16 de agosto de 2007

1988


Aquí mi hija Eunice tiene poco más de un año, y yo poco más de 29. Debe ser finales del año, de allí la ropa abrigada (recuerdo esa sudadera; murió de vieja años después, y para 1988 ya peinaba canas). Estamos acostados en el piso, con la cabeza sobre la pila de revistas y periódicos desechados. No sé por qué; con Eunice nos agarraba por hacer cosas raras. (Ahora a veces vemos películas juntos, ella en México, yo en El Salvador. Ponemos el mismo canal y las vamos comentando. Es divertidísimo.) Arriba y alrededor, dos libreros grandes y uno pequeño, como con 1,200 libros, la mitad de los que tenía. (Los demás estaban en otros cuatro libreros.) Cada seis meses me deshacía de 50 o 100, para que no creciera demasiado la biblioteca; conseguir departamento para ellos no era fácil.
Desde los tres meses de su edad hasta más o menos la fecha de la foto me hice cargo de cuidar a Eunice desde la mañana hasta las 5 de la tarde en que llegaba su mamá del trabajo. Yo era guionista, así que podía trabajar a cualquier hora --por ejemplo mientras Eunice ordenaba en hileras, en el piso, sus libros, muñecas y lo que le cayera en las manos--; fue una suerte que no tuve con Eduardo, porque me tocaba trabajar muchísimo para ganar decentemente. Ahora, con Valeria, puedo estar largos ratos, gracias a lo extraño de mis horarios de trabajo y de mi trabajo.
En esos tiempos empecé a escribir Los años marchitos, que me llevó cerca de un año. Ya llevaba cuatro años con Terceras personas, mi libro favorito de los que me ha tocado escribir. También empecé una pieza de teatro que escribiría por temporadas a lo largo de unos diez años; hace unos meses la terminé por fin, pero se fregó el disco duro y hay que volver a ponerle el final y ajustar detalles. Poco antes, creo que el año anterior, escribí mi primera novela policial, que quedó malísima, pero usé trozos para escribir las demás.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo que siempre ha usado barba. ¿Le gusta usarla o es solo un atuendo de personalidad o un atuendo ideologico? Menciono esta ultima opcion por la mania de muchos a usar barba por que ha sido lo "cool" en la "izquierda", algo asi como el "pato bravo" para los militares.
Me gusta el nombre Eunice. Una mujer muy querida por mi tiene ese nombre.
Me dan envidia de la buena sus libreras y sus libros. Solo que yo no seria capaz de regalar un libro, no se diga 50 0 100. Y no es porque sea tacaño, sino porque cuando adquiero un libro, se me hace imposible regalarlo, si no tengo yo una copia, aunque sepa que nunca lo voy a volver a leer. No se porque.

ME cayo muy bien su ultimo comentario de que no se toma ahora demasiado en serio. Yo creo que ese es un gran adelanto para todo ser humano. Tomarse demasiado en serio y no poder reirse de si mismo o admitir publicamente equivocaciones es muy malo para uno mismo. Lo vuelve a uno una persona arrogante y orgullosa. Pareciera que esa es una enfermedad que padecemos con frecuencia muchos salvadoreños y los inteligentes la padecen en mayor cantidad y alcance.

Me disculpo por la extension del comentario.

Saludos.

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Uso barba desde siempre por un motivo bien simple: no me sé afeitar. Cada vez que lo he intetando armo unas masacres que no te cuento. Me salió, ya cerrada, a los 17 años, y me la habré cortado completa unas cinco veces. Ahora me la recorto lo más que puedo, casi al ras, y dejo que crezca; cuando me harto, me la vuelvo a recortar. A veces me hago perilla, a veces la dejo completa, etcétera. Depende del humor.
Eunice se llama así por Eunice Odio, la poeta costarricense, que siempre me pareció muy bella, y una escritora bastante interesante.
Y lo de regalar libros, sigo haciéndolo, aunque tengo muchos menos, quizá unos 600, muchos de ellos incorporados a la pequeña biblioteca de La Casa. Salí de México con unos 25 libros. Em casa de mi hija está esa biblioteca, y en la de mi hijo habré dejado unos 700 más.
En cuanto a la seriedad, tienes razón. En mi caso, me gusta reírme, y uno de mis temas favoritos para eso soy yo mismo. Además todo tiene un lado positivo, y si no lo tiene al menos algo chistoso, así haya que recurrir al humor negro.
Y gracias por escribir.

Anónimo dijo...

linda foto.

Aldebarán dijo...

En esta foto ya te parecés más a como te ves en tu estadio actual. Eunice, pues creo que se parece a ella misma desde siempre.