6 de febrero de 2008

¡Doctorados en poesía en La Casa! (O David Hernández y el poeta turco)

Lo que es la maña de hablar de lo que uno no sabe, y ni siquiera preguntar para averiguarlo... A veces con una llamada telefónica basta. Y lo que es también plantearse metas no con base en objetivos propios, sino como contraposición y por enfrentamiento a otros, que allí están y no le hacen daño a nadie.
Pero bue... Siempre hay cola que cortar y tela para envolvernos a todos.
Hoy aparece en La prensa gráfica el anuncio de que David Hernández es el nuevo director de la Editorial Universitaria (de la UES, se entiende), y me da gusto de que por fin a alguien se le ocurra reactivarla; lo que ha habido en los últimos treinta o más años han sido cosas aisladas, y a veces la utilización politica o personal de un recurso bien importante para todos. En los años sesenta y setenta, junto con la DPI, las mejores apuestas para la literatura nacional y centroamericana salieron de allí, gracias al impulso inicial del nunca lo suficientemente citado Ítalo López Vallecillos.
Y, bueno, David Hernández parte de premisas fuertes, como que tiene "la impresión de que la clase política nuestra —de izquierda, de derecha y de centro— es inculta, es analfabeta, ese creo que es uno de los problemas" para que la Editorial Universitaria esté inactiva. Y es un punto de vista; no son los políticos quienes están obligados a publicar libros, sino los editores y escritores y lectores a presionar para que ocurra, y eso se hace organizándose pero, sobre todo, escribiendo bien. También dice que "no me gustaría pasar a la historia universal de la infamia como editor de malos libros", lo cual es loable; habrá que ver su experiencia al respecto y, como siempre, será su trabajo el que lo valide o lo crucifique; así nos pasa a todos.
Casi en la parte final de la entrevista, escrita por Patricia Cruz, se lee, con todo y faltas de redacción y brincos conceptuales:
¿Habrá un programa de apoyo para escritores jóvenes?

Yo creo que el escritor siempre es joven, para empezar; creo que toda obra de arte es misteriosa y tiene vida propia, si es buena se publicará dentro de dos meses o dos siglos, pero pienso reactivar un taller de letras —el que dirigía Ricardo Lindo—, lo voy a trasladar a la editorial, puede ser una cantera para publicar a los escritores jóvenes. Por otro lado lo más importante son las lecturas que se recomiendan, por ejemplo Lindo estuvo leyendo poemas del turco Omar Cayan, los maestros latinoamericanos Julio Cortázar o Vargas Llosa, esto crea un contexto para que el escritor naciente vaya depurando su obra y tenga parámetros con quien medirse.

¿Qué papel juegan los talleres literarios en la formación de los futuros escritores?

