuchar, grabar, fotografías, exactamente –y solamente- lo que ellos querían que viera y publicara. Si uno no tiene la capacidad de complementar, contrarrestar, contextualizar la información cebo, es pecado tragársela. Es fatal. Es veneno. Es trampa. Ricardo Valencia –un reportero joven, talentoso, ambicioso, pero poco fraguado- no tenía la más mínima posibilidad de hablar con los presos de guerra y presos políticos en Guantánamo que las autoridades militares norteamericanos no le querían presentar. Se tragó el cebo. Publicó su reportaje sobre Guantánamo. No podía reportar otra cosa, sólo lo que los gringos querían que se publicara. Pero como para El Salvador es exclusivo, se convierte en otro éxito de La Prensa Gráfica.

Esta vez es peor. Porque esta vez Ricardo Valencia y La Prensa Gráfica, con un poco más de paciencia y profesionalidad, hubieran podido investigar más allá del cebo que les puso el PC. Si de periodismo investigativo se tratara –y no de un golpe de publicidad y de conveniencia política con los dos bandos-, hubieran por lo menos tratado de investigar cómo hicieron los guerrilleros en Morazán y Chalatenango para abastecerse de armas mucho antes de que Schafik viajara a Moscú y Vietnam. Incluso mucho antes de que el PC hubiera tomado la decisión de unirse a la lucha armada.

Porque una cosa es evidente para cualquiera que haya vivido o investigado la guerra: Si los guerrilleros concentrados en enero del 81 en Chalatenango, Guazapa y Morazán, y los insurgentes listos para lanzarse en Santa Ana, San Salvador, San Miguel hubieran esperado que llegaran las armas del KGB, no se hubiera dado ni la ofensiva de enero del 81, ni la incorporación a la guerrilla de miles de campesinos, estudiantes y obreros perseguidos. Si los miles de combatientes hubieran esperado que los llegaran a dirigir los militantes del PC egresados de academias militares en países de Europa Oriental nunca hubieran destruido los cuarteles de El Paraíso, San Miguel; nunca hubieran formado la BRAZ y nunca hubieran terminado con el control de la Fuerza Armada sobre la franja norte de La Unión, Morazán, San Miguel, San Vicente y Chalatenango.

Tiene razón Héctor Silva jr., quien en una columna dedicada a elogiar el reportaje sobre el KGB dice: “Hay una buena parte de la historia de la guerra que no está escrita”. Pero es insólito querer vender la idea de que La Prensa Gráfica esté llenando este vacío. No con series como la de Galeas sobre el mayor D’Aubuissón, y mucho menos con esta sobre el KGB. Precisamente el cálculo del PC, al dar a La Prensa Gráfica, la pistas que llevan al KGB, era que las demás organizaciones, las que antes y durante toda la guerra y sin ayuda del KGB abastecieron al ejército guerrillero de armas, municiones, dinero, inteligencia, etc. no acostumbran hablar de esta parte estratégica de la guerra. No hablan sobre cómo, dónde y con el apoyo de quiénes consiguieron armas. No se jactan cómo, por dónde y con el apoyo de quiénes lograron meterlas a los frentes de guerra. No cuentan los nombres de los oficiales salvadoreños y hondureños que les vendieron armas. Las fuentes de Ricardo Valencia en el PC saben que en este contexto de reserva que suelen guardar los verdaderos revolucionarios, ellos podían perfilarse como el partido que hizo posible la lucha armada. El día que salió esta primera parte reportaje sobre el KGB –la parte sobre el triángulo Vietnam-Unión Soviética-Schafik- muchos veteranos guerrilleros en El Salvador se debatieron entre risa y rabia. Uno me habló de Morazán diciendo: “Ahora resulta que fue el PC que hizo posible la guerra. ¡Qué chiste más cabrón!” Y otro, quien estuvo a cargo de muchos de los traslados clandestinos de armas a los frentes de guerra, dijo: “¡Qué galán lo de los 15 mil fusiles que dicen que mandó el KGB! Entonces, al fin podemos sacar la cuenta de cuántos miles el PC perdió en sus traslados y cuántos miles vendió en otros países para financiarse. Porque aquí no ha llegado ni fracción de los 15 mil.”

