Blanco y negro II
La cámara es una extensión de nosotros mismos. Si alguien quiere saber cómo lo mira una persona, basta con decirle que le tome una foto; lo que saldrá --salvo que de verdad el otro sea una verdadera papa sin sentimientos ni ojo-- es lo que ven de uno.
A veces uno se ve especialmente viejo, especialmente gordo, especialmente diferente en ciertas fotos que le han tomado. Los gestos habituales, congelados en la imagen, adquieren valores diferentes: el que toma la foto ha escogido la fracción de segundo que considera que describe mejor al fotografiado.
Allí están, para confirmar la regla, las fotos oficiales, tan sin chiste, tan estándares, tan similares a sí mismas y a todas las demás. Y las de bodas.
De las del pasaporte o la credencial de identidad se podría hacer una antología de proporciones cósmicas; los empleados públicos encargados de tomarlas de seguro ven a todos feos, tediosos, innecesarios. Y cumplan a cabalidad con su trabajo, pero miren qué resultados tan... uh... Tan.
En fin, dos fotógrafas que de eso viven me tomaron algunas... ejem... fotos en blanco y negro en mi pasado viaje a Francia.
Ya puse en otro post las fotos a color que me tomó Ángela Mejías, que aparece aquí conmigo después de la sesión respectiva. (Esta ya la había puesto antes, pero no está de más repetirla.) La sesión ocurrió mientras daba una entrevista a TV3, una emisora regional del País Vasco (Euskadi para los habitantes de la zona e interesados en la precisión), en Biarritz. La entrevista está en el video que sigue, y después van las fotos de Ángela.
A veces uno se ve especialmente viejo, especialmente gordo, especialmente diferente en ciertas fotos que le han tomado. Los gestos habituales, congelados en la imagen, adquieren valores diferentes: el que toma la foto ha escogido la fracción de segundo que considera que describe mejor al fotografiado.
Allí están, para confirmar la regla, las fotos oficiales, tan sin chiste, tan estándares, tan similares a sí mismas y a todas las demás. Y las de bodas.
De las del pasaporte o la credencial de identidad se podría hacer una antología de proporciones cósmicas; los empleados públicos encargados de tomarlas de seguro ven a todos feos, tediosos, innecesarios. Y cumplan a cabalidad con su trabajo, pero miren qué resultados tan... uh... Tan.
En fin, dos fotógrafas que de eso viven me tomaron algunas... ejem... fotos en blanco y negro en mi pasado viaje a Francia.
Ya puse en otro post las fotos a color que me tomó Ángela Mejías, que aparece aquí conmigo después de la sesión respectiva. (Esta ya la había puesto antes, pero no está de más repetirla.) La sesión ocurrió mientras daba una entrevista a TV3, una emisora regional del País Vasco (Euskadi para los habitantes de la zona e interesados en la precisión), en Biarritz. La entrevista está en el video que sigue, y después van las fotos de Ángela.
Un par de semanas después, en Lyon, conocí a Melanie Morand, una fotógrafa profesional que está armando una carpeta con fotos de escritores para moverlas a través de una agencia. Hay un montón que no reproduzco, pero por lo menos van tres.
Ésta es Melanie tomada con mi camarita de Spider Man. Cuando le enseñé la cámara estaba fascinada, a pesar del animal Canon que traía en la mano. Dijo que compraría una, no sé muy bien para qué; nerdeces de fotógrafos, imagino.
Y van unas fotos de Melanie, con su respectivo watermark, para evitar pirateos.
1 comentario:
Soy un fanático del blanco y negro. Con todos sus matices de grises, por supuesto. Gutemberguiano ma no tanto... Lo que me extraña es que si bien existe un consenso en cuanto a la foto en b/n, este consenso desaparece cuando se trata de película. Me fascinan las películas en b/n. Hitchkok (o vaya saber cómo se escribe), Welles, Truffault, Einsenstein... No logro entender cómo a gente que le gusta la foto n/b no le gusta el cine ídem. Lo que me temo es que Kundera tenga razón al criticar la tendencia actual de la narrativa a busvar el realismo. Benditos los tiempos, dice él, en que la novela (y yo añadiría el cine) se reivendicaba como no realista. Tal vez esto sea el problema. Y ya que hablo de cine, hay algo que me fascina. En general, en una película, cuando se quiere interponer una escena del pasado, se la pone en b/n. Ahora vuelvan a leer Pedro Páramo. Todas las secuancias del presente están en b/n, y las secuencias del pasado a colores. Y Juan Rulfo sabía harto de cine. Qué pícaro...
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