En el caso del taller de la UES es abierto y al contrario de una ridícula Casa del Escritor —que existe en Panchimalco creo (está en Los Planes de Renderos)— donde dan títulos de escritores a los que llegan, aquí a lo que se venía era a discutir abiertamente, a leer los poemas y a comentar, creo que ese intercambio es positivo, sin afán profesoral, de doctor de poesía.
Hay cosas de bulto que a lo mejor se le pasaron a David Hernández por la prisa con la que a veces ocurren las entrevistas, por ejemplo que el turco Omar Cayan no era turco, sino persa, y la reportera no sabría que no es escribe Cayan, sino Khayyam (en el peor de los casos, Cayán, vaya), autor de las famosas Rubaiyat, Rubaiyats o Rubaiyatas, una forma poética de hace como mil años, la época en la cual vivió el "turco" en cuestión. (Encontré una carnicería y restaurante llamada Rubaiyat. ¿No es tierno? Quizá el dueño fue reportero, editor o escritor fallido. Puede encontrarse aquí. En Costa Rica, concretamente en La Calle de la Amargura de San Pedro, había un restaurante decente y bebedero de universitarios que se llamaba Omar Khayyam. Allí acostumbraba --yo, porque el poeta ya estaba muerto-- reunirme y platicar con amigos. Se llamaba así, curiosamente, porque era el nombre del dueño, además de la referencia obvia al... uh... turco.)
También es de pasarse por alto el pequeño festival del eufemismo, como que "el escritor es siempre joven", que yo le cambiaría por "el escritor, cuando es escritor, es siempre escritor" y le añadiría un par de tapitas de Coca-Cola intercambiables por un boleto para la rifa de un walkman; que "toda obra de arte es siempre misteriosa", lo cual está bien para quien no sabe leer lo que hay detrás de las palabras, y que "tiene vida propia", lo cual es cierto sólo si se trata de una obra de arte, es decir: si es buena.
Luego, y esto ya es una apreciación personal, está el viejo mito de que "el contexto" de una obra es tanto o más importante que la obra misma. Pienso en E.M. Foster, que en Aspectos de la novela hace un análisis de la novela inglesa no según sus periodos, tendencias o contextos, sino --al fin y al cabo escritor-- de acuerdo con sus temáticas, recursos técnicos, manejo de lenguaje, etcétera. Foster imaginaba a todos los novelistas ingleses sentados alrededor de una inmensa mesa, lado a lado Thackeray con Virginia Woolf, Tristam Shandy con Lawrence, haciendo lo que sabían hacer. Y este enfoque lleva a algo interesante: el "contexto" apenas determina ciertas cosas en el fondo no muy importantes, como convenciones de lenguaje, diferencias de tecnología, ciertos hechos históricos... Lo demás es devenir humano, y "el contexto" juega un papel de disparador de algunos mecanismos de los personajes, si acaso, pero no explica literariamente nada. Eso es trabajo de los académicos, que no siempre saben mucho de literatura y sí de fechas y "contextos".
Como sea, el lector ya habrá notado lo de "ridícula Casa del Escritor", donde damos títulos de escritores "a los que llegan", mientras que "allí" --en el taller que existía-- se llegaba a "discutir abiertamente, a leer los poemas y a comentar".
No sé qué le habrán dicho a David Hernández acerca de La Casa --nunca ha llegado por allá--, pero me parece que debería informarse de primera mano. No sé por qué considera ridícula una simple casa, así haya sido de Salarrué; es una casa como cualquiera, nomás que pintada de amarillo y con un rótulo muy bonito en azul y sepia, al que llega gente que quiere profesionalizar su escritura. Y el modo de profesionalizarla es... bueno... escribiendo, discutiendo abiertamente, escribiendo, leyendo mucho, escribiendo, teniendo paciencia, escribiendo, aprendiendo a distanciarse de su obra, escribiendo, aprendiendo a tomar los recursos de los maestros --o sea Eliot, Vallejo, Pasos, Hernández el de verdad, Huidobro-- y escribiendo.
Que yo sepa --habrá que denunciarlo si es así, y yo le ayudo-- no se le da ningún título a nadie por el simple hecho de llegar al taller, ni siquiera cuando sale del taller (todos tarde o temprano deben salir del taller). Los títulos de un escritor son sus libros, y se diferencian de algo en los títulos universitarios. En éstos se hace constar que alguien estudió algo, es decir: que cursó ciertas materias y las pasó con calificaciones mínimas; no se habla de la calidad de tal ingeniero o filósofo. En los libros ya viene la obra incorporada, y su calidad, y puede saberse --con sólo algunos parámetros de por medio-- si es un buen escritor, un regular escritor o un farsante.
Y no he visto un "afán profesoral, de doctor en poesía" en ninguno de los compañeros de La Casa. Lo que sé es que escriben poemarios --los poetas--, novelas --los novelistas-- y cuentos --los cuentistas--, y que ya empiezan a publicarse sus cosas porque, vaya, el título trae incorporada la calidad, y esa calidad es buena, y a los editores, consejos editoriales y jurados les gusta. Si David Hernández se toma la molestia, con gusto le enseño el resultado de cinco años y medio de trabajo, le explico lo que es calidad y de paso lo dejo que revise mi oficina para que vea que no hay diplomas de doctor en nada; ésos sólo pueden repartirlos las universidades, y hay quien a veces se los inventa. (El esposo de una tía tenía una pared llena de diplomas, que compraba en tiendas de bromas y trucos, y él mismo los llenaba a mano, con letra torpe. Era médico en varias especialidades, abogado, contador público y no sé cuántas cosas más. Un día llegó un amigo de su hijo, sin saber que era su hijo, y le dijo: "¡Mira qué coincidencia! ¡Tu papá es compañero mío en la universidad!" El amigo en cuestión iba en segundo de derecho, y el esposo de mi tía llevaba allí como veinte años. Sic transit gloria mundi.)
Y no todos los que llegan a La Casa se quedan, porque no les interesa o no es su rollo, ni a todos se les daría título si se me ocurriera la estupidez de repartir cosas. (Coca-Cola de dieta y pan sí hay todos los domingos.) De cerca de 110-120 personas que han pasado por La Casa, se han quedado alrededor de 30, y de ellas unos 20 ya han terminado libros o están a punto de hacerlo. Los demás aún tienen poco tiempo trabajando con nosotros, o se toman el oficio con paciencia y le han apostado a un tiempo más largo.
Lo que veo, por las primeras declaraciones de su nuevo director, es que la cosa de la Editorial Universitaria promete ser excluyente; desde ya está descartado que alguno de los "doctores" de la "ridícula" Casa del Escritor pueda publicar allí. Lástima. No por la publicación --los compañeros tienen calidad para moverse donde los pongan--, sino porque en serio que la Editorial Universitaria no fue pensada para eso, ni fue así en sus mejores tiempos, que al parecer deberán esperar para volver. Espero equivocarme. Espero que David Hernández --a quien por cierto no conozco; las veces que hemos estado en el mismo lugar parece evadirme-- sólo haya dicho lo que dijo, incluido lo del poeta turco, en la emoción del nuevo nombramiento. Y ojalá que la emoción se le baje pronto y se ponga a trabajar para todos, que es lo que se esperaría de un escritor en un cargo público. Empezar con un enfrentamiento tan abierto, con gente que no le ha hecho nada, no suena prometedor. Ya no para los de La Casa, sino para quien a él le parezca "ridículo", descontextualizado o vaya a saber.
A propósito de ridiculeces: si David Hernández quiere ir a La Casa y comprobar que lo que dice no es cierto, podríamos aclarar el asunto de que él se ganó un premio de novela que me gané yo en 1990, el "Valle Inclán" de novela de EDUCA y el Centro Cultural de España. Lo ha repetido durante muchos años en varios idiomas y países, y ya sería hora de sincerarse, y de paso puede dejar de evadirme y quizá podamos platicar. A lo mejor los periodistas lo han malinterpretado.
Para quien quiera "el contexto", léase la segunda parte de un post que escribí hace un año, el 29 de enero de 2007, titulado "El imbécil, el cerdo y el error". La parte del error es la dedicada a David Hernández; viene debajo de los asteriscos.

22 comentarios:

Unknown dijo...

Bueno, no hay tal cosa como "Mala publicidad"... Nos menciona y por algo será ;)

Ahora yo, doctora en poesía y ejem... licenciada en economía! Suena bien!! Me gusta!

René dijo...

Me ganó la Aniuxa, pero mi currículo se va a ver bien bonito hoy con este título:
Ingeniero Civil, Músico, Escritor, Fotógrafo y Doctor en poesía, que buen partido, gracias "dios(a)o whatever" por haber escuchado mis súplicas, hoy es el día más feliz de mi vida!!!jajajaja

Loida Pineda Andino dijo...

Bueno, no me quiero quedar atrás, ahora voy a exigir más respeto. Aparte de Licenciada en Mercadotecnia y Publicidad resulta que amanecí siendo Doctora en Poesía. Y yo que creí que me había levantado con el pié izquierdo¡¡¡

Ricardo Hernández Pereira dijo...

Otro detalle: Los Planes de Renderos está en el municipio de Panchimalco (que fuera villa desde 1879 y ciudad desde el 2000).
¡Un editor que no conoce la antigua casa de Salarrué!
Bueno... menos mal que los políticos de izquierda, centro y derecha son incultos analfabetas.
Hoy amanecí con más ánimos de continuar con mi novelota.

Anónimo dijo...

Se habla mucho de la polarizacion politica, pero es que parece que aqui, todo mundo esta contra todo mundo, incluido en el llamado "mundo intelectual".
A traves de varios posts suyos he visto cual es el perfil del "intelectual salvadoreño": De lenguaje rebuscado y en exceso amable para sus amigos, "fans" y "allegados" y de inmensa amargura, palabras malcriadas y llenas de odio, para los "enemigos" que van desde los que no les rinden pleitesia hasta los que no conciben el "arte" como "debe ser". Increible. ¿Sera asi en otros paises?

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

SoySal: Eso es un fenómeno humano, no sólo salvadoreño. Lo que pasa es el "medio" salvadoreño es como una bolsa pequeñita de canicas: se mueve una y repercute en las demás. (En otros países, como México, no hay un "medio" sino un montón de grupos, grupúsculos, capillas, talleres, escuelas, casas o que quieras, y hay espacio para todos. ¡Hay siete Casas del Escritor! Igual se pelean y se alaban, pero es mucha gente, muchas apuestas y muchos recursos. Aquí somos poquititos.)
Esa repercusión debería ser buena, pero no a todas las canicas les gusta que las toquen (¿y entonces para qué son canicas, pue?). No veo contradicción entre el taller de la UES y el de La Casa. Ni entre el de La Casa y otros: de hecho, varios compañeros de La Casa frecuentan otros talleres, y gente de esos talleres llegan a La Casa. No veo el problema ni la contradicción. Son apuestas y visiones diferentes, y en el intercambio hay mucho enriquecimiento.
A veces creo que es una cuestión de testosterona (o progesterona, que también tiene su lugar, vieras): lo mío es mejor que lo tuyo. Lo que creo que David Hernández no nota es que la Editorial Universitaria y La Casa del Escritor no son suya y mía, sino de todos. El producto de ambas repercute en todos, sea bueno o malo. Y más vale que sea bueno. En mi caso, me ha tocado trabajar con gente extraordinaria, persistente, valiente (se necesita valor para meterse en estos ajolotes, no creas) y con sentido del humor.
Y está lo otro: no veo por qué su primera declaración como director de la editorial sea para pegarme a mí (en el fondo es eso), si no lo conozco y él no sabe lo que hacemos, y a gente joven que eventualmente pudiera ser parte de su catálogo. Y te aseguro que estarán en buenos catálogos, en El Salvador o donde sea. Obviamente no quiere publicarlos y su apuesta es otra. Y está bien, porque en el fondo una editorial parte siempre de apuestas personals, así pertenezca a una institución, pero que sea discreto en sus intenciones más negativas, ¿no?
Hace poco me decía Krisma con respecto a otro fulano que hace ese tipo de cosas: "¿Cómo se mete un señor de cincuenta y tantos años a insultar a gente que tiene la mitad de su edad?" Quizá allí haya una pista.
Y, sí, el premio de EDUCA me lo gané yo, no él. Ya dije. Y dos veces. Y, no, los premios no indican nada, pero hay que ganarse uno para hablar con conocimiento de causa, no sólo por ardor.

Luis Hernández dijo...

¡¡¡Ya soy doctor en Poesía!!!

Si me lo hubieran dicho antes no hubiera inscrito materias para terminar con mi Licenciatura en Letras este año.

Ana comentaba que su CUM ganó intereses, pero lo de ahora si me parece increíble. ¡¡¡Nos regalaron un título de Doctorado!!!

Dagoberto Gutiérrez dijo en una conferencia en la UES (por que sí, estudio en la UES y algo de izquierda tengo que tener), bueno repito, Dagoberto dijo "Uno vale por sus enemigos, solo el que tiene enemigos vale, el que no tiene enemigos no vale nada"

Siento que valgo mucho. ¡¡¡Me siento muy especial!!! :-)

keru/black dijo...

De que tamaño es el cartón porque ya estoy mandando a hacer el marco para colgarlo en la sala de la casa.

Edwin Arévalo dijo...

Por que sera que hay gente que llega a una posicion de "poder" y de repente se creen "Dios" y comienzan a insultar a medio mundo. Al caso tendra un complejo de inferioridad y de ahi parten los insultos? Valen madre!!

PS. Cuanto tiempo necesito ir a la casa para recibir el titulo? :)

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Por lo que dice David Hernández, con llegar basta, o sea que ya eres por lo menos doctor infieri.
Dime dónde te mando el diploma.

Mario Zetino dijo...

Vamos a ver. Hagamos recuento de títulos. Nací Ciudadano de la República Democrática, Soberana, Independiente, Morena, etc. de Santa Ana; fui nombrado como Métricus Escritoris debido al comportamiento reincidentemente endecásilabo, y a veces alejandrino, de mi mano derecha; este año soy Casi Licenciado en Letras; y, ante todo y no lo olvidemos, soy nacional y cibernéticamente conocido como un Asesino de Mosquitos, lo cual no es poco decir.
A pesar de todo eso, sépase bien de una vez, me niego a recibir, bajo amenaza de huelga de hambre si no se me cumple (y qué quedaría de Mario Zetino si hiciera huelga de al menos un día), mi título de Doctor en Poesía si no me lo dan, con besito, vuelta de birrete y todo, Halle Berry, Meg Ryan o Sandra Bullock (a quien por algún motivo que todavía no comprendo sigo confundiendo con Julia Roberts).

Unknown dijo...

bueno, a parte de Hormiga y licenciada en ciencias jurídicas ahora soy Doctora en Poesía, jajaja, invito a los compañeros de La Casa a publicar un libro, tipo de autoayuda titulado "de cómo despertarse siendo Doctor en poesía" pero bueno, la próxima vez quiero una maestría,

Herberth Cea dijo...

O de Hugh Grant, Pierce Brosman, Orlando Bloom o ahora con el holograma de Alfredo Espino. Según sea el caso. Digo las chicas tambien quieren su diploma, lo digo por aquello de la igualdad de género.

(lo anterior era continuación del comentario de Mario)


Que desatinados y dañinos comentarios los de este señor Hernández.

Ricardo Hernández Pereira dijo...

Naaaa, a mí me late que es puro miedo vaya, o envidia a más no haber. Mejor hablemos de la huelga de hambre de Zetino.

Anónimo dijo...

Jajajaja...hay que darle credito al Sr. Hernandez, hizo que todos saltaran (en el buen sentido de la palabra. Dejsme decirte que los escritores (con algunas excepciones que conozco y que seguro hay mas de lo que yo creo) que han publicado varios libros, creen que pueden decir quien es escritor o no... mmmmm, pienso que esta mal informado y que la gente de La Casa no es ninguna ignorante y ... bueno, mejor que se de una vuelta y si quiere antes de llegar a La Casa tome una calle a la izquierda... baje unos kilometros para llegar a Panchimalco. Por cierto, una vez fui en la noche en busca de buenas pupusas y no encontre algo que valiera la pena, !lastima!. Saludos tio Rafa

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Usuaria anónima: Me he dado cuenta, mientras más libros escribo y publico, y especialmente lo primero, de que uno está cada vez más en pañales (no, no es incontinencia senil, y de paso saludos a Camila por la referencia), y que la cantidad corre en contra de uno si se la toma en serio: los temas y los modos de tratarlos tienden a agotarse, porque uno es limitado. Con cada libro nuevo te queda de dos: repites algo que ya escribiste o haces una reingeniería.
Lo que había hecho hasta ahora era resolverlo con "series" de libros: una pentalogía policial, varios libros "de literatura seria" interrelacionados. Mejor hacerlo a propósito a que salgan sin que uno se dé cuenta.
Ahora estoy en la reingeniería, y creo que me está saliendo bien. Ya tengo más o menos clara mi nueva novela, estoy terminando la primera parte y estoy a punto de habilitar un cuaderno verde (se está acabando el naranja, y del rojo quedan unas páginas para terminar un capítulo).
Lo que sé es que, cuando estás en ésas, no tienes tiempo de pensar tonterías.
Interesante que los compañeros tengan grados académicos, o estén consiguiendo los suyos: no se trata de la vieja visión provinciana de que "soy poeta y voy a vivir de eso" o de "qué hueva estudiar, mejor me hago poeta", sino de otra cosa. Una profesión u oficio te da un cierto orden mental, una estructura mental, y tienes mucho ganado si lo aplicas a la literatura. Es parte de los recursos de cada quién; no está en contradicción con la creación. Al contrario.
En cuanto a pupusas, lo mejor que hay es la pupusería de Delmy, que está frente a la Paty II (la que está del lado de La Casa). Es un changarro de lámina con anuncios de Claro. Poca grasa, buenos ingredientes, etcétera. Igual no las como, pero son lo mejor que hay.

Anónimo dijo...

Lo de los grados académicos es porque definitivamente no se van
a dedicar de lleno a la poesía,la carrera es su "seguro de vida",no es esta mal si en este país me imagino que son pocos los poetas que viviran exclusivamente de eso,porque se pude dar el fenomeno
que si bien es cierto que las propuestas surgen pero se subordinan a las
obligaciones y con los años cada vez se hacen mas, y si es dificil servirle a dos señores y ya lo dijo no es facil meterse a esos ajolotes,ahora esto nos deja una plataforma bastante inestable de continuidad en los trabajos y le agregamos si de ser ciertas la actitudes como la del sr.Hernandez una perpectiva mas problematica.
No se pero ya son varios los ataques desde que leo el blog que
van en todos los grados de lesion posibles ciberneticamente,que sufren, coincido con lo que dice
Soy Salvadoreño,queramos o no hay
una tendencia demasiado marcada al
fenomeno de aglutinarse y blindarse en grupos que se defienden y elogian ellos mismos y nosotros somos los meros meros,me imagino que lo malo esta en confundir un proyecto que busca activar el talento, con valoraciones subjetivas porque si de plano si
lo voy a criticar que sea porque,conozco y se como esta la jugada.(pero eso le pongo como un posibilidad que paulatinamente aban
donen la literatura,pero en lo que he visto los medicos poetas se van
cargando de pacientes y el esfuerzo
extra es lo que nos pide la poesia,luego la familia,hay que disciplinarse y sacrificar muchas cosas,quien sabe, bueno es solo una opinion muy particular y sin ninigun conocimiento profundo ni estudios cientificos)

Bonampack

René dijo...

Un grado académico no quiere decir que alguien no se va a dedicar a alguna o algunas ramas del arte, "dedicarse" no implica ocupar el 100% del tiempo en eso, no tendríamos vida, implica que cuando se le dedique cierto tiempo(el que sea) a eso, se haga en primer lugar porque uno lo disfruta y en segundo lugar, se haga lo meor posible,dentro de sus capacidades obviamente, porque "escribimos lo que podemos, no lo que queremos", y no sólo por mantener un "estatus" de artista ante la comunidad. El abandono paulatino de un arte no es debido a la presencia de un grado académico, sino debido a que el individuo no ha interiorizado ese arte y no es capaz de decir "si no hago este arte, me muero", el asunto se lleva en la sangre y el que va a ser toda su vida poeta, por ejemplo, lo va a ser con o sin grado académico, y en el caso de que sea sin, no necesariamente será porque va a vivir de eso, ya habrán otras formas de ganarse la vida. Y por último, por supuesto que hay que sacrificarse, ¿de qué sirve vivir sin hacer sacrificios que nos lleven a hacer algo que tanto nos apasiona?, el tiempo es posible encontrarlo, es cuestión de buscarlo.

Anónimo dijo...

Si suponemos la idea de Rene es una posibilidad bastante viable,pues si
es la forma y calidad del tiempo que dedicamos lo que importa,Hugo Lindo es un ejemplo,pero ya siendo sinceros
y como digo es una opinion:Einstein le gustaba tocar el violin,Woody Allen toca en una banda de Jazz,pero
como dicen son "aficionados" no discutire sobre aspectos cualitativo ni cuantitativos de la obra aficionada,pero creo que siempre la obra profesional estara mas comprometida en todo aspecto,el arte es absorbente no creo que Dali
ni Beethoven crearan obras compar-
tiendo tiempo con un buffete de abogado o con una oficina contable.Y si los grados academicos no alejan a nadie del arte,Squire
del grupo Yes es medico,pero se me hace complicado que ande dando consultas en tour, a menos que sean los del staff.Y ya vamos viendo porque en El Salvador las cosas se
hacen no viendolo profesionalmente,porque si las ocho horas de su oficina le suma las cuatro de aficionado son doce que el profesional le entrega a su arte.Y cuando digo profesional no hablo de cartones,si no de vivir y entregarse de lleno todo el dia y si es posible mas para su obra.no lo digo yo "la practica hace al maestro""El genio es 1 de inspiracion y 99 de transpiracion"


Bonampack

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Bonampack: A ver...
En mi caso particular, excepto durante un "año sabático" que me tomé por mis pistolas antes de regresar a El Salvador (nueve meses, en realidad; me sirvió para escribir una novela y avanzar en otra), nunca he tenido tiempo para dedicar, digamos, varias horas diarias a la escritura. Las excepciones, a veces, son los días libres y vacaciones.
En primer lugar, la literatura es como el amor: no tienes una cantidad de horas al día para dedicarte a ellos. Siempre estás en ellos. En este momento estoy escribiendo una novela, y al mismo tiempo estoy pensando en cómo resolver dos que comencé hace muchos años (de una llevo sólo un capítulo: ¡un capítulo desde 1993!), y al mismo tiempo estoy trabajando un ensayo sobre poesía, que ni siquiera he empezado a escribir, pero que ya tiene hasta fecha de publicación, etcétera. Eso no me ocupa tiempo físico, sino mental. Puedo estar haciendo otras cosas mientras en segundo plano trabajo en todo eso. Igual que se puede estar enamorado y seguir con una vida como son todas las vidas, es decir: levantarse, bañarse, desayunar, etcétera.
La literatura no implica un trabajo físico constante, como la música, la pintura, la danza, etcétera. La labor de ponerse a escribir físicamente es eventual, muy eventual en realidad: hace uno notas aquí y allá, se la pasa pensando en eso, y de repente algo cuaja y a escribir. Mientras, uno se dedica a despertarse, bañarse, ir a la chamba, trabajar, estar con la familia, visitar amigos, etcétera.
Hay un punto, sí, en que escribir (en cuaderno, en la compu, etcétera) se convierte en una prioridad, y se lleva buena parte de las energías, pero no necesariamente el tiempo.
¿En qué momentos escribo la novela en la que estoy metido? En los que se puede.
Ayer, por ejemplo, dediqué un par de horas a la revisión y ajuste de algunos capítulos de la primera parte; aún me falta terminar el capítulo 11 (de 12), pero para eso necesito recapitular qué tengo para ver qué meto allí. Aún no sé por qué una chava mata a un tipo, y la respuesta está en el 11, pero aún no lo he terminado y por lo tanto no sé qué onda. (Suena raro, pero créeme que así funciono.) Tengo cerca de tres semanas buscando ese motivo, y me ha llevado a escribir ciertas partes, rearmar otras y ajustar otras tantas. Para eso no necesito estar encima de la novela todo el tiempo; nada más traigo mi cuadernito a la mano, y quizá se me ocurra en algún momento de lucidez o en algún tiempo que tenga libre.
La mayor parte de las novelas que tengo las he escrito de quince minutos en quince minutos, mientras espero autobuses, en pausas en el trabajo, en las madrugadas. Si me preguntas, puede ser más importante ver una película con Krisma o jugar con plastilina con la Vale que ponerme a revisar la novela; para la novela siempre hay tiempo, para estar con la familia no siempre: los hijos crecen y uno no sabe ni cuándo, y las relaciones se pueden poner feas si no les das el tiempo (físico) necesario.
Ahora mismo, aunque aparentemente me dedico sólo a la literatura, es bien poco el tiempo y las energías que me quedan para mis cosas. Me dedico a la literatura de otros. Entre otras cosas, llevo un tracking mental de lo que está haciendo cada compañero, de lo que ha hecho y de por dónde más o menos se moverá (como no se trata de un taller estandarizado, las apuestas son totalmente disparadas la una de la otra). Imparto cuatro o cinco talleres a la semana, reviso algunas decenas de textos ajenos al mes, entre cuentos, poemas, etcétera, y llevo un registro mental de todo, o de lo que se puede. Estoy ahora en lo de la promoción de quienes ya terminaron sus unidades, más lo que significa el manejo de La Casa. Y mi vida familiar se lleva bastante tiempo. Sin contar con las reuniones extra que tengo con compañeros para trabajar textos o para hablar de literatura o lo que quieras.
¿Cuándo escribo entonces?
Cuando la gente del taller se retrasa unos minutos, avanzo un par de párrafos; cuando cancelan alguna cita, tengo una o dos horas extra; en mis días libres, cuando Krisma y Valeria se han dormido (cuando Krisma agarra onda de escribir, me toca hacerme cargo de algunas cosas, como la comida, y desde luego atender a la Vale un poco más).
Muy de vez en cuando me tomo par de días completos frente a la compu o al cuaderno (según el proceso en que esté) y no hago caso de nada ni de nadie. Pero no es la constante.
Y aun así he escrito como siete u ocho libros en los últimos once años, más los que tengo en marcha, sin contar los que tenía empezados y terminé en ese periodo. Mientras, me he ganado la vida de periodista, de traductor, de editor, ahora está lo de La Casa...
No creo que por eso sea menos profesional que si le dedicara ocho horas diarias. (¡Ah! No hemos contado el tiempo que se lleva uno leyendo, o escribiendo ejercicios, el blog, etcétera.) Tú pones cuatro horas para dedicar a un trabajo amateur. ¡Ya quisiera haber tenido alguna vez, desde los 16 años en que comencé, cuatro horas diarias para escribir!
Eso, insisto, no significa que no esté "escribiendo" todo el tiempo. A veces me pongo a ver tele o a oír música y a caminar por toda la casa, o me tiro en el sofá o me echo panza abajo en el jardín. Estoy cansado y no podría ponerme a escribir físicamente, pero estoy escribiendo. En medio de una reunión, estoy llevando el hilo de la misma, con toda la seriedad y concentración del caso, pero sigo escribiendo: hay un proceso mental paralelo que en algún momento pasará a primer plano, etcétera.
Y sin embargo llevo un montón de libros escritos y publicados, de quince minutos en quince minutos, o en el tiempo que me da la cancelación de una reunión, o en una tarde de lunes (mi descanso) en que fui a pagar cuentas a Metro, me senté en cualquier parte y me puse a darle a la pluma.
Creo que a eso es a lo que se refiere René, porque lo hemos hablado en varias ocasiones con él y con otros compañeros. Todos tienen una profesión, o están por tenerla, que les gusta y satisface; todos tienen una vida familiar, ven tele, salen a pasear, etcétera. Pero no dejan de escribir nunca. Eso no se mide por el tiempo físico que le dediques. Para ser poeta no hay que vivir de poeta: hay que ser poeta, nada más, y eso lleva trabajo, y un tiempo que siempre está allí si sabes encontrarlo y aprovecharlo.
Los poetas tienen una ventaja sobre los novelistas: sus textos son más cortos y, con las excepciones del caso, salen de un solo golpe, y lo demás es ir ajustándolos y corrigiéndolos.
Quizá uno de los aportes de La Casa sea ése: escritores que escriben por vocación y con amor a la literatura, independientemente de lo que hagan para vivir. Y lo que hacen para vivir está también en su vocación. No son poetas o narradores por falta de opciones ("me da pereza estudiar, me voy a hacer poeta"); es una decisión, y la llevan a cabo de manera profesional sin que afecte el resto de su vida.
La literatura no es sólo una actitud, pues. Es trabajo. Y mucho. La ventaja es que las herramientas las tiene uno en la cabeza, no en las manos, y uno puede administrar sus recursos y su tiempo como mejor le convenga. O como la vida lo vaya permitiendo.
También hago música en mis ratos libres. Y me gusta jugar algunos juegos de compu.
Tengo una ventaja: casi no voy a fiestas ni reuniones sociales, a presentaciones o inauguraciones, a encuentros o congresos; soy abstemio y me encanta lo que hago, o no lo hago. No me la paso haciéndome promoción (muchos pierden toneladas de tiempo en eso), viajando a festivales --el año pasado hice una excepción, pero eran el de Biarritz, ejem y el Belles Latinas, ejem--, no me meto en política, ni creo que mi presencia sea importante en ningún lado. No sabes la cantidad de tiempo y energías que te ahorras, y que puedes convertir en otros quince minutos o dos horas de trabajo del que te gusta.

Krisma Mancía dijo...

Tan ideal se hace tu punto de vista, Bonapack. No es que sea viable la postura de René, es la realidad. Los escritores son seres humanos, tienen sus necesidades humanas, una familia, una sociedad que los hace buscar otras maneras de coexistir. Sería divino vivir solamente de la literatura, ese es el sueño de todo el que se dedica a escribir ficción (literatura, pues), pero antes de hacerlo debe demostrar el talento suficiente y ser pacientes. Mientras eso pasé se morirá de hambre y de frustación. El que crea que se puede vivir de la literara por completo está en un error.

Todos sabemos de Kafka y de sus quejas por sobrevivir en una sociedad, a principios del siglo XX, oprimido en su trabajo de oficinista y de su situación de extrema pobreza que le embargó hasta la vida y que no dejó que se dedicará por completo a abrazar su pasión: la literatura. Sin embargo, eso no impidió que dejara de escribir, que dejara de hacer literatura y el resultado nos hace reflexionar.

¿Qué sería de un escritor que sólo se dedicará a escribir y a no vivir en la situación que le debería tocar?

Creo que la literatura no tuviera el alma y el espirítu humano con el cual lo conocemos. En realidad no tuvieramos literatura, sino tratados teorizados de la vida, estipulaciones y un contenido vacío que los lectores rechazarían por no encontrarse con la realidad de un época. No habría un punto de encuentro. Sería aburrido, ¿no?.

Hay algo que se olvida y que es sumamente importante: la buena literatura --y el arte en todas las ramas-- debe ser un reflejo de una sociedad en específico sin caer en la ideología ni en lo falso, sino que debe haber un equilibrio. Es allí donde hay tropiezos en el oficio de los noveles escritores, porque la literatura no es política, es la visión de una persona ante lo que vive, piensa y siente, es un ejercicio de juicio ante lo que se está viviendo y a medida que dejé de ser política se convierte en el alma de un pueblo.

Te daré un ejemplo:

A veces causa risa lo que escriben los pedagogos de escritorio: teorias que no tienen fundamentos, porque nunca han estado en carne propia frente a un grupo de estudiantes. Todos los maestros activos en el trabajo de la educación se encuentran que todas la teorías y los estudios creados en un escritorio no les sirve de nada. Eso pasa también en el arte.

Y sí, el arte es absorbente en todo sentido, pero lo es más la vida.

Anónimo dijo...

Por eso le digo Sr.Menjivar ud fisicamente no esta sentado en
el escritorio,pero anda sumergido buena parte del dia en algo que ten
ga que ver con las letras,ya sea suyo o ajeno,pero es su pasion,le agrada, el punto al que yo me queria referir:
No es privativo a nadie teniendo otras obligaciones dedicarse a una actividad totalmente distinta de su profesion,pero hay quienes tiene la suerte que su trabajo se liga intimamente con su pasion artistica y la continuidad del contacto con la practica artistica no se pierde o mejor aun es exclusivamente en esa disciplina,el que se dedica a su profesion en el otro caso pues si es serio no andara pensando en su ultimo poema cuando esta resucitando a un baleado,o en la junta de trabajo explicando el balance anual en el capitulo de su novela,la verdad es que si cada arte tiene su dinámica y exige cantiadaes y me imagino que horarios diferentes,pero veamos a
mi me gusta tocar guitarra pero si
quiero llegar a niveles de free jazz tengo que conocer de escalas y
tener sentido de improvisasion y una digitacion bestial minimo 12 horas diarias de ensayo,pero como a mi lo que me gusta es alegrarme un
rato le doy unas dos o 45m de practica porque obviamente no voy
a vivir de lo que mencionábamos,lo
bueno de la platica nos damos cuenta que si es cierto no hay que volverse un ermitaño y alejarse de la humanidad para hacer arte,cada quien puede seguir con su vida y alegrarse y alegrar a otros
con su obra,y que cada quien le dedica la cantidada de energia y tiempo y se las rebusca para llegar al nivel con el que se sienta feliz
aunque no siempre esto implique una
una regla fija de sentarse de las 2 a las 5,como cosa curiosa el dia de ayer vi(mas bien la volvi a ver de hace como 12 años) "The Shining"proceso creativo muy particular y con resultados bastantes filosos,el de el sr,Torrance que es escritor y
recorde algo de la platica pues hay una escena en la que la esposa lo interrumpe y pues le pega una "bañada" peor que hija de crianza,siempre se ha manejado
el estereotipo del artista gruñon.ensimismado e inmerso en una concentracion inalterable sera que
es asi? pues si y no.


Bonampack