Si ya muchos guerrilleros se rieron de la primera entrega, la segunda los dejó pasmados. Suena sensacional lo de los dos aviones que transportaban los cohetes antiaéreos SAM-7. Pero la verdadera historia, la verdadera sensación, es la de los incontables traslados de cohetes SAM-7 que se hicieron exitosamente por aire, agua y tierra. La historia a investigar es cuándo, dónde y cómo se consiguieron estos cohetes, aun y cuando los partidos comunistas de Moscú, Cuba y –consecuentemente- El Salvador habían dado órdenes de evitar que estos cohetes cayeran en manos de los guerrilleros en El Salvador. La historia a investigar hubiera sido cómo la guerrilla los utilizó –sólo para advertir que los tenían en su posesión, sólo para obligar a la Fuerza Aérea a suspender buena parte de sus operaciones aéreas y de desembarco de tropas. La historia a investigar hubiera sido cómo y contra qué se negoció al final de la guerra la entrega de los cohetes.

Nada de esto en el reportaje, ni siquiera como interrogantes. Mucho menos con investigación o testimonios. Claro, esta parte no le interesa a las fuentes en el PC, porque esta parte no sirve para reescribir la historia y ponerse en el centro de la lucha insurgente.

Detrás de todo esto hay otra historia que es tal vez la más importante, y tampoco aparece en el cuento de La Prensa Gráfica. ¿Cómo hicieron las unidades guerrilleras, mucho antes de que llegara el primer cohete antiaéreo, para derribar docenas de helicópteros y para frustrar innumerables operativos helitransportados? Tal vez una historia no tan sensacional y vendible como la de KGB y la FARES (la supuesta Fuerza Aérea Revolucionaria de El Salvador, producto de la mentalidad burocrática de los comunistas de ponerle nombres y siglas hasta a los fantasmas), pero digna de investigar y escribir...

Pero, bueno, aparte del PC y de ARENA, también La Prensa Gráfica está feliz con el reportaje “exclusivo” sobre la interferencia del KGB en la guerra salvadoreña. No muchas veces lanzan campañas para anunciar un reportaje. Nunca he visto que tres de sus columnistas –Ernesto Rivas Gallont, el propio Héctor Silva jr. e Ivo Priamo Alvarenga- publican columnas enteras para elogiar y hacerle eco a un reportaje en su periódico. Y esto, me imagino, es precisamente el problema de Ricardo Valencia: el reportero joven, talentoso y ambicioso, en vez de recibir orientación, crítica, a veces frenazos de sus editores, recibe aplausos. Aun y precisamente cuando hace un mal trabajo. Y además recibe aplauso de los dos extremos del espectro político. Por esto, Ricardo, no te ofendás: Alguien tiene que hacerte la crítica. Alguien tiene que decirte cuando estás siendo manipulado por tu fuente, instrumentalizado por tu medio, y además recibiendo falsos aplausos por terceros.

¿Periodismo o historia?
Ricardo Ribera
cartas@elfaro.net

La Prensa Gráfica lleva publicadas dos entregas de un reportaje especial sobre el papel de la Unión Soviética en el conflicto armado salvadoreño. Con lenguaje ágil y ameno, información abundante y verificada, así como valoraciones bastante equilibradas, la serie ha ganado con justa razón el interés de muchos lectores. Aunque al decir de algunos no hay en este trabajo periodístico nada que no se supiera ya desde antes, no por ello deja de ser un interesante esfuerzo, por su seriedad y profesionalismo. Muy diferente, valga la comparación, a la serie dedicada al mayor d´Aubuisson que este mismo medio ofreció tiempo atrás y cuyas fuentes eran básicamente los amigos, familiares y correligionarios del controversial líder político. Ahí no había ni verdadero periodismo, ni rigor histórico. Era simplemente un panfleto político. La iniciativa de ahora es, debe reconocerse, otra cosa. Me siento honrado de que el reportero haya sido en sus años de universidad alumno mío, muy destacado por cierto.

Aunque coincido en que los elogios al trabajo periodístico que firma Ricardo Valencia son merecidos, difiero sin embargo con algunas de las consideraciones que hacía Héctor Silva Ávalos, jefe de información de La Prensa Gráfica, en su columna del domingo 13 de mayo (“Especial KGB: el periódico como libro de historia”). Su tesis es que no hay novelas sobre la guerra civil ni estudios académicos sobre la misma porque, según él, aún no se ha desmontado “el aparato ideológico”. Cabe decir que algo se ha hecho en novela, por ejemplo están las de Horacio Castellanos Moya, entre otras. También hay algunos estudios sobre historia contemporánea reciente, expuestos en el Primer Encuentro de Historia de El Salvador y otros más lo serán en el Segundo Encuentro que organiza para julio del presente año la Universidad Nacional. Tal vez la cantidad o la calidad de las obras literarias y académicas no sean del agrado del señor Silva Ávalos. El problema, más que de fantasmas ideológicos, es la necesidad de perspectiva, de distancia, de tiempo anímico y vivencial mínimo para poder hacerse cargo de la dramática historia del país, digerirla, asimilarla y comprenderla.

Obviamente, el jefe de información del periódico citado tiene otra opinión y espera que el periodismo supla lo que, según su entender, la Academia no quiere o no puede hacer. Sus prejuicios quedan a la vista cuando expresa: “Las aulas universitarias fueron en mis tiempos meros depósitos repetidores de dogmas ideológicos que pretendían pasar por hechos históricos y, en el mejor de los casos, análisis bastante lúcidos elaborados, eso sí, desde la herramienta del marxismo científico”. Tal vez no se da cuenta que está tirando piedras a su propio tejado. Porque si lo que afirma fuera cierto, con tan deficiente formación resultaría hasta sorprendente que quien así se expresa de su universidad haya llegado tan arriba en el periódico para el que trabaja. Una superficial preparación académica probablemente explica que caiga en el desatino de plantear que el periodismo sea “una fuente alternativa de narración histórica”. El país necesita de buen periodismo y de buena investigación histórica. Son dos cosas distintas.

¿Cuál es la diferencia? Sencillo. El historiador académico, ya de entrada, va a plantear las cosas desde otra perspectiva: no se enfocará exclusivamente en la injerencia soviética, sino más bien su tema será el papel de ambas superpotencias, en el marco de guerra fría que se vivía, en el conflicto nacional. Por otra parte, no hay que pecar de ingenuos. ¿Acaso estará preparando La Prensa Gráfica una investigación periodística similar sobre el rol de Estados Unidos en la guerra civil? ¿Por qué no investigar sobre la injerencia de militares argentinos o de la inteligencia israelí? ¿Un especial sobre las actividades del terrorista cubano Posada Carriles mientras era asesor del gobierno de Duarte? ¿Qué tal sobre el apoyo de la extrema derecha guatemalteca a los futuros fundadores de ARENA? Mientras ese diario no impulse algún reportaje sobre temas como los que señalo o similares, su investigación periodística no dejará de oler a campaña electoral y a intereses políticos partidaristas. Cosa que no desdice de su calidad profesional. Ni de la inocencia de sus empleados. Pero sí de quienes les dan empleo y deciden los temas. Y desde luego no da para que su jefe de información ande presumiendo de periodismo libre de ideología. Mucho menos para pretender presentarlo como la alternativa al trabajo académico historiográfico. El cual sigue siendo indispensable e insustituible para construir la memoria histórica que al país tanto le hace falta.

El-Visitador dijo...

La columna de Luers apareció en una sección llamada "Opinión" ---y contiene material especulativo porque LPG no se tomó la molestia de publicar el tras bambalinas.

100% de acuerdo que la respuesta correcta de LPG era publicar los hechos que negasen la opinión de Luers –y que El Faro ha actuado pusilánimemente.

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Gracias, El-Vis, por la nota y por el comentario. El artículo de Ribera, según checo, sigue en su lugar, aquí.

reyzope dijo...

Yo tengo dos mil setecinetos articulos sobre los millones de $ y los pertrechos que recibian las FAES y cuerpos de seguridad...

No te interasarían, pueta?

O va contra tus contratistas?

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

¡Claro que me interesarían!
Y no soy ingeniero para tener contratistas. A mí me paga un ente de estado (no de gobierno) por hacer cosas de literatura con escritores. ¿Crees que los tuyos se enojen si me los das?

reyzope dijo...

contratista.

1. com. Persona que por contrata ejecuta una obra material o está encargada de un servicio para el Gobierno, para una corporación o para un particular.

Obra o Servicio : cual prefieres?

Tus empleadores, pués...

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

¿Y por qué habría de enojarse Concultura de que obtenga los datos que dices? (Mis empleadores, pues.) ¿Los escritores que reciben un sueldo del estado (o los maestros, que también, o los electricistas o las secretarias) tienen restricciones acerca de las cosas a las que pueden tener acceso para leer y enterarse? Hasta ahora no he tenido problemas.
Estoy leyendo, por cierto, el libro de Martha Harnecker con la historia de las FPL. Bien interesante. Y también uno que se llama Contra todos los enemigos, de Richard A. Clarke. En este último caso, es interesante ver cómo razona la gente que maneja la seguridad nacional en EU. Hay lógicas que jamás se me hubieran ocurrido...
¿Lecturas contradictorias, ganas de enterarme o nomás estoy haciéndole el juego a alguien? Yo más bien diría que es compulsión...

reyzope dijo...

Pueta :

Hace poco escribiste, en uno de tus post, que gente del FMLN te habia llamado durante las ultimas elecciones presidenciales. Segun lo contaste, te habian dicho de la Casa del Escritor seria administrada por otra persona de la cual te dieron el nombre.

En otras palabras, que te quitarian el empleo.

No podrias contarnos de qué persona se trata. Lo que pasa que conozco muchos que votaran por la oposion (yo no, por la distancia) y les gustaria saber quien es la persona escogida, cuestion de opinar al respecto...

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

¡Que no soy poeta, sino narrador!
No, no voy a decir el nombre, porque echo de cabeza al que me lo dijo, que es buen amigo y compañero. Pero es divertidísimo saber quién iba a ser. Creo que hasta tú te reirías. Y en realidad eran dos opciones, nomás que una hubiera sido el colmo. Insisto: después de saberlo, voté por el FMLN, nomás para tener el derecho de decir lo que se me pegue la gana, aunque ése ya me lo había adjudicado desde antes.
En serio que hay mara obsesionada con mi empleo. Es un empleo, nada más, y créeme que no el mejor pagado que pudiera tener, y créeme que no recibo cheques extra ni línea de ARENA ni de la ANEP; no saben mucho de literatura, hasta donde entiendo. Si quisiera lana, me regreso a México y me quito de problemasm como estar aguantando a imbéciles a los que sí les gustaría mi empleo, por la lana (que no es mucha), el estatus (que tampoco) o lo que quieras. Y si me lo quitan --por contrato es bien fácil--, pos me consigo otro. No veo problema en eso. Así me he pasado toda la vida.
¿Que si llega el FMLN me corren de allí? Pos me voy. ¿Que si ARENA se queda también? Pos me voy. ¿Que si el FMLN me renueva el contrato? Pos me quedo. Etcétera. Mi onda no es con el GOBIERNO ni con ningún PARTIDO, es con una institución de estado. Insisto: como los maestros, como los plomeros de ANDA, como los barrenderos y médicos del ISSS, como el que lava las sábanas en Maternidad. Igualito.
La diferencia es que me tomo la chamba en serio, y ya podrán en tu blog soltar las burlas, descalificaciones e insultos que quieran. Cuando me vengan con un proyecto más o menos así, y que funcione durante cinco años con resultados evidentes, a lo mejor platicamos.
En 1975, en circunstancias que creo que ya conté, estuve a punto de morir junto con mi familia en Nicaragua. Tengo casi 32 años de sobrevida. ¿Crees que un empleo "de gobierno" es mi obsesión?
Ya súbele al nivel, ¿no? Lo hiciste muy bien en el post sobre literatura de hace unos días. No comparto mucho de lo que dices, pero me pareció excelente.
(Y espérate que leas lo que escribí en Centroamérica 21, nomás porque eso quise escribir...)

Unknown dijo...

curiosidades de la vida. Hay tantas cosas para repetir: ¿Quien dijo la verdad y quien no? Por el momento andamos en la busqueda. Gracias por tus perspectivas que desde luego son bienvenidas.

(PD: A ver cuando se acaba el jueguito de a quien estas vendido, que no aporta nada a tu trabajo, aunque tampoco le quita)

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Bk: Uno de mis maestros de periodismo me decía: "Un buen periodista no se vende: se alquila." Ya puse rotulito, pero como que a nadie le interesa... Unos porque ya estoy vendido a la derecha, otros porque para qué les va a servir un escritor de novelas, otros porque no tienen dinero.
Me parece que es divertido todo el rollo que manejan: ven en mí lo que seguramente harían ellos, o a lo que le tendrían miedo, o cómo tratarían a la gente. "Proyección", le llama Freud. Jodido eso de ser medida para la ineptitud ajena, ¿no?
Y jodido ver que lo que muchos desean no es ganar unas elecciones para mejorar el país, sino para vengarse. A ver cómo nos va en 2